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MISIONEROS EN CAMINO: XXXIV Domingo del Tiempo Ordinario (Lc 23, 35-43) - Ciclo C: Jesucristo, Rey del Universo - Liturgia, Reflexiones, Exégesis y Oración
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jueves, 18 de noviembre de 2010

XXXIV Domingo del Tiempo Ordinario (Lc 23, 35-43) - Ciclo C: Jesucristo, Rey del Universo - Liturgia, Reflexiones, Exégesis y Oración


Publicado por DABAR

DE PREGUNTAS Y RESPUESTAS

Es la imagen de Dios invisible.
Es la cabeza del cuerpo.
En él quiso Dios que residiera toda plenitud.
Hoy estarás conmigo en el Paraíso.

Sin querer sacar de contexto, estas cuatro frases son las que más me han resonado al leer las lecturas de esta semana, y aunque quede un poco deslabazado el comentario de hoy, les comparto lo que me han sugerido y movido en el corazón.

Una de las cosas sobre las que el ser humano se ha preguntado a lo largo de su historia es lo referido a la existencia de los dioses, su apariencia, su personalidad y manera de ser y de relacionarse con los hombres, de interferir o no en sus vidas. Y tenemos tantas respuestas como habitantes de nuestro planeta han poblado la tierra. Son preguntas de respuesta diversa. Esta misma semana lo trabajaba con mis alumnos más pequeños de 1º de la ESO. Cada ser humano elige su propia respuesta, la que da sentido a lo que vive, sueña, teme, anhela, le da fuerza para seguir adelante…

Pero, hete aquí, que llega un hombre, y que en sus respuestas nos facilita iluminar esa inquietud tan humana, compartiendo con nosotros la certeza de haber encontrado la imagen de Dios invisible: Jesús, en quien reside la plenitud de todas las cosas.
La respuesta de Pablo, como la de los que conocieron a Jesús y le siguieron, es una respuesta que hay que elegir, eso es cierto. Cada cual a la luz de lo que más paz y sentido siembre en su corazón.

Pensar en un Dios que se “parece” a Jesús genera esperanza y alegría infinitas. Pensar que Jesús se “parece” a Dios permite al hombre respirar a pleno pulmón, vivir confiando y sabiéndose amado; animado a vivir en el amor recibido para desplegarlo y compartirlo en todas las circunstancias de su vida, de su cotidianeidad, con los otros hombres y mujeres.

Para conocer a Dios Jesús es la clave, es la puerta, es el camino (como él mismo decía). Quien le conoce, conoce al Padre. Es la imagen perfecta. Ya no es un dios abstracción, lejano e inalcanzable. Se descubre, en Jesús, a Dios implicado en todo lo que les pasa a los hombres, de su parte en todo cuanto les quita la paz. Un Dios que hace suyo todo lo humano.
¡Qué importantes tenemos que ser para Él cuando se acerca tanto a nosotros!
¡Qué afortunados somos y cuánto hay para agradecer a Dios!
¡Cuánto mimo y preocupación por nuestras cosas, nuestras angustias y problemas!
¡Cuánto empeño en nuestra felicidad!
¡Qué vacíos estamos si no nos damos cuenta!
¡Qué desgraciados si no nos paramos a escuchar, a mirarle a los ojos mirando a Jesús!

Y también es Jesús quien nos da respuesta a otro interrogante: ¿qué pasará cuando acabe nuestra vida en la tierra?, ¿a dónde iremos?
Si deseamos ir con el Señor, con Él iremos, si nuestra petición es estar cerca de Él, seremos escuchados. Jesús no duda y así, de corazón, le responde al otro crucificado que va a morir junto a él: Hoy estarás conmigo en el paraíso.

