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martes, 9 de noviembre de 2010

JUSTICIA SOCIAL Y EVANGELIZACIÓN (II)


Entrevista con el cardenal Peter Turkson

La doctrina social de la Iglesia no es solo una fuente de principios sobre los que construir una sociedad buena y justa, sino que tiene también un sentido de evangelización.
Este es el mensaje del cardenal Peter Turkson, presidente del Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz. Citando el relato bíblico de Zaqueo, cree que las verdades sobre la tradición social de la Iglesia suponen una preparación para la gracia e invitan al encuentro con el Señor.
El cardenal Turkson sirvió como canciller de la Catholic University College de Ghana y como presidente de la Conferencia Episcopal de Ghana. También trabajó en una serie de comisiones, consejos y comités pontificios, y el Papa Benedicto XVI le nombró presidente del Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz en octubre de 2009.
Recientemente estuvo en St. Paul (Minnesota, Estados Unidos) visitando la Universidad St. Thomas, donde ofreció la conferencia anual Habiger patrocinada por el Center for Catholic Studies. La conferencia estaba titulada, Caritas in Veritate: Good News for Society (Caritas in veritate: buena noticia para la sociedad).
En esta entrevista, el purpurado trata sobre los primeros frutos de la Caritas in Veritate, así como sobre la necesidad de que la Santa Sede siga siendo la “voz de la conciencia” en la ONU.
La primera parte de esta entrevista se publicó ayer lunes.
- ¿Qué efecto está teniendo la doctrina social de la Iglesia en los hombres de negocios y en la sociedad?
Cardenal Turkson: La gente estña interesada en la tradición de la Iglesia. Muchos han descubierto el lugar de Dios en Cristo, mostrando que la doctrina social de la Iglesia es una herramienta de la evangelización.
Por ejemplo, en el relato evangélico de Zaqueo, el era un cobrador de impuestos. Estaba enriqueciéndose a expensas de los demás. Pero cuando conoce a Jesús experimenta una transformación. Dice: “Si defraudé a alguien, se lo devolveré”.
¿Cómo es que antes de conocer a Jesús, él no veía que lo que estaba haciendo era engañar a la gente?
La historia de Zaqueo muestra que cuando se tiene un determinado encuentro con el Señor, provoca un cambio en nosotros.
De la misma forma, las personas pueden necesitar llegar a tener una cierta experiencia del Señor. Deben darse cuenta de que el negocio no puede seguir como de costumbre. No se puede pisotear a otro ser humano, no pueden pisotear al otro.
Al contrario, las empresas deben llevar al desarrollo integral de la persona humana. La búsqueda del progreso humano no puede ser ajena al carácter comunitario de la persona humana.
Esta encíclica Caritas in veritate afirma que el desarrollo humano que debe ser integral y completo. Se nos invita a redescubrir el desarrollo humano y el progreso humano.
- Mirando la evolución de la tradición social de la Iglesia, parece que lo que marcó las primeras encíclicas papales, desde la Rerum Novarum del papa León XIII hasta la Mater et Magistra de Juan XXIII, fue la aplicación de la filosofía tomista a los problemas actuales. Como resultado de ello, parece haber un programa claro de acción política tras el cual los católicos podían agruparse. Las Encíclicas más recientes, sin embargo, parecen tener un sello más personal, teológico o filosófico del papa que las escribió, y hay más debate en cuanto a cómo aplicar las enseñanzas que contiene.¿La Iglesia necesita volver a un tomismo más riguroso en su enfoque de las cuestiones sociales actuales?
Cardenal Turkson: Déjeme plantearlo de esta manera. A este particular Papa se le atribuye la formulación de una hermenéutica de la continuidad. Esa hermenéutica no sólo se aplica a la cuestión del Concilio Vaticano II y a los anteriores concilios ecuménicos, sino también a la continuidad entre la reciente doctrina social pontificia y la de los papas anteriores.
Naturalmente, el cambio de contexto requiere que el énfasis se plantee de otra manera. A veces, la formulación de ciertas cuestiones se enmarcan de manera diferente. Pero existe una continuidad real.
Cuando este Papa habla sobre tradición, se refiere a todo lo que hablamos en el pasado.
No fue en última instancia el tomismo el que proporcionó el punto de partida para la enseñanza social de la Iglesia, sino la misma Escritura. El tomismo era una manera de articular los principios que se encuentran en la Biblia.
No estoy seguro de que tenemos que volver a Tomás para una formulación clara.
Es probable que una cierta tradición dentro de la Iglesia, a través de catecismos con sus preguntas y respuestas, creó una aproximación particular sobre las cuestiones. A veces, el tomismo es útil en este contexto.
Pero no debe excluir el deseo de ser discursivo acerca de los problemas. Y esa nueva encíclica nos lleva hacia eso.
Las encíclicas están escritas para todas las personas de buena voluntad. Con ese propósito en mente, usted necesariamente no puede presentar la enseñanza como un tipo de catequesis, de una forma tomista.
El estilo discursivo no se mueve lejos del tomismo, sino que enriquece la tradición.
