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¿Qué habrá sustentado a esos hombres en medio de las tinieblas, de la reducción claustrofóbica del espacio, la escasez de recursos, de agua y de comida?
Hace poco más de un mes la tierra se cerró sobre 33 hombres que trabajaban en la mina San José, en el norte de Chile. El 5 de agosto, un derrumbe en el yacimiento los dejó prisioneros dentro de la mina. ¿Qué habrá sustentado a esos mineros en medio de las tinieblas, de la reducción claustrofóbica del espacio, la escasez de recursos, de agua y de comida?
La verdad es que después de 17 días de angustia de las familias, de expectativas, esperanza y desesperación, fueron localizados vivos a 700 metros de profundidad. Estanques de agua, además del agua que contenían máquinas de perforación y canales de ventilación ayudaron a esos hombres a sobrevivir. La comida era escasa, pero suficiente para mantenerlos hasta el momento en que fueron encontrados. Ellos mismos relataron que sobrevivían con una dieta racionada de 2 cucharadas de atún en tarros, un trago de leche y media galleta cada 48 horas.
Ahora, a través de un ducto abierto en la roca, reciben una dieta de pequeñas cantidades de comida, con soluciones altamente calóricas de glucosa y sachets de sopa. Chile pidió ayuda a la NASA para saber cómo alimentar a los mineros, que viven una situación similar a la de los astronautas cuando permanecen meses en estaciones espaciales con alimentación racionada, calculada para proveerlos de los nutrientes necesarios para la sobrevivencia.
La situación estaría totalmente bajo control si no fuese por la expectativa del larguísimo tiempo que se estima tomará la perforación de los 700 metros de roca sólida para alcanzar a los mineros y traerlos de vuelta a la vida y a la luz del sol. Cualquier descuido puede ser fatal y provocar un nuevo derrumbe. Cualquier avance en falso puede provocar una tragedia. Los mineros están conscientes de la dificultad del rescate, pero no saben que éste puede demorar cuatro meses.
El país entero está pendiente de aquella cavidad en las entrañas de la tierra donde pulsan 33 corazones de personas que tienen vida, familia, afectos, gustos. Y pone lo más granado de sus recursos para rescatar a aquellos hombres con el mínimo posible de daño físico y psicológico. Por lo tanto, lo que reciben no es sólo comida y nutrición; también apoyo sicológico, orientación para que se organicen, para que mantengan la calma, que hagan ejercicio físico, evitar el estrés y la depresión.
El elemento esencial que puede llevar a los mineros chilenos de vuelta a la vida y a las familias que los esperan ansiosas es sobre todo la comunicación con otras personas. Desde que fueron localizados, se han movilizado recursos comunicacionales para que no se sientan aislados del mundo y de las comunidades a las que pertenecen.
Sus familias les hablan por radio-teléfono. El presidente de la república conversó con ellos por teléfono desde el palacio de gobierno. Todos mantienen un tono optimista y positivo, a fin de mantener en alto la moral de los mineros. Incluso se movilizó el recurso de la video-conferencia para que se sigan comunicando con familiares y amigos. En la situación en que se encuentran, una onda de pesimismo y sentimientos negativos puede ser fatal y entorpecer sobremanera todo el conjunto de la operación de rescate.
Quizás uno de los momentos más conmovedores de toda esta saga haya sido el mensaje de cuatro sobrevivientes de otra tragedia: cuatro ex jugadores de rugby uruguayos que, en 1972, sobrevivieron 72 días aislados en medio de la nieve de los Andes después de la caída del avión en que viajaban. La experiencia vivida por los uruguayos fue “totalmente diferente”, pero se iguala en la voluntad de sobrevivir, que da fuerzas para superar situaciones que parecen humanamente no sustentables. Es la capacidad de canalizar todas las fuerzas físicas, intelectuales y morales para que esto ocurra.
Los sobrevivientes de la caída del avión en los Andes no tuvieron otra alternativa que no fuera alimentarse de la carne congelada de sus compañeros muertos, hasta que dos jóvenes del grupo consiguieron cruzar a pie las montañas y pedir ayuda. Los mineros ya no tienen ese problema. Están siendo alimentados; pero eso no basta.
El delicado y complejo milagro que es el ser humano, criatura hecha a imagen y semejanza del Creador, no se satisface apenas con comida y agua. Necesita igualmente de la solidaridad, el cariño, la comunicación, en fin, todo lo que su identidad de ser relacional requiere.
En las entrañas de la tierra pulsan 33 frágiles y preciosas vidas. Es necesario no acostumbrarse a este hecho y dejar que el tiempo lo borre de nuestra memoria. Cabe a todos nosotros el acompañarlos mientras el equipo de rescate trabaja para traer a los mineros a la superficie. Los que no podemos hacerlo con nuestra presencia física, hagámoslo con nuestra oración y sentimiento de solidaridad que permite al corazón latir en fraternal sintonía. La vida es frágil, pero el amor la fortalece y sustenta más allá de las imposibilidades.