ANA IZQUIERDO
ana@dabar.net



DIOS HABLA

II SAMUEL 5,1 3
En aquellos días, todas las tribus de Israel fueron a Hebrón a ver a David y le dijeron: «Hueso tuyo y carne tuya somos; ya hace tiempo, cuando todavía Saúl era nuestro rey, eras tú quien dirigías las entradas y salidas de Israel. Además el Señor te ha prometido: “Tú serás el pastor de mi pueblo Israel, tú serás el jefe de Israel”». Todos los ancianos de Israel fueron a Hebrón a ver al rey, y el rey David hizo con ellos un pacto en Hebrón, en presencia del Señor, y ellos ungieron a David como rey de Israel.

COLOSENSES 1,12 20
Hermanos: Damos gracias a Dios Padre, que nos ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la luz. Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido, por cuya sangre hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. Él es imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura; porque por medio de él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles, Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades; todo fue creado por él y para él. Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él. Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia. Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo. Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud. Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres: los del cielo y los de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz.

LUCAS 23,35 43
En aquel tiempo, las autoridades hacían muecas a Jesús, diciendo: «A otros ha salvado; que se salve a si mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido». Se burlaban de él también los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo: «Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo». Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: «Éste es el rey de los judíos». Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros». Pero el otro lo increpaba: «¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada». Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino». Jesús le respondió: «Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso».



EXEGESIS

PRIMERA LECTURA

Hay palabras polisémicas que ayudan a comprender la realidad, como el calidoscopio ayuda a enriquecer nuestra visión de la luz.

Una de ellas puede ser la de ‘rey’. Temida en un principio por el Pueblo de Dios. No querían que otro ocupara el lugar de señorío y jefatura que correspondía a Yahvé (1Sam 8,5-22); pero la realidad se impone y al fin se acepta su presencia en Israel porque han de ser como lugartenientes de Dios en el cuidado de su pueblo. Pueblo que continuará siendo siempre el Pueblo del Señor (v.2). Y David no será ni ‘señor’ ni ‘siervo’ del pueblo. Será siempre ‘siervo del Señor’ y, en su nombre, pastor, jefe, servidor del pueblo de Dios.

En el extremo veremos la inscripción sobre la cruz donde, parodiando el título de David se le proclama a Jesús, crucificado, ‘rey de los judíos’. Entre medio de estos títulos, un largo camino de pedagogía divina para iniciarnos en el camino de la ‘exaltación’ definitiva, la glorificación como Hijo de Dios que implica el anonadamiento de la divinidad para ‘renacer’ siervo de los siervos de Dios. Y marcar así para siempre el camino del ‘señorío de Dios’ y de los humanos. Señores de sí mismos para poder someterse a la auténtica realeza que es la capacidad de poder ofrecerse al servicio de los demás.

“No será así entre vosotros”, “porque yo estoy en medio de vosotros como el que sirve” (Luc 22,25.27), dice Jesús cuando pone el ejemplo de ‘los reyes de las naciones que dominan como señores”

Todo ello no invalida, sin embargo, el noble fin con que Israel pidió un rey ‘para que nos juzgue, como todas las naciones” (que tienen reyes). Después añadirán ‘irá al frente de nosotros y combatirá nuestros combates” (1Sam 8,20). Ya tenían ellos los jueces, pero quieren que haya uno ‘seguro’ a mano para no tener cada día que buscarlo, ponerse de acuerdo, elegirlo, ungirlo.. Quieren que el rey les juzgue, naturalmente, como hacían los antiguos: aquellos jueces de los antiguos tiempos que consultaban a Dios, decidían con el pueblo si salir o no a la guerra, ofrecían sacrificios, elevaban cipos y estelas conmemorativas, sacrificaban en los lugares de culto.

Pero olvidados los orígenes y el ejemplo de los primeros reyes, señaladamente David, que amén de a su tarea fueron fieles al Señor, el despotismo, la violencia y el olvido del pueblo llevaron a la degradación de una monarquía que no supo ‘salvar a su pueblo de la destrucción’. Estos reyes ignoraron que solo se sirve desde el desposeimiento de sí mismo.

