“Y esto les servirá de señal: encontrarán un niño recién nacido
envuelto en pañales y acostado en un pesebre.” (Lucas 2,12)
envuelto en pañales y acostado en un pesebre.” (Lucas 2,12)
En cada tiempo litúrgico estamos invitados a contemplar un aspecto, un detalle del Gran Misterio de nuestra fe. En Adviento y Navidad hay muchos detalles y matices que podemos apreciar. En esta Navidad quiero detenerme en la señal que Dios usa para mostrarse a los pastores y, en ellos, a toda la humanidad: unos simples pañales…
En Cuaresma, en Pascua, en el “Tiempo durante el año” vamos contemplando otros misterios de nuestra fe, otros momentos de la vida de Jesús. Un Jesús ya maduro, un Dios que se revela en Cruz, un Dios que vence la muerte con la Resurrección. Un Dios que se hace presente con su Reino, manifestado en palabras, milagros, enseñanzas, lecciones de vida, etc.
En Navidad, podríamos decir que todo está aún en pañales. Todo está comenzando, todo es promesa. Abunda más el todavía no, que el ya. Y esto podríamos decir que es una gran provocación para el mundo en que vivimos. Por eso, necesitamos tapar este todavía no, a través de una compulsión por el tener, por el correr, por el hacer… Nada más contrapuesto al misterio de la Nochebuena que las corridas de fin de año, que los planes y preparativos para…,
Navidad nos vuelve a enfrentar con el estado en pañales de Dios que elige este camino para llegar a nosotros, de los pañales de nuestro mundo que cree que avanza a paso de gigantes, pero que está aún en pañales. Navidad nos enfrenta a todo lo que es limitado y pequeño y que forma parte de nuestras vidas.
Por eso, que en Navidad descubramos tantas cosas que están en pañales, lejos de amargarnos y ponernos tristes, son motivaciones e impulsos para ponernos en camino y manos a la obra, porque hay mucho por hacer, porque hay mucho por andar. Por eso no tenemos que temer, aunque todo esté en pañales, aunque aparezcan mil rumbos para recorrer, miles de puntas de ovillos para comenzar a tejer, sin embargo, Dios ya está con nosotros, hoy ya nació el Redentor. Ese es nuestro gran ya: el HOY del Dios con nosotros.
En Cuaresma, en Pascua, en el “Tiempo durante el año” vamos contemplando otros misterios de nuestra fe, otros momentos de la vida de Jesús. Un Jesús ya maduro, un Dios que se revela en Cruz, un Dios que vence la muerte con la Resurrección. Un Dios que se hace presente con su Reino, manifestado en palabras, milagros, enseñanzas, lecciones de vida, etc.
En Navidad, podríamos decir que todo está aún en pañales. Todo está comenzando, todo es promesa. Abunda más el todavía no, que el ya. Y esto podríamos decir que es una gran provocación para el mundo en que vivimos. Por eso, necesitamos tapar este todavía no, a través de una compulsión por el tener, por el correr, por el hacer… Nada más contrapuesto al misterio de la Nochebuena que las corridas de fin de año, que los planes y preparativos para…,
Navidad nos vuelve a enfrentar con el estado en pañales de Dios que elige este camino para llegar a nosotros, de los pañales de nuestro mundo que cree que avanza a paso de gigantes, pero que está aún en pañales. Navidad nos enfrenta a todo lo que es limitado y pequeño y que forma parte de nuestras vidas.
Por eso, que en Navidad descubramos tantas cosas que están en pañales, lejos de amargarnos y ponernos tristes, son motivaciones e impulsos para ponernos en camino y manos a la obra, porque hay mucho por hacer, porque hay mucho por andar. Por eso no tenemos que temer, aunque todo esté en pañales, aunque aparezcan mil rumbos para recorrer, miles de puntas de ovillos para comenzar a tejer, sin embargo, Dios ya está con nosotros, hoy ya nació el Redentor. Ese es nuestro gran ya: el HOY del Dios con nosotros.
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