LUGAR DE ENCUENTRO DE LOS MISIONEROS DE TODO EL MUNDO
MISIONEROS EN CAMINO: Libertad y Vocación
NO DEJES DE VISITAR
www.caminomisionero.blogspot.com
El blog donde encontrarás abundante material para orar y meditar sobre la liturgia del Domingo. Reflexiones teológicas y filosóficas. Videos y música para meditar. Artículos y pensamientos de los grandes guías de nuestra Iglesia y Noticias sobre todo lo que acontece en toda la vida eclesial
Fireworks Text - http://www.fireworkstext.com
BREVE COMENTARIO, REFLEXIÓN U ORACIÓN CON EL EVANGELIO DEL DÍA, DESDE LA VIVENCIA MISIONERA
SI DESEAS RECIBIR EL EVANGELIO MISIONERO DEL DÍA EN TU MAIL, DEBES SUSCRIBIRTE EN EL RECUADRO HABILITADO EN LA COLUMNA DE LA DERECHA

jueves, 2 de septiembre de 2010

Libertad y Vocación


Publicado por Esquila Misional

En este año que celebramos el bicentenario del inicio de la gesta de Independencia mexicana, espontáneamente nos preguntamos sobre el significado de la libertad. Cuando he analizado este término con jóvenes, nos resulta difícil «aterrizar» la opción del sentido de la libertad en la vocación religiosa-misionera. Para algunos muchachos esta opción a la vida consagrada es sinónimo de «falta de libertad» porque ya no pueden hacer algunas cosas que hacían. Libertad y vocación religiosa, ¿se contradicen?

En estos días pregunté a Claudia, una mujer joven, si creía que en la vida religiosa consagrada existe libertad. «Sí –me respondió–. Los consagrados ponen su libertad al servicio de Dios, son libres en cuanto se dan a él sin reservas; por gusto. Además, ellos viven para amar, y donde hay amor hay libertad; ésta es una facultad y un derecho que todo ser humano tiene para elegir y llevar a cabo una acción, para mí, l@s religios@s misioner@s son libres, pues por voluntad propia aceptan entregarse a Dios totalmente; de esta manera ejercen su derecho a la libertad».

Lo que dice Claudia es cierto. La vocación a la vida consagrada-misionera es un camino de libertad, primeramente porque la persona llamada responde abiertamente a aquél que la llama: Dios. Nadie la obliga a decir «sí». Quien vive verdaderamente en Dios no es esclavo de nada ni de nadie, pues encuentra su libertad en los valores del Evangelio. En el seguimiento de Jesucristo la persona llamada se esmera en ser libre de todo egoísmo para construir un mundo más humano y fraterno; sí, lo que verdaderamente libera a la persona consagrada es el amor a Dios y al prójimo, pues como remarca Claudia «donde hay amor hay libertad».

Cristo nos liberó
San Pablo dice: «para que gocemos de libertad, Cristo nos ha hecho libres» (cf Gál 5,1). Dios quiere la libertad de todos, esa que Jesús nos enseña y obsequia; de esta manera podemos concluir que la auténtica autonomía no consiste en hacer lo «que me da la gana», sino en vivir a la manera del Hombre Libre: Jesús.

Claudia también me dijo que «la vocación a la vida consagrada conlleva una ética», y así es, la del Evangelio; ésta es la que nos libera de nuestro ego, que siempre busca ser el centro de todo, y nos hace disponibles a las necesidades de los demás. El seguidor de Jesús encuentra su libertad en amar a los pobres y servirlos, trabajar por los derechos humanos, alzar la voz cuando los oprimidos son acallados, ser solidarios con los desfavorecidos de la sociedad, luchar por la justicia y la paz.

Miedo a «perderla»
Muchos jóvenes tienen miedo de «perder su libertad» al ingresar a la vida religiosa-misionera. No se pierde nada, pues como dice Claudia, elegimos este camino con plena conciencia. Por supuesto que dejaremos cosas que ya no necesitaremos en este estilo de vida, pero puedo asegurarles por experiencia propia, que ganamos mucho más con el estilo de vida que comenzaremos a vivir, pues si tomamos la vocación en serio nos conduce a una humanización personal y global. No hay mayor libertad que aquella que nos lleva a ser más humanos.

¿Acaso podemos hablar de libertad donde existe violencia, corrupción, tráfico de personas, crimen organizado, violación a los derechos humanos? No. Todo esto nos deshumaniza. Pero cuando trabajamos por la paz, cuando perdonamos y nos reconciliamos, cuando ayudamos a los demás a cargar con su peso, cuando no nos encerramos en nosotros mismos y abrimos nuestros horizontes hacia el mundo, entonces podemos decir que somos libres.

Creo que las personas consagradas a Dios y a la misión tomamos un camino sincero de conversión para ser libres, y dicho trayecto no concluye en unos cuantos meses o años, sino que dura toda la vida, pero también en eso está nuestra alegría y realización, en trabajar por algo que vale la pena.

Y tú, joven, ¿qué opinas? ¿Quieres entrarle a la libertad de la vocación religiosa-misionera? ¿Qué te lo impide? No olvides que el mundo de hoy necesita verdaderos hombres y mujeres libres para humanizar el mundo. ¡Éntrale a este crecimiento en la libertad!

0 comentarios:


WebJCP | Abril 2007