Está dirigido a un público más amplio al que se dirigen las encíclicas. Esto representa el abandono de un formato claro y tomista.
- A menudo, las personas involucradas en la articulación de la posición de la Iglesia en la plaza pública, con la ley natural o algún otro argumento, chocan con un muro de piedra. Los argumentos se pueden plantear de manera convincente, una y otra vez, pero no parece que convenzan. Parece sería mejor proclamar solo a Jesús como Señor y dejarlo así, porque en última instancia, la solución a los problemas sociales, políticos y económicos, tanto a nivel local como global, requiere de una verdadera solidaridad entre los pueblos que depende del reconocimiento de la paternidad de Dios. En este sentido, ¿podría ser útil un redescubrimiento de la idea, ahora olvidada, del reinado social de Cristo, su señorío sobre todas las cosas, incluyendo lo político y lo económico?
Cardenal Turkson: Esto es perfectamente correcto. Puede ser una manera de abordar el problema.
El Santo Padre ha dicho que la verdad de la razón y la verdad de la fe no se oponen. Pero la verdad de la razón está invitada a la trascendencia.
Las cosas de la verdad de la razón no son un punto final de llegada. La verdad de la fe debe trascender la verdad de la razón.
La ley natural de por sí es una preparación para el orden de la gracia.
Tenemos que reconocer a la vocación de la razón como ordenada a trascendencia, a la figura de Jesús como Dios encarnado.
Cuando este es el caso, podemos referirnos a lo que la reciente encíclica dice sobre esto.
El libro único de la naturaleza muestra a Dios como el autor de su creación, pero también de todo lo que a ella pertenece.
Por lo tanto, es el señor de todas las cosas, incluyendo las relaciones de la persona humana.
Existe una tendencia en el mundo de mirar a la persona como autora de sí misma, o hecha por la cultura y por fuerzas externas.
Este es un intento de reemplazar a Dios y acabar con Él.
En vista de ello, los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI nos recuerdan que sin trascendencia la vida no tiene sentido y no puede alcanzar sus propios objetivos.
La necesidad de la realeza de Jesús es precisamente porque es la revelación del Padre. Es necesario presentar la vocación de la razón como una vocación a la trascendencia.
Se trata de una verdad revelada por Cristo y en Cristo.
Así que la ley natural no es un punto de llegada, sino que cada persona es invitada a la trascendencia para descubrirse a sí misma en la finalidad de la verdad de Jesús. A descubrir el plan del Padre en la verdad de la creación.
Esa invitación a la trascendencia se convierte en el objeto de la misión evangelizadora de la Iglesia. Hablamos de la verdad de la razón, pero no nos detenemos ahí.
Debe descubrirse a sí misma en Jesús como la revelación del Padre.
- Cuando usted habla a organismos como las Naciones Unidas, como lo hizo en septiembre sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio, y les exhorta a defender y construir en sus actividades una cultura de la vida, ¿parece que este mensaje está llegando?
Cardenal Turkson: Creo que hay un montón de cosas por descubrir acerca de cómo trabaja Naciones Unidas.
Naciones Unidas en sí misma se supone que es una reunión de los Estados soberanos, que los jefes de las naciones soberanas se unen. Los expertos de la ONU facilitan estas reuniones, pero precisamente este servicio pone en peligro la reunión y permite que sea secuestrada por personas con una agenda.
Siempre debemos reconocer este riesgo.
La financiación de la ONU viene de los jefes de Estado soberanos. Pero la financiación también puede venir con exigencias o condiciones.
Tenemos que reconocer todo esto. Por eso, cuando los Objetivos de Desarrollo del Milenio son debatidos, es probable que algunas personas que están financiando y conducen el debate tienen su propia agenda e intereses.
La voz de la Santa Sede tiene el valor de servir como un recordatorio de ciertos temas que a menudo se quedan debajo de la alfombra.
Incluso si la posición de la Santa Sede no se aprueba, sirve como un recordatorio a los países sobre estos temas y valores, la importancia de proteger la vida y la dignidad humana.
Incluso si somos la única voz en la sala, es necesario.
Mucha gente todavía nos felicita por discutir ciertos temas.
Las actividades de la Santa Sede también puede dar lugar a otras discusiones acerca de por qué algunos Estados están discutiendo ciertos temas, o si pueden conducir a una pérdida de financiación para los demás.
Por ejemplo, antes de que el Papa Benedicto XVI visitara Londres, alguien preguntó sobre el desarrollo en otros países, si la salud reproductiva iba a estar conectada directamente a todas las ayudas. Esto significaría que toda ayuda que sale tendría esto como condición de financiación. Esto fue algo que pudo ser discutido por la presencia de la Iglesia en la ONU.
Todos estos detalles necesitamos que se reconozcan cuando hablamos acerca de la participación en la ONU.
Debemos hacer que la verdad de la Iglesia sea conocida, independientemente de lo que se la escuche.

ST. PAUL, martes 9 de noviembre de 2010 (ZENIT.org).-
Por Jason Adkins, traducción del inglés por Inma Álvarez

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