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lunes, 9 de agosto de 2010

Mirar al mundo con otros ojos


Publicado por Esquila Misional

Por una mirada postcolonial

¿Qué imágenes le vienen a la mente cuando piensa en África? Tal vez las de niños esqueléticos extendiendo sus manos en gesto de pedir ayuda...

...Retratos de una fogata en medio del caserío, hombres tocando los tambores y mujeres bailando; o tal vez la efigie de una sabana poblada sólo por jirafas y elefantes, una especie de gigantesco parque natural donde los seres humanos son meros comparsas al margen. Éstas y otras imágenes no son fortuitas, son ideas que proceden de un repertorio, de un canon iconográfico que se ha ido formando al paso de los años y que está marcado por la perspectiva colonialista al llamado «Continente Negro».

El colonialismo no terminó con pactos y declaraciones de soberanía de los países africanos. África es un continente marcado por la dominación violenta: tres olas de expansionismo europeo a partir del siglo XV condujeron al sometimiento político, a la explotación y robo sistemático de recursos naturales, a la división territorial y creación artificial de países y –en su forma más bárbara y deshumanizante– a la esclavitud.

La mirada colonialista
¿Qué tienen que ver las «imágenes sobre África» que pueblan nuestro imaginario, la historia del expansionismo nacionalista europeo y la colonización de África? Mucho. El colonialismo es más que la dominación política –obligada a base de violencia o amenaza militar– de un cierto territorio y población por parte de una nación. Una corriente de escritos sociales y culturales llamados estudios postcoloniales, en especial del científico americano de origen palestino Edward Said, sostiene con solidez que el colonialismo sólo fue posible gracias a un complejo sistema de «dominación cultural» y de «representación de la alteridad del colonizado» que se entretejió al paso de los años y se presentó como «ciencia». Esto fue posible sólo porque la «mirada colonialista» se había vuelto obvia.

Esa mirada consiste en hacer de los colonizados seres marcados por una alteridad (el ser diferente) radical. Con los años, la antropología, la etnología, los reportes de viaje, la literatura... contribuyeron a presentar al «africano» como un ser definido por características (negativas o –a lo mucho– exóticas) «esenciales» y, por lo mismo, insuperables. La supuesta «ciencia» de los colonizadores era sobre todo «ciencia sobre los colonizados» que al mismo tiempo legitimaba la dominación y el ejercicio de poder. Un conjunto de prácticas representativas que exhibían al africano como «flojo», «desinteresado», «dominado por sus instintos», «letárgico»... y que servían para explicar el trato deshumanizante; la dominación bajo el pretexto de la «civilización», la esclavitud, incluso, el exterminio de la población.

Nuestra mirada hacia África, así como la mirada a otros grupos marcados por la experiencia histórica del colonialismo expansionista, lleva aún la huella de esas prácticas dominantes de representación. Nuestra imagen de África está grabada, o bien, por un racismo más o menos sutil o un paternalismo arrogante que ve en el continente sólo indigentes necesitados de ayuda. ¿Corresponden estas ideas a la realidad? En parte sí y en parte no. Sí, porque estas imágenes han sido producidas a través de los años y están arraigadas en la iconografía colonial, tanto, que se han vuelto «obvias» y «normales».

En ese sentido son reales porque las llevamos dentro. Por otra parte está la compleja realidad de un continente lacerado, sí, por la pobreza, los conflictos bélicos internos, la falta de perspectivas económicas para gran parte de la población... sin embargo, no sólo sería injusto, sino tonto, ignorar que la llamada «África independiente» ha tenido que empezar a construir sus destinos después de siglos de usurpación política y económica. Para escapar de la trampa de la mirada colonialista sería necesario escuchar las voces africanas de cientos de intelectuales, escritores, cineastas, activistas... El desafío para los medios decididos a dejar de reproducir «imágenes sobre los otros», que hacen de esos otros «objetos», puede consistir en ofrecer foros y espacios a esas voces, mientras que todos apostemos por una mirada des-colonizadora que escuche y respete a quienes hablan por sí mismos.

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WebJCP | Abril 2007