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martes, 12 de octubre de 2010

Los pecados de la Iglesia en África

P. Bernardo Baldeón
Por Antena Misionera

Diecisiete países africanos celebran este año su independencia política de las colonias europeas. Curiosamente coincide con los doscientos años de independencia de varios países latinoamericanos.
Sin duda es un motivo de alegría. Aunque no todo sea tan feliz como los titulares dan a entender.

La mera independencia política de un país puede reducirse a algo parecido al “decorado” de una película si detrás no hay una independencia económica, comercial y unas posibilidades de desarrollo autónomo que les permitan recuperar su identidad y superar los conflictos y dependencias que se crearon en la época de la colonización europea.

Muchos países de África consiguieron una independencia “vigilada o controlada” ya que los intereses económicos de las antiguas colonias seguían siendo muy importantes y su economía dependía, en buena parte, de las materias primas provenientes de África.

Tampoco el proceso de independencia contribuyó mucho a generar una mayor justicia social en el continente o a superar los conflictos internos promovidos por el sistema colonial.

Hemos de reconocer que durante mucho tiempo la presencia y la acción de la Iglesia en África ha estado unida al proceso colonizador. Actuaba amparada por los países europeos.

Algo parecido ocurrió en América Latina hace siglos, aunque en ambos casos no faltaron voces críticas de los misioneros denunciando los abusos de los estados europeos.

Hace ahora un año se celebraba la “II Asamblea especial para África del Sínodo de los Obispos”. No es casualidad que el tema elegido fuera “La Iglesia en África al servicio de la reconciliación, la justicia y la paz”.
Es evidente que el trabajo de la mayoría de los misioneros en África ha ido encaminado a un anuncio evangélico comprometido con la búsqueda de un nivel de vida más humano, más justo buscando una paz basada en la reconciliación.

Pero si el Sínodo de los Obispos eligió ese tema, es porque se veían grandes deficiencias.

Los lazos, más o menos confesados, que unían a la Iglesia con las potencias colonizadoras, no le permitieron tener la suficiente libertad evangélica para comprometerse con la reconciliación, la justicia y la paz en el continente.

Con razón escribía un misionero africano hace poco: “La Iglesia en África tiene que dirigirse a ocuparse de los pecados acumulados del pasado de África que siguen aplastando a su pueblo. Tiene que empeñarse en purificar la memoria colectiva, para ayudar a reparar las tensas relaciones y restablecer la relación fructífera y armoniosa entre los distintos sectores de la realidad llamada África” (Paul Saa-Dade Ennin).

Existen graves problemas en la relación entre los pueblos africanos y entre los países de África y sus antiguas colonias. Mientras no se solucionen no se podrán hablar de una auténtica libertad en África.

La Iglesia ha tenido su parte de responsabilidad en esa situación de pecado porque enfrenta a personas y pueblos y produce muertes injustas.

Como Iglesia en África tenemos delante un largo camino de reconciliación basado en la justicia. Y no basta quedarse en proclamaciones, cartas pastorales, documentos o expresión de buenos deseos. Debemos poner todos los medios para una reconciliación social e internacional. Será la forma de superar nuestros pecados del pasado.

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WebJCP | Abril 2007