Dura lección que ni hoy aprendemos quienes, ejerciendo algún poder para servir, conocemos sobradamente el ejemplo de Cristo.

TOMÁS RAMÍREZ
tomas@dabar.net


SEGUNDA LECTURA

De acuerdo con la fiesta que se celebra hoy propondré una lectura que se centra más en los aspectos relacionados con la misma en lugar de una exégesis completa del pasaje.

El himno cristológico de Colosenses ofrece una visión muy interesante del reinado de Cristo, más conforme con la realidad revelada que cualquiera de las imaginaciones sugeridas por el título de “Cristo Rey” y que, quizás, no fueron ajenas a la aparición de esta moderna fiesta. No permite corregir esas posibles desviaciones.

Lo característico del texto para la celebración de hoy es la función de Cristo descrita y comentada en estas líneas con la expresión “reino de su Hijo querido”. O sea, el reino de Cristo no es exactamente el mero dominio que compete a Dios por su actividad creadora y omnipotencia en general. En ello coincidiría con otras visiones de la divinidad o de Dios en bastante pasajes del Antiguo Testamento. Lo propio es la participación de Cristo en la realidad humana para transformarla en algo plenamente conforme a los planes de Dios, en algo divino. Y ello ya desde el comienzo.

Se trata de una reinado desde dentro de la realidad cósmica, especialmente de la humana, y no por poder o imposición externa El Reino – que es el del que hablan los Sinópticos – es el estado en que Cristo ha puesto a la humanidad y al mundo por su hacerse presente entre nosotros. Todo lo que se diga de este reino tiene su origen en la Encarnación y en su influjo salvador y divinizador que llegará a su culminación cuando “Dios sea todo en todas las cosas” (1 Cor 15, 28).

FEDERICO PASTOR
federico@dabar.net


EVANGELIO

1. Aclaraciones al texto
V.35 La traducción litúrgica agrupa incorrectamente a autoridades y a pueblo en la burla. El original diferencia ambos colectivos: el pueblo asistía mirando; las autoridades hacían incluso muecas. El empleo del pretérito imperfecto expresa continuidad y persistencia.
V.36 Se burlaban. El original no emplea el pretérito imperfecto sino el pretérito perfecto simple: se burlaron. La burla no tuvo una continuidad; fue una reacción en un momento dado.
V.38 Había también un letrero encima. Retorna el imperfecto de continuidad. La traducción litúrgica ha eliminado el adverbio de modo, que expresa relación con las muecas y burlas anteriores. El adverbio encima de la traducción litúrgica es en el original un sobre él.
Mesías, Rey: Dos títulos, de empleo a veces superpuesto; con raíces más religiosas el primero, más políticas el segundo; raíces, sin embargo, no siempre fáciles de deslindar entre sí. Perteneciente al habla judía el primero y al habla romana el segundo.
V.43 Te lo aseguro: fórmula aseverativa, propia y exclusiva de Jesús. Hoy: empleo enfático, característico del evangelio de Lucas. Este hoy es el aquí y ahora de Jesús. Paraíso: palabra de probable origen persa. En la Biblia es empleada en sentido de jardín y en sentido de cercanía festiva. En este segundo sentido, paraíso guarda relación con la expresión seno de Abrahán en su significado de estar sentado a la mesa junto a Abrahán.

