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MISIONEROS EN CAMINO: XXVI Domingo del Tiempo Ordinario (Lc 16, 19-31) - Ciclo C: Liturgia, Reflexiones, Exégesis y Oración
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jueves, 23 de septiembre de 2010

XXVI Domingo del Tiempo Ordinario (Lc 16, 19-31) - Ciclo C: Liturgia, Reflexiones, Exégesis y Oración


Pobres ricos
Publicado por DABAR

La historia del pobre Lázaro y del rico Epulón reúne todos los ingredientes de los culebrones que tanto éxito tienen en nuestras televisiones: El malo malísimo que se lo pasa bomba (mientras no le pillan). El requetebueno sufriente que al final será recompensado con la mejor de las vidas, y una comparsa de personajes que no pintan mucho, y cuya salvación o perdición depende sólo del cariño que les tenga el guionista.

Estas historias tan de cartón encantaban a los seguidores de Jesús. Y Él aprovechaba estas ocasiones para ilustrarles –e ilustrarnos- acerca de lo que debe ser el comportamiento de los que acogen la Palabra del Señor en su corazón. Y digo acogen porque no es suficiente con escucharla: acoger la Palabra lleva más allá y fuerza a ponerse en marcha y a hacer los cambios oportunos para que se convierta en vida y en acción cada día, todos los días.

Sé que, puestos a definirse, formo parte del grupo de los ricos. Vivo en el primer mundo y no paso necesidad de nada de lo necesario; incluso de nada de lo superfluo. Y mi preocupación cotidiana viene más del lado del enseñar austeridad que del de sufrirla. Formo parte del grupo de los que, junto a Epulón, viven alegremente en la abundancia. Puede que me preocupe a veces de juntar las sobras y acercarlas a la puerta de la cocina para que alguien se beneficie de ellas. Pero poco más. Por mucho que me interese por el trabajo social de mi parroquia y aunque les dedique algún que otro rato, no conozco el rostro de Lázaro, ni sé de su verdadero sufrimiento.

En los tiempos-de-la-crisis, (esa cosa que nos viene al pelo para englobar todos los comportamientos insensatos del consumismo) suena casi subversivo reconocerse rico. Pero es que no puedo pensar en mí, ni en nadie de mi cercanía como pobre. Apreturas haberlas, haylas. Pero hay platos en la mesa (la propia o la vecina) familias que apoyan y amigos que no dan de lado. Y hay también quien no tiene más que su miseria, y esos sí son pobres de verdad.

Nunca he pasado hambre. Y por eso soy incapaz de imaginar cómo sería este comentario si así hubiera sido. La solidaridad llega sólo a la imaginación, y en días como el de hoy, que tengo que encontrar palabras para explicar la necesidad de unos frente a la superficialidad de otros, me da apuro que cualquier cosa que ponga quede vacía de contenido y llegue, por su misma vaciedad, a sonar melosa o cursi.

Epulón era un inconsciente que no veía más allá de sus narices, ni de la puerta de su casa. Seguramente no era mala persona, pero le faltaba el convencimiento de que podría cambiar algo si se empeñaba. Quizá sólo con salir de casa y pasearse un poco habría tomado conciencia de lo grande que es el mundo y lo diversas que son las situaciones vitales. Tuvo que morirse para ver cómo son de verdad las cosas, y para desear volver y contar a los suyos que aún podían cambiar.

Tenemos Lázaros en todas partes: en las puertas de casa, del barrio y de la ciudad. En nuestras fronteras intentando entrar en busca de una vida mejor, y en nuestro vecindario anhelando un poco de compañía. Y éste es uno de esos evangelios de al pan, pan y al vino, vino. No encuentro manera de entenderlo más que tal y como viene: hagamos caso de lo que nos dicen que con esta forma de consumir y el mal reparto que hacemos de los bienes de la tierra, estamos más cerca de romper la baraja que de seguir jugando.

