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MISIONEROS EN CAMINO: Materiales litúrgicos y Catequéticos: XXI Domingo del Tiempo Ordinario (Lc 13, 22-30) - Ciclo C
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jueves, 19 de agosto de 2010

Materiales litúrgicos y Catequéticos: XXI Domingo del Tiempo Ordinario (Lc 13, 22-30) - Ciclo C


Monición de entrada

(A)
Hay dichos y enseñanzas de Jesús que es imposible escucharlos con sinceridad sin sentirnos incómodos, sin sentirnos molestos y revueltos en nuestra forma de ser, de pensar y de actuar en la vida.
Así sucede con estas palabras, tan conocidas del evangelio de hoy:
¡Esforzaos por entrar por la puerta estrecha!.
Estamos caminando hacia una sociedad más tolerante y permisiva y muchos cristianos estamos convencidos de que nuestra religión es el camino ancho que nos lleva a la salvación segura.
Hoy, Jesús nos recuerda que hay que entrar por la puerta estrecha de la conversión personal y del seguimiento sincero de sus enseñanzas.
Pero nos añade para consolarnos: "Yo soy la puerta, si uno entra por Mi, estará a salvo".

(B)

«Señor, ¿serán muchos los que se salven?», es la pregunta que en el Evangelio de este domingo se le hace a Jesús. La salvación que viene de Dios, y que no es exclusiva de nadie, sigue siendo una oferta, una invitación permanente a toda persona que viene a este mundo. Una oferta que, si se acoge, ha de concretarse en unas actitudes y en un modo de ver la vida según el estilo de Jesús.
En medio de esta sociedad en la que estamos, nuestra fe cristiana ha de ser germen y levadura para todos. Que la Eucaristía sea la fuerza para que podamos llevar adelante nuestra esperanza.

(C)

A todos nos gusta ir a una casa cuyas puertas estén siempre abiertas para la acogida cordial. Así quiere Jesús que sea su Iglesia: Una casa de acogida abierta a todos.
Con Jesús damos ahora gracias al Padre, y le pedimos que nos dé la gracia de que seamos nosotros también acogedores y abiertos a todos. Nos ponemos de pie para comenzar la celebración...


Saludo del Sacerdote

Dios, Padre cariñoso, el Hijo que es la Puerta de la Salvación y el Espíritu de Ayuda y Fortaleza estén con todos vosotros…

Acto penitencial

(A)

Pongámonos ante Dios, y pidámosle que nos dé su misericordia y su perdón.

Tú que has venido a buscar al que estaba perdido, Señor, ten piedad...
Tú que has querido dar la vida en rescate por todos, Cristo, ten piedad...
Tú que reúnes a tus hijos dispersos, Señor, ten piedad...

(B)

Hoy Jesús nos recuerda que Él es la puerta por la que hay que pasar para conseguir la sa1vación. Nosotros queremos llegar a Dios por un camino ancho y que permite todo. Por eso vamos a pedir perdón de nuestros fallos y vamos a prometer seguir los pasos de Jesús.

Somos cristianos, nos creemos poseedores de la verdad y no nos preocupamos de conocer y seguir de verdad a Jesús. Señor, ten piedad...
Somos cristianos, nos creemos privilegiados y no nos esforzamos por cumplir la tarea de cada día. Cristo, ten piedad...
Somos cristianos, nos creemos con derecho a la salvación y queremos entrar por la puerta ancha sin esforzamos demasiado en seguir el ejemplo de vida de Jesús. Señor, ten piedad...

Dios que es un Padre cariñoso que nos invita a seguir el ejemplo de vida de Jesús, tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. Amén.


(C)

Cuando lo inmediato y lo más personal ahogan la capacidad de buscar la plenitud de vida, es signo de que algo no va bien. Que Dios acoja nuestro deseo de cambio:

Tu, que siempre apuestas por las personas y por su libertad, aunque nos equivoquemos. SEÑOR, TEN PIEDAD...
Tu, que nos llamas a vivir en apertura, haciendo crecer la entrega y la esperanza. CRISTO, TEN PIEDAD...
Tu, que nos invitas a no juzgar por apariencias, sino a valorar a todos como hermanos. SEÑOR, TEN PIEDAD...



