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domingo, 19 de diciembre de 2010

Palabra para la Misión: Misioneros con la sorpresa de la primera Navidad


IV Domingo de Adviento
Año A - 19.12.2010 / POR EUNTES

Isaías 7,10-14 / Salmo 23 / Romanos 1,1-7
Mateo 1,18-24

Reflexiones

Después de 2.000 años de Navidad, esta fiesta sigue sorprendiéndonos -¡así por lo menos debe ser!- porque la Navidad es siempre nueva, es como la primera, es la fiesta de la vida. La fiesta de cuando Dios comenzó a vivir en carne humana. ¡Para gozo y salvación de todos! Desde entonces “caro salutis est cardo” (la carne es la base de la salvación), como decía Tertuliano (siglo III): la salvación de Dios pasa por la carne de Cristo, el único Salvador. La invitación es para vivir la Navidad con el asombro de los primeros protagonistas: María y José (Evangelio), los ángeles, los pastores y los magos... ¡Vivir la Navidad verdadera es un don que nos ubica en la realidad de las cosas! Abiertos a la novedad de las sorpresas de Dios, sin ser cautivos de la rutina. Más allá de los regalos efímeros o de los programas de vacaciones. Lejos de la indiferencia de quienes viven alienados en las cosas. Sin la autosuficiencia de quienes se proclaman no creyentes. Sobre todo, sin la envidia rabiosa y atroz de Herodes, ni la crueldad multiforme de sus actuales émulos.

El Dios que viene es el Emanuel, ya anunciado por Isaías (I lectura, v. 14) y por el Evangelio de Mateo, el “Dios con nosotros” (v. 23). El Dios que ha decidido estar presente en la historia de cada persona, de caminar con cada uno de nosotros. Vivir la Navidad así, involucrados en la sorpresa de un Dios enamorado perdidamente de nosotros, no nos deja inactivos, nos lleva al anuncio misionero hacia aquellos que todavía no saben nada de esta historia verdadera. Navidad, por tanto, es un modo de ser, es un mensaje que vale la pena llevarlo a otros. Así lo vivió también San Daniel Comboni hace 150 años, cuando fue como peregrino a Belén en 1857, y allí se sintió invadido por la grandeza de ese misterio: “Besé mil veces aquel sitio. Besé casi toda la gruta; y no sabía salir de ella” (Escritos, n. 113).

Así lo entendió S. Pablo (II lectura), el cual, desde que tuvo la sorpresa de encontrar a Cristo, se entregó completamente a Él y se convirtió en el mayor misionero. Lo dice claramente en el exordio de su carta a los cristianos de Roma, escrita hace 1.950 años: “Pablo, siervo de Cristo Jesús, apóstol por vocación, escogido para el Evangelio de Dios…” (v. 1,1). Pablo presenta su carta de identidad a los Romanos con credenciales de todo respeto, que él resume en tres palabras: siervo, apóstol, escogido. Es ante todo siervo de Cristo Jesús: goza al sentirse poseído por Él, es apasionadamente suyo, habla de Él a todos siempre, lo menciona hasta cuatro veces en los escasos versículos iniciales. Luego, tiene conciencia de ser apóstol, enviado: la misión no nace ni depende de él, sino de Uno más grande, del cual él es tan sólo un servidor. Finalmente, Pablo considera una gracia ser apóstol escogido “para predicar la obediencia de la fe entre todos los gentiles” (v. 5). La misión es un don, antes de ser una tarea que cumplir; es un carisma que enriquece al que lo recibe y lo capacita para un servicio a la comunidad.

