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MISIONEROS EN CAMINO: XXXI Domingo del Tiempo Ordinario (Lc 19, 1-10) - Ciclo C: Liturgia, Reflexiones, Exégesis y Oración
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viernes, 29 de octubre de 2010

XXXI Domingo del Tiempo Ordinario (Lc 19, 1-10) - Ciclo C: Liturgia, Reflexiones, Exégesis y Oración


Publicado por DABAR

Encontronazos

Muy a menudo encontramos en las Escrituras pares de opuestos: pobre y rico, fariseo y publicano, Marta y María, primeros y últimos, hermano mayor y hermano menor, grandeza y servicio, Dios y dinero, sueño y vigilancia, confianza y control…

Si pensamos en estos términos con detenimiento, podemos agruparlos en dos bloques, es obvio. La primera idea puede ser etiquetarlos como el conjunto de cosas “buenas” y el de las cosas “malas”. Pero eso sería muy simple y muchos quedarían en una posición flotante, en tanto que ningún rasgo humano es enteramente bueno o malo. Seguimos buscando, y llegamos a agruparlos en circunstancias (cosas que nos ocurren) y reacciones (lo que hacemos cuando algo nos ocurre). Tampoco veo que nos lleve muy lejos. Y, si tenemos el día un poco inspirado (y menos mal que parece que yo hoy, sí), nos encontramos con una clasificación que nos viene al pelo de la intención de estas líneas: toda la lista anterior, y más conceptos que podamos recoger de los textos bíblicos, se pueden agrupar como lo que vivimos antes y después de conocer al Señor. Y conocer al Señor suele ser, casi siempre, un encontronazo, de esos que nos dejan un poco mareados y con el suelo temblando bajo nuestros pies.

El joven rico recuperó pronto el equilibrio después de su encontronazo: dio la media vuelta y siguió con su vida como si tal cosa. El rico Epulón, igual… hasta que se murió y vio de qué iba la fiesta. Al hermano menor le ayudó el hambre, que junto con su hermana la escasez son muy buenas consejeras en lo de practicar la humildad. “El que quiera ser el primero que se agache y sirva a los otros” es otra de las consecuencias de conocer a Jesús. Y experimentar el amor de Dios en propia carne nos lleva a vivir en la confianza de los lirios y los pájaros: abandonados a sus manos y sin pensar en tenerlo todo atado y bien invertido.

Zaqueo era un personaje de los que vivían en el mundo del “antes de”. Recaudador al servicio de los romanos, traidor a los suyos, y, desde la perspectiva de los fariseos, insalvable. Pero también es un poco cotilla, y no resiste la tentación de curiosear la llegada de ése del que todos hablan. Sale y se sube a una higuera (¿fuera del alcance de la vista del caminante?) y se dispone a contemplar la comitiva. No entraba en sus planes ningún encuentro más “personal”.

Y hete aquí que Jesús se para, levanta la vista y le mira. A él. A Zaqueo, personajillo detestado por sus vecinos y con pocas posibilidades de disimular lo que es. Por eso recibe a Jesús, invita a sus amigos y los sienta a todos a su mesa. Puede que quisiera darse pisto, pero resulta que Jesús le conquista y termina con el corazón de piedra cambiado en corazón de carne.

Esto es un encontronazo en toda su extensión y profundidad. Como cuando vamos un domingo como tantos otros a celebrar la Eucaristía y recibimos un sermón de los que nos hunden el dedo en el ojo y nos dejan con el alma revuelta y la conciencia dando saltos.

Como Zaqueo, nos subimos a la higuera para echar un vistazo, sin darnos cuenta de que Jesús ve más lejos y más hondo que nosotros, y conoce nuestro potencial y lo que nos tiene que decir para sacar lo mejor de nosotros. No siempre seguimos su ejemplo (el del recaudador) en lo que respecta al cambio de conducta, y no estaría nada mal que nuestros encuentros con Jesús nos llevaran más a dejarnos ablandar el corazón y soltar precauciones y ansias de control. Porque pensamos que todo el cambio debe venir de nosotros, y eso es muy difícil. Probemos a dejar a Jesús entrar en nuestra casa, sentarse a nuestra mesa y colarse en nuestro corazón. Nos haremos más maduros, y, con suerte, también más tiernos. (Agradezco esta idea a J. Nadal).