Escuchamos la Palabra

Monición a la Lectura

En boca del profeta Isaías se anuncia el deseo de Dios de reunir a todos los hijos de Israel en un solo Pueblo, y a todos los hombres en una sola familia, la de los hijos de Dios. Esa será la misión de Israel: mostrar las maravillas de su Dios a todas las naciones.

Lectura del Profeta Isaías

Esto dice el Señor: Yo vendré para reunir a las naciones de toda lengua: vendrán para ver mi gloria, les daré una señal, y de entre ellos despacharé supervivientes a las naciones: a Tarsis, Etiopía, Libia, Masac, Tubal y Grecia; a las costas lejanas que nunca oyeron mi fama ni vieron mi gloria y anunciarán mi gloria a las naciones. Y de todos los países, como ofrenda al Señor traerán a todos vuestros hermanos a caballo y en carros y en literas, en mulos y dromedarios, hasta mi Monte Santo de Jerusalén --dice el Señor-- , como los israelitas, en vasijas puras, traen ofrendas al templo del Señor. De entre ellos escogeré sacerdotes y levitas -- dice el Señor.

Palabra de Dios

Salmo Responsorial

R/ Id al mundo entero y proclamad el Evangelio


Monición al Evangelio

Nunca salimos los cristianos de la tentación de creernos los mejores y más puros, los únicos merecedores de la salvación. Pero la salvación no es exclusiva de nadie, ni se “gana” con puños: es un don, un regalo del Padre para todos sus hijos. La puerta sólo es estrecha para los arrogantes y los autosuficientes.

+ Lectura del Santo Evangelio según san Lucas

En aquel tiempo, Jesús, de camino hacia Jerusalén, recorría ciudades y aldeas enseñando. Uno le preguntó: «Señor, ¿serán pocos los que se salven?» Jesús les dijo: «Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta diciendo: “Señor, ábrenos” y él os replicará: “No sé quiénes sois”. Entonces comenzaréis a decir: “Hemos comido y bebido contigo y tú has enseñado en nuestras plazas”. Pero él os replicará: “No sé quiénes sois. Alejaos de mí, malvados”. Entonces será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios y vosotros os veáis echados fuera. Y vendrán de Oriente y Occidente, del Norte y del Sur y se sentarán a la mesa en el Reino de Dios. Mirad:” hay últimos que serán primeros y primeros que serán últimos”.

Palabra del Señor

Evangelio dialogado (Niños)

El Reino de Dios es para aquellos que se esfuerzan y se sacrifican por hacer bien las cosas. (Lc. 13, 22-30)

Narrador: Mientras Jesús iba enseñando por los pueblos y aldeas, se le acercó uno y le preguntó:
Uno: - Señor, ¿serán muchos o pocos los que entren en el Reino de Dios?
Narrador: Jesús le contestó:
Jesús: -Tú no te preocupes de eso. Todos vosotros preocuparos y esforzaros por cumplir la voluntad de Dios y hacer bien las cosas. Porque habrá muchos que querrán entrar y no podrán, porque en su vida sólo han hecho lo que les ha apetecido en cada momento, sin esforzarse lo más mínimo por hacer aquellas cosas que suponían un poco de esfuerzo y sacrificio.
Narrador: Y les siguió diciendo:
Jesús: - Muchos de esos llamarán a la puerta y dirán:
Uno: - Señor, ábrenos. Nosotros hemos comido y bebido
contigo y te hemos escuchado cuando has hablado en nuestras plazas.
Jesús: - Y el Señor les dirá: No os conozco, no sé quiénes sois.