2. Texto.
Los hechos acontecen en Jerusalén, en el Gólgota, en la cruz, en sucesión concatenada. 1º El pueblo miraba. 2º Las autoridades se burlaban. 3º Los soldados se mofaron. 4º Letrero en tres lenguas.
De la simple curiosidad del pueblo como si de un espectáculo se tratara (v.35a) a las escenas de burla y mofa, culminando con la mofa del letrero sobre la cabeza de Jesús (vs.35b-38). De la curiosidad a la burla sarcástica, en un crescendo que culmina en varias lenguas. ¿Puede un crucificado ser el Mesías de Dios? ¿Puede un crucificado ser el Rey de los judíos?
A partir de aquí la atención se centra exclusivamente en los tres crucificados. La escena la ha descrito previamente Lucas de la siguiente manera: Condujeron con Jesús a otros dos malhechores para ejecutarlos. Cuando llegaron al lugar llamado La Calavera, los crucificaron a él y a los malhechores: uno a la derecha y otro a la izquierda (Lc.23,32-33). Dos malhechores y Jesús compartiendo condena; los tres judíos; los tres van a morir.
Uno de los malhechores insulta a Jesús con brutal ironía y desde la exigencia. Sálvate a ti mismo y a nosotros. (v.39). Nada ha cambiado: sigue la burla sarcástica ¡Que va a ser éste el Mesías, incapaz como es de salvarse y de salvarnos!
El cambio llega a partir del v.40 con el otro malhechor. Por un lado, éste echa en cara al primero las palabras que ha dicho y lo hace desde el reconocimiento de la culpa que ambos tienen: Lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos (v.41); por otro, se dirige a Jesús desde la humildad, desde la no-exigencia, desde la súplica: Acuérdate de mí cuando llegues a tu reino (v.42).
Jesús responde a la súplica del malhechor arrepentido y humilde: Hoy estarás conmigo en el paraíso (v.43). Hoy, cuando muramos, participaremos juntos en el banquete del Reino de Dios.
Así, Jesús y el malhechor llegan al hoy de la vida, a la meta del camino, al paraíso.

3. Comprensión actualizante
En Jerusalén, en el Gólgota, en la cruz, vuelve a resonar el enfático hoy, como en la conversación con Zaqueo hace tres domingos (19,5.9); como en la escena programática en la sinagoga de Nazaret (4,21); como en las palabras del ángel a los pastores (2,11). Este hoy es el aquí y ahora de la presencia de Jesús trayendo la salvación. Jesús es el Salvador.
En Jerusalén, en el Gólgota, en la cruz: aquí y así es donde y como Jesús es el Mesías y el Rey del mundo. Para unos, Jesús no puede ser Mesías ni Rey porque está en la cruz; para otros, Jesús es Mesías y Rey porque está en la cruz.
Un malhechor descubre aquí y así al Mesías y al Rey.
Un marginado (¿quién más marginado que un malhechor?) nos enseña cómo descubrir en Jesús al Salvador, al Mesías, al Rey: desde el reconocimiento del propio pecado, desde la humildad, desde la no-exigencia, desde la súplica.
En este marginado hallan su culminación todos los marginados que hemos ido descubriendo a partir del mes de septiembre: el hijo pródigo (Lc.15,11-24, domingo 24º); el samaritano leproso (Lc.17,15-16, domingo 28º); la viuda que acudía al juez (Lc.18,1-8, domingo 29º); el publicano en el templo (Lc.18,13,domingo 30º); el jefe de publicanos Zaqueo (Lc.19,1-10, domingo 31º).
En este marginado visualizamos una certeza y una verdad: cuando muramos, participaremos con Jesús en el banquete del Reino de Dios. La culminación del camino no es la cruz sino el Dios a quien Jesús revela.

ALBERTO BENITO
alberto@dabar.net



NOTAS PARA LA HOMILIA

El Reino de Dios que Jesús fundó y que preside “a la diestra de Dios Padre”, tiene una constitución cuyos artículos son todos, variaciones sobre el amor. Todos los que creen en el amor, son ciudadanos de este Reino.

El que preside su gobierno se llama y es el servidor de todos. No vino a ser servido sino a servir. Todos sus miembros se sienten y son hermanos. A nadie llaman maestro porque sólo Jesús es su Maestro.

En este Reino no se necesita de ejército ni nada que se le parezca por su fuerza o dominio, porque su verdadera fuerza, la que mantiene y dilata sus fronteras, son los testigos.