A. GONZALO
aurora@dabar.net



DIOS HABLA

SABIDURÍA 11,22 12,2
Señor, el mundo entero es ante ti como grano de arena en la balanza, como gota de rocío mañanero que cae sobre la tierra. Pero te compadeces de todos, porque todo lo puedes, cierras los ojos a los pecados de los hombres, para que se arrepientan. Amas a todos los seres y no odias nada de lo que has hecho; si hubieras odiado alguna cosa, no la habrías creado. Y ¿cómo subsistirían las cosas, si tú no lo hubieses querido? ¿Cómo conservarían su existencia, si tú no las hubieses llamado? Pero a todos perdonas, porque son tuyos, Señor, amigo de la vida. Todos llevan tu soplo incorruptible. Por eso, corriges poco a poco a los que caen, les recuerdas su pecado y los reprendes, para que se conviertan y crean en ti, Señor.

II TESALONICENSES 1,11 2,2
Hermanos: Pedimos continuamente a Dios que os considere dignos de vuestra vocación, para que con su fuerza os permita cumplir buenos deseos y la tarea de la fe; para que así Jesús, nuestro Señor, sea glorificado en vosotros, y vosotros en él, según la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo. Os rogamos, hermanos, a propósito de la venida de nuestro Señor Jesucristo y de nuestra reunión con él, que no perdáis fácilmente la cabeza ni os alarméis por supuestas revelaciones, dichos o cartas nuestras, como si afirmásemos que el día del Señor está encima.

LUCAS 19,1 10
En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí. Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: «Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa». Él bajó en seguida y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: «Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador». Pero Zaqueo se puso en pie y dijo al Señor: «Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más». Jesús le contestó: «Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido».





EXEGESIS

PRIMERA LECTURA
La primera lectura de este domingo es un párrafo admirable. En una progresión precisa va ascendiendo de la pequeñez de todo lo creado al gozo de la conversión que nos une a Dios.
De alguna manera une los dos polos aparentemente contrarios de las respuestas que los salmos dan a la pregunta: “¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él?”. El salmo 144,3 responde: “El hombre es semejante a un soplo; sus días son como sombra que pasa”. El salmo 8,5 por el contrario responde: “Lo hiciste, Señor, apenas inferior a un dios; lo hiciste señor de las obras de tus manos”.
El Libro de la Sabiduría está inmerso en una relectura de la historia de la salvación. Una ‘puesta al día’ de la fe y confianza de un pueblo que ha visto cómo el Señor ‘ha estado grande con nosotros y estamos alegres’. Conoce tantos motivos de acción de gracias y reconocimiento para con un Dios que ha hecho maravillas con su pueblo, mientras otros han sufrido las consecuencias.
El libro de la Sabiduría quiere avanzar en una percepción plana de la historia, profundizando en la relación de Dios con su pueblo. Introduce por ello elementos que quiebran la simplicidad de una teología del ‘bien y del mal, del premio y del castigo, la elección de un pueblo y el rechazo de los demás, la ley y la alianza’.
Lo hace en los capítulos 11 al 19, como un gran midrash. ‘El midrash trata de explicar las Escrituras de manera que resulten inteligibles y adquieran un significado para una generación posterior’.
Y esta generación cercana ya a la venida de N.S. Jesucristo que es la coetánea del autor de este libro constituye en el A.T. un anticipo en muchos puntos de lo que escucharemos de boca de Jesús de Nazaret con palmaria claridad. “Que no es la variedad de frutos la que alimenta al hombre, sino que es tu palabra la que mantiene a los que creen en Ti” (Sab 16,20).
El texto de hoy hace un quiebro a la relación de todos los valores heredados del A.T. Les da un nuevo fundamento que pervivirá en el tiempo. Nos da claves que revolucionarán en Jesús de Nazaret nuestra relación con Dios y con los humanos.
Y el primero y más hermoso es la compasión hacia todos. Que ‘el Señor compasivo y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad’ era ya patrimonio constante en la historia de Israel dentro del marco de la alianza con su pueblo Israel. Pero hoy se presenta como un avance sobre lo que vendrá. Dios se compadece de todo. Cierra los ojos a los pecados de todos los hombres… Ama a todos los seres… Y por ese camino asciende irrefrenable a la afirmación de que ‘todos llevan tu espíritu incorruptible’. De alguna manera San Pablo ya era consciente de este valor del A.T. “La Escritura, previendo que Dios aceptaría a los gentiles por la fe le adelantó a Abrahán la buena noticia:”Por ti serán benditas todas las naciones”” (Gal 3,8).
No seguimos más por ese camino hacia la afirmación de la pervivencia, la inmortalidad, de la vida después, ya que nos lo plantearán textos que leeremos próximamente en los textos litúrgicos.
La conclusión de hoy nos hace comprender cuál es el final de esta trayectoria de compasión y de vida: la conversión, el constatar lo absurdo del pecado.
Hoy interesa más resaltar lo que el evangelio nos va a visualizar en un ejemplo vivo. Jesús que levanta los ojos e interpela a un ‘pagano’; la conversión del mismo y la proclamación de Jesús: “También éste es hijo de Abrahán”. También, además del Pueblo de Israel, el resto de la humanidad entra dentro del ámbito de la compasión de Dios, de su salvación.

