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MISIONEROS EN CAMINO: Noticias Misioneras del Mundo: 23 de Octubre de 2010
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sábado, 23 de octubre de 2010

Noticias Misioneras del Mundo: 23 de Octubre de 2010

- "La visita del Papa a Barcelona puede suscitar nuevas vocaciones misioneras", afirma el cardenal Martínez Sistach
- El obispo de Córdoba: "Que nada ni nadie merme esta colecta del DOMUND"
- Mons. Ureña, arzobispo de Zaragoza: "El DOMUND nos invita a todos a orar y a comprometernos"
- "Los misioneros dejan atrás a los suyos para acompañar a otros en la fe", afirma el nuevo obispo de Teruel
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“La visita del Papa a Barcelona puede suscitar nuevas vocaciones misioneras”, afirma el cardenal Martínez Sistach
OMPRESS-BARCELONA (22-10-10) El cardenal Lluís Martínez Sistach, arzobispo de Barcelona, se dirige a sus diocesanos, con motivo del DOMUND, invitándoles en esta jornada a acompañar con la oración y con la aportación solidaria a los misioneros que “dan testimonio de Cristo en los lugares más lejanos y más difíciles, a menudo con el sacrificio de su vida”.
“La Iglesia católica celebra el domingo en todo el mundo el Domingo Mundial de las Misiones, entre nosotros abreviado como la Jornada del Domund. Este año tiene por lema “Queremos ver a Jesús”, unas palabras del Evangelio de San Juan (Jn 12,21).
Tal petición fue hecha al apóstol Felipe por algunos griegos, llegados a Jerusalén con motivo de la peregrinación de la fiesta de Pascua. Esta misma petición resuena en nuestros corazones en este día de las misiones, cuando se nos recuerda que el compromiso de anunciar a Jesús recae sobre toda la Iglesia, que es “misionera por su propia naturaleza”, como afirma el Concilio Vaticano II.
“Como aquellos peregrinos griegos de hace dos mil años –dice el Papa en su mensaje -, también los hombres de nuestro tiempo, quizás no siempre de forma consciente, piden a los creyentes no sólo que les hablen de Jesús, sino también que lo hagan visible, que hagan resplandecer el rostro del Redentor en cada rincón de la tierra ante las generaciones del nuevo milenio, y en especial ante los jóvenes de todos los continentes.”
La Iglesia existe para hacer presente a Jesús y para anunciar su Evangelio. El impulso misionero no es una necesidad exclusiva de los llamados países de misión. Últimamente ha crecido en Europa la conciencia de que incluso las antiguas naciones de tradición cristiana necesitan vivir este compromiso misionero.
En este domingo del Domund, hago mío este deseo del Santo Padre Benedicto XVI, que ha titulado así su mensaje para esta Jornada: “La construcción de la comunión eclesial es la clave de la misión”. La comunión eclesial nace del encuentro con Jesucristo. La Iglesia se convierte en comunión sobre todo a partir de la eucaristía, en la que Cristo, presente en el pan y el vino consagrados, con su sacrificio de amor edifica la Iglesia que es su cuerpo, nos une al Dios uno y trino, y nos une entre nosotros.
Sin embargo, este amor no nos lo podemos guardar para nosotros, como un bien que disfrutáramos dentro de nuestra conciencia o de nuestras comunidades. Todos nos hemos de sentir protagonistas del compromiso de la Iglesia de anunciar el Evangelio de Jesús. El impulso misionero siempre ha sido signo de vitalidad de nuestras comunidades cristianas.
La visita apostólica del Santo Padre Benedicto XVI a Barcelona los próximos días 6 y 7 de noviembre nos enriquecerá con su solicitud en favor de todas las Iglesias extendidas de Oriente a Occidente. Su presencia entre nosotros y su magisterio alimentará la apostolicidad y la catolicidad de nuestra Iglesia diocesana y nos ha de hacer más misioneros y más evangelizadores para que el Evangelio sea anunciado aquí y en todo el mundo. La visita del Papa puede suscitar nuevas vocaciones misioneras entre los sacerdotes y los laicos.
Cuando ya sólo faltan dos semanas para que tengamos entre nosotros al Papa, que vendrá a “confirmarnos en la fe en Jesucristo”, hemos de sentir muy vivos los compromisos de dar testimonio de Jesucristo con hechos y con palabras, y de ayudar a los misioneros y las misioneras que tanto trabajan para que los hombres y las mujeres de nuestro tiempo puedan también, como aquellos griegos de hace dos mil años, “ver a Jesús”.
