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lunes, 29 de noviembre de 2010

¿Comprender es acceptar?


Jaume Patuel
Publicado por Atrio

El libro que acaba de aparecer LO QUE QUIERO ES COMPRENDER de Hannah Arendt (1906-1975) me da al título del artículo reflexión de este mes. Una actitud muy humana es querer comprender siempre y diríamos fruto de la inquietud. Y esta inquietud es de siempre.

Desde el templo de Delfos, en el mundo occidental, con el Conócete a ti mismo hasta la Sabiduría Humana del siglo XXI, fruto de la globalización, siempre ha acompañado y acompaña al género humano, junto con la crueldad humana.

El filósofo alemán, contemporáneo de Goethe, Friedrich Von Schiller (1759-1805) dijo esta frase: Si quieres conocerte, observa la conducta de los demás. Si quieres comprender a los demás, mira en tu propio corazón

O la idea formulada por Sigmund Freud (1856-1939) que la psicología social no es más que la psicología personal proyectada afuera sin negar la importancia del ambiente.

Pues bien, el trabajo de comprender el exterior como el interior humano es todo un trabajo o una buena tarea o una gran aventura de observación, tanto del exterior como del interior, acompañado de una introspección donde la dinámica priva por encima de cualquiera estadística. No son las veces sino la calidad del hecho interior como el exterior.

Comprender, entender la mente humana o el comportamiento humano no quiere decir que se haya de aceptarlo. Dicho de otra forma, comprender una cosa no quiere decir que uno deba estar conforme.

Pero sí que es preciso cambiar, transformar este ser depredado humano con una inteligencia suficiente para captar la realidad, regida por un egoísmo feroz para poder sobrevivir. Cerrado en su clan –que actualmente se manifiesta de muchas formas–, para mantener la supervivencia de la especie. Agresor para conquistar los mínimos materiales para situarse adecuadamente en su territorio marcado por el más fuerte. Todo esto es preciso conocerlo. Conocerlo y comprenderlo no quiere decir estar de acuerdo o la aceptación de la realidad.

Pero pasando hacia el interior de la mente humana, será preciso aceptarlo. No un aceptar resignado o pasivo, sino aceptarlo por haberlo comprendido y así poder hacer el cambio partiendo de la realidad psíquica aceptada. Y así ir al camino del cambio, de la transformación, del mejoramiento. Partir de la realidad aceptada, pero no estancada.

Comprender esta profundidad es aceptar como es. Partiendo de cómo es y poderlo ir cambiando. Pero negar la realidad es no comprenderla e hacer imposible su trasformación.

El ser humano tiene unas fuertes resistencias al cambio o a la transformación. Los mecanismos emocionales son muchos. Una cosa es entender el problema con la cabeza, de forma racional, pero que en el momento de la realidad establece una defensa al cambio. Comprendiéndolo ya tengo bastante, me decía una persona. Pero viendo que no cambiaba, se molestaba y se agredía emocionalmente a sí misma, intensificando el sentimiento de culpabilidad, haciéndose la víctima por la falta de comprensión de los que vivían a su alrededor. Entendía con la cabeza, pero no comprendía con el corazón. Por lo tanto, no podía ni cambiar ni transformar en nada su mundo interior. Es más, hacía uso de otros recursos emocionales, como la proyección. Ponía en los demás sus limitaciones, sus fallos y su mala intención.

Como dice Schiller que gracias a esta comprensión del interior o del corazón uno puede comprender a los demás, que no quiere decir que se tenga que aceptar, pero sí que permite indicar caminos de transformación.

Comprender incluye y excluye al mismo tiempo la aceptación de la realidad. Pero, la excluye si no quiere hacer el cambio y la incluye si desea realizarlo. No se puede cambiar aquello que no se comprende por mucho que uno lo acepte.

En este comprender y/o no aceptar, conviene pensar que nuestras convicciones más arraigadas, más indubitables, son las más sospechosas. Ellas constituyen nuestro límite, nuestros confines, nuestra prisión. Me viene a la memoria una frase de Blaise Pascal (1623-1662): Muy débil es la razón si no llega a comprender que hay muchas cosas que la sobrepasan. Aquí añado que entra en juego el narcisismo humano, característica de nuestra sociedad actual y ha devenido una nueva psicopatología. Y para acabar una frase de George Herbert (1593-1633) que es preciso pensar y reflexionar porque puede poner el colofón al artículo: ¿Por qué se ha de temer a los cambios? Toda la vida es un cambio. ¿Por qué hemos de temerle?

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WebJCP | Abril 2007