El Espíritu de Dios se hace patente en ellos al enriquecerle con sus dones. Por ellos se continúa la misión de Jesús, fundador de este Reino.

El poder no pertenece a este Reino, sino la humildad y la fuerza de Dios que se manifiesta en la flaqueza de los hombres.

Este Reino no es de los puros, sino de los humanos que se ampararon a la misericordia del Padre y han creído en su amor. Los pecadores, o sea todos, podemos pertenecer a este Reino.

No se corea con los imperios de este mundo aún que es capaz de hacer fermentar en todos ellos el amor y la verdadera justicia.

Sufre persecuciones y violencias de fuera junto con traiciones y flaquezas internas, pero el amor del Padre mantiene unida esta gran familia y nunca le falta su perdón y su amor entrañable.

Los más pequeños, los excluidos, los pobres y todos los que sufren, tienen el primer puesto y gozan de las preferencias de Dios y de sus hermanos. De modo que aquí las categorías se establecen al revés del escalafón propio de las instituciones del mundo.

No le importa el dinero ni la fama; cuando lo tiene lo pone al servicio de la verdad y de los pobres en primer lugar.

Las Bienaventuranzas resumen la ética de este Reino y la parábola del Buen Samaritano, su moral. El testamento de Jesús en la última cena y la promesa de su Espíritu animan la vida de este Reino. Con toda verdad es un Reino de amor, de justicia y de paz.

Las fronteras de este Reino no tienen límite porque llega hasta donde llega el amor y con él, la justicia y la paz. En el todos los humanos somos iguales, sin diferencia de raza, lengua o nación; aquí todos somos hermanos.

LORENZO TOUS
lorenzo@dabar.net



PARA CONSIDERAR Y REFLEXIONAR EN GRUPOS

Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos;
en cambio, éste no ha faltado en nada
(Lc 23, 41)

Preguntas, cuestiones, sugerencias
-Revisar nuestra idea de “dominio” de Dios y de Cristo Rey.
-¿Está más cerca del castelarino “grande es Dios en el Sinaí” de la palabra de la cruz de Pablo?
-Jesús vino para servir, ¿qué servicios podemos prestar a nuestros vecinos?
-¿Dónde radica el poder del Evangelio?


PARA LA ORACION

Padre misericordioso, tu hijo Jesús proclamó y fundó tu Reino entre nosotros.
Ayúdanos a entender este proyecto de amor de justicia y de paz para todos los hombres.
Necesitamos tu ayuda para vivir como ciudadanos de tu Reino, practicando el amor y la acogida con todos nuestros hermanos.
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Ponemos sobre este altar y junto al pan y el vino, toda la humanidad, cargada de dolores, necesidades y esperanzas.
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Infunde, Señor, tú Espíritu también sobre todo el género humano, para que con nuestro esfuerzo y tu ayuda consigamos una sociedad más humana y más feliz.
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Hemos escuchado, Señor, tu palabra y nos has alimentado con el pan del cielo.
Ahora volvemos a la vida de cada día, confortados con tan rico alimento y deseosos de contribuir a que los hombres sean más humanos y más felices.



LA MISA DE HOY

MONICIÓN DE ENTRADA
Este domingo, final del año litúrgico, nos sitúa ante el Reino de Dios que Jesús anunció e instituyó con su vida.
No caigamos en las derivaciones de poder en las que se asientan los reinos de este mundo y descubramos como es este Reino de Dios que Jesús fundó y preside.

SALUDO
Sed bienvenidos, ciudadanos del Reino de Dios. Que su amor y su paz estén con todos vosotros.

