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MISIONEROS EN CAMINO: XVI Domingo del T.O. (Lc 10, 38-42) - Ciclo C: Homilias y Reflexiones
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sábado, 17 de julio de 2010

XVI Domingo del T.O. (Lc 10, 38-42) - Ciclo C: Homilias y Reflexiones

Por Rogelio Narváez Martínez

ORA ET LABORA.

1.-Muy gentil amigo:
Cristo, el Señor, en su sapiente pedagogía divina gustaba de utilizar una infinidad de recursos destinados a transmitir un mensaje de salvación que fuera mejor comprendido por sus destinatarios: lo mismo hablaba de las actividades efectuadas por el hombre como de las relaciones entabladas, lo mismo utilizaba imágenes sacadas de la riqueza de la flora como del inescrutable comportamiento de la fauna, lo mismo afirmaba rotundamente mensajes positivos como negaba aquellas verdades que en el engaño el hombre mantenía, así también cuestionaba los comportamientos escandalosos y preguntaba acerca de aquello que el hombre mismo debiera conocer a la perfección...

Es de sobra conocido por todos, como cuando el Señor Jesús invitaba a trabajar por el Reino de los cielos gustaba hacer referencia a los oficios de su tiempo, buscando con ello manifestar las cualidades que deberíamos cultivar aquellos que queramos trabajar por el Reino de los Cielos.

2.- La enseñanza de este domingo resulta por demás aleccionadora.

La imagen las hermanas Martha y María quienes reciben en su Casa de Betania al Maestro nos recuerda inmediatamente a todos aquellos que hemos recibido en nuestra vida al Señor y que hemos entablado relación de amistad con Él. No obstante, aquí como en otros lugares, la mejor de las enseñanzas no está en las palabras sino en las acciones. Las diferentes acitudes de Martha y de María al atender a Jesús nos refieren las posibilidades del trato que los bautizados podemos tener en nuestra vida para con Dios.

Considero la presente como una excelente oportunidad para que así reflexionemos sobre el sentido cristiano que tiene nuestro trabajo.

3.- Y yo, ¿Para qué nací? Suele ser la pregunta que nos hacemos cada uno de nosotros en algunos momentos estratégicos de la vida. Lo peor que pudiera sucedernos en la vida es el no encontrarle sentido a nuestra estancia en este mundo. Y lo peor de todo, no es otra cosa, sino el llegar a conocer y aceptar con todas las letras, que es verdaderamente lamentable el que muchos de nosotros por no hacer lo que podemos hacer, emulemos a ese tipo de máquinas atascadas, trabadas y rotas de las que cuelga un lamentable letrero que dice: “No Funciona”.

Y,... ¡Qué lamentable que llegue un momento en nuestra vida en que nos encontremos con que hay algo en alguna parte de nuestra vida que está mal!

André Auw, que escribe poesía en lenguaje moderno con temas de nuestro tiempo, tiene un poema titulado "No funciona" en el que describe sus reacciones cuando se encuentra con una jóven madre, que trata de explicarle de todas las formas posibles a su pequeño hijo de 4 años de edad que la máquina de hacer palomitas que está frente a ellos, llena del codiciado producto, no puede entregarles lo que sí tiene, aun cuando el niño tiene en sus manos las monedas necesarias para adquirir aquello que está necesitando:

"No hijito, no puedes conseguir palomitas.
La máquina está descompuesta.
Mira el letrero que tiene: 'No funciona'.

Pero él no comprendió. Porque, despúes de todo,
él quería palomitas, tenía dinero
y ahí estaba ante sus ojos la máquina de palomitas.
Y sin embargo, algo anda mal,
puesto que él no podía obtener palomitas.

El niño dio la vuelta para abrazar a su madre
y tuvo ganas de llorar.

Yo también, Señor, he tenido ganas de llorar
por todas esas personas que se han convertido
en máquinas trabadas, atascadas y rotas,
máquinas repletas de aquella bondad
que otras personas necesitan y quieren
y que nunca llegará a gozar,
porque hay algo
que no funciona por dentro.

4.- La primera constatación en nuestra vida podría ser la anterior: el darnos cuenta de que en nuestro interior hay una disfunción, o lo que puede ser peor que esto, una defunción, y todo por no querer hacer aquello que tenemos que hacer y que se está esperando de nosotros.

No obstante, existen otro tipo de deficiencias. Algunos otros, no pocos, vamos realizando nuestro trabajo sin entrega, con desgano, con tal desamor y tan insípidamente que lo mismo daría que lo hiciéramos o que no lo hiciéramos. Somos aquellos que siempre estamos en nuestro lugar, que abrimos el negocio, que tenemos premio de puntualidad y de asistencia, los que casí estamos inventariados en nuestro trabajo, siempre allí,… pero que si un día no estuviéramos, las cosas podrían ser iguales o por lo menos no experimentar un cambio tan significativo.

Para todos aquellos que realizamos un trabajo en la vida, y sobre todo para aquellos que debiendo realizarlo no lo hacemos, hoy el Evangelio nos recuerda una doble dimensión en el trabajo que efectuamos: la dimensión intrapersonal y la interpersonal.

5.- ¿De qué se trata eso de lo intrapersonal y lo interpersonal?

La dimensión intrapersonal, se dirige siempre hacia nuestro interior, hacia nuestra expansión personal, y no es otra cosa que el crecimiento y el desarrollo de las habilidades que Dios nos ha dado. El convertir nuestros talentos en verdaderos dones. El trabajo contemplado con ojos cristianos debe ser realización y debe conducirnos a ese estado que ha sido llamado como “estado de flujo” por Mihaly Csikszentmihalyi.

¿Qué es el estado de flujo? Es ese estado en el que nuestros quehaceres se llegan a realizar con tal dedicación y con tal empeño que su ejecución debiera transportarnos a un estado de absorción causado por el gusto de lo que realizamos y en lo que utilizamos todas o casi todas nuestras habilidades. Es bueno encontrar en la vida a personas que aman lo que hacen.

El estado de flujo no es otra cosa que la pasión con la que hacemos las cosas. Y es que siendo veraces debemos admitir que lo que nos atrapa en la vida es la pasión. Cuando un libro se escribe sin pasión, el lector pierde el interés casi de inmediato. Cuando un equipo de nuestra ciudad juega sin pasión, el partido nos resulta aburrido. “Estos tipos están dormidos”. Se quejan los aficionados. Cuando un programa de radio o una homilía en el templo no lleva la pasión por aquello que se está haciendo el radioauditorio le cambia al cuadrante y el feligrés anda en búsqueda de algo que le atraiga,...¿Te fijas como esto se aplica en todos los ámbitos?

Los receptores de un trabajo emergido de la pasión y del amor a lo que se hace, los beneficiados por la entrega en el actuar y que constatamos ese estado de flujo en los frutos recibidos para nutrir este apetito en el que ha realizado un buen trabajo, recompensamos a quienes son capaces de estimular nuestras emociones al punto de hacernos volar: los actores, los atletas, los músicos, los escritores, los pintores, los cantores, los danzantes,... ganan millones porque saben como despertar nuestra pasión.

En el quehacer a favor del Reino de los cielos, que debiera hacerse con verdadera pasión por el amor que suscita Aquel a quien amamos y no por otro tipo de retribuciones, esperamos, si hacemos las cosas verdaderamente enamorados, el acceso al Reino, que es la mejor de las recompensas por obtener.

6.- Pero, existe otro factor importante en la visión cristiana de nuestros quehaceres: nuestro trabajo tiene una dimensión interpersonal, es decir, relacional.

Nuestro trabajo es también un servicio que prestamos al hermano y es, al mismo tiempo, una cooperación en la obra de Dios. ¿Por qué hago esto?, nuestra respuesta cambia de tonalidad cuando respondemos no sólo porque me gusta, sino porque quiero servir, porque quiero ser útil, porque amo a mi hermano, porque quiero ayudarle.

La profundidad del mensaje divino debiera conducirnos a descubrir que cuando no trabajamos estamos perdiendo el sentido de nuestra vida, que cuando trabajamos y lo hacemos sin amor el trabajo es incipiente, que cuando trabajamos y lo hacemos con gusto estamos ya cercanos al proyecto de Dios; pero cuando trabajamos y lo hacemos no tan sólo porque nos gusta o no tan sólo porque nos reditúa unas monedas, sino con la convicción de estar ayudando en la realización del plan de Dios y en el servicio del hermano es entonces cuando tenemos acceso al Reino de los Cielos. No trabajamos por un denario sino por estar colaborando en el proyecto de Dios y eso es suficiente.

Pero es lamentable el encontrarnos cada vez más con personas que cuantifican en términos de dinero el trabajo, la pasión, el esfuerzo, la fatiga y la dedicación. Se trata de personas que lejos de ver la dimensión interpersonal del trabajo solamente se quedan pensando en las aritméticas. Es triste encontrar que el dinero llegue a ser determinante en el ejercicio de una profesión y que por la ganancia olvidemos el sentido mismo de la vida. ¿Qué la vida no tiene más sentido que la ganancia? ¿Qué es más importante, el denario o el servicio que se presta al enfermo, al ignorante, al que implora justicia, al que tiene hambre? La respuesta de Cristo ahí está: primero es vivir y que el sentido de nuestra vida esté por encima de cualquier consideración.

Pero para el hombre contemporáneo lo importante es ganar, y lo último es vivir. Nos hemos dejado obsesionar, de tal manera que ya nos olvidamos de la vida misma.

7.- Y este es el diagnóstico de nuestro tiempo: El hombre sufre y hace sufrir a los que más quiere por que padece una enfermedad lamentable: se vuelca hacia las cosas y se olvida de las personas.

Los hombres nos parecemos a Martha que se desborda en sus cosas y que se olvida de las personas. El hombre no puede reducirse a una máquina de trabajo, a un 'productor'. ¡Marta!, ¡Marta!, muchas son las cosas que te preocupan y te desgastan siendo que una sola es importante: María ha elegido la mejor parte.



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¿HUMANIZAR LO MATERIAL O MATERIALIZAR LO HUMANO?

“En aquel tiempo, entró Jesús en un poblado, y una mujer, llamada Marta, lo recibió en su casa. Ella tenía una hermana, llamada María, la cual se sentó a los pies de Jesús y se puso a escuchar su palabra. Marta, entre tanto, se afanaba en diversos quehaceres, hasta que, acercándose a Jesús, le dijo: “Señor, ¿no te has dado cuenta de que mi hermana me ha dejado sola con todo el quehacer? Dile que me ayude”.

1.- Muy querido amigo, te comparto un canto de la Iglesia primitiva, que al parecer entonaba también el pueblo judío, acerca de este tema del trabajo y las actitudes del hombre:

“ Los seis días de la semana eran como parejas.
Cada día tenía su compañero.
El lunes tenía el martes,
el miércoles tenía el jueves,
el viernes tenía el sábado.
El domingo estaba sólo.
Y fue a lamentarse ante Dios:
-¿Por qué yo estoy solo?
Dios le respondió:
-“No estás solo”, vete: “el hombre será tu compañero”.

Iniciando con esa bella narración, y al contemplar los afanes y las actitudes, y la diferencia entre las ocupaciones y las preocupaciones de Marta y de María, debemos aceptar la invitación del Evangelio y seguir dándonos tiempo para meditar en torno a siete elementos necesarios en relación al trabajo calificado como auténticamente cristiano. Bien, podríamos identificar este análisis septenario con una visión semanal de nuestras labores o con un septeto bellamente compuesto por Dios para el disfrute auténtico del hombre, en él reasumiremos el elemento intrapersonal y el interpersonal del trabajo, pero con nuevos matices.

2.- EL PRIMER ELEMENTO: LA COCREACIÓN, ES DECIR, POR EL TRABAJO EL HOMBRE PARTICIPA, COLABORA Y PERFECCIONA LA OBRA CREADORA DE DIOS: Recordemos el relato de los seis días de la creación. El trabajo se convierte en una expansión de la creación de Dios conforme a su voluntad. El Libro del Génesis nos recuerda que Dios, al formar al hombre a su imagen y semejanza quiso asociarlo a su designio, de aquí que después de haber puesto en orden el universo quiso entregarlo en manos del hombre dándole a éste el poder de ocupar la tierra y de someterla.

3.- EL SEGUNDO ELEMENTO: LO INTRAPERSONAL DEL TRABAJO: La Palabra de Dios es clara y severa al enjuiciar la ociosidad en los hombres y la llega a calificar de degradación, se trata de unos talentos que debieran trabajarse y que si no se han multiplicado ha sido a causa de la pereza del hombre.

El trabajo bien hecho nos beneficia en primer lugar a nosotros mismos, ya que nos ayuda a desarrollar las habilidades y a que seamos constantes en nuestro empeño. San Pablo llega a aconsejar a la comunidad que se distancie de todo hermano que engañado viva en la ociosidad bajo pretextos religiosos: el que no quiera trabajar que tampoco coma.

El trabajo para el cristiano trae consigo la propia carga de satisfacciones. No se trata de negar ilusamente la rutina, el tedio y el cansancio que suelen acompañar humanamente la repetitividad en nuestro actuar. Se trata de afirmar que cada uno de nosotros debería sentirse plenificado con el trabajo que realiza en la vida diaria. El ingeniero y el arquitecto que al amar la belleza se realizan como personas en su trabajo. El abogado que al amar la justicia le encuentra un sentido pleno al trajín diario en medio de los juzgados. Los pedagogos y docentes que al amar la verdad se esfuerzan por inculcarla a lo largo de sus jornadas aunque fuere escribiendo en la pizarra o videoproyectando esos esquemas de enseñanzas con alzances universales. Se trata del médico que ama la vida y que lucha día tras día por conservarla y respetarla aunque el olor a desinfectante y a medicamentos se convierta en un aroma rutinario. Así también nos encontramos con el psicólogo y el psiquiatra que tienen interés por el hombre en su integridad y que soportan cualquier cansancio con el fin de sacar de la oscuridad a aquellos que deberían vivir en la luz y disfrutar de ella. Y así también el sacerdote que ama la santidad de Dios y que lucha por la salvación eterna de los hombres, independientemente de las jornadas invertidas durante tantos años de ministerio.

Todo lo anteriormente mencionado nunca podrá ser retribuido, ni con uno ni con mil denarios. El trabajo tiene una dimensión espiritual y trae consigo sus propios satisfactores.

4.- EL TERCERO FACTOR ES EL ECONOMICO: El trabajo humano encierra y entraña también relaciones con lo económico. Debemos evitar las actitudes de aquellos que satanizan el dinero o de aquellos que llegamos a considerarlo el estiércol del diablo.

El Señor Jesús nos habla con claridad de la correspondencia que existe entre la acción decorosa del obrero y la retribución que en justicia merece: el obrero es digno de su salario, más aún el Maestro quiso comparar el acceso al Reino con el denario que merece alguien que ha terminado una larga jornada.

El dinero proveniente del trabajo, de la caridad o de la solidaridad es una bendición de Dios, y esto lo sabemos quienes hayamos estado en alguna situación apremiante, en el que una moneda significa medicina o acceso a un hospital, sabemos que detrás de un trabajo justamente remunerado se encuentra la mano providente de Dios, y debemos estar preparados para que su ausencia no nos aleje de Dios. Recuerda que Jesús no condena el dinero sino el amor al dinero.

El ingreso obtenido por nuestros quehaceres y la justa paga a aquellos que nos han ofrecido un trabajo van regulados por el séptimo mandamiento de la Ley de Dios.

La Sagrada Escritura denuncia recurrentemente el que los obreros sean privados de su salario y el que los esclavos sean condenados sólo al trabajo y a los golpes.

Por últimos nos dice el capítulo 13 versiculo 4 del libro de los Proverbios: que será el trabajo digno aquel que nos libre de la pereza y de la mendicidad.

5.- EL CUARTO ELEMENTO: LA DIMENSION SOCIAL DEL TRABAJO: El trabajo que efectuamos tiene un lugar firme en la vida social de nuestra humanidad. Desgraciadamente, hoy en día, cuantificamos, en términos de dinero, nuestro trabajo, nuestro esfuerzo y nuestros servicios.

En la actualidad, no somos capaces de comprender la grandeza y la satisfacción que acompaña: El que un buen médico llegue al final del día a cerrar su consultorio con la satisfacción y la alegría de haber llevado salud, vida, consuelo, alivio y curación a sus enfermos y a sus familiares. El que el comerciante cierre su negocio al final de la jornada con la satisfacción de haber construido relaciones humanas con sus semejantes a través de la justicia y el ofrecimiento de servicios. El que el maestro y el alumno terminen su día con la satisfacción y la alegría de haber compartido juntos algo acerca de la verdad, que es la que nos hace libres y fuertes ante toda realidad.

Cristo le ha querido regresar al trabajo las dimensiones de la caridad y ha querido fundar las relaciones engendradas por el trabajo, en el principio nuevo de la fraternidad.

6.- EL QUINTO ELEMENTO DEL TRABAJO: LA PROVIDENCIA: El Evangelio de Jesucristo al hablarnos del esfuerzo temporal y del trabajo auténticamente cristiano nos impulsa a que no perdamos nuestra relación con Dios y a que confiemos en su Providencia, su enseñanza debiera ser recordada en este momento, pero sobre todo en los momentos de dificultad y en los de bonanza: A cada día le bastan sus propias preocupaciones.

En este ámbito, coloca ante nuestros ojos la imagen de los lirios del campo y de las aves del cielo, para que alcancemos a comprender la efectividad y generosidad de la asistencia divina.

La confianza debe ser la actitud necesaria de aquellos que llamándonos hijos de Dios, nos afanamos en los trabajos diarios.

7.- SEXTO ELEMENTO DEL TRABAJO: LA TRASCENDENCIA: Aunado a lo anteriormente referido, es decir, a nuestra relación con la Providencia, debemos ser capaces de rebasar nuestros límites temporales y de aspirar a los bienes imperecederos, las cosas materiales no son más que medios y no fines para nosotros.

El Reino de Dios debe ser nuestra aspiración. Sin embargo, debemos ser cuidadosos para que no confundamos la postura evangélica con actitudes enfermizas, contagiadas del dualismo maniqueo que al enfatizar lo espiritual desprecia lo corporal. La invitación es para que desarrollemos nuestra capacidad de no confundir nuestros valores relativos y transitorios con Aquél que es nuestro “Único Valor Absoluto”. De esta manera podremos aspirar a las cosas de “mucho valor”, una vez que hayamos sido fieles a las cosas de “poco valor”.

8.- Y LLEGA EL SÉPTIMO ELEMENTO: EL DESCANSO. Este, aunque tú no lo creas, es el elemento del trabajo humano más desconocido por muchos en la actualidad. Hoy el hombre no sabe descansar.

Ignoramos que en el Antiguo Testamento el descanso sabático tenía como finalidad introducir una tregua en la agobiadora sucesión de los trabajos, y con ello asegurar para el hombre y para todo lo que trabaja sobre la tierra un tiempo de reposo.

Nuestra vida tiene momentos de tensión y de distensión, de preocupación y de ocupación, de atención y de relajación. Hay un tiempo para trabajar y uno para descansar. Sin embargo, no hemos comprendido que el hombre no puede vivir manteniendo la tensión de una continua exigencia, so pena de cansarse, quebrarse y abandonarlo.

Hasta la tierra reclama su año sabático y el cuerpo del hombre se las ingenia para tener sus propias formas de descansar,… Sino respóndeme con sinceridad: ¿qué suelen ser auténticamente muchas de nuestras enfermedades que nos marginan algunos días del trabajo sino autoprotecciones del hombre?

Sin embargo, los hombres hemos olvidado que nuestra vocación en la creación de Dios es la de ser “los señores” y no “los esclavos” de las cosas. ¡Que lástima que algunos de nosotros lejos de humanizar la materia, hayamos caído en la tentación de materializar lo humano!


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TRABAJOADICTOS.

“En aquel tiempo, el Señor le dijo a Marta la hermana de María: Marta, Marta, muchas cosas te preocupan y te inquietan, siendo así que una sola es necesaria. María escogió la mejor parte y nadie se la quitará”.

1.- Muy gentil amigo:

¡No está bien que el hombre esté sólo! Es la sentencia que brota de los labios de Dios al contemplar a la más alta de sus creaturas rodeada de majestad pero viviendo en la más desgarradora soledad. Se trata del hombre que lo tiene todo, que no le falta nada, pero que le hace falta alguien. Se trata de ese hombre ante el cual, de acuerdo al libro del Génesis, el Creador Divino ha hecho desfilar todos los animales y le ha permitido contemplar toda su creación con tal de ver si en alguno de ellos el hombre se sentía complementado,… y el hombre después de ver cada creatura corrobora la misma constatación: no hallaba nada que se le pareciera y en lo cual encontrara su complemento.

Fue entonces cuando Dios, después del letargo en el que sumergió al hombre, formó a la mujer de su costado, y al verla frente a sí, el hombre exclamó el primer poema que haya brotado de los labios humanos: Esta sí que es carne de mi carne y hueso de mis huesos.

Fue entonces y solamente entonces que aconteció en el corazón del hombre, la más importante de las constataciones: Dios le dio al hombre las cosas para que las usara y las personas para que las amara.

2.- Sabia constatación que se convierte en trágica decepción cuando el hombre se aboca a las cosas y se olvida de las personas. Y una y otra vez que el hombre vive y constata en carne propia ese lamentable pecado tan diseminado en nuestro tiempo de un hombre que lejos de usar las cosas y amar a las personas se pasa su vida amando las cosas y usando a las personas, el fantasma de la soledad ejecuta la más terrible de sus danzas sobre el tejado de tantas y tantas familias condenadas a la más aterradora soledad.



Y esta es nuestra vida: nos olvidamos de las personas y nos vertimos hacia las cosas, y cuando un día queremos regresar a las personas, resulta que ya los hemos fastidiado o ya se han ido, y no es tanto que ellos nos hallan abandonado sino que al fin ellos han asimilado el mensaje que ha estado detrás de tantas manifestaciones de nuestro abandono.

Respóndete este día con sinceridad: ¿En cuántas y cuáles ocasiones nos hemos pasado la vida acumulando bienes a costa de perder a las personas?

3.- Recuerda el Evangelio de este día: Marta, Marta, muchas cosas te preocupan y te inquietan, siendo así que una sola es necesaria. María escogió la mejor parte y nadie se la quitará”.

¿Nos hemos dado cuenta de cuál es la mejor de las partes? El Señor lo dice con claridad: las personas, son más importantes que nuestras cosas.

Pero acontece hoy en día que los hombres hemos caído rendidos bajo los alucinógenos que vienen acompañando a una de las adicciones más despiadada: los trabajólicos como expresión de la codicia y la avaricia.

¿El trabajo una adicción? Vayamos por partes.

Una adicción es todo aquello que nos empuja compulsivamente a comprometer nuestra libertad, nuestras relaciones y nuestro bienestar.

Tales adicciones crean dependencias y, más temprano que tarde, se convierten en verdaderas esclavitudes. Nuestras esclavitudes se manifiestan algunas ocasiones a través de esas grandes ataduras que nos inmovilizan, y en no pocas ocasiones, existen adicciones que se hacen presentes a través de pequeños apegos que al multiplicarse como si fueran pequeños hilos nos atrapan a alguna realidad. Se trata de gigantes atados a la tierra.

4.- Una imagen que nos puede ayudar a comprender como nuestras adicciones, aún cuando se presentan como insignificantes, nos impiden el total ejercicio de la libertad, se narra en esa novela célebre del inglés Jonathan Swift que ha sido difundida por su representación en los comic´s impresos y en los dibujos animados: "Los Viajes de Gulliver". En esa novela se nos narra el naufragio de un gran hombre, así como su llegada a las costas de Lilliput. Lo dice Swift de una forma muy sencilla, terriblemente sencilla:

“Como una tabla de madera, que se ve impulsada en medio del mar, a merced del viento y de la marea agitada por todos lados, y al final arrastrada hasta la orilla en un lugar lejano, así llegó Gulliver a las costas de Lilliput, agotado y débil. Cómo él mismo relata después: "Me tumbé en la hierba, que no había crecido mucho y era blanda, y allí me dormí profundamente, como nunca recordaba haberlo hecho en mi vida, y, según calculo, durante unas nueve horas, ya que, cuando me desperté era completamente de día. Traté de ponerme de pie, pero no me podía mover, porque como me había tumbado de espaldas, vi que mis brazos y piernas estaban fuertemente adheridos a la tierra, y mi cabello, largo y espeso, quedaba sujeto de la misma forma. Además noté por todo mi cuerpo varias ligaduras ténues, desde los sobacos hasta los muslos. Eran frágiles pero eran muchas, lo único que podía hacer era mirar hacia arriba".

Dice la novela que las ataduras eran finas y flojas, pero Gulliver tenía dificultades para liberarse de ellas, porque eran muchas; a pesar de su fuerza, estaba prisionero de los Lilliputienses. Gulliver está postrado, el Gigante no puede levantarse.

5.- Gulliver es una imagen clara del hombre de hoy, que es invitado a ser el señor de la creación, el lugarteniente de Dios en la historia, pero que en su fragilidad se ha convertido en el más impotente de los esclavos. Esclavo de sus adicciones. Situación que se inició tan inocente e imperceptiblemente.

Estas adicciones se expresan en el uso de estupefacientes, o en la práctica de algunas acciones, o en la expresión de sentimientos nocivos.

Las adicciones en torno a sustancias estupefacientes no es necesario profundizar en ello. Lo que nos puede parecer extraño es el llamarle adicciones a la práctica de algunas acciones. Sin embargo aunque parezca raro, existen tanto los comilones compulsivos como los adictos a las dietas que mueren por anorexia o por bulimia. La esclavitud del buscar ser atractivo es también adictivo en su desproporción y nunca llega a saciarse: ¡Agradar!, ¡agradar!, ¡agradar!, siempre agradar ¡qué degradación! ¿No te parece?

Hay tantas adicciones hoy en día, y cada una de ellas con sus derivaciones: en la calle desfilan tanto los adictos al deporte como los jugadores empedernidos que juegan todo hasta quedarse sin dinero, y lo que es peor de todo, hasta quedarse sin familias. ¡Tengamos cuidado con las reiteradas tardes de bingo y con todos esos casinos infantiles instalados en muchos de los tendajos de nuestras colonias!

6.- No obstante, conforme a lo que el Evangelio hoy nos ofrece y nos sugiere, tendríamos que hablar de los trabajólicos o trabajoadictos. Se trata de personas que jamás toman vacaciones y que se obsesionan por el trabajo. Recuerda que las adicciones son acciones que nos impulsan compulsivamente a comprometer nuestra libertad.

El trabajo es bueno como lo hemos mencionado en los dos anteriores segmentos, pero al hablar de la adicción me refiero a los excesos. Decía Miguel Cervantes Saavedra: ¿Qué no vence el trabajo! Doma el acero, ablanda el bronce, reduce a sutiles hojas el oro, y labra la consistencia de un diamante. Tiene razón todo lo puede domar, ablandar, reducir y labrar, lo único que al parecer no puede domar, ablandar, reducir y labrar es nuestra codicia, envidia, vanagloria y soberbia.

Quizá la siguiente pregunta sea la más importante que tienes que hacerte cada ocasión que sacrificas a tu familia, tus vacaciones y tu descanso con el afán de trabajar, trabajar y trabajar. ¿Para quién trabajas?

Dice un refrán que posee una gran verdad: El trabajo puede esperar mientras mostramos el arcoiris al niño, pero el arcoiris no esperara mientras trabajamos. Y la verdad es que es mi obligación el decirte que que aunque el trabajo y el arcoiris pudieran esperar los hijos un día crecen, y en ellos el tiempo sí es inexorable. Quizá no les pueda mostrar el arcoiris de hoy sino el de mañana, y ¿quién me asegura que estará él o estaré yo el día de mañana?

En torno a este tema del trabajo y los excesos, hoy es tiempo de que aproveches tu tiempo y disfrutes de tu familia. Te refiero a continuación cuatro escenas que si bien mezclan la historia real con lo anecdótico, es necesario atender la enseñanza positiva para que nuestra historia no se convierta en una anécdota más.

7.- Si alguno de ustedes ha visto la película EL GLADIADOR estelarizada por Russell Crowe y basada en la historia de la vida del general romano de nombre Máximo, llamado el magnánimo por el sabio Emperador Romano Marco Aurelio, se podrá acordar de aquel ