Publicado por Pastoral Vocacional
Las lecturas de este domingo nos hablan de cosas bastante enredadas y extrañas: destrucción del Templo de Jerusalén por la infidelidad a la Alianza, signos engañosos del fin, persecuciones de la comunidad cristiana y protección de Dios si se mantienen firmes y fieles en la fe. Todo ello nos puede mover a pensar en catástrofes y destrucción.
Lo cierto es que Dios quiere transformar, no destruir. ¿Querrá Dios destruir su obra maravillosa de la creación? Dios es el genio de la magia, de la renovación, de la más inimaginable transformación. Nosotros mismos dejaremos aquí la cáscara de nuestro cuerpo, pero nuestra realidad personal e íntima será glorificada.
En otros tiempos se ha abusado del lenguaje del miedo, sonaba con acentos muy lúgubres el “dies irae, dies illa…”. Hoy tenemos que admitir que la tremenda seriedad del destino del hombre sigue en pie, y que el Juicio será una justísima realidad. No obstante, el mensaje de la Iglesia es de esperanza.
La Iglesia se presenta ante el mundo como “Luz de las gentes” y “Signo de esperanza”, por la resurrección de Jesús de entre los muertos.
La Iglesia de Cristo nos ofrece los grandes signos de esperanza a través de las iglesias locales diseminadas por todo el mundo.
Hoy la Iglesia, santa y pecadora, siempre necesitada de renovación, es en muchas partes criticada, incomprendida, despreciada y rechazada.
Nosotros, los creyentes, reconociendo que somos pecadores, y que dentro de la misma Iglesia, junto a las realidades santas y a tantísimas personas santas, hay muchas deficiencias y pecados, hemos de amarla, con entera fidelidad y el compromiso de una vida verdaderamente cristiana y coherente.
Hemos de amar a la Iglesia en su misterio que siempre nos sobrepasa. Por encima de toda reflexión, la mirada de la fe nos descubre algo sublime: la Iglesia es nuestra madre. Uno de los padres del Vaticano II, Henrí de Lubac, escribió poco después del Concilio: “La Iglesia es mi madre, porque me ha dado la vida, y me mantiene en la vida No todos sus hijos la comprenden. Unos se espantan, otros se escandalizan. A veces se ve abandonada de algunos que lo han recibido todo de ella… Un viento de crítica amarga, universal y sin inteligencia, llega a veces a trastornar las cabezas y a pudrir los corazones… Pero entonces, cuando contemplo la faz humillada de mi madre, es cuando la amo más”.
Amar a una Iglesia no inmovilista, y que afronta sin miedo el futuro: Como decía el Papa Pablo VI, hemos de amar a la Iglesia que es un misterio, esto es "una realidad impregnada de la presencia de Dios y, por consiguiente, de tal naturaleza que admite siempre nuevas y cada vez más profundas exploraciones sobre sí misma". "Amarla con sentido inteligente de la historia y con la humilde búsqueda de la voluntad de Dios " (E.suam, n.29) Porque “la Iglesia no es vieja, es antigua; el tiempo no la doblega, sino que la rejuvenece, si ella se mantiene fiel a los principios (intrínsecos y extrínsecos) de su misteriosa existencia. La Iglesia no teme lo nuevo; vive de lo nuevo. Como un árbol de firme y fecunda raíz, en todos los ciclos históricos, la Iglesia hace brotar de sí misma su primavera”.
Amar a la Iglesia: ayudarla en sus necesidades, y lo más importante, colaborando en su misión evangelizadora. Porque todos estamos llamados a anunciar el evangelio y a construir el reino de Dios en este mundo, tan necesitado de paz, de justicia, de amor, en definitiva de una salvación integral que solamente puede venir de Dios, pero nosotros somos miembros del Cuerpo de Cristo y hemos de ser miembros vivos y servidores de la vida y de la salvación de los hombres.
La Iglesia en España está prestando un servicio inmenso a la sociedad. He aquí algunos datos de la Memoria anual que la CEE ha presentado al Ministerio de Justicia de las actividades de la Iglesia Católica en España, correspondiente al año 2008:
- La Iglesia católica en España atiende, en su conjunto, a no menos de 15 millones de personas a través de distintas prestaciones; asiste directamente a cerca de tres millones de necesitados; y mediante los colegios católicos, ahorra al Estado más de cuatro mil millones de euros al año.
- Datos de la asignación tributaria en 2008: Hubo 237.143 declaraciones favorables más que en 2007. El número de declarantes fue de 7.195.155, lo que supone el 34,31%.
- La actividad pastoral desplegada por la Iglesia católica en el ámbito pastoral, educativo, cultural, asistencial supone un ahorro de miles de decenas de millones de euros para las arcas públicas.
