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viernes, 24 de diciembre de 2010

Navidad: Sorpresa subversiva de Dios


Publicado por Esquila Misional

Navidad es una fiesta difícil de concebir y profundizar en su justa dimensión, precisamente porque se ha vuelto tan «nuestra»,
tan de rutina, tan representada y comercializada...

En Navidad algunos escapan de la rutina cotidiana, de la ciudad, del trabajo y del entorno; otros –y éste es un paralelo tan doloroso como real– escapan del mundo justo en la época en que el amor y la cercanía de los seres queridos deberían sentirse más a flor de piel. En Navidad aumenta el índice de suicidios en el contexto mundial como en ninguna otra época del año. También es época en la que acontece mayor número de conflictos (a veces incluso violentos) en el ámbito familiar. Navidad nos hace sensibles a la alegría y a la bendición de sabernos cercanos, pero al mismo tiempo, nos sensibiliza sobre las brechas que se han ido abriendo entre nosotros y los demás, a los recelos, a las desavenencias e incongruencias en nuestros entretejidos familiares y sociales...

También debería hacernos sensibles a las brechas abiertas entre nosotros y los «que están fuera», los que no tienen a quién llamar «su familia», los que no pueden bendecir una mesa festiva, los que no tienen techo, los que están en camino o huyendo de la violencia, la guerra, el hambre, la catástrofe...

Hay que decir esto, no para «arruinarnos la fiesta» o para sobresaturarla con un sentido abstracto de culpa, sino para agudizar nuestros sentidos en su verdadero mensaje, un anuncio tan simple como profundo y –visto a fondo– revolucionario. ¿Acaso hay mayor revolución que el nacimiento de un niño, el hijo de un par de refugiados en huida, en los suburbios del imperio y la periferia de la historia, en quien se revela en carne viva Dios-entre-nosotros?

El mensaje de la Encarnación vocación para compartir
Lo subversivo de la Navidad es la idea –aún más, la certeza– de la universalidad de su mensaje. Ésta podríamos explicarla así: porque Dios es uno, y uno de nosotros, son todos y cada uno «uno de los míos». Si la tomamos en serio, no hay frase más radical y más plena de consecuencias que ésta. El mensaje navideño es el de la «familiaridad» entre «nosotros» y todos los demás (y éste nosotros solemos delimitarlo en los linderos de la familia, los círculos de amigos, la clase social, la nacionalidad). El Padre de la Iglesia Gregorio de Nisa (335-394) solía decir: «Dios se encarnó en un hombre concreto, en un judío, y vino al mundo en un pesebre, pero en este acto increíble, Dios asume algo que nos es común a todos: la naturaleza humana».

Dios se encarna en aquello que nos une a todos: a cada ser humano, de todas las épocas, de todos los países, de cualquier convicción política e incluso religiosa. La Encarnación pone de manifiesto lo que une al mundo en su entramado más íntimo. Dios asume lo que a todos nos es común. La «humanidad» asumida por Dios al encarnarse en el Niño de Belén es, al mismo tiempo, nuestra realidad, nuestro desafío y nuestra vocación. Ser humano implica aceptar los límites de nuestras posibilidades, pero también aceptar el desafío de las posibilidades ilimitadas de la solidaridad con los otros.

Asumir la naturaleza humana en plenitud es, en el fondo, la vocación más íntima. Pero, ¿qué implica ser humano desde la Encarnación? ¿Qué significa que Dios se haya encarnado en aquello que nos une y hace iguales? Buscar respuestas para estas preguntas a lo largo y profundo de la vida es lo que llamamos «espiritualidad», y no puede reducirse en algunas líneas, sin embargo, al enfocar la naturaleza humana como vocación (lo que Dios asume y nos confirma) se abren perspectivas: Si Dios se encarna en lo que compartimos todos (la naturaleza humana), el hecho mismo de «compartir» se vuelve una vocación que manifiesta y actualiza la presencia de Dios entre nosotros. Visto así, «compartir» es la respuesta más adecuada a la Encarnación misma. Compartir es más que regalar y mucho más que dar limosna.

Tal vez sea precisamente esta Navidad el momento adecuado para empezar a buscar formas nuevas, creativas y cotidianas de compartir, formas que podamos integrar a nuestra vida familiar, pero que también adquieran dimensiones sociales y marquen nuestras opciones políticas. ¿Qué nueva forma de compartir se les ocurre?

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WebJCP | Abril 2007