Y a ver por qué han de esperar los pobres a morirse para disfrutar de la presencia de Dios. ¿No sería más mejor empezar a celebrarla todos juntos aquí abajo, en todas las formas que el amor al prójimo nos enseña? Dice la lectura que el rico Epulón “banqueteaba” con sus amigos cada día. De todas las cosas de que gozamos (pan, amor, consuelo, cariño, compañía, calor, incluso dinero….) podemos hacer un banquete si las ponemos en común.


A. GONZALO
aurora@dabar.net



DIOS HABLA

AMOS 6, 1a.4 7
Así dice el Señor todopoderoso: «¡Ay de los que se fían de Sión y confían en el monte de Samaria! Os acostáis en lechos de marfil; arrellanados en divanes, coméis carneros del rebaño y terneras del establo; canturreáis al son del arpa, inventáis, como David, instrumentos musicales; bebéis vino en copas, os ungís con perfumes exquisitos y no os doléis del desastre de José. Pues encabezarán la cuerda de cautivos y se acabará la orgía de los disolutos».

I TIMOTEO 6,11 16
Hombre de Dios, practica la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la delicadeza. Combate el buen combate de la fe. Conquista la vida eterna a la que fuiste llamado, y de la que hiciste noble profesión ante muchos testigos. En presencia de Dios, que da la vida al universo, y de Cristo Jesús, que dio testimonio ante Poncio Pilato con tan noble profesión: te insisto en que guardes el mandamiento sin mancha ni reproche, hasta la manifestación de nuestro Señor Jesucristo, que en tiempo oportuno mostrará el bienaventurado y único Soberano, Rey de los reyes y Señor de los Señores, el único poseedor de la inmortalidad, que habita en una luz inaccesible, a quien ningún hombre ha visto ni puede ver. A él honor e imperio eterno. Amén.

LUCAS 16,19 31
En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: «Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día. Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico. Y hasta los perros se le acercaban a lamerle las llagas. Sucedió que se murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán. Se murió también el rico, y lo enterraron. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritó: “Padre Abrahán, ten piedad de mi y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas”. Pero Abrahán le contestó: “Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces. Y además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que no puedan cruzar, aunque quieran, desde aquí hacia vosotros, ni puedan pasar de ahí hasta nosotros”. El rico insistió: “Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que, con su testimonio, evites que vengan también ellos a este lugar de tormento”. Abrahán le dice: “Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen”. El rico contestó: “No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a verlos, se arrepentirán”. Abrahán le dijo: “Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto”».



EXEGESIS

PRIMERA LECTURA
Contexto histórico. El éxito de Jeroboam II, rey de Israel, en restablecer las antiguas fronteras del imperio davídico (2 Re 14,25ss) provoca el optimismo del pueblo, cayendo en el pecado de orgullo nacionalista. En realidad, el éxito es meramente coyuntural debido a la decadencia política de Asiria y Siria, declive que permite a Israel vivir momentos de gran euforia.
En Samaria, algunos se enriquecen a costa de otros, y el lujo se nota por doquier: se construyen 'casas de sillares' (5,1 l), se acuestan '...en lechos de marfil' (6,4) divirtiéndose sin moderación ni escrúpulo (4,1; 6,4 6), se consideran flor y nata del orbe, no prevén peligro alguno y aplican un cetro de violencia (v.3; cfr. 9,10; ¡s. 22,12ss)...

Texto. Am 3 6 es una colección de breves oráculos de amenaza contra el pueblo de Israel que desarrollan el de 2,6ss. Todos empiezan con esta fórmula: 'Escuchad esta palabra...', ¡Ay de los que...!
El cap. 6,1 7 expone, con precisión, la conducta de los dirigentes del pueblo (vs. 1 6) y acaba con un breve oráculo de amenaza (v.7). Con ironía suma, Amós describe el lujo y goces a los que se entrega gente tan despreocupada (vs. 4 6): 'arrellanarse en divanes' no sólo es costumbre lujosa e inusual en Israel sino que también connota apoltronamiento, vivir sin percatarse de la dura realidad en la que otros se mueven (nuestro 'aquí me las den todas'); tocan el arpa, como David, pero sólo para divertirse; beben en copas que sólo deberían estar destinadas al culto (Ex 38,3; Nm 4,14)... Creen que, dedicándose a los placeres de la mesa, contribuyen a los intereses del pueblo; sólo viven para la fiesta, se muestran incapaces por aliviar la desgracia del pueblo, 'del desastre de José'.
'Pues ahora' introduce el oráculo de condena (v.7): la inminencia del castigo caerá como jarra de agua fría sobre las ilusiones alienantes de los samaritanos. Y los que se creían 'flor y nata' de los pueblos acabarán ocupando el lugar que les corresponde: 'encabezarán la cuerda de los deportados' (v. 1b).

