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sábado, 23 de octubre de 2010

Palabra para la Misión: Misión es: “hacer del planeta la casa de todos los pueblos”


XXX Domingo del T. O. - Año C - 24.10.2010
Publicado por Euntes

Eclesiástico 35,15b-17.20-22a / Salmo 33 / 2Timoteo 4,6-8.16-18
Lucas 18,9-14

Reflexiones

En la Palabra de Dios para este domingo, Día Mundial de las Misiones, sobresale la figura de Pablo, el infatigable y ardiente anunciador del Evangelio a los pueblos que no pertenecían al judaísmo, ad gentes, a los gentiles, a los paganos, a los pueblos, como se dice técnicamente en los documentos del Concilio Vaticano II. En el pasaje de hoy tomado de la segunda carta al discípulo Timoteo (II lectura) Pablo prevé su próximo martirio, está “a punto de ser sacrificado” (v. 6). En la inminencia de su partida, Pablo goza de una consoladora certeza interior: “He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe” (v. 7). Su certeza se basa sobre la fe, aunque la fe no excluye que el hombre, el apóstol, experimente su fragilidad y pase por momentos de miedo. En la prueba Pablo ha hecho experiencia de la cercanía del Señor, que “me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran todos los gentiles” (v. 17).


Aunque breve, esta palabra de Pablo presenta todo el itinerario de la misión confiada por Jesús a los Apóstoles y a la Iglesia: el envío, el anuncio, la universalidad, la dificultad, la fe, la comunidad, el testimonio, los resultados, el martirio… Realidades que Pablo vive con la certeza de la presencia del Señor. En esto, Pablo es modelo del misionero que va y anuncia el Evangelio confiando totalmente en el Señor. De no haber sido un fariseo convertido a la lógica de Cristo, Pablo hubiera podido ostentar sus méritos de batalla, victoria y fidelidad (v. 7). En el momento final de su existencia (v. 6), no hace hincapié en sus méritos personales, sino que profesa su adhesión y plena confianza en el Señor Jesús, el cual no abandona a los que desean su venida (v. 8). Pablo atribuye al Señor el éxito de la misión cumplida, alaba y se abandona a Aquel que lo salvará y lo llevará a su reino del cielo (v. 18).

El Señor Jesús convoca e involucra a todo bautizado en la misión a los pueblos. El cristiano sirve a la Misión orando, saliendo y colaborando con quienes salen. Orando, ante todo (I lectura). La oración insistente del pobre y del oprimido tiene una fuerza particular ante el Señor, el cual, si bien acoge a todos, “escucha las súplicas del oprimido”, del huérfano y de la viuda (v. 13-14). Según su justicia, el Dios de la Biblia restablece la equidad (v. 18) tomando partido por el pobre. Jesús lo confirma con la parábola de los dos orantes en el templo, el fariseo y el publicano, en un díptico exclusivo de Lucas (Evangelio). El fariseo -¡supuestamente justo!- sigue su lógica humana, al exponer ante Dios sus prácticas morales y cumplimientos ejemplares (v. 11-12), en virtud de lo cual, a su juicio, merece ser premiado. El fariseo no espera recibir la salvación como un don, sino como un derecho adquirido con sus buenas obras. En la oración del fariseo no se ve apertura a Dios, sino tan sólo una auto-ostentación y, por consiguiente, alejamiento y rechazo de los demás (v. 11-12). El Señor, por el contrario, ofrece la salvación al que, con humildad, sabe que no es digno de ella: al publicano, que ciertamente ha pecado, pero implora compasión (v. 13). Al final, tan sólo éste baja a su casa “justificado”, es decir, hecho justo por Dios (v. 14). Al fariseo no se le pide que renuncie a su vida de cumplimientos, sino que abandone la imagen falsa de un Dios contable y cajero, condicionado por las obras humanas. El publicano, en cambio, que ha experimentado la misericordia gratuita de Dios, verá florecer en su vida las obras buenas como signo de que el Señor -¡tan sólo Él!- lo hace justo.

Los misioneros que dejan huellas en la historia (como Pablo, Javier, Comboni, Cabrini, Teresa de Calcuta…) están convencidos de que son guardianes y pregoneros de un Evangelio que nos viene del corazón de Dios para la vida del mundo. Siguiendo los pasos de estos grandes, cada misionero y misionera, cada cristiano, en virtud del bautismo, está llamado a anunciar a otros el Evangelio. Benedicto XVI lo considera un servicio urgente y prioritario a la familia humana: “es el primer servicio que la Iglesia debe prestar a la humanidad de hoy, para orientar y evangelizar los cambios culturales, sociales y éticos; para ofrecer la salvación de Cristo al hombre de nuestro tiempo”. (*)


Para propagar el Evangelio, el testimonio personal es más importante en la escuela de la vida que las palabras; como afirmaba ya el mártir San Ignacio de Antioquía, al comienzo del segundo siglo: “Es mejor ser cristiano sin decirlo, que proclamarlo sin serlo”. Además de las formas clásicas de colaboración misionera (oración, sacrificio, actos de solidaridad, vocaciones…), Benedicto XVI, en su mensaje para el DOMUND de este año, señala el objetivo de la fraternidad universal: “En una sociedad multiétnica que experimenta cada vez más formas de soledad y de indiferencia preocupantes, los cristianos deben aprender a ofrecer signos de esperanza y a ser hermanos universales, cultivando los grandes ideales que transforman la historia y, sin falsas ilusiones o miedos inútiles, comprometerse a hacer del planeta la casa de todos los pueblos”. Un desafío apasionante para cualquiera. ¡Un desafío irrenunciable de la Misión!



Palabra del Papa

(*) «En este Día Mundial de las Misiones, en el que la mirada del corazón se dilata por los inmensos ámbitos de la misión, sintámonos todos protagonistas del compromiso de la Iglesia de anunciar el Evangelio. El impulso misionero siempre ha sido signo de vitalidad para nuestras Iglesias (cf Redemptoris missio, 2) y su cooperación es testimonio singular de unidad, de fraternidad y de solidaridad, que hace creíbles anunciadores del Amor que salva».

Benedicto XVI
Mensaje para el DOMUND 2010


Siguiendo los pasos de los Misioneros

- 24/10: Día Mundial de las Misiones, con el tema: “Comunión eclesial y misión”.

- 24/10: S. Antonio María Claret (1807-1870), español, predicador de misiones populares, fundador, obispo de Santiago de Cuba. Murió en exilio en Francia.

- 24/10: B. Luis Guanella (1842-1915), sacerdote, fundador de dos institutos para la asistencia a los pobres.

- 24/10: Día de las Naciones Unidas (organización creada en 1945).

- 27/10: Recuerdo del encuentro de los representantes de las Iglesias cristianas, comunidades eclesiales y religiones mundiales, convocados en Asís por Juan Pablo II para una Jornada de Oración por la Paz (1986).

- 28/10: En Lima (Perú) la fiesta del “Señor de los Milagros”, imagen milagrosa del Crucificado realizada por un esclavo africano (ca. 1651), muy venerada por el pueblo.

- 28/10: SS. Apóstoles Simón el Cananeo (zelota) y Judas Tadeo.

- 29/10: Recuerdo del Mensaje “Africae Terrarum”, de Pablo VI a África (1967).
- 30/10: B. Alejo Zaryckyj (1912-1963), sacerdote griego-católico de Ucrania, muerto mártir en un campo de concentración en Dolinka, en Kazajistán.

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WebJCP | Abril 2007