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MISIONEROS EN CAMINO: Homilías y Reflexiones para el II Domingo de Adviento (Mt 3, 1-12) - Ciclo A
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sábado, 4 de diciembre de 2010

Homilías y Reflexiones para el II Domingo de Adviento (Mt 3, 1-12) - Ciclo A


Publicado por Iglesia que Camina

JUAN ES NECESARIO TAMBIÉN HOY

Estamos ya demasiado habituados a los “paños calientes”. Querer quedar bien con todos. Pero, eso sí, nada de arriesgarnos. Juan es de los que se arriesga y pone toda su carne en el asador.
En primer lugar, Juan no es de los que camina por los caminos andados por todos, es de los que tienen el coraje de abrir caminos nuevos, por más que esto duela a muchos. Lo más fácil es callar y aguantar aunque todos estemos descontentos.
Juan tiene el coraje de romper con todo lo pasado sabiendo que esto caerá muy mal a los jefes religiosos de aquel entonces, es capaz de romper con el templo y predicar en el desierto, es capaz de llamar “raza de víboras a los que ocupaban los primeros puestos en la religión de la ley. Me gustas Juan porque no te casas con nadie más que con la verdad. Y eso sabiendo que vas a caer mal, vas a ser criticado y te van a tratar de traidor a la religión de la ley y del templo.

Tú eres el hombre que no caminas por donde todos han caminado. Tú tienes la misión de abrir caminos nuevos. Eso no es nada fácil. Es mucho más fácil y cómodo vivir del pasado que abrir caminos de futuro. Quedarte en el pasado es recibir el aplauso de los que no quieren cambiar. Abrirte al futuro es estar condenado como infiel, como incómodo.

Por eso necesitamos de más “Juanes” capaces de dejarse llevar por el Espíritu y anunciar y proclamar lo nuevo. Capaces de gritar que el Reino de Dios no está en el pasado sino gritar a todo el mundo, comenzando por los jefes, los de arriba, los bien instalados en la religiosidad de la ley: “Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos.”

No resulta fácil pedirles a los jefes del templo y de la religión que “tienen que convertirse”. Si son precisamente ellos quienes se sienten los auténticos, los verdaderos, los fieles de Dios.

Por eso, también hoy son más los que buscan la “franela” que la acusación de que se están resistiendo al Espíritu. A todos nos toca mucho de esto. Nos cuesta ser como Juan. Preferimos adular, callar, silenciar y no crearnos problemas. Ciertamente es más cómodo, pero no sé si eso será lo que Dios espera de nosotros.

Todos preferimos los viejos caminos, aunque tengan demasiados baches, que arriesgarnos a abrir caminos nuevos al Evangelio, a Dios que quiere llegar también a los hombres y mujeres de hoy. Anunciar el Evangelio con miedo al riesgo es una manera de negar el Evangelio que anunciamos. Negar el templo y abrir nuevas presencias de Dios es toda una aventura que puede resultar cara, porque el poder tiene demasiados resortes. Y todavía peor cuando el poder se ejerce en nombre de Dios.

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NO BASTA “SER HIJOS DE ABRAHÁN”

No es suficiente decir que uno es hijo de Abrahán para justificar nuestra incapacidad de abrirnos al cambio.

No basta decir que estamos bautizados para justificar que todo siga igual y no cambie nada.
No basta decir que “antes se hacía así”, para justificar lo de siempre y negarnos a cualquier cambio que el Espíritu pide también hoy a la Iglesia.

El pasado fue bueno en el pasado, pero puede que el pasado ya no sirva para hoy.
La carreta de bueyes fue buena en el pasado, pero hoy preferimos los camiones y los autos.
La luz del candil fue buena en el pasado, pero hoy todos queremos la luz eléctrica.

Cada cosa hay que situarla en su tiempo.
El pasado en el pasado, el hoy en el hoy y el mañana en el mañana.
Dios no es algo estático.
En el mismo Antiguo Testamento se da todo un proceso de cambio.
¿Por qué ahora nos tenemos que resistir a cambiar?

El miedo al cambio es el miedo a perder nuestros privilegios, a perder nuestras condiciones sociales. Juan no aparece en el desierto fortaleciendo y predicando el pasado, es consciente de que lo nuevo está llegando y está ya próximo. Por eso no predica en el templo, sino que aparece predicando en el desierto, donde no hay nada, no hay pasado y todo es nuevo.

No. No es suficiente agarrarnos al pasado. Es preciso saber ver y descubrir que el Reino “está cerca”; que no ha llegado, pero que está ahí mismo. Es preciso tener el corazón abierto para convertirnos a la novedad del Espíritu. El siempre fue así es la negación de que Dios lo quiere de otra manera. No es el cambio por el cambio. Es sencillamente escuchar la novedad de Dios hoy y para hoy.