_____________
María Clara Bingemer. Profesora del Departamento de Teología de la PUC-Rio. Autora de A Argila e o espírito - ensaios sobre ética, mística e poética (Ed. Garamond), entre otros libros. (www.users.rdc.puc-rio.br/agape)
Hace poco más de un mes la tierra se cerró sobre 33 hombres que trabajaban en la mina San José, en el norte de Chile. El 5 de agosto, un derrumbe en el yacimiento los dejó prisioneros dentro de la mina. ¿Qué habrá sustentado a esos mineros en medio de las tinieblas, de la reducción claustrofóbica del espacio, la escasez de recursos, de agua y de comida?
La verdad es que después de 17 días de angustia de las familias, de expectativas, esperanza y desesperación, fueron localizados vivos a 700 metros de profundidad. Estanques de agua, además del agua que contenían máquinas de perforación y canales de ventilación ayudaron a esos hombres a sobrevivir. La comida era escasa, pero suficiente para mantenerlos hasta el momento en que fueron encontrados. Ellos mismos relataron que sobrevivían con una dieta racionada de 2 cucharadas de atún en tarros, un trago de leche y media galleta cada 48 horas.
Ahora, a través de un ducto abierto en la roca, reciben una dieta de pequeñas cantidades de comida, con soluciones altamente calóricas de glucosa y sachets de sopa. Chile pidió ayuda a la NASA para saber cómo alimentar a los mineros, que viven una situación similar a la de los astronautas cuando permanecen meses en estaciones espaciales con alimentación racionada, calculada para proveerlos de los nutrientes necesarios para la sobrevivencia.
La situación estaría totalmente bajo control si no fuese por la expectativa del larguísimo tiempo que se estima tomará la perforación de los 700 metros de roca sólida para alcanzar a los mineros y traerlos de vuelta a la vida y a la luz del sol. Cualquier descuido puede ser fatal y provocar un nuevo derrumbe. Cualquier avance en falso puede provocar una tragedia. Los mineros están conscientes de la dificultad del rescate, pero no saben que éste puede demorar cuatro meses.
El país entero está pendiente de aquella cavidad en las entrañas de la tierra donde pulsan 33 corazones de personas que tienen vida, familia, afectos, gustos. Y pone lo más granado de sus recursos para rescatar a aquellos hombres con el mínimo posible de daño físico y psicológico. Por lo tanto, lo que reciben no es sólo comida y nutrición; también apoyo sicológico, orientación para que se organicen, para que mantengan la calma, que hagan ejercicio físico, evitar el estrés y la depresión.
El elemento esencial que puede llevar a los mineros chilenos de vuelta a la vida y a las familias que los esperan ansiosas es sobre todo la comunicación con otras personas. Desde que fueron localizados, se han movilizado recursos comunicacionales para que no se sientan aislados del mundo y de las comunidades a las que pertenecen.
Sus familias les hablan por radio-teléfono. El presidente de la república conversó con ellos por teléfono desde el palacio de gobierno. Todos mantienen un tono optimista y positivo, a fin de mantener en alto la moral de los mineros. Incluso se movilizó el recurso de la video-conferencia para que se sigan comunicando con familiares y amigos. En la situación en que se encuentran, una onda de pesimismo y sentimientos negativos puede ser fatal y entorpecer sobremanera todo el conjunto de la operación de rescate.
Quizás uno de los momentos más conmovedores de toda esta saga haya sido el mensaje de cuatro sobrevivientes de otra tragedia: cuatro ex jugadores de rugby uruguayos que, en 1972, sobrevivieron 72 días aislados en medio de la nieve de los Andes después de la caída del avión en que viajaban. La experiencia vivida por los uruguayos fue “totalmente diferente”, pero se iguala en la voluntad de sobrevivir, que da fuerzas para superar situaciones que parecen humanamente no sustentables. Es la capacidad de canalizar todas las fuerzas físicas, intelectuales y morales para que esto ocurra.
Los sobrevivientes de la caída del avión en los Andes no tuvieron otra alternativa que no fuera alimentarse de la carne congelada de sus compañeros muertos, hasta que dos jóvenes del grupo consiguieron cruzar a pie las montañas y pedir ayuda. Los mineros ya no tienen ese problema. Están siendo alimentados; pero eso no basta.
El delicado y complejo milagro que es el ser humano, criatura hecha a imagen y semejanza del Creador, no se satisface apenas con comida y agua. Necesita igualmente de la solidaridad, el cariño, la comunicación, en fin, todo lo que su identidad de ser relacional requiere.
En las entrañas de la tierra pulsan 33 frágiles y preciosas vidas. Es necesario no acostumbrarse a este hecho y dejar que el tiempo lo borre de nuestra memoria. Cabe a todos nosotros el acompañarlos mientras el equipo de rescate trabaja para traer a los mineros a la superficie. Los que no podemos hacerlo con nuestra presencia física, hagámoslo con nuestra oración y sentimiento de solidaridad que permite al corazón latir en fraternal sintonía. La vida es frágil, pero el amor la fortalece y sustenta más allá de las imposibilidades.
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María Clara Bingemer. Profesora del Departamento de Teología de la PUC-Rio. Autora de A Argila e o espírito - ensaios sobre ética, mística e poética (Ed. Garamond), entre otros libros. (www.users.rdc.puc-rio.br/agape)
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