En este día de la Iglesia diocesana, renovemos nuestro amor a la Iglesia y el compromiso de continuar ofreciendo, con humildad y sencillez, pero con generosidad creciente, nuestra ayuda y colaboración. Dios nos bendecirá.
Julio García Velasco
Lo cierto es que Dios quiere transformar, no destruir. ¿Querrá Dios destruir su obra maravillosa de la creación? Dios es el genio de la magia, de la renovación, de la más inimaginable transformación. Nosotros mismos dejaremos aquí la cáscara de nuestro cuerpo, pero nuestra realidad personal e íntima será glorificada.
En otros tiempos se ha abusado del lenguaje del miedo, sonaba con acentos muy lúgubres el “dies irae, dies illa…”. Hoy tenemos que admitir que la tremenda seriedad del destino del hombre sigue en pie, y que el Juicio será una justísima realidad. No obstante, el mensaje de la Iglesia es de esperanza.
La Iglesia se presenta ante el mundo como “Luz de las gentes” y “Signo de esperanza”, por la resurrección de Jesús de entre los muertos.
La Iglesia de Cristo nos ofrece los grandes signos de esperanza a través de las iglesias locales diseminadas por todo el mundo.
Hoy la Iglesia, santa y pecadora, siempre necesitada de renovación, es en muchas partes criticada, incomprendida, despreciada y rechazada.
Nosotros, los creyentes, reconociendo que somos pecadores, y que dentro de la misma Iglesia, junto a las realidades santas y a tantísimas personas santas, hay muchas deficiencias y pecados, hemos de amarla, con entera fidelidad y el compromiso de una vida verdaderamente cristiana y coherente.
Hemos de amar a la Iglesia en su misterio que siempre nos sobrepasa. Por encima de toda reflexión, la mirada de la fe nos descubre algo sublime: la Iglesia es nuestra madre. Uno de los padres del Vaticano II, Henrí de Lubac, escribió poco después del Concilio: “La Iglesia es mi madre, porque me ha dado la vida, y me mantiene en la vida No todos sus hijos la comprenden. Unos se espantan, otros se escandalizan. A veces se ve abandonada de algunos que lo han recibido todo de ella… Un viento de crítica amarga, universal y sin inteligencia, llega a veces a trastornar las cabezas y a pudrir los corazones… Pero entonces, cuando contemplo la faz humillada de mi madre, es cuando la amo más”.
Amar a una Iglesia no inmovilista, y que afronta sin miedo el futuro: Como decía el Papa Pablo VI, hemos de amar a la Iglesia que es un misterio, esto es "una realidad impregnada de la presencia de Dios y, por consiguiente, de tal naturaleza que admite siempre nuevas y cada vez más profundas exploraciones sobre sí misma". "Amarla con sentido inteligente de la historia y con la humilde búsqueda de la voluntad de Dios " (E.suam, n.29) Porque “la Iglesia no es vieja, es antigua; el tiempo no la doblega, sino que la rejuvenece, si ella se mantiene fiel a los principios (intrínsecos y extrínsecos) de su misteriosa existencia. La Iglesia no teme lo nuevo; vive de lo nuevo. Como un árbol de firme y fecunda raíz, en todos los ciclos históricos, la Iglesia hace brotar de sí misma su primavera”.
Amar a la Iglesia: ayudarla en sus necesidades, y lo más importante, colaborando en su misión evangelizadora. Porque todos estamos llamados a anunciar el evangelio y a construir el reino de Dios en este mundo, tan necesitado de paz, de justicia, de amor, en definitiva de una salvación integral que solamente puede venir de Dios, pero nosotros somos miembros del Cuerpo de Cristo y hemos de ser miembros vivos y servidores de la vida y de la salvación de los hombres.
La Iglesia en España está prestando un servicio inmenso a la sociedad. He aquí algunos datos de la Memoria anual que la CEE ha presentado al Ministerio de Justicia de las actividades de la Iglesia Católica en España, correspondiente al año 2008:
- La Iglesia católica en España atiende, en su conjunto, a no menos de 15 millones de personas a través de distintas prestaciones; asiste directamente a cerca de tres millones de necesitados; y mediante los colegios católicos, ahorra al Estado más de cuatro mil millones de euros al año.
- Datos de la asignación tributaria en 2008: Hubo 237.143 declaraciones favorables más que en 2007. El número de declarantes fue de 7.195.155, lo que supone el 34,31%.
- La actividad pastoral desplegada por la Iglesia católica en el ámbito pastoral, educativo, cultural, asistencial supone un ahorro de miles de decenas de millones de euros para las arcas públicas.
En este día de la Iglesia diocesana, renovemos nuestro amor a la Iglesia y el compromiso de continuar ofreciendo, con humildad y sencillez, pero con generosidad creciente, nuestra ayuda y colaboración. Dios nos bendecirá.
Julio García Velasco
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