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QUISE SALIR EN PRIMERA PÁGINA

Siempre fue mi ilusión salir en primera página y nunca lo he conseguido.
He visto que en primera página salen esos vivos que roban con mano enguantada.
Esos que han robado sin decir que son ladrones.
Esos que cometen crímenes y matan por unas zapatillas nuevas.
Esos que el día anterior declararon que Dios no existe y que ellos no creen en Él.
Esos que dicen que creer es de tontos y no de intelectuales.
Esos que acaban de celebrar su quinto, sexto o séptimo matrimonio. Son unos tromes en eso de casorios y divorcios.
Esos que viven haciendo promesas y no cumplen con ninguna.

Y claro, yo no puedo salir en primera página porque para ocupar ese espacio hay que ser cualquier cosa menos decente.

Porque yo me siento feliz con mi vida de sacerdote y religioso, y eso no es noticia para los periódicos.
Porque yo me siento feliz amando a mis hermanos, aunque piensen diferente a mí, y eso no es noticia para los periódicos.
Porque yo no me siento capaz de ser infiel a mis promesas, y eso no es noticia para nadie.
Porque yo no me siento capaz de matar a nadie, y eso tampoco es noticia.
Porque yo todavía creo que el mundo puede cambiar, y eso no es noticia y además priva de las noticias a los reporteros.
Porque llevo más de cincuenta años de sacerdocio y unos sesenta de vida religiosa, y eso no es noticia.

No. No es fácil salir en primera página. Para ello hay que llamar la atención. Por eso tú no vas a salir en primera página, porque tú eres normal. Eres demasiado bueno, demasiado honrado y honesto. Así, más que en la primera página, tú vas a salir en las esquelas de defunción.



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ALLANAD LOS CAMINOS

El Adviento es para allanar caminos, los caminos que nos llevan a la Navidad y podamos recibir con gozo y alegría al que está viniendo.

Allanar los caminos de nuestras indiferencias religiosas, para que la Navidad pueda ser algo más que una fiesta de árboles y paquetes de regalos.
Allanar los caminos de nuestras resistencias a la gracia de Dios, para que nuestros corazones no se cierren a recibir al que viene a nosotros en Navidad.
Allanar los caminos de nuestros orgullos, para que la Navidad nos encuentre a todos abiertos a aceptar a los demás.
Allanar los caminos de nuestras indiferencias para con los demás, nos encentre a todos como hermanos.
Allanar los caminos de nuestras divisiones con conyugales, para que la Navidad nos encuentre a todos viviendo en el amor.
Allanar los caminos de nuestras divisiones familiares, para que la Navidad nos encuentre a todos unidos.
Allanar los caminos de nuestros gastos inútiles, para que otros puedan tener algo más.
Allanar los caminos de tantas pobrezas, para que todos puedan disfrutar de una Nochebuena.
Allanar los caminos de nuestras críticas, para que la Navidad nos encuentre a todos más positivos.
Allanar los caminos de todos los perdones, para que la Navidad nos encuentre a todos reconciliados y podamos darnos todos un sincero abrazo de fraternidad.
Allanar los caminos que nos impiden acercarnos a nuestros hermanos, para que el mundo sea más humano.
Allanar los caminos de nuestros prejuicios, que son como la barrera que nos impide relacionarnos con confianza los unos con los otros.


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EL QUE VIENE

Sí, el que está en camino.
El que viene hacia nosotros.
El que viene a buscarnos.
El que viene a ser como nosotros.
El que viene a estar con nosotros.

Navidad es eso:
El que viene ya llegó.
El que viene ya está con nosotros.
El que viene es como nosotros.
El que viene es uno más de nosotros.

El Adviento es el camino del que viene.
El Adviento es el camino del que está ya cerca.
Es el camino de Dios hacia el hombre.
Es el camino del Dios que viene al hombre.
Es el camino del Dios que se hace hombre.
Es el camino del Dios que quiere ser como nosotros.

El Adviento es el camino del amor en camino.
El Adviento es el camino de Dios en camino.
Cuando nazca no se parecerá a Dios.
Cuando nazca se parecerá a cualquiera de nosotros.
Cuando nazca llorará como lloramos nosotros.
Cuando nazca tendrá frío como nosotros.
Cuando nazca tendrá hambre como nosotros.

Tomará el pecho como nosotros.
Y se sonreirá como nosotros.
Por eso el Adviento es su camino y también el nuestro.
Porque es el camino del encuentro
De Dios con los hombres.
De los hombres con Dios.
“Ven, Señor Jesús, que te esperamos.”

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WebJCP | Abril 2007