Pablo retoma a menudo en sus cartas estos tres títulos y los comenta. Se siente misionero de Cristo en la riqueza sorprendente de su misterio: prometido por medio de los profetas, nacido del linaje de David según la carne, constituido Hijo de Dios con poder por su resurrección de entre los muertos… (v. 2-4). Pablo se vio descubierto por Cristo, amado, salvado, enviado a los pueblos paganos para anunciarles “la inescrutable riqueza de Cristo” (Ef 3,8). En el camino de Damasco no ha nacido tan sólo el Pablo cristiano, sino también el apóstol, el misionero. No ha cambiado su manera de vivir a partir de una decisión ética, voluntarista, ni para seguir una ideología de moda, sino tan sólo por haber encontrado a Cristo, el cual le ha cambiado definitivamente la vida, abriéndole horizontes nuevos. (*) ¡Pablo es un ejemplo para todo cristiano y para todo misionero! Este año también la Navidad necesita mensajeros: para llegar a los lejanos que todavía no la conocen, a los que se han alejado, a los que han equivocado su camino. Estén aquí, cerca de nosotros, o lejos. ¡Una tarea urgente y apasionante! ¡A ella estamos llamados todos!


Palabra del Papa

(*) “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva”.

Benedicto XVI
Encíclica Deus Caritas Est, 25 de diciembre de 2005, n. 1


Siguiendo los pasos de los Misioneros

- 21/12: S. Pedro Canisio (1521-1597), sacerdote jesuita, teólogo en el Concilio de Trento, animador de la contrarreforma en Europa central, autor de un catecismo; es doctor de la Iglesia.
- 21/12: Recuerdo de la homilía de Fray Antonio de Montesinos, sacerdote dominico español, en el IV domingo de Adviento (1511) en la iglesia de “La Española” (República Dominicana), en defensa de los derechos de los indígenas. Entre otras cosas dijo: “¿No son hombres, éstos?”
- 22/12: Santa Francisca Saverio Cabrini (Lodi 1850-1917 Chicago), fundadora de las Misioneras del S. Corazón de Jesús, para la asistencia a los migrantes, en favor de los cuales fundó numerosas obras.
- 23/12: S. Juan Cancio de Kety (1390-1473), sacerdote y teólogo polaco, maestro de varias generaciones de sacerdotes; párroco ejemplar en la oración y en el servicio de la caridad.
- 23/12: Sta. María Margarita de Youville (1701-1771), laica canadiense de Quebec, madre de familia, viuda, y luego religiosa y fundadora.
- 23/12: S. Antonio de Sta. Ana Galvão de França (São Paulo, 1739-1822), franciscano de Brasil, entregado a la predicación y a la penitencia. Fue canonizado por Benedicto XVI en São Paulo (2007).
- 25/12: Nacimiento de Jesucristo en Belén, Hijo de Dios en carne humana, Salvador de toda la familia humana. Este anuncio llena de alegría a todo el pueblo (Lc 2,10).
- 26/12: S. Esteban, protomártir (+ 34 ca.), diácono lleno de fe y del Espíritu Santo; murió perdonando y rezando por sus perseguidores.
- 26/12: BB. Inés Phila y Lucía Khambang, de las Hermanas “Amantes de la Cruz”, martirizadas junto con otras mujeres cristianas de Tailandia (+ 1940).
- 27/12: S. Juan, apóstol y evangelista.
- 27/12: B. Francisco Spoto (1924-1964), sacerdote siciliano de los Misioneros Siervos de los Pobres, fallecido en la R. D. de Congo como consecuencia de las vejaciones sufridas a manos de los rebeldes ‘simba’.
- 28/12: Fiesta de los Santos Inocentes, testigos de Cristo con el sacrificio de su vida.
- 28/12: S. Gaspar del Bufalo (Roma, 1786-1837), evangelizador de carreteros y campesinos, entregado a las misiones populares; difundió la devoción a la preciosa Sangre de Cristo.
- 29/12: S. Tomás Becket (1118-1170), canciller del rey de Inglaterra; más tarde, fue obispo de Canterbury y exiliado en Francia durante seis años; regresó a Inglaterra y fue asesinado en su catedral.
- 30/12: Encíclica social de Juan Pablo Pablo II “Sollicitudo Rei Socialis” (1987), en el ventenal de la encíclica social de Pablo VI “Populorum Progressio” (1967).
- 31/12: Día Internacional de la Esperanza.

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WebJCP | Abril 2007