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MISIONEROS EN CAMINO: II Domingo de Adviento (Mt 3, 1-12) - Ciclo A: CON…VERSIÓN DISTINTA
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miércoles, 1 de diciembre de 2010

II Domingo de Adviento (Mt 3, 1-12) - Ciclo A: CON…VERSIÓN DISTINTA



Cuántos de nosotros después de asistir a distintas adaptaciones de películas o montajes musicales, hemos concluido: “me gusta más ésta o aquella”.
1.- Inmersos en el adviento sale a nuestro encuentro un personaje singular, con sabor a desierto y a sobriedad, a grito y a cambio, a renovación e interpelación a la penitencia: Juan Bautista.
A nadie se nos escapa que, el ser cristiano, tiene un peligro: estar sumergidos en el mundo nos puede llevar a un descafeinado o debilitamiento de lo que es sustantivo en nuestra identidad cristiana.
La Navidad, con la celebración del acontecimiento del Nacimiento del Señor, nos estimula a una versión totalmente renovada de nuestra vida. Y es que, nuestro vivir, nuestro pensamiento o nuestro ser…puede que a veces se quede un tanto desfasado. O mejor dicho; puede que, estén tan bien amoldados a la realidad mundana, que se hayan alejado totalmente de lo que el evangelio debiera de significar para nosotros. ¿O no es así?
El adviento, en este segundo domingo, nos invita a cambiar el “chip”. ¡Conversión! ¡Nueva versión para nuestra vida! ¡Llega Jesús! Para que, el Señor se adentre en nuestra existencia necesitamos una versión distinta de nuestra vida, unas miradas diferentes, unas actitudes de esperanza, vigilancia y respuesta. ¿Encontrará el Señor, cuando llegue, una interpretación diametralmente opuesta (en palabras y obras) a la de aquellos que no esperan ni desean nada de El?

2. Juan es el clamor de la Iglesia que, por activa y por pasiva, nos incita a tener levantadas las antenas de la fe. ¿Hacia dónde tenemos puestos nuestros objetivos, deseos o afanes de superación?
Juan es la novedad de toda la Iglesia que, ante la Navidad, aviva en nuestro interior el ímpetu de salir al encuentro del Señor que viene. ¿Seremos capaces de preparar una digna morada, unos buenos caminos para que, el Niño, nazca con todas las consecuencias y no nos encuentre arrodillados ante otros dioses?
Juan, el Bautista, es la voz que nunca se cansa. El pregón en el inmenso desierto en el que muchos se han perdido. El grito que no pretende otra cosa sino la felicidad de la humanidad; la vuelta a Dios de aquellos hombres y mujeres que, confundidos por el ruido del mundo, necesitan escuchar un dulce mensaje: ¡Dios viene a salvarnos!

3. Tal vez, el adviento, nos sugiera ser más un tiempo de esperanza, de alegría que de penitencia. Pero ¿acaso la llegada de un nuevo miembro a la familia no es motivo para una limpieza más exhaustiva y delicada de todo el interior de la casa? ¿Acaso, el Señor, no merece que –aquello que desafina y no está atinado en nuestra forma de ser- sea cambiado para que su Nacimiento sea algo real y palpable en lo más hondo de nuestras entrañas?
El adviento, por ser tiempo de esperanza…también es época de poda. De cortar aquellas ramas que, en el tronco de nuestras personas, pesan o aparentan más de lo que son, sobran o no dan fruto, son frondosas por fuera...pero quién sabe si no están huecas por dentro. ¿O es que Dios no merece eso y mucho más?

4.- CONVIÉRTEME, SEÑOR
Del ruido, que me impide escucharte,
a la paz que me permite sentirte con nitidez.
De la comodidad, que desfigura mi felicidad
a la sobriedad que necesita mi alma para no perderte
a la belleza interior como camino hacia la perfección
CONVIÉRTEME, SEÑOR
De mi voz, suave y tímida para pregonarte,
a un testimonio vivo, eficaz y valiente,
para proclamar que, como Tú,
nada ni nadie ha de salvar al hombre
CONVIÉRTEME, SEÑOR
De mi autosuficiencia, orgullo y seguridades
a la humildad para saber y poder encontrarte
CONVIÉRTEME, SEÑOR
De mis apariencias, simples e interesadas,
a la plenitud que me ofrece tú presencia,
real y misteriosa, dulce y exigente,
divina y humana, audible….y a veces silenciosa
Con respuestas….y a veces con interrogantes
CONVIÉRTEME, SEÑOR
Y dame un nuevo corazón para alabarte
Y dame un nuevo corazón para bendecirte
Y dame un nuevo corazón para esperarte
Y dame un nuevo corazón para amarte.
Amén.

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WebJCP | Abril 2007