Palabra del Señor



Homilías

“Señor, ¿serán pocos los que se salven?”
Hoy es un amigo pero durante muchos años vivió entre la búsqueda y la indiferencia. Nunca había tenido una formación religiosa seria. Su padre se decía ateo. La madre era católica pero de esos católicos que diría el cómico Garisa: “Van tres veces a la Iglesia”. En la primera vez les echan agua. En la segunda, arroz. Y en la tercera, tierra”.
Se le ocurrió meterse en una de esas sectas que pululan por ahí. Y le impresionó la insistencia con la que repetían que solo se salvarían los “144.000” de que habla el Apocalipsis. Empezó a sacar cuentas. ¿Qué significan 144.000 para los seis mil millones que somos y los otros miles que todavía seremos? Esto le parecía un rotundo fracaso de Dios.
Comenzó a leer la Biblia hasta que se encontró con aquel texto donde se dice que “Dios quiere que todos los hombres se salven”. Esto le llegó al corazón. Este Dios le gustaba más que el Dios de las matemáticas de la salvación. Desde entonces es un cristiano ferviente.
Este personaje anónimo que le pregunta a Jesús no está muy interesado por su salvación. Y tiene dudas de la salvación de los demás. Pregunta por los que se van a salvar. El se excluye. No le pregunta si “él se salvará”. Se parece a lo locutores de radio o televisión que siempre dan las noticias de los demás, y nunca hablan de ellos mismos.
Es el problema de siempre:
Conocemos mejor los defectos de los otros que los propios.
Conocemos mejor la vida de los vecinos que la nuestra.
Conocemos mejor los pecados de los demás que los nuestros.
Hablamos más de los demás que de nosotros.
Hablamos más de los disparates ajenos que de los propios.
Los otros son siempre la noticia.
Nosotros no somos noticia para nadie.

Además es una pregunta de tacaño. No pregunta si serán “muchos” sino si “serán pocos”. A parte de tacaño, su pregunta es de pura curiosidad. Me da la sensación de ser uno de esos periodistas que les interesa sólo las noticias raras, las malas noticias. Decir que todos se van a salvar no es noticia. Pero decir que serán poquitos, eso da la impresión de ser una noticia llamativa, porque sería hablar del fracaso de Dios. Y eso sí es importante.

Jesús no responde a curiosidades. Y como siempre, le responde mostrándole el camino de la salvación. Le muestra la puerta por la que se entra a la salvación. Que aquí Jesús llama “estrecha”. Pero que en realidad es una puerta suficientemente ancha por la que podemos entrar todos. ¿A caso no dijo El mismo “Yo soy la puerta”?

¿Qué sentido y qué importancia tiene el saber el número de los que se salven?
¿Acaso, sabiendo cuántos serán estoy asegurando la mía?
¿Acaso, sabiendo el número de los que se salven voy a mejorar yo mi vida?

Una pregunta tan tacaña: “pocos” ¿no está ofendiendo el amor de Dios que quiere que el mundo se salve y que no ha enviado a su hijo para condenar a nadie sino para salvarnos a todos?
Es cierto que nunca sabremos el número de los que se salven. Tampoco el número de los que se condenen. Pero, conociendo el corazón de Dios, yo doy por seguro:
Que en el infierno siempre habrá sitio, porque está bastante vacío.
Que los que se condenen serán siempre muy pocos.
Que el cielo estará a abarrotar.
Que el cielo tiene que llenarse de todas maneras.
Que en la puerta del cielo nunca pondrán ese letrerito de “agotadas las entradas”.
Porque siempre habrá una entrada para el último que llegue.

¿Por qué será que nosotros tenemos un corazón tan pequeño? Es que nosotros tenemos una idea muy mala de la gente. Y la gente tiene mucho más de bueno que de malo. ¿Recuerdan a aquel payasito que llegó al cielo de improviso?
San Pedro quiso cerrarle la puerta, porque “tú nunca ibas a misa”.
Luego pasó un curita, lo vio y gritó: “ese nunca se confesó, ni echó un billete en la colecta”.
No podía faltar una monjita que se escandalizó y se santiguó: “¡Dios mío, con las cosas groseras que decía!”
Hasta que pasó Jesús y le dice con cariño: “Hola, amigo, ¿tú también por aquí? Entra tomemos una cervecita que estarás cansado.
Pero, Señor, éste no iba a misa. Ya lo sé, dijo Jesús, ¡pero cómo divertía a los niños!
Pero, Señor, que éste no se confesaba. Si lo sabré yo, pero a cuántos que sufrían y estaban tristes los alegró y les hizo pasar unas tardes felices. ¡Cuántas veces él mismo tenía problemas en casa y sin embargo, prefería que la gente estuviese contenta y se distrajese unas horas de sus propias angustias”

Llegaron al rato otros, muy serios que sí fueron a misa, que sí se confesaban, que sí echaban buena limosna, que no decían groserías y a ellos les dijo: “la verdad que no os conozco”. Siempre fuisteis unos amargados. Yo me lo pasaba mucho mejor en el circo con este payaso, que en vuestras misas que me parecían velorios. No hicisteis felices a nadie. No hicisteis reír a nadie. Creíais que ser bueno era llevar una cara cuadrada, como si la alegría fuese un pecado, como si contar un chiste para que otros se rieran, fuese para santiguarse...