Reflexiones. Nuestra postura como la del pueblo de Israel, suele ser la del avestruz: tapamos nuestros ojos y no queremos ver la realidad que nos rodea. Insensibles a los demás, sólo nos interesa lo que provoca gozo: el nuevo chalet de pizarra y sillares, el mueble lacado, el último modelo de coche, el abrigo de visón... ¿Que otros lo pasan mal? Ni queremos enterarnos. ¿Que otros países pasan hambre, que existen millones de niños famélicos, que aumenta el número de parados en el mundo, que...? No nos importa. Seguimos arrellanados en confortables divanes, comemos carne todos los días, bebemos hasta emborracharnos, nos divertimos sin conocimiento...
Ni siquiera se nos pasa por la cabeza el que un día podamos ir a la cabeza de los deportados. ¡La católica España... flor y nata de la religiosidad mundial...! Nuestros templos todavía son visitados en un tanto por ciento muy elevado; aunque no practiquemos, aún nos declaramos católicos... Y, mientras tanto, gozamos a costa de los demás, trabajamos con el sudor de los otros, seguimos apoltronados en nuestro bienestar sin preocuparnos de nadie ni de nada... ¡Si el profeta Amos levantara la cabeza!


SEGUNDA LECTURA

Exhortación conclusiva a "Timoteo". Se trata de recomendaciones generales a actitudes válidas para todos los ministros representados en la figura del Timoteo, ficticio destinatario del escrito, y aplicables también a todos los cristianos. Estos destinatarios, en espacial lo ministros, se contraponen a los falsos doctores censurados en diversas secciones precedentes.

Los vv. 12b-24 puede contender una alusión, una especie de "ordenación" que en este final del siglo I quizás ya existiera en ambientes judeohelenísticos, aunque de ninguna manera tan institucionalizada como ocurrió posteriormente. Su estilo sugiere una composición con fragmentos de confesiones e himnos de origen probablemente litúrgico.

El ministro, pues, ha de desempeñar su servicio ("mandato" en la terminología del v. 14) tomando como modelo a Jesús, incluida de modo especial su Pasión y Muerte histórica, como apunta la mención del Poncio Pilato. Todo ello hasta al final, denominado aquí no "parusía" como en otras cartas de la tradición paulina, sino "manifestación", como en 2 Tim 4,1.8 y Tit 2,13.

Concluye el párrafo con una doxología referida a Dios, a quien se presenta como último actor de la manifestación gloriosa de Jesucristo. Se habla de Dios con títulos veterotestamentarios ("Rey de reyes" y "Señor de los señores") y también con otros perteneciente al ambiente helenístico al destacar atributos como la inmortalidad y usar la metáfora de la habitación en la luz inaccesible. Coinciden en poner de relieve la transcendencia y superioridad divina sobre los poderes humanos.

FEDERICO PASTOR
federico@dabar.net

EVANGELIO

1. Aclaraciones previas
Dijo Jesús a los fariseos. Esta mención a los fariseos en el encabezamiento del texto obedece a los versículos previos 14-18. En ellos recoge el evangelista la reacción a lo dicho por Jesús sobre la riqueza en 16,1-13 (domingo pasado). Oían todo esto los fariseos, amigos del dinero, y se burlaban de él (v.14). Burla sorprendente conociendo las condiciones de vida pobre y, en ocasiones, mísera de muchos fariseos contemporáneos de Jesús. Por lo tanto, las razones de la burla no hay que buscarlas en la sociología sino en la Escritura Santa, a la que tanto los fariseos como Jesús apelaban. Basados en ella, los fariseos veían en la riqueza un signo de la bendición de Dios. A juicio de los fariseos, las palabras de Jesús en el texto del domingo pasado van en contra de la Escritura Santa, al no hacer de la riqueza un signo de la bendición divina. Consecuentemente, esas palabras no les resultaban aceptables a los fariseos, debido al distanciamiento de las mismas de la Escritura Santa. De ahí que los fariseos se burlen de ellas y de Jesús. Esta burla explica la afirmación de Jesús en el v.15 de que no siempre coinciden las valoraciones humanas y las divinas, así como sus palabras del v.16 denunciando la existencia de presiones contra el Reino de Dios en nombre de la Ley y los Profetas.