TOMÁS RAMÍREZ
tomas@dabar.net



SEGUNDA LECTURA

Al comenzar la lectura de Segunda Tesalonicenses y sin que tenga mucha importancia para la interpretación y ciertamente ninguna en cuanto a la inspiración del escrito, su canonicidad y su inerrancia, sino sólo en cuanto detalle técnico y para evitar “meteduras de pata”, puede indicarse que es más probable, en opinión de no pocos exegetas, que este escrito no sea una carta auténtica de Pablo, es decir, que no la haya escrito él mismo, sino un cristiano que imitaba su estilo con más o menos éxito. (La fundamentación de esta opinión no pertenece a las tareas de DABAR).

En este comienzo del escrito encontramos un párrafo con dos partes (no se entiende muy bien porqué la unión de ambas en una sola lectura).

Los vv. 1,11-12 son el final de la introducción de la carta. En un estilo un tanto barroco habla de las oraciones a favor de los fieles para que lleguen a la perfección de su vocación, o sea, que sean cristianos de verdad.

En cambio, en 2,1-1 se comienza con el tema que, probablemente, ha dado origen a este escrito: la corrección de ciertas concepciones erróneas o exageradas sobre la segunda venida del Señor Jesús. Sabemos la importancia que tuvo en la primera generación cristiana la idea del que el Señor iba a venir muy pronto y algunas consecuencias que esa convicción tuvo. No todas fueron positivas, como vg. el abandono del trabajo normal por parte de algunos (cfr 2 Tes 4,10 y sigs.)- En este texto se quiere corregir esa forma de ver las cosas. Se impone una espera larga.

Para nosotros esto es algo asumido. Pero conviene no olvidar que hemos de esperar continuamente la venida del Señor para cada uno de nosotros. Hoy día no son tan populares las continuas exhortaciones del Nuevo Testamento a la vigilancia y a aprovechar el tiempo que Dios nos da. Aunque sepamos que el final no es tan inmediato (¡en realidad lo suponemos!) para el conjunto de los seres humanos.

FEDERICO PASTOR
federico@dabar.net


EVANGELIO

1. Aclaraciones al texto
Cuarto texto consecutivo exclusivo de Lucas. Sexta mención de publicanos o recaudadores de impuestos en el evangelio de Lucas, todas ellas favorables. Recaudador y pecador eran términos que la gente empleaba indistintamente. Zaqueo controlaba posiblemente el comercio del bálsamo, de gran importancia en Jericó, ciudad próxima a Jerusalén. Hijo de Abrahán: expresión con el significado de miembro del pueblo elegido. Hoy: el empleo enfático de este adverbio es característico del evangelio de Lucas: se refiere al aquí y ahora de la presencia de Jesús. Tengo que: expresión de una misteriosa necesidad que tiene su raíz en Dios. Señor: título con connotaciones divinas. Hijo del Hombre: Expresión tomada del libro de Daniel; denota un personaje misterioso que supera la condición humana y que encarna el poder y la justicia que duran por siempre. En los cuatro evangelios la expresión es de uso exclusivo de Jesús sobre sí mismo.