En nombre de la Iglesia de Barcelona, deseo hacer un reconocimiento explícito y muy agradecido a todos los misioneros y las misioneras que dan testimonio de Cristo en los lugares más lejanos y más difíciles, a menudo con el sacrificio de su vida. Por ello hemos de acompañarles, sobre todo en esta jornada, con la oración y, a pesar de las dificultades económicas del presente, con nuestra aportación solidaria, que las Obras Misioneras Pontificias hacen llegar a las jóvenes Iglesias más necesitadas.



El obispo de Córdoba: “Que nada ni nadie merme esta colecta del DOMUND”
OMPRESS-CÓRDOBA (22-10-10) Carta del DOMUND 2010 del obispo de Córdoba, Mons. Demetrio Férnández:
“Con este lema se nos presenta el domingo mundial de las misiones (DOMUND), para recordarnos que la Iglesia “es misionera por naturaleza” (AG 2), es decir, está llamada a expandir el mensaje evangélico por toda la tierra y en todos los tiempos. “La Iglesia es en Cristo como un sacramento o signo e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad de todo el género humano” (LG 1). Este año, octubre misionero ha estado repleto de gracias de Dios para nuestra diócesis de Córdoba.
El pasado día 6 de octubre, en la sesión constituyente del IX Consejo presbiteral, eran presentadas las líneas fundamentales de una colaboración estable entre la diócesis de Córdoba y la Prelatura de Moyobamba-Perú. Un acuerdo firmado por uno y otro obispo establece que la diócesis de Córdoba asume el compromiso estable de atender una zona pastoral, que el obispo de Moyobamba determina. La diócesis de Córdoba tendrá una presencia estable de al menos dos sacerdotes, con la posible presencia de alguna Congregación religiosa, a los que pueden acompañar otros seglares. Es como si nuestra diócesis de Córdoba se “alargara” hasta Moyobamba. Lo cual constituirá como un pulmón de oxígeno permanente, que nos haga respirar con los pulmones de la Iglesia universal.
En estos días ha comenzado esta experiencia, que he tenido la suerte de inaugurar, acompañando a nuestros sacerdotes diocesanos y dejándolos instalados en su nueva parroquia de Ntra. Señora del Perpetuo Socorro, provincia de Picota, departamento de San Martín. El año jubilar de san Francisco Solano, que evangelizó por vez primera tantos territorios de Perú, Bolivia, etc., nos ha traído a nuestra diócesis esta gracia singular, que pedimos al Señor sea duradera por su intercesión.
Pero el Domund nos habla de ese horizonte universal de la Iglesia, que se extiende a toda la tierra. La misión universal de la Iglesia, que preside el Papa y los obispos en comunión con él, tiene en este domingo esa perspectiva, que está canalizada a través de las Obras Misionales Pontificias (OMP). En esta jornada miramos al Papa y a todo el horizonte misionero en el que dejan su vida miles y miles de hombres y mujeres para que Cristo sea conocido y amado. Una de las hazañas más preciosas en el campo de la evangelización es precisamente la obra misionera a lo largo de los siglos. Mirada en su conjunto, uno percibe que sólo puede ser obra de la gracia de Dios. Cómo es posible que tantos hombres y mujeres (seglares, familias enteras, religiosos/as, sacerdotes, obispos) hayan entregado su vida entera y hayan sostenido su entrega en condiciones muy precarias y a costa de su salud, dejando atrás su tierra, sus amigos, su familia, todo por seguir a Jesucristo y anunciarlo a los que no lo conocen. Cuando visito estos campos de misión en la vanguardia de la Iglesia, siento el entusiasmo renovado de dar y gastar mi vida para que Cristo sea conocido donde Dios me ha colocado, y se me quitan las ganas de quejarme de nada, sino, por el contrario, de ofrecerlo todo por las misiones y los misioneros.
Sólo la gracia de Dios puede explicarlo. Dios es el que fortalece, sostiene y alienta esta tarea. Por eso, es necesario que apoyemos sobre todo con la oración y el sacrifico la obra de las misiones. Los enfermos misioneros, las vocaciones contemplativas con su ofrenda a Dios de cada día, todos los que rezan y se sacrifican por las misiones. La Delegación diocesana de Misiones tiene este especial cometido, el de estimular en toda la diócesis el espíritu misionero, que tanto bien nos hace. El Domund es una llamada a ejercer todos como misioneros. De ese interés alimentado en la oración y en el sacrificio, brotará la limosna generosa, con la que sostener materialmente a los misioneros de todo el mundo. Que nada ni nadie merme esta colecta del Domund, que ponemos en manos del Papa, a través de las OMP, para atender a las misiones de la Iglesia universal. Los misioneros han demostrado que con poco hacen muchísimo. Si somos más generosos podrán hacer mucho más. Con mi afecto y bendición.”