2. Texto
Recordemos: En opinión de los fariseos Jesús iba en contra de la Escritura Santa por no hacer de la riqueza un signo de bendición divina. Planteamiento subyacente en esta opinión: equiparación automática entre riqueza y bendición divina.
Una vez más, Jesús responde desde el procedimiento didáctico de la parábola con el doble objetivo de corregir un planteamiento que él no comparte y de proponer el suyo propio.
La parábola habla de la contrapuesta fortuna de un rico y de un pobre antes y después de la muerte. Situaciones contrapuestas e invertidas sin más. El rico está sentado a la mesa antes de morir; el pobre lo está después; sin mérito o demérito por parte de uno y de otro. Podemos calificar la parábola de díptico. Tablero primero en el acá humano: Situación fastuosa del rico (v.19) y situación miserable del pobre (vs.20-21). Tablero breve y realista, de imágenes crudas, tomadas de la realidad que todos podían ver. Tablero segundo en el más allá humano: Inversión de las situaciones. Situación fastuosa del pobre (v.22) y situación miserable del rico (vs.23-31). Tablero más desarrollado, con la atención puesta en las palabras del rico desde su situación miserable.
Las situaciones de ambos tableros son creación de Jesús: las del primero, a partir de la experiencia visible; las del segundo, a partir de las formas judías de pensar e imaginar el más allá. En ambos casos se trata de recursos gráficos, cuyo objetivo es la contraposición de situaciones y no la explicación de las mismas. Son concreciones gráficas de lo afirmado por Jesús en uno de los versículos intermedios antes aludidos: Lo que los hombres exaltan lo aborrece Dios (16,15). Es decir, Jesús no formula la parábola en términos de recompensa ni como promesa de compensación por las injusticias sociales en el acá humano. La parábola es sencillamente ejemplificación de la diferente valoración que Dios y los hombres pueden tener en lo referente a riqueza y pobreza, a pobres y ricos.
Novedad de esta parábola es su no finalización con una afirmación de Jesús proponiendo su propio planteamiento. Tal vez porque los destinatarios fariseos eran perfectos conocedores de la Escritura Santa, Jesús prefirió expresar su planteamiento poniendo sus palabras en labios de un personaje tan fundamental de la Escritura Santa como Abrahán. Tienen a Moisés y a los profetas: que los escuchen. Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto. Estas palabras recogen la razón de ser de la parábola contada por Jesús a los fariseos. Éstos se burlaban de él por no hacer de la riqueza un signo de la bendición divina, contradiciendo así a la Escritura Santa. Jesús les invita a ahondar en esa Escritura Santa para descubrir que en nombre de ella no se puede pensar en una equiparación automática entre riqueza y bendición divina, porque Dios y riqueza son valores absolutos incompatibles e irreconciliables.

3. Comprensión actualizante
Más que otros textos, el de hoy requiere un especial esfuerzo para centrarse en el fondo de la parábola y no en sus formas de expresión.
La parábola es, ante todo, una invitación a revisar nuestra valoración de la riqueza y a ponerla en sintonía con la valoración de Dios. A los ojos de Dios ni la riqueza es signo de su bendición ni la pobreza lo es de su maldición. A los ojos de Dios la misma dignidad tiene un rico que un pobre. A los ojos de Dios ni el rico goza de más consideración por ser rico ni el pobre goza de menos por ser pobre. A diferencia nuestra, que colmamos más fácilmente de honor y consideración al rico que al pobre. Como discípulos de Jesús y si queremos estar en sintonía con Dios deberemos librar una dura batalla con nosotros mismos en este campo.
La parábola es también una invitación a leer y releer la Biblia, milagro que siempre está a nuestro alcance.