2. Texto.
Destaca la profusión de datos y detalles del comienzo. Lucas revive sin lugar a dudas un caso sonado. La relevancia del recaudador y la manera ideada por él para ver a Jesús debieron causar sensación.
A las ganas de Zaqueo por ver a Jesús, Jesús responde rompiendo el muro del desprecio que separaba a los recaudadores del resto de los judíos: Hoy tengo que alojarme en tu casa.
Una doble reacción rubrica las palabras de Jesús: de alegría en Zaqueo; de murmuración en los presentes. Ambas reacciones remiten a 15,1-32 (domingo 24º), con algún matiz significativo. La alegría la personaliza el propio pecador; la murmuración no es exclusiva de fariseos y letrados, sino que se extiende a todos los presentes sin distinción, produciéndose, en este sentido, un agravamiento de la situación.
El relato finaliza con una conversación entre Zaqueo y Jesús. En línea con las palabras del hijo menor en 15,17-21, las palabras de Zaqueo expresan reconocimiento de su pecado. Pero Zaqueo da un paso más respecto al hijo menor, y el reconocimiento del pecado lo completa con un cambio de comportamiento: La mitad de mis bienes se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.
En su respuesta a Zaqueo, Jesús refrenda la nueva situación de éste, calificándola de salvación. Jesús desactiva así la crítica de todos los presentes, que sólo habían visto en Zaqueo a un pecador, inhábil, por tanto, para ser hijo de Abrahán o, lo que es lo mismo, para ser miembro del pueblo elegido.

3. Comprensión actualizante.
Reedición de la parábola del padre que tenía dos hijos (15,11-32). ¿Será posible que vayan en aumento los hijos mayores, orgullosos, pagados de sí mismos e incapaces de experimentar la salvación que es Jesús? ¡Qué pena!
El contrapunto de alegría lo siguen poniendo los hijos menores, humildes y con capacidad de cambio.
Para que nuestras vidas cambien basta con que queramos ver a Jesús. ¡La salvación acontecerá en nuestras vidas!

ALBERTO BENITO
alberto@dabar.net




NOTAS PARA LA HOMILIA

El pasaje lucano de hoy, es sin duda una de esas páginas evangélicas verdaderamente ejemplares de lo que debe ser el actuar según Jesús, el Hijo de Dios. Es sin duda, ejemplo de denuncia de todo sectarismo y también, de discernimiento acerca de lo que significa seguir al Mesías.

Las claves de la escena:
Las claves para entenderla, pasan por tener en cuenta que en una sociedad como la judía, la figura de Zaqueo -el recaudador cuyo oficio está al servicio de la dominación romana- polariza todas las iras de la sociedad israelita. De ahí que se recalque que era de baja estatura; detalle que alude más a su poca sustancia religiosa y moral, que a su condición física

Sin embargo, este hombre, que quería ver a Jesús, hecha mano de lo que hay a su alrededor para alcanzar su objetivo, hecha mano de los recursos de la propia religión. Aquella de la que se automarginara con sus opciones vitales, pero también aquella que le excomulga. Pero puesto en la búsqueda, será el propio Jesús el que lo encuentre, contraponiendo a la inutilidad de la institución religiosa, la futura casa de la comunidad, aquella donde los primeros salvados son, como Zaqueo, los provenientes de la marginación.

Al tomar la iniciativa Jesús, todo cambia. Zaqueo baja de la higuera, es decir, se aleja de la propuesta judaizante y en un viraje radical, asumiendo sus errores, cambia de vida: el estafador entra en la dinámica del Reino, poniendo el dinero al servicio de los pobres. Todo expresado bajo la forma de la alegría. Así, Zaqueo, su historia, su cambio, son contrapuestos a aquellos que no comprenden el proyecto liberador de Jesús. Como si una vez más se tratase de mostrar que la dinámica del Reino tiene que ver con el servicio a la verdad y a la justicia.