Mons. Ureña, arzobispo de Zaragoza: “El DOMUND nos invita a todos a orar y a comprometernos”
OMPRESS-ZARAGOZA (22-10-10) Mons. Manuel Ureña, arzobispo de Zaragoza, escribe la siguiente carta a sus diocesanos con motivo del DOMUND.
“El día 24 de octubre, Domingo XXX del tiempo Ordinario, celebramos en toda la Iglesia la Jornada Mundial de las Misiones. Esta Jornada nos ofrece cada año la oportunidad de renovar el compromiso de anunciar el Evangelio a todos los hombres y de conferir a nuestras actividades pastorales ordinarias un carácter misionero más amplio. Al mismo tiempo, la presente Jornada, que reconocemos inmediatamente por las siglas DOMUND, nos invita a todos a orar y a comprometernos, aun contando con las dificultades económicas del momento, a prestar ayuda también material al mantenimiento de las Iglesias jóvenes.
A través de la valiosa mediación de las Obras Misionales Pontificias (OMP), este gesto de amor contribuirá a sostener la formación de sacerdotes, de seminaristas y de catequistas en las tierras de misión más lejanas y dará ánimo y aliento a las jóvenes comunidades eclesiales.
Este año, el lema del día del DOMUND dice así: “Queremos ver a Jesús”. El lema reproduce el texto de Jn 12,21. Con esta expresión algunos de los griegos que habían llegado en peregrinación a Jerusalén para celebrar la Pascua presentan al apóstol Felipe la petición de ver a Jesús, de conocer al Señor. Estos tales, los griegos (v 20) que quieren ver a Jesús (Jn 12,21), son probablemente prosélitos de los judíos, y representan claramente al mundo gentil (cf Jn 7,35).
El texto evangélico de Jn 12, 21 nos increpa e interpela fuertemente a los cristianos de hoy, muy cansados de tanto bregar, a punto muchas veces de arrojar la toalla y tentados a renunciar a la evangelización del mundo y a reducir nuestra acción pastoral a los límites angostos de los creyentes convencidos. Es, en suma, la tendencia espontánea a replegarse a los cuarteles de invierno cuando fuera arrecia el frío.
A esta postura sin duda judaizante contribuye mucho la cultura de hoy, una cultura postmoderna, marcada por el cansancio de los metarrelatos universalistas de la Ilustración, decidida a anclarse en lo concreto, a practicar el culto a la diferencia y a concluir en la negación de la existencia en el hombre de una vocación universal a la búsqueda de la verdad. Para la cultura postmoderna existe sólo el individuo. Y el individuo, precisamente por ser tal, es incomunicable. Por tanto, el horizonte de cada sujeto no tiene nada que ver con los horizontes de los demás. Finalmente y como obvia consecuencia, si los sujetos, entendidos falsamente como meros individuos, son radicalmente distintos e incomunicables, entonces también lo serán sus respectivos discursos. Así las cosas, ¿en dónde queda la legitimidad del anuncio del Evangelio de Cristo a todos los pueblos? ¿No será ésta una pretensión ilusa, carente de todo fundamento antropológico real y, por ende, llamada al fracaso? En no pocos cristianos de nuestra época, marcada ésta fuertemente por el clima espiritual de una postmodernidad difícil de superar, han hecho mella estas preguntas. Y el resultado no ha sido otro que el repliegue de muchos sobre sí mismos y la aparición en no pocos espíritus de un acusado déficit de ardor evangelizador.
En efecto, si el interés por el Evangelio, por la persona de Jesús, no es universal, entonces el anuncio del Evangelio cae en tierra seca, en pedregales sin tierra y sin agua. Con lo cual, la semilla evangélica no puede nunca germinar, y la misión evangelizadora se torna inviable. Pero el interés por Jesús, que es el ‘universal concreto’, sí es universal.
Para salir al paso de esta terrible tentación escribió el Papa Juan-Pablo II en 1990 su gran encíclica Redemptoris Missio, ‘sobre la validez permanente del mandato misionero’. Y dentro de esta misma preocupación se mueve también el lema del Domund de este año. “Querer ver a Jesús” es, contrariamente a lo que mantiene la tesis postmoderna, algo natural y primario en toda persona humana. Por tanto, el deseo de ver a Cristo, de encontrarse con él y de descansar en él es algo propio de todo tiempo, de todo espacio y de todo hombre. Cristo afecta a los hombres de ayer y a los hombres de hoy, a los ciudadanos de Europa y a los ciudadanos de los otros continentes, a judíos y a griegos. Y la razón de ello estriba en que toda persona humana aspira a conocer el universal, a ver a Dios, al Dios verdadero; y éste, el Dios verdadero, sólo se alcanza plenamente en el Jesús de la historia, en el ‘universal concreto’, perfectamente reflejado en la fe de la Iglesia. De ahí que los Santos Padres dijeran con razón que el alma del hombre, de todo hombre, es ‘naturaliter christiana’.