ALBERTO BENITO
alberto@dabar.net



NOTAS PARA LA HOMILIA

El Evangelio de hoy es uno de esos trozos de la Palabra que, por su fuerza y actualidad, bien merecería estar como titular de alguno de nuestros periódicos de domingo. ¡Imaginémoslo!

CIELO E INFIERNO EN CLAVE SOCIAL
¿Sugerente no? Pues sí, pero como con muchos titulares, pareciéndonos en principio que sabemos de qué va, resulta que cuando comenzamos a leer un poco, la cosa cambia. Y entonces, o ya no sabemos como creíamos saber, o la lectura nos coloca frente a un espejo del mundo que nos molesta o nos desconcierta. Por eso, a esas alturas, quizás estemos por la sección deportiva o a la de espectáculos.

Pues del mismo modo nos sucede con Palabras como la de hoy. No va de lo que creemos va, y lo más difícil, resulta incomodar más que de costumbre. En efecto, como siempre (algo que no solemos tener en cuenta) hoy Jesús es presentado en un contexto determinado, en medio de unas personas concretas. Una situación ante la que él (también como siempre) va a insistir con su propuesta de salvación. Con la propuesta del Reino como horizonte de sentido: de fraternidad, plenitud y felicidad. De ahí que podamos decir que la parábola del pobre Lázaro y el rico es una metáfora del mensaje lucano de las Bienaventuranzas (Lc 6, 20-26).

Un mensaje que como hemos dicho en alguna oportunidad, no debe ser visto como una proclamación acerca de quiénes son los bendecidos y quienes los maldecidos ante Dios, sino como grito de gozo del mismo Padre sobre los que acogen su proyecto, pero también, grito de dolor sobre los que lo rechazan. Es desde esta referencia al Reino y a las Bienaventuranzas como inversión de las lógicas humanas acerca de lo que nos hace felices y lo que no, que Jesús habla a los fariseos, a aquel grupo religioso tan observante de las minucias rituales, pero tan incapaz de ver más allá del propio ombligo.

Este grupo, como otros de la época, concebía el más allá como realidad formada por dos sitios separados, de tal forma que el cruce de uno a otro era imposible. Así, de un lado, el seno de Abraham, meta para los piadosos. Del otro, el abismo, sitio de castigo y tormentos para los impíos. Efectivamente, los antepasados del cielo e infierno cristiano, pero un cielo e infierno que no son el objetivo de las palabras de Jesús.

A él le urge que se comprenda que la presencia del Reino exige cambios radicales en la manera de pensar y actuar. Que como semilla de fraternidad, plenitud y felicidad, el Reino pide -aquí y ahora- a los que viven en la dinámica de la opulencia, sordos al mensaje de Dios, cerrados al compartir, que reaccionen. Que reaccionen porque en este momento se están jugando su suerte. Por eso el esfuerzo pedagógico de Jesús de adaptarse a las categoría religiosas de aquellos personajes. Para que actuasen, no para que contemplasen la eventualidad del cielo o del infierno. De ahí que en la misma metáfora, vida y muerte del pústulento Lázaro y del rico glotón (de ahí la tradición de llamar a este último Epulón) revistan un mensaje de claro contenido social. Pero claro, el contenido social que en las Bienaventuranzas de Lucas, deja patas arriba nuestros más arraigados criterios de vida.

De hecho, lo desagradable, lo doloroso, lo injusto, es conocido y reconocido por Dios. Tiene nombre para él: Lázaro. En cambio, lo prestigiado, lo ensalzado, lo caprichosamente opulento, no supone nada, sólo es parte de un enterramiento ante el que Dios no puede leer ningún nombre: … De esta manera, Lucas apunta a comunidades concretas, las nuestras por caso. Comunidades que también pueden estar inmersas en el compartir, en el riesgo de la exposición en favor de los otros, especialmente de los que no cuentan. Pero también comunidades que para facilitar su supervivencia y cómodo prestigio han transformado lo religioso, en rutina cansina, en acumulación inútil e inmovilizante para la vida plena.