Lo que Jesús evidencia:
En primer lugar, que el poseer no salva; que el tener, en un sentido la apuesta con la que Zaqueo está buscando romper -de ahí su querer ver a Jesús, en quien intuye una salida- no conduce a ningún sitio.

También, que la institucionalidad religiosa -representada en el pasaje por la higuera a la que Zaqueo se encarama- como tal no salva. Que lo que salva en todo caso es otro tipo de institucionalidad: una más cercana, acogedora, de dimensiones humanas visibles: las de una casa. Por eso la demanda de Jesús: “Zaqueo, baja en seguida, que hoy tengo que alojarme en tu casa”.

Finalmente, que es sólo la propia incondicionalidad con la que Dios llega al encuentro del hombre que lo busca, lo que únicamente puede transformar la existencia. Con los cual, todos los demás afanes, caen por su propia insustancialidad.

Qué pensar y hacer cuando somos como Zaqueo:
Hoy son innumerables las personas, creyentes incluso, que dirigen sus energías hacia el tener, el acumular, el labrarse una posición, una buena imagen, un nombre, un bienestar seguro. Y ante esto, muchas veces también, la religión no logra dar lo necesario para alcanzar una auténtica altura humana y espiritual. Se queda pequeña, inútil, como la higuera del pasaje evangélico.
¿No será entonces, tiempo de redescubrir y vivir de lo fundamental?
La salvación de Dios se plantea en clave relacional. Importan las personas puestas en dinámica de búsqueda y encuentro. Dinámica de búsqueda y encuentro que se manifiesta en alegría compartida y se confirma en prácticas en favor de los demás. Jesús viene a buscar al hombre con el fin de salvarlo de sus sistemáticas autodestrucciones. Y para el caso, lo son tanto, la estafa y el robo, la falta de verdad y de justicia, como los sistemas o modos religiosos que engendran y legitiman sólo la baja estatura, que en nombre de lo humano sólo favorecen hombres cada vez más torpes y pusilánimes ante lo humano.
Repensemos pues, tanto nuestros modos vitales como nuestros estilos religiosos…

SERGIO LÓPEZ
sergio@dabar.net



PARA CONSIDERAR Y REFLEXIONAR EN GRUPOS

Pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido
(Lc 19, 10)

Preguntas, cuestiones, sugerencias
-Nos hemos sentido verdaderamente buscados y salvados por nuestro encuentro con Jesús. ¿Cómo lo testimoniamos?, ¿cómo ha cambiado nuestra mirada hacia lo que estaba perdido?



PARA LA ORACION

Dios, Padre nuestro, lleno de amor y de misericordia; concédenos el don de la auténtica conversión para que vivamos como hijos tuyos y hermanos de todos los hombres.
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Que estos dones, Padre, sean para ti una ofrenda agradable, y a nosotros nos sirvan para vivir en mayor coherencia con nuestra fe.
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En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque tú te sirves de nuestra insatisfacción para que te busquemos y te hallemos en medio de nuestra vida, que es donde tú has querido hacerte presente a nosotros, para que, aprendiendo de tu amor, amemos también nosotros a los hombres nuestros hermanos.
Por eso, unidos a todos los santos que proclaman por siempre y para siempre tu gloria.
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Te rogamos, Padre, que aumente en nosotros la acción de tu amor, para que, alimentados con este pan de vida que tú nos das, tomemos la firme decisión de compartir nuestros bienes con los pobres.




LA MISA DE HOY

MONICIÓN DE ENTRADA
La celebración de la Eucaristía es el momento privilegiado de nuestra vida en el que entramos en comunión Cristo. El encuentro es valioso por sí mismo, pero será mucho más valioso si nosotros permitimos que ese encuentro fructifique en nosotros, nos transforme y nos ayude a cambiar nuestro entorno. Producir también en nuestra vida: no es cuestión de ir más al templo, de frecuentar a los líderes religiosos o de estudiar a fondo la Ley y sus preceptos: es cuestión de repartir con los pobres los bienes que Dios nos ha concedido.
El camino para discernir la sinceridad de nuestra conversión está ahí: en nuestra preocupación o nuestro desinterés por los pobres. Al participar en esta celebración, seamos conscientes de cuál es nuestra actitud para con los pobres. Si los tratamos como a hermanos, nos podremos acercar con confianza a esta mesa que Dios nos prepara; si no los tratamos como a hermanos... siempre estamos a tiempo de rectificar.