(B)
¿Me salvaré?
Es una pregunta que, de una u otra manera, nos hemos hecho todos. Es, por otra parte un deseo explicable y sano. Los cristianos que creemos en una vida futura en la que decimos
que gozaremos para siempre con Dios, queremos llegar a esa vida y, por consiguiente, es lógico que nos preguntemos cómo podremos conseguirla.
Que la pregunta y el deseo es un hecho lo demuestra una cosa: la cantidad de recomendaciones que dentro de nuestra religión tenemos para asegurar la vida eterna. ¿Recordamos algunas? Pues: el escapulario que lleva consigo la seguridad "absoluta" de que, como máximo, vas al Purgatorio, de donde sales al "sábado siguiente" de tu muerte; los primeros viernes de mes, con promesa también de conseguir la vida eterna; las tres "Aves-Marías; las misas gregorianas aplicadas por un difunto para conseguir su rápida entrada en el Paraíso. Y otras muchas más... Tenemos una gran variedad de prácticas que aseguran la salvación. Y no me burlo de ninguna de ellas. Simplemente las enumero como ejemplo de inquietud por la salvación.
Pero quiero añadir algo. Hay un peligro gravísimo en estas prácticas: el de separar la práctica de la vida, el de querer "comprar" la salvación con un plato de lentejas, el de poner el acento en la forma y el de descuidar así el verdadero camino por donde le llega al hombre la salvación.
Todos estamos de acuerdo en que el escapulario y los primeros viernes y las novenas milagrosas y las misas gregorianas, las hemos hecho compatibles con una vida privada y pública que apenas tenía relación alguna con el evangelio. Y así es seguro que los poderes del escapulario o los primeros viernes, no van a dar ningún resultado. Esto es seguro.
¿Nos salvaremos? para responder a esto hay que ir al evangelio. Y hay que rebuscar los pasajes en los que Cristo habla de la Vida eterna, aquellos pasajes en los que Cristo pone la asignatura sobre la que examinará a los hombres cuando se encuentren con Dios...
Recordemos brevemente: ¿de qué habla Cristo cuando divide a los hombres a su derecha y a su izquierda? ¿Quizá de todas esas prácticas que los cristianos consideramos como llave mágica para abrir las puertas del cielo? Pues yo creo que no.
Ni por un momento, Cristo habló de ofrendas, ni de espacularios. Habló de algo que está más allá de cualquier práctica religiosa: hablo del amor de Dios traducido en el amor al prójimo, habló de dar de comer y beber, de visitar al triste, al enfermo y al encarcelado, de enseñar al torpe, de consolar a la viuda (el colmo del desamparo en su época...hoy serían otros...); y llamó bienaventurado, al que fuera capaz de sufrir persecución por causa de la justicia; y al que era manso y limpio de corazón, a aquel que miraba al mundo con ojos claros sin encontrar en los demás defectos en los que cebarse. Santa Teresa, captó perfectamente la asignatura y la resumió breve pero rotundamente: "al final de la vida te examinarán en el amor"... Dios mío, si la vida eterna se consiguiera con escapularios y con prácticas religiosas...¡estaría chupado! No, la vida eterna es algo muy serio y muy hondo.
El fariseísmo fue contemporáneo de la vida de Jesús y, sin embargo, la tentación del fariseísmo sigue estando presente.
Precisamente éste fue uno de los rasgos más llamativos de la persona de Jesús: el no quedarse en las apariencias, sino saber llegar al corazón y a la autenticidad de la personas. Es lo que le llevó a preferir a la mujer que amaba mucho, aunque hubiese pecado mucho; sobre el que se creía haber pecado poco y amaba también poco. Es lo que le llevó a decir que hay "últimos paganos" mejores que los "primeros judíos". Y que hoy también le podría llevar a decir que existen personas, a las que calificamos de "últimas" y que son mucho mejores que los que nos consideramos "católicos de toda la vida"...y que igual nos llevamos la sorpresa de que se nos cuelan en la puerta del cielo.