Denuncia así, el insalvable abismo que puede existir, y de hecho existe, entre una y otra forma de entender y vivir el Evangelio. Y lo hace, invitándonos a vivir desde una forma, desde una dinámica, que habla de encuentro profundo con los otros, particularmente con esos otros que como Lázaro son signos de bienaventuranza. Signos ante los cuales el Reino nos invita a inclinarnos con mirada profunda: con esa mirada que porque va más allá del simple cruce con el otro, produce encuentro verdadero, salvador. Esto, a la par que nos preserva de todas nuestras estúpidas acumulaciones… esas que en el más allá siguieron separando al rico y a Lázaro, el pobre.

SERGIO LOPEZ
sergio@dabar.net




PARA CONSIDERAR Y REFLEXIONAR EN GRUPOS
“Si no escuchan a Moisés y a los profetas,
no harán caso ni aunque resucite un muerto”».
(Lc 16, 31)

Sugerencias, preguntas, cuestiones
- Comparar el ejercicio actual de los diferentes ministerios con su visión neotestamentaria
- Considerar nuestra relación con los ricos, y con los pobres… ¿verdaderamente somos imagen de la relación de Dios con los ricos y los pobres?...



PARA LA ORACION

Dios, Padre nuestro, que nos manifiestas tu amor haciéndonos hijos tuyos y nos pides que vivamos como hermanos; derrama tu bondad sobre nosotros para que nos preocupemos siempre de las necesidades del prójimo, de manera que a nadie le sobre para que a nadie le falte lo necesario para vivir con dignidad.
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Dios, Padre nuestro, que esta ofrenda sea agradable a tus ojos, abra nuestros corazones a las necesidades de los hermanos y nos ayude a vivir en coherencia con la fe que profesamos. Por Jesucristo.
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Realmente es justo y necesario, Padre, que no limitemos nues¬tra alabanza a las palabras, sino que sea con las obras.
Sin embargo, nuestras obras todavía dejan mucho que desear; hay mucho egoísmo, indiferencia y falta de solidaridad entre noso¬tros; es por eso que nuestro mundo todavía está lleno de pobres lázaros que tienen que mendigar a las puertas de los ricos que les niegan lo que la fraternidad y la justicia nos dice que es suyo.
Pero tampoco faltan quienes se preocupan del hermano, quie¬nes están dispuestos a todo por el prójimo, incluso a entregarles su propia vida. Con esos hermanos ejemplares, que te alaban con su vida, entonamos este himno para alabarte y bendecirte: Santo, Santo, Santo...
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Que esta celebración de la Eucaristía, Padre, nos renueve para que participemos de la herencia gloriosa de tu Hijo, cuya muerte y resurrección hemos anunciado y compartido.


LA MISA DE HOY

MONICIÓN DE ENTRADA
No podemos andar por la vida acumulando bienes, viviendo con egoísmos y avaricias, permitiendo el sufrimiento de los pobres... y venir luego a celebrar la Eucaristía, como si pudiésemos dejar todo eso a las puertas del templo y proclamar aquí, tranquilamen¬te, que Dios es nuestro Padre y que todos somos hermanos.
Hagamos que nuestra vida sea conforme a nuestra fe, y comen¬cemos la Eucaristía con alegría, confianza y deseos sinceros de fra¬ternidad.

SALUDO
El amor y la justicia de Dios nuestro Padre, que nos llama a vivir en fraternidad con todos los hombres, esté siempre con vo¬sotros.

ACTO PENITENCIAL
El amor de Dios es más fuerte que el pecado del hombre; por eso acudimos a El en busca de perdón y de paz.
-Tú, que has dado testimonio del amor, el perdón y la justicia de Dios ante todos los hombres. Señor, ten piedad.
-Tú, que te has puesto siempre de parte de los pobres y les has prometido el Reino de Dios. Cristo, ten piedad.
-Tú, que has llamado bienaventurados a los que eligen ser pobres, como Tú, para solidarizarse con los desposeídos. Señor, ten piedad.

MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA
El profeta Amós nos recuerda el más genuino contenido del mensaje profético: la verdadera religión no es la del que practica a la par el culto y el despilfarro, sino la del que se preocupa por el prójimo que pasa necesidad: si el rico piensa que los apuros del pobre no tienen nada que ver con él, se equivoca.

SALMO RESPONSORIAL (Sal 145)
Alaba, alma mía, al Señor.
Él mantiene su fidelidad perpetuamente, él hace justicia a los oprimidos, él da pan a los hambrientos. El Señor liberta a los cautivos.
Alaba, alma mía, al Señor.
El Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan, el Señor ama a los justos, el Señor guarda a los peregrinos.
Alaba, alma mía, al Señor.
Sustenta al huérfano y a la viuda y trastorna el camino de los malvados. El Señor reina eternamente, tu Dios, Sión, de edad en edad.
Alaba, alma mía, al Señor.

MONICIÓN A LA SEGUNDA LECTURA
Para el autor de la carta a Timoteo, la práctica de la justicia, de la fe, del amor, de la paciencia y la delicadeza est n en el mismo nivel de importancia. Al estilo del más puro profetismo, también aquí se anuncia que la religiosidad se debe traducir en amor y justicia.

MONICIÓN A LA LECTURA EVANGÉLICA
El Evangelio nos presenta nuevamente una par bola que nos invita a reflexionar: cuidado con la riqueza, que tanto anhelamos y deseamos, pues es un arma peligrosa que nos puede esclavizar y destruir si no sabemos emplearla poniéndola a nuestro servicio y al servicio de los pobres.

ORACIÓN DE LOS FIELES
Unidos a todos los hombres y pueblos que confían en el amor del Padre, le presentamos nuestra oración por nuestras necesida¬des y las de todos los hombres, diciendo: Venga a nosotros tu Reino
-Por la Iglesia, para que respalde sus palabras con sus obras y su anuncio del Reino con su lucha por la libertad y la justicia. Oremos.
-Para que crezcan en todos los hombres sentimientos de solidari¬dad mutua, sobre todo para con los países del tercer mundo. Oremos.
-Por los creyentes, para que seamos conscientes de que nuestra fe en Dios tiene mucho que ver con la práctica de la justicia. Oremos.
-Para que dé alegría a los que lloran, salud a los enfermos, espe¬ranza a los abatidos, justicia a los oprimidos y la gloria a los difuntos. Oremos.
-Por nuestra comunidad (parroquial), para que nunca utilice el culto como excusa para desentenderse de las necesidades de los pobres. Oremos.
Oración: Dios, Padre nuestro, que nos pides practicar el dere¬cho y la justicia; concédenos no sucumbir a la tentación de hablar mucho y hacer poco. Por Jesucristo NS.


CANTOS PARA LA CELEBRACION
Entrada. Cristo nos une en torno a su altar (del nuevo disco “15 Cantos para la Cena del Señor”); Con nosotros está el Señor (CB-46 B); Juntos como hermanos; Peregrinos de la paz (de Alcalde).
Salmo. Alaba al Señor, alma mía (CB-4 B); LdS.
Aleluya. 2CLN-E 13.
Ofertorio. Este pan y vino, Señor (1CLN-H 4); Señor del universo (de Borja, 2CLN-H 7).
Santo. 1CLN-I 7.
Padre nuestro. 2CLN-L 1.
Cordero de Dios. 1CLN-Ñ 5.
Comunión. Si me falta el amor (de Madurga); Cristo fue sincero (disco “Cristo libertador, 1CLN-275); Donde hay caridad y amor (1CLN-O 26).
Final. Himno a Cristo (Disco “12 Canciones para el siglo XXI); Anunciaremos tu reino, Señor.



Director: José Ángel Fuertes Sancho •Paricio Frontiñán, s/n• Tlf 976458529 Fax 976439635 • 50004 ZARAGOZA
Tlf. del Evangelio: 976.44.45.46 - Página web: www.dabar.net - Correo-e: dabar@dabar.net

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WebJCP | Abril 2007