SALUDO
Hermanos, la gracia de Dios nuestro Padre, del Señor Jesucristo y del Espíritu Santo estén siempre con vosotros.

ACTO PENITENCIAL
-Tú que nos ayudas a superar nuestra pequeñez humana ante los hermanos necesitados. Señor, ten piedad.
-Tú, que quieres compartir nuestra mesa y nuestra intimidad para que te sintamos cerca de nosotros. Cristo, ten piedad.
-Tú, que nos enseñas que nuestra conversión no debe ser un simple voluntarismo ético sino un encuentro contigo y la transformación de nuestra vida. Señor, ten piedad.

MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA
Dios ama a todas las cosas, porque todas son obra suya; pero, por encima de todo, Dios ama al hombre, al que ha creado a su imagen y semejanza; y cuando el hombre no responde a lo que Dios espera de El, Dios no se venga sino que perdona y ofrece al hombre una y mil oportunidades más.

SALMO RESPONSORIAL (Sal 144)
Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.
Te ensalzaré, Dios mío, mi rey; bendeciré tu nombre por siempre jamás. Día tras día, te bendeciré y alabaré tu nombre por siempre jamás.
Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.
El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas.
Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.
Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles; que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas.
Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.
El Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones. El Señor sostiene a los que van a caer, endereza a los que ya se doblan.
Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.

MONICIÓN A LA SEGUNDA LECTURA
El texto de la carta de San Pablo a la comunidad cristiana de Tesalónica que vamos a leer a continuación es un ejemplo, de entre los muchos que hay en el Nuevo Testamento, de llamada a la vigi-lancia, a saber aprovechar el tiempo que Dios nos da para hacer el bien sin discriminación de personas.

MONICIÓN A LA LECTURA EVANGÉLICA
El afán de riquezas es una realidad profundamente arraigada en el hombre; pero no es más humano quien más dinero tiene, sino quien más sabe compartir lo suyo con los más necesitados; no tener esta actitud es ser pequeño, no de estatura como Zaqueo, sino de calidad humana.

ORACIÓN DE LOS FIELES
Con un corazón unánime, dirijamos nuestras súplicas a Dios nuestro Padre diciendo: Señor, quédate junto a nosotros.
-Por la Iglesia, para que haga suyos los afanes de los hombres y aliente todas las luchas por la fraternidad y la injusticia que hay en nuestro mundo. Oremos.
-Por los gobernantes, para que no sólo apoyen el desarrollo económico de los poderosos sino que también socorran a los necesitados. Oremos.
-Por todos los hombres que, como Zaqueo, descubren su pequeñez y deciden compartir lo suyo con los pobres, para que tengan seguidores de su ejemplo. Oremos.
-Por nuestra comunidad (parroquial), para que tenga su gloria no en sus riquezas sino en su preocupación por los pobres. Oremos.
Oración: Ayúdanos, Padre, para que vivamos de tal manera que seamos dignos de nuestra condición de cristianos. Por Jesucristo.



CANTOS PARA LA CELEBRACION

Entrada. Alrededor de tu mesa; El auxilio me viene del Señor.
Salmo. LdS; el estribillo Te ensalzaré, Señor.
Aleluya. De Sagüés, disco “16 Cantos para la Misa”.
Ofertorio. Llevemos al Señor (del mismo disco).
Santo. De Manzano (2CLN-I 3).
Comunión. Quédate junto a nosotros; Oh, Señor, yo no soy digno; Cantemos al amor de los amores; Fiesta del banquete (1CLN-O 23).
Final. Mientras recorres la vida.


Director: José Ángel Fuertes Sancho •Paricio Frontiñán, s/n• Tlf 976458529 Fax 976439635 • 50004 ZARAGOZA
Tlf. del Evangelio: 976.44.45.46 - Página web: www.dabar.net - Correo-e: dabar@dabar.net

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WebJCP | Abril 2007