ACTO PENITENCIAL
Todos sentimos nuestras debilidades pidamos perdón por ellas.
-(Sal 32, 22) “Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti”. Señor ten piedad.
-(Sal 47, 10) “Oh Dios, meditamos tú misericordia en medio de tú templo”. Cristo ten piedad.
-(Sal 142, 8) “En la mañana haznos escuchar tu gracia”. Señor ten piedad.
El Padre de las misericordias perdone nuestras debilidades.

MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA
David es considerado el mejor rey que tuvo el Pueblo de Dios, porque mantuvo unidas todas las tribus de Israel durante su reinado.
Tanto el Nuevo Testamento como la Liturgia ven en el Rey David un antecesor simbólico de Jesús.

SALMO RESPONSORIAL (Sal 121)
Vamos alegres a la casa del Señor.
¡Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la casa del Señor»! Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén.
Vamos alegres a la casa del Señor.
Allá suben las tribus, las tribus del Señor, según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor; en ella están los tribunales de justicia, en el palacio de David.
Vamos alegres a la casa del Señor.

MONICIÓN A LA SEGUNDA LECTURA
Escucharemos parte de un himno primitivo que san Pablo incorporó en sus escritos.
Trata de Jesucristo como centro y sentido de toda la creación.

MONICIÓN A LA LECTURA EVANGÉLICA
El pasaje del Evangelio que escucharemos expresa perfectamente la esencia del Reino de Dios.
El título de Jesús, Rey de los Judíos, que resume la condena de Jesús, preside el último acto de amor misericordioso, con el que Jesús terminó su vida en la cruz: perdonando a un ladrón y llevándoselo con él al paraíso.

ORACIÓN DE LOS FIELES
Señor, tu misericordia llega al cielo, tu socorres a hombres y animales, escucha, pues, nuestras súplicas a favor de toda la humanidad. Respondemos: Ayúdanos, Señor.
-Que tu justicia, Señor y tu misericordia llenen la tierra. Oremos
-Que tu amor Señor, dirija nuestros caminos. Oremos
-Que tu paz Señor abunde entre las naciones. Oremos
-Que tu sabiduría, Señor, encamine nuestros proyectos. Oremos
-Que tu luz, Señor, disipe nuestras tinieblas. Oremos
-Que tu fuerza, Señor, sostenga a los débiles. Oremos
-Que tus consuelos, Señor, animen a los tristes. Oremos
-Que tu sabiduría, Señor, asista a los gobernantes. Oremos
-Que tu alegría, Señor, resplandezca en los niños y los jóvenes. Oremos
-Que tu salud, Señor, se derrame sobre los enfermos. Oremos
-Que tu paciencia, Señor, acompañe a los ancianos. Oremos
-Que tu gozo, Señor, lo compartan nuestros difuntos. Oremos
Oración: Escucha, Padre nuestras plegarias a favor de todos los hombres. Por Jesucristo nuestro Señor.


CANTOS PARA LA CELEBRACION

Entrada. Himno a Jesucristo (disco “12 Canciones religiosas y litúrgicas para el siglo XXI”); Alabaré, alabaré; Cristo es el camino, la verdad y la vida (disco “Dios es amor”).
Gloria. De Palazón.
Salmo. Qué alegría cuando me dijeron.
Aleluya. Aleluya, el Señor es nuestro rey.
Ofertorio. Christus vincit.
Santo. Del disco “12 Canciones religiosas y litúrgicas para el siglo XXI”.
Doxología. 1CLN-K 1.
Paz. Cristo es nuestra paz (disco “Viviremos con él”).
Comunión. Cantemos al amor de los amores; Altísimo Señor; Gloria, honor a Ti; El Señor nos invita (disco “15 Cantos para la Cena del Señor”).
Final. Anunciaremos tu reino.



Director: José Ángel Fuertes Sancho •Paricio Frontiñán, s/n• Tlf 976458529 Fax 976439635 • 50004 ZARAGOZA
Tlf. del Evangelio: 976.44.45.46 - Página web: www.dabar.net - Correo-e: dabar@dabar.net

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WebJCP | Abril 2007