Con palabras que destilan siempre la miel de la sabiduría, escribe el Papa Benedicto XVI en su Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones: “Como los peregrinos griegos de hace dos mil años, también los hombres de nuestro tiempo, quizás no siempre conscientemente, piden a los creyentes, no sólo que hablen de Jesús, sino que ‘hagan ver a Jesús’, que hagan resplandecer el rostro del Redentor en cada ángulo de la Tierra ante las generaciones del nuevo milenio, y especialmente ante los jóvenes de todos los continentes, destinatarios privilegiados y sujetos activos del anuncio evangélico”.
Tengamos, pues, confianza en el Evangelio y creamos más en el hombre, en el hombre real, en ese hombre naturalmente hambriento de Dios y que, inserto hoy en una sociedad multiétnica, experimenta de modo creciente formas de soledad y de indiferencia sin duda preocupantes, pero que tiene que superar. Salgamos sin miedo al encuentro de los hombres. Y, sin falsos respetos, mostrémosles con gozo la faz del Señor. Tal mostración se hará de modo creíble si va acompañada, en los testigos del Evangelio, de una profunda conversión personal, comunitaria y pastoral.”



"Los misioneros dejan atrás a los suyos para acompañar a otros en la fe", afirma el nuevo obispo de Teruel
OMPRESS-TERUEL (22-10-10) El recién nombrado obispo de Teruel y de Albarracín, Mons. Carlos Escribano Subías, dirige con motivo de la celebración del próximo domingo la siguiente carta a los fieles de su diócesis:
“Celebra la Iglesia este domingo la tradicional jornada del Domund. El lema que se propone este año desde las Obras Misionales Pontificias para vivir con fecundidad esta jornada, pertenece al Evangelio de San Juan: “Queremos ver a Jesús”. Estas palabras, dirigidas al apóstol Felipe, son puestas en los labios de un grupo de griegos en Jerusalén. Aquellos hombres expresan un deseo que se corresponde con una invitación, más que individual, hecha por el mismo Felipe a Natanael: “Ven y verás”.
Estamos ante una secuencia de hechos que es bueno no olvidar: la respuesta solícita e interesada de aquellos griegos surge de una invitación efectuada previamente por alguien. Esa es la lógica de la evangelización y de la misión. Alguien, anuncia, interpela, llama, en el fondo suscita una inquietud interior que da lugar a una respuesta que se trasformará en una petición: queremos ver a Jesús. Y esa es la labor del misionero, la de cada uno de nosotros: mostrar el rostro amoroso de Jesucristo a los hombres, dar respuesta en nuestro contexto histórico a una necesidad que ha surgido en el corazón del hombre. Todos los cristianos, por el bautismo, estamos llamados a ser misioneros. A proponer la grandeza de un Amor que ha trasformado nuestra vidas y que pueden también trasformar el mundo entero.
En esta jornada del Domund, queremos encomendar de modo especial a tantos misioneros que a los largo de los años, han dejado atrás a los suyos para intentar mostrar a los hombres la fuerza del mensaje del Evangelio. Son muchos los sacerdotes, religiosos y laicos que un día dieron un si radical al Señor, para acompañar en la fe a otros creyentes en distintos lugares del mundo. En nuestra diócesis de Teruel y de Albarracín tenemos este año la inmensa alegría de que un sacerdote diocesano misionero, D. Joaquín Gimeno, ha sido nombrado obispo de la diócesis de Comodoro- Rivadavia en la Patagonia argentina. El nombramiento de D. Joaquín, que nos llena de orgullo a todos los turolenses, y el trabajo muchos paisanos nuestros en distintos países, se convierten en un recordatorio para que en
nuestra Iglesia no disminuya el espíritu misionero.
Rezar incesantemente por ellos, apoyarles económicamente en las iniciativas de desarrollo y evangelización que ponen en marcha y actualizar ante su testimonio nuestro empeño evangelizador, pueden ser tres propuestas que nos ayuden a concretar en la práctica la jornada del Domund que estamos celebrando.
Que Dios bendiga a todos los misioneros y a las personas y comunidades cristianas con las que comparten su vida y su fe.”

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WebJCP | Abril 2007