(C)

Hay un antiguo chiste de Mingote que puede considerarse como la versión cómica del evangelio de hoy: dos señoras están hablando a la puerta de la Iglesia y una le dice a la otra: "Al cielo, lo que se dice al cielo, únicamente iremos las católicas de toda la vida".
El fariseísmo fue contemporáneo de la vida de Jesús y, sin embargo, la tentación del fariseísmo ha sido un peligro real para la Iglesia del pasado y del presente. Y lo mismo se puede decir del particularismo religioso. Les costó mucho a los judíos aceptar que el Dios de Israel era, al mismo tiempo, el Dios de todos los hombres...
Quiero subrayar el peligro de los católicos de toda la vida de los que ironizaba Mingote.
El peligro de creer que la salvación se consigue por prácticas externas y no por una conversión del corazón, por un esfuerzo por entrar por la puerta estrecha y exigente del mensaje de Jesús. Los contemporáneos de Jesús se sentían tranquilos para llamar a su puerta porque habían comido y bebido con El y le habían oído enseñar en sus plazas.
Nosotros podemos decirle que somos de una familia católica de toda la vida, que venimos todos los domingos a Misa...que hasta hemos hecho los primeros Viernes, llevamos el escapulario de la Virgen del Carmen y se nos dirán no se cuántas misas después de nuestra muerte... Con todo esto, tenemos asegurada la salvación. Creer que ésta es la vida cristiana que nos pide Jesús, que esto es entrar por la puerta estrecha, significa hacer del mensaje de Jesús un subproducto que poco o nada tiene que ver con lo que El nos pide...Y nos podemos llevar la sorpresa de los contemporáneos de Jesús: “Hay últimos que serán primeros y primeros que serán últimos”.
Hay teólogos que son los primeros en hablar de Dios y en atreverse a hacer toda clase de afirmaciones, sin apenas nunca buscar una relación personal con El y abrirse a su llamada. Y, por el contrario, hay personas sencillas, que no saben hablar de Dios, pero saben hablarle y gritarle desde el fondo de su corazón con la confianza de un hijo hacia su Padre. Estos serán los primeros en experimentar la bondad de Dios.
Hay moralistas y predicadores que somos los primeros en precisar las obligaciones éticas y exigir con rigor el cumplimiento de los deberes cristianos al pueblo fiel. Pero estos moralistas y predicadores no somos tan radicales a la hora de vivir personalmente estas exigencias...Y, por otro lado, hay hombres y mujeres sencillos, de una honradez total interior, que no saben dar muchas explicaciones de su forma de actuar, que incluso hablan poco de "ética", pero que saben escuchar con responsabilidad la llamada de su conciencia e intentan seguirla. Estos serán los primeros en encontrarse con Dios.
Hay creyentes revolucionarios que son los primeros en lanzar consignas de justicia y solidaridad para crear una sociedad más humana y justa, pero sin que manifiesten en su vida personal un esfuerzo serio por ser más humanos, por vivir con esa austeridad que predican, por estar de verdad cerca de los necesitados. Y hay hombres y mujeres que no gritan demasiado. pero que son generosos, comparten lo que tienen con sencillez, intentan estar cerca de los pobres y de los que sufren, también estos serán los primeros en disfrutar del reino definitivo de la justicia.
Precisamente éste fue uno de los rasgos más llamativos de la persona de Jesús: el no quedarse en las apariencias. sino saber llegar al corazón y a la autenticidad de las personas. Es lo que le llevó a preferir a la mujer que amaba mucho, aunque hubiese pecado mucho, sobre el que se creía haber pecado poco y amaba también poco. Es lo que le llevó a decir que había "últimos" paganos mejores que los "primeros" judíos. Y que hoy también le podría hacer decir que existen personas, a las que calificamos de "últimas" y que son mucho mejores que los que nos consideramos "católicos de toda la vida..."

