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miércoles, 6 de octubre de 2010

Vivir bien



En el contexto de la Asamblea de la ONU para examinar el cumplimiento de los Objetivos del Milenio, puede ser interesante recuperar el aporte de los pueblos originarios andinos de América Latina, quienes tienen como propuesta el “VIVIR BIEN”: suma qamaña en aymara, sumaj causay en quechua. La Nueva Constitución Política del Estado Plurinacional Boliviano (2009) asume esta propuesta como principio ético moral de la sociedad plural (artículo 8). También en Ecuador se invoca este principio.

¿Qué es el “Vivir bien”?.Vivir bien significa para estos pueblos vivir en armonía con todos y con la Madre tierra, porque todos dependemos de todos y todos nos complementamos. Cada piedra, cada animal, cada flor, cada estrella, cada árbol y su fruto, cada ser humano forma un solo cuerpo. Vivir bien significa vivir en equilibrio, estar bien, no tener enfermedad, pensar en lo que se hace, educar a los hijos en contacto con la naturaleza, respetarla, poseer equilibrio corporal y espiritual, armonía personal y familiar. La tierra no es sólo espacio geográfico, es pasado, presente y futuro, es soberanía territorial, organización, pensamiento, espiritualidad, economía y cultura, todo es integral. Este vivir bien no significa para los pueblos originarios andinos volver al pasado sino recuperar su horizonte de sentido para dar contenido al presente.

Frente al discurso de la modernidad ilustrada, con su fe ciega en el progreso y en la adquisición de siempre más bienes para “vivir mejor”, frente al mundo del neoliberalismo, del consumo, de la explotación desenfrenada y mercantilista de la tierra, frente a las ilusiones del capitalismo, frente al desastre actual de una sociedad que destruye la tierra y es incapaz de eliminar la pobreza, el vivir bien ofrece una alternativa a la humanidad que hoy busca modelos y proyectos de sentido. Vivir bien presenta una forma de vida diferente, abierta a la naturaleza, busca construir relaciones humanas más igualitarias y justas entre todos, sin discriminaciones ni exclusiones.

Se trata de un imaginario social diferente al de la modernidad ilustrada y al de la post-modernidad, de un nuevo paradigma, de una nueva lógica, de algo diferente, que implica liberarse de tantos bienes inútiles, centrarse en lo esencial, respetar la tierra, saber compartir, vivir sin lujos, con sencillez y austeridad, para que los bienes de la creación alcancen a todos los pueblos y a las futuras generaciones.

Esta propuesta tradicional y originaria del “vivir bien” tiene profundos orígenes históricos. Ya en la Nueva crónica de Felipe Guamán Poma de Ayala (1535-1616) sobre el buen gobierno se habla del “buen vivir”, del derecho a existir en su alteridad de los indígenas, frente a la opresión inhumana de la conquista española.

Este ideal del “buen vivir” y el “ vivir bien” enlaza perfectamente con los proyectos del Foro Social Mundial de Porto Alegre que afirma que “Otro mundo es posible”, está en sintonía con las propuestas de la Cumbre para el cambio climático y los derechos de la Madre tierra, celebrada en Cochabamba en abril del 2010, y seguramente también está en consonancia con la afirmación de Ellacuría de que hemos de caminar hacia una “civilización de la pobreza” y no hacia una “civilización de la riqueza”. Civilización de la pobreza para él significaba construir un mundo donde todos tengan lo necesario para vivir de una forma humana y digna, frente a la civilización de la riqueza que busca el bienestar siempre mayor para solamente unos pocos, a costa de la mayoría de pobres. Frente al vivir mejor para unos pocos, hay que enarbolar la bandera del “vivir bien” para todos

Para los cristianos este “buen vivir” forma parte de la sabiduría del Reino, del mensaje evangélico de Jesús, del proyecto de comunión o koinonía que hunde sus raíces en el misterio trinitario de Dios, que es comunión en la diversidad. Estamos llamados a vivir en comunión y armonía con toda la humanidad y sus diferentes razas, sexos, culturas y religiones, a vivir en armonía con la tierra y toda la creación, y a vivir en comunión gozosa con el Padre, en Cristo por el Espíritu que nos comunica su vida divina. Estamos invitados a sentarnos todos en la mesa del banquete de la creación, en la mesa del Reino, donde todos compartimos fraternalmente el pan nuestro de cada día. La eucaristía es el símbolo eclesial de este proyecto de comunión.

Vivir bien comporta profundos cambios en nuestro modo de pensar y de vivir, significa valorar la dignidad de los pobres, de las diferentes culturas y religiones, de las diferentes formas de vivir la sexualidad, valorar la dignidad de la tierra, la dignidad de la vida, la dignidad de la fe en el misterio de Dios revelado en Cristo y que por el Espíritu se hace sacramento visible y comunitario en la Iglesia, significa luchar por un mundo diferente, una sociedad diferente y una Iglesia diferente, más evangélica y nazarena.

Las culturas de pueblos originarios, hoy social y económicamente marginados, poseen una sabiduría milenaria que algo nos puede enseñar a nuestro mundo de hoy.

Cochabamba 23 de septiembre del 2010

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