Por Javier Leoz
Intrépidos y testigos, valientes y decididamente apasionados a la hora de proclamar el evangelio, ha de ser el fruto de esta festividad, Santiago Apóstol, que nos traslada hasta los mismos orígenes de la aparición del cristianismo en nuestra tierra. Quedarnos en lo estético, en un patronazgo sin más trascendencia que la simple tradición, no es bueno ni evangélico. Sería tanto como traicionar el espíritu de uno de los hijos del trueno que, al llegar a nuestra tierra, dejó impresa con su huella toda nuestra geografía a través del sello de Jesucristo.
1.- Si Santiago es el “señor Santiago” de la común casa que es España, tendremos que perseverar en aquello que fue fundamental en su vida. Puede ser perfectamente, esta fiesta, una llamada a la unidad y, por supuesto, a incentivar nuestra fe en momentos difíciles. Cuando Santiago pisó el final de la tierra no encontraría de la noche a la mañana corazones o mentes abiertas. A buen seguro que, su predicación, despertaría adhesiones y rechazos, críticas y aplausos, incomprensiones y receptividad. ¿Por qué asustarnos entonces cuando, ante los postulados de nuestra fe, salen zancadillas? ¿No será, en el fondo, que faltan testigos auténticos de la fe? ¿No será, tal vez, que nos hemos acostumbrado a una religión de tradición pero sin demasiadas exigencias o sin excesivo riesgo?
Con Santiago, el “señor Santiago” del patrimonio espiritual de nuestra tierra, intentaremos ahondar en aquello que él nos legó. ¿Qué nos dejó? ¿Qué nos trajo? Ni más ni menos, lo que la sociedad de las prisas o el pragmatismo nos impide percibir: Jesús murió pero resucitó.
2.- Podemos correr un serio riesgo: quedarnos con la figura histórica de Jesús pero sin la importancia que tuvo su nacimiento para la humanidad. Jesús, así lo predicó Santiago, es la Encarnación del mismo Dios, es Hijo de Dios, murió…pero al tercer día resucitó para que, también nosotros, un día salgamos victoriosos del túnel de la muerte. ¿Nos damos cuenta de la clave de la vida, de la misión de Santiago en nuestro suelo? Nos aportó un rayo de esperanza y de luz a nuestra tierra. No nos podemos de detener, en este día del Patronazgo de Santiago sobre España, en el camino que conduce hacia Compostela; mucho menos embelesados por el aroma que desprende el botafumeiro. Ni, por supuesto, en la noble y legendaria figura del Apóstol montando y batallando desde un espectacular caballo blanco. No es bueno, por lo tanto en este día festivo, quedarnos en el continente, en los signos, en la plataforma que ha servido (y sigue haciendo un gran favor) a la expansión del Reino de Dios. Hay que ir al fondo y, en ese fondo, emerge con fuerza el mensaje de aquel heraldo del evangelio que tuvo la audacia de arribar en nuestro continente sin más pretensión que servir a la causa del Señor.trayendo consigo la Buena Noticia.
Que Santiago Apóstol, como patrón de nuestra nación, nos haga salir con prontitud y nos empuje para dar razón de nuestras convicciones religiosas.
3.- Miles y miles de peregrinos, en sus diversas rutas, iniciarán y acabarán su personal Camino de Santiago. Pero, no olvidemos, que ya en el día de nuestro Bautismo todos recibimos una gracia especial que nos situó en un punto de salida, la fe, y con un horizonte de llegada: la eternidad.
Que Santiago Apóstol, en este Año Jubilar, nos haga redescubrir las raíces de nuestra fe que no son otras sino la presencia de Jesucristo muerto y resucitado. Una presencia que la vivimos en los Sacramentos de la Iglesia (fuente de vida), en la comunidad de hermanos (mandamiento del amor) y en la Eucaristía (memorial de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo)
1.- Si Santiago es el “señor Santiago” de la común casa que es España, tendremos que perseverar en aquello que fue fundamental en su vida. Puede ser perfectamente, esta fiesta, una llamada a la unidad y, por supuesto, a incentivar nuestra fe en momentos difíciles. Cuando Santiago pisó el final de la tierra no encontraría de la noche a la mañana corazones o mentes abiertas. A buen seguro que, su predicación, despertaría adhesiones y rechazos, críticas y aplausos, incomprensiones y receptividad. ¿Por qué asustarnos entonces cuando, ante los postulados de nuestra fe, salen zancadillas? ¿No será, en el fondo, que faltan testigos auténticos de la fe? ¿No será, tal vez, que nos hemos acostumbrado a una religión de tradición pero sin demasiadas exigencias o sin excesivo riesgo?
Con Santiago, el “señor Santiago” del patrimonio espiritual de nuestra tierra, intentaremos ahondar en aquello que él nos legó. ¿Qué nos dejó? ¿Qué nos trajo? Ni más ni menos, lo que la sociedad de las prisas o el pragmatismo nos impide percibir: Jesús murió pero resucitó.
2.- Podemos correr un serio riesgo: quedarnos con la figura histórica de Jesús pero sin la importancia que tuvo su nacimiento para la humanidad. Jesús, así lo predicó Santiago, es la Encarnación del mismo Dios, es Hijo de Dios, murió…pero al tercer día resucitó para que, también nosotros, un día salgamos victoriosos del túnel de la muerte. ¿Nos damos cuenta de la clave de la vida, de la misión de Santiago en nuestro suelo? Nos aportó un rayo de esperanza y de luz a nuestra tierra. No nos podemos de detener, en este día del Patronazgo de Santiago sobre España, en el camino que conduce hacia Compostela; mucho menos embelesados por el aroma que desprende el botafumeiro. Ni, por supuesto, en la noble y legendaria figura del Apóstol montando y batallando desde un espectacular caballo blanco. No es bueno, por lo tanto en este día festivo, quedarnos en el continente, en los signos, en la plataforma que ha servido (y sigue haciendo un gran favor) a la expansión del Reino de Dios. Hay que ir al fondo y, en ese fondo, emerge con fuerza el mensaje de aquel heraldo del evangelio que tuvo la audacia de arribar en nuestro continente sin más pretensión que servir a la causa del Señor.trayendo consigo la Buena Noticia.
Que Santiago Apóstol, como patrón de nuestra nación, nos haga salir con prontitud y nos empuje para dar razón de nuestras convicciones religiosas.
3.- Miles y miles de peregrinos, en sus diversas rutas, iniciarán y acabarán su personal Camino de Santiago. Pero, no olvidemos, que ya en el día de nuestro Bautismo todos recibimos una gracia especial que nos situó en un punto de salida, la fe, y con un horizonte de llegada: la eternidad.
Que Santiago Apóstol, en este Año Jubilar, nos haga redescubrir las raíces de nuestra fe que no son otras sino la presencia de Jesucristo muerto y resucitado. Una presencia que la vivimos en los Sacramentos de la Iglesia (fuente de vida), en la comunidad de hermanos (mandamiento del amor) y en la Eucaristía (memorial de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo)
4.- TAN CERCANO, COMO SANTIAGO, SEÑOR
Quisiera ser como, él, Jesús
cercano a Ti, amarte a Ti y, luchar por Ti
Pero no siempre, Señor,
tengo el valor de dar mi vida por Ti
de ofrecerme por Ti
y de amarte a Ti, sobre todo, Señor
QUISIERA SER TAN CERCANO COMO SANTIAGO
Y, sin pretender un puesto especial en el cielo,
luchar por el cielo aquí y ahora
Y, subiendo –como él- hasta el Tabor de la oración
vivir contigo y permanecer fiel contigo hasta el final
Más no siempre, Señor, es asÍ:
pretendo grandezas y seguridades
prefiero el ruido a la reflexión
o adorar a falsos dioses que me alejan de Ti, Señor
QUISIERA SER TAN CERCANO COMO SANTIAGO
Y, casi como él, ser amigo y confidente
compañero y familiar
pregonero y aventurero
mártir o heraldo del Evangelio.
Salir y marchar, lejos de mis paraísos,
hacia esos lugares que no han oído nada sobre Ti
Caminar, con cuerpo y alma,
y morir en un único empeño:
seas conocido, esperado y amado
Quisiera ser como, él, Jesús
cercano a Ti, amarte a Ti y, luchar por Ti
Pero no siempre, Señor,
tengo el valor de dar mi vida por Ti
de ofrecerme por Ti
y de amarte a Ti, sobre todo, Señor
QUISIERA SER TAN CERCANO COMO SANTIAGO
Y, sin pretender un puesto especial en el cielo,
luchar por el cielo aquí y ahora
Y, subiendo –como él- hasta el Tabor de la oración
vivir contigo y permanecer fiel contigo hasta el final
Más no siempre, Señor, es asÍ:
pretendo grandezas y seguridades
prefiero el ruido a la reflexión
o adorar a falsos dioses que me alejan de Ti, Señor
QUISIERA SER TAN CERCANO COMO SANTIAGO
Y, casi como él, ser amigo y confidente
compañero y familiar
pregonero y aventurero
mártir o heraldo del Evangelio.
Salir y marchar, lejos de mis paraísos,
hacia esos lugares que no han oído nada sobre Ti
Caminar, con cuerpo y alma,
y morir en un único empeño:
seas conocido, esperado y amado
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