(D)

Hay frases en el evangelio que nos resultan tan duras y molestas que, casi inconscientemente, las encerramos en un cómodo paréntesis y las olvidamos para no sentirnos demasiado interpelados.
Una de ellas es, sin duda, ésta que escuchamos hoy de labios de Jesús: "esforzaos en entrar por la puerta estrecha".
Estamos caminando hacia una sociedad más tolerante y permisiva. Y esto que, sin duda, tiene aspectos grandemente válidos y enriquecedores, está provocando lo que algunos llaman "involución moral"...O un deterioro de la moralidad.
Muchos comportamientos éticamente reprobables que antes permanecían en la esfera de lo privado, son aireados y exhibidos públicamente con todo desparpajo.
Por otra parte está imponiéndose en determinadas áreas, una permisividad jurídica cada vez mayor (infidelidad matrimonial, aborto, corrupción...) Y, naturalmente, cuando la ley civil es suavizada o se hace más tolerante, se produce un "vacío moral" en aquellos que han tomado erróneamente la ley civil como guía de su conducta.
Pero, la crisis moral tiene raíces más profundas. La sociedad actual está haciendo nacer un tipo de hombre "amoral".
Esta sociedad de consumo ataca el núcleo moral de la persona y lo desmoraliza, colocando en primer término el valor de las cosas y empobreciendo el espíritu humano de las personas.
Se toman en serio las banalidades y se pierde de vista lo profundo. El hombre se afana por demasiadas cosas y se le escapa el alma.
La competencia se transforma en agresividad. Las relaciones humanas se desintegran. La producción es una búsqueda imparable de lucro. El amor se degrada y la sexualidad se convierte en un producto más de consumo.
Pero, precisamente en esta sociedad, hay hombres y mujeres que están descubriendo que es necesario entrar por la "puerta estrecha", y que esto no se es un moralismo raquítico y sin horizontes, sino que se trata de un comportamiento lúcido y responsable. "La puerta estrecha" es la puerta por la que entran los que se esfuerzan por vivir fielmente el amor, los que viven al servicio del hermano y no tras la posesión de las cosas, los que saben vivir con sentido de solidaridad y no desencadenando agresividad y violencia.


Oración de los Fieles


(A)

Oremos, hermanos, a Dios nuestro Padre, inspirados por el Espíritu, por mediación de Jesucristo, diciendo: Señor, escucha y ten piedad.

-Concede, Señor, a tu Iglesia fidelidad para anunciar la Buena Noticia a todos los hombres hasta el final de los tiempos. Oremos.
-Concede, Señor, a los catequistas, la luz necesaria para que transmitan fielmente tu mensaje. Oremos.
-Concede, Señor, a los necesitados tu esperanza y nuestra ayuda fraternal. Oremos.
-Concede, Señor, a todos los pueblos una convivencia justa y pacífica. Oremos.
-Concede, Señor, a esta comunidad parroquial ser la última en privilegios y la primera en el servicio al prójimo. Oremos.

Escucha, Padre, las oraciones de tu pueblo y concédenos todo aquello que nos ayude a ser verdaderos testigos tuyos en el mundo.Por JNS.


(B)

Destinados a mostrar en el mundo entero la salvación que Dios obra en todos, le decimos: ¡Escucha, Señor, nuestra oración!

Por la Iglesia, llamada a trabajar en el mundo por la verdad, la unidad y la fraternidad. Oremos.
Por nuestro mundo, para que con la fuerza de Dios camine por las sendas de la justicia, la concordia y el verdadero desarrollo.Oremos.
Por todas las personas que sufren la injusticia, la enfermedad, el desamor, para que en la entrega y el servicio de los creyentes descubran el Amor de Dios. Oremos.
Por nuestra comunidad (parroquial), para que abandone el miedo a dejar las formas y prácticas vacías de vida, y sepa adecuar la presentación del Mensaje a los hombres de hoy. Oremos.

Que nuestra oración, Señor, llegue a ti y tu bondad descienda siempre sobre nosotros. Por JNS...

(C)

Pidamos queridos, hermanos, a Dios todopoderoso y eterno, que nos conceda orar con tal confianza que merezcamos obtener lo que pedimos. Respondemos: Escúchanos, Padre.

Por la Iglesia de Dios, extendida de oriente a occidente: para que el Señor la mantenga firme hasta el fin de los tiempos. ROGUEMOS AL SEÑOR...
Por cuantos tiene autoridad en el mundo; para que bajo su gobierno todos los pueblos progresen en paz, libertad y concordia, glorificando a Cristo, nuestra esperanza. ROGUEMOS AL SEÑOR...
Por el buen tiempo y a la abundancia de las cosechas: para que el Señor dé a todos el pan de cada día. ROGUEMOS AL SEÑOR...
Por los enfermos, los emigrantes y los desterrados, por los que se sienten oprimidos en su trabajo o carecen de él: para que el Señor sea su ayuda y consuelo. ROGUEMOS AL SEÑOR...
Por cuantos estamos aquí reunidos, por nuestros hermanos ausentes y por todas nuestras intenciones: para que el Señor nos guarde a todos en la fe y nos reúna en el reino de su Hijo, ROGUEMOS AL SEÑOR...

Dios nuestro, que invitas a los hombreas a entrar por la puerta estrecha de la cruz hacia el gozoso banquete de tu reino, escucha nuestras oraciones y danos la fuerza de tu Espíritu, para que siguiendo las huellas de tu Hijo, tengamos parte en el festín de su gloria. Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.

(D)

Dirijamos nuestras peticiones a Dios Padre, que siempre nos escucha:

Por la Iglesia, para que sea espejo transparente del amor misericordioso y gratuito de Dios Padre. Roguemos al Señor.
Por los dirigentes de los pueblos, para que no cierren las puertas del progreso a esas personas que encuentran grandes dificultades para integrarse en él. Roguemos al Señor.
Por los pueblos, a quienes se les ha cerrado las puertas del desarrollo económico y científico, para que no desesperen en su esfuerzo por participar y colaborar y nosotros nos solidaricemos con su causa. Roguemos al Señor.
Por nosotros y por nuestra comunidad para que siempre tengamos las puertas abiertas a todos, de modo especial a los que se encuentran fuera. Roguemos al Señor.

Te pedimos, Padre, que acojas estas preces y que sean realidad en nuestras vidas. Amén.



Gesto-ofrenda

Símbolo. Marco y puerta estrecha.

Alguien va a la puerta-símbolo y da varios toques con los nudillos. Después dice: No todo el que dice “Señor, Señor” entrará en el Reino de los Cielos, sino el que cumple la voluntad de Dios.

(B)

PRESENTACIÓN DE UNA PARTIDA DE BAUTISMO
Señor te traemos estas PARTIDAS del BAUTISMO, con las que queremos mostrarte nuestro compromiso, de vivir tal como Tú quieres que lo hagamos. Es decir, que no nos conformemos ni nos creamos salvados porque estamos bautizados o porque escuchamos tu Palabra, sino que nos empeñaremos en vivir tu Evangelio como el camino de nuestras vidas. Si Tú aceptas nuestro ofrecimiento y nuestro esfuerzo, ayúdanos, por favor, con tu gracia.


PRESENTACIÓN DE UN PUÑADO DE GRANOS DE TRIGO

Con las mismas manos con las que trabajamos la tierra, te ofrecemos hoy, Señor, este puñado de granos de trigo, como símbolo de la vida y de la resurrección. Tú propio Hijo lo empleó como metáfora, para enseñarnos que no hay resurrección sin muerte, ni espiga sin grano muerto en la tierra. Nosotros hoy nos unimos a la comparación que utilizó tu Hijo, para ofrecerte nuestras vidas, que esperamos conquistar en la plenitud de tu Vida.

PRESENTACIÓN DE UN FRASCO DE COLONIA

Señor, te traemos hoy este sencillo frasco de colonia y perfumamos el lugar de nuestra celebración. Es el olor de la vida, el olor de la resurrección. Y te pedimos en nombre de toda la Comunidad que todos y cada uno de nosotros, a través de nuestras palabras, nuestra vida y comportamiento, seamos olor y señal de la nueva vida del Resucitado.


PRESENTACIÓN DE UNA LLAVE DE LA PUERTA DE UNA CASA

Te ofrecemos, Señor, la llave de la puerta de mi casa. Es la llave de mi propia familia. A mí me corresponde guardarla de tantos peligros como la acechan hoy desde la llamada modernidad. La verdad es que comparto esta tarea, con sumo gusto, con mi esposo/a. Los dos luchamos por la educación de nuestros hijos. Sin embargo, al traerte hoy la llave de nuestra puerta, queremos expresar lo fácil que es abrirla. No queremos aislarnos del mundo y de la sociedad, de los muchos problemas que sufren los hombres de hoy. Queremos ser permeables a ellos, y disponibles para ofrecer nuestras manos en la solución de esos problemas y en la transformación del mundo y de la sociedad.


Prefacio
Por la vida andamos, Señor,
caminantes invitados a manifestar la nueva vida
a la que nos llamas,
mostrando en la actitud de cada día que la paz es posible,
que la justicia no es algo irreal,
y que el mundo nuevo al que nos convocas
es posible inaugurarlo aquí y ahora,
que empieza cuando miramos a los demás no como a rivales,
sino como a hermanos.
Caminantes que deben pisar tierra, fiados del Amor de Dios,
pero sin dormirnos, ni quedarnos rezagados
de los sitios donde se juegan los destinos de los hombres,
del mundo laboral y sus problemas, de la realidad sociopolítica, del mundo de la cultura...
Allí es donde debemos dar frutos,
porque hemos sido creados para poner en obra toda
tu bondad y amor hacia los hombres.
Por eso queremos reconocerte una vez más
como el que de verdad eres,
con este cántico en tu honor:

Santo, Santo, Santo…



Padre Nuestro

Los Apóstoles dijeron un día a Jesús: “Señor, enséñanos a orar"
Y Jesús nos enseñó a dirigirnos a Dios con sencillez, como a nuestros padres. Todos a una repetimos aquella oración diciendo: Padre Nuestro...

Rito de la Paz

En nuestras familias, en la sociedad, muchas veces no reina la paz. Y no hay paz, porque, a pesar de desearla, se queda sólo en eso, en deseo, en palabras, y trabajamos poco para conseguirla.
Vamos a pedir a Dios que nos dé su paz y vamos a hacer algo para que sea una realidad.
- La Paz del Señor esté siempre con nosotros.
Nos damos como amigos y hermanos la señal de la Paz.


Comunión

Jesús nos invita a su Banquete, nos invita a reunirnos alrededor de su Mesa. Vamos a acercarnos. No vamos a ser desagradecidos. Pero vamos a compartir nuestras vidas y nuestros esfuerzos con los demás.
- Dichosos nosotros por haber sido invitados a esta Comunión.
- Señor no soy digno de que entres en mi casa ...

Oración


Tú, Señor, no te andas con mediocridades

Tú, Señor, nos llamas a seguirte personalmente,
no te vale una respuesta mediocre...
Tú quieres un sí valiente,
que abarque toda nuestra existencia.

Tú no te conformas con que nos llamemos cristianos.
Tú no quieres que llenemos nuestra vida de ritos.
Tú nos llamas a vivir el amor como tú,
a plantearnos la existencia como una entrega,
una ofrenda, una fiesta, una familia y una comunión continua.

Tú quieres que seamos gente abierta,
que no está anclada en viejas normas
sino que va dando las respuestas adecuadas
a lo que necesita el ser humano en el momento.

Tú eres Señor de todos los tiempos.
conoces a la mujer que sufre en este siglo,
al consumo que nos arrastra con su engaño,
al ocio fácil que nos divierte y vacía el alma,
a nuestra sociedad del bienestar
que llena la cuneta de hermanos pobres,
a nuestros proyectos de trabajo
que ocupan nuestra vida, dejándonos vacíos,
posponiendo la vida familiar y la propia.

Tú conoces todas nuestras realidades
y nuestras profundidades y sentimientos,
mucho mejor aún que nosotros mismos,
por eso ofreces como respuesta tu Evangelio,
esa forma de vivir que libera, transforma
y crea familia y reino, solidaridad y fraternidad.

Por eso no podemos vivir en la mediocridad
que inventa nuevos caminos de libertad,
que hace otra oferta de felicidad
que nada tiene que ver con el puesto de trabajo
sino con lo que uno se da a los hermanos
y cómo vive en el amor y en la justicia.

Bendición

Hermanos: Como Jesús envió a sus apóstoles, así también nos envía a nosotros a ir a todo el ancho mundo, a proclamar la Buena Noticia de salvación.
Para poderlo hacer, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre todos nosotros y nos acompañe siempre.
Podéis ir en Paz...

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WebJCP | Abril 2007