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MISIONEROS EN CAMINO: Evangelio Misionero del Dia: 11 de Noviembre de 2010 - SEMANA XXXII DEL TIEMPO ORDINARIO
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miércoles, 10 de noviembre de 2010

Evangelio Misionero del Dia: 11 de Noviembre de 2010 - SEMANA XXXII DEL TIEMPO ORDINARIO


Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 17, 20-25

Los fariseos le preguntaron a Jesús cuándo llegará el Reino de Dios. Él les respondió: «El Reino de Dios no viene ostensiblemente, y no se podrá decir: "Está aquí" o "Está allí". Porque el Reino de Dios está entre ustedes».
Jesús dijo después a sus discípulos: «Vendrá el tiempo en que ustedes desearán ver uno solo de los días del Hijo del hombre y no lo verán. Les dirán: "Está aquí" o "Está allí", pero no corran a buscarlo. Como el relámpago brilla de un extremo al otro del cielo, así será el Hijo del hombre cuando llegue su Día.
Pero antes tendrá que sufrir mucho y será rechazado por esta generación».

Compartiendo la Palabra
Por CELAM - CEBIPAL

La venida del Reino de Dios (I)
“El Reino de Dios está dentro de Ustedes”

El relato de la curación de los diez leprosos es el preludio de la enseñanza que Jesús ahora va a pronunciar sobre la irrupción definitiva del Reino de Dios (técnicamente se dice “Discurso escatológico”, o para este pasaje en particular “pequeño Apocalipsis lucano”). La conexión es natural, porque hablar de “salvación” es hablar, desde de la obra de Dios en el desenlace de la historia y ésta tiene sus tiempos y sus modos. La revelación de estos tiempos y modos es importante para saber qué hacer cuando suceda.

Frente a esta realidad del tiempo final de la obra de Dios en el mundo y de la historia misma de la humanidad (=la venida del Reino), surge la inquietud que abruptamente le plantean los fariseos a Jesús: “Cuándo va a llegar el Reino de Dios” (v.20a).

Jesús responde mediante una enseñanza dirigida primero a los fariseos (vv.20b-21) y luego, la parte más extensa, a los discípulos (vv.22-37).

El contenido de este discurso de Jesús se divide en dos partes: (1) El “cuándo” de la venida del Reino (vv.20b-25); y (2) Lo que hay que hacer y lo que no hay que hacer para recibir dignamente el tiempo final (vv.26-37).

Pongámosle atención al texto.

1. El “cuándo” de la venida del Reino (vv.20b-25)

En la mente de los fariseos muy probablemente estaba vigente de la idea una venida del Reino, en la persona del Mesías, mediante un hecho contundente, donde no hubiera la más mínima ambigüedad, como si fuera un objeto completamente definido sobre el cual se pudiera decir: “¡Mírenlo ahí, no hay duda!”.

Por eso la respuesta de Jesús es desconcertante. La venida del Reino supone una oscilación en estos términos: “ya pero todavía no” (la frase no es de Jesús, pero es el sentido).

Sobre el “Ya” (vv.20b-21). Como se viene proclamando desde el discurso de apertura y exposición del programa misionero de Jesús (en Lc 4,16-21), la salvación ha comenzado en el “hoy” de la obra de Jesús: “Esta Escritura que acabáis de oír, se ha cumplido hoy” (v.21). Por lo tanto la venida del Reino se puede reconocer “ya”, está ya presente en el ministerio de Jesús.

Al no reconocer el ministerio de Jesús como tiempo y lugar de la revelación divina, los fariseos han cerrado la posibilidad a una revelación. Una revelación necesita ser escuchada, interpretada y acogida. Por eso los fariseos, delante de Jesús, están espiritualmente ciegos.

Por eso, en los mismos términos de Jesús, (1) “El Reino de Dios viene sin dejarse sentir”, (2) no podrán decir “vedlo aquí o allá” y (3) “ya está entre vosotros”, es decir, está al alcance, basta abrir los ojos de la fe para descubrirlo y experimentarlo.

Sobre el “Todavía no” (vv.22-25). Efectivamente, el Reino de Dios ya está presente para todo aquél que sea capaz de captarlo en la fe, pero no hay que olvidar -como lo enseñan las parábolas de la semilla- que él tiene una dinámica interna, una progresión, que apunta a su consumación en el futuro. Lo que se puede ver en el presente del ministerio de Jesús es humilde en comparación con la grandeza que se verá al final, en la segunda venida del Señor. Actualmente vivimos en medio de esos dos tiempos.

En esta expectativa no faltan los afanes. Como enseña el v.22, en los tiempos de oscuridad, propios de las persecuciones, se querrá ver al menos un poco de luz, algún signo, pero no se verá. De hecho, las primitivas comunidades sufrieron mucho con esto. Ellas se imaginaban un regreso casi inmediato del Señor Jesús, pero pasaba el tiempo y éste no se realizaba.

La dilación del fin de la historia da ocasión para que surja todo tipo de cábalas y falsas profecías. Incluso, aparecerán muchos candidatos a “mesías”. Pero como dice Jesús: “No vayáis, ni corráis detrás” (v.23).

Jesús mismo da una clave, que es la que debe tenerse en cuenta: “como relámpago fulgurante... así será el Hijo del hombre en su día” (v.24). La frase no hay que tomarla al pie de la letra, es una imagen. No es que su aparición sea súbita como la velocidad de un rayo, sino que como éste será suficientemente luminosa y visible. No habrá que estarse desgastando, entonces, con supuestas revelaciones ocultas que pueden captar solo unos privilegiados e iniciados.

Jesús, en el evangelio de Lucas, enseña insistentemente que el camino para llegar a la gloria es la Cruz (por ejemplo: 24,26). El rechazo de Jesús y de los evangelizadores en el tiempo de la Iglesia, de que habla el v.25, muestra en qué medida se va acercando el fin.


Para cultivar la semilla de la Palabra en lo profundo del corazón:

1. Cuando vivimos el paso del milenio, hubo muchas falsas expectativas en torno a un fin del mundo. ¿Cómo interpretar toda esa confusión que suscitan algunas personas y movimientos? ¿Qué tenemos que seguir evitando?

2. ¿Qué significa que el Reino de Dios “ya” ha venido, pero “todavía no” ha llegado a su consumación en la historia?

3. ¿Cómo esperaban los fariseos el Mesías? ¿Cómo lo recibimos nosotros los cristianos?

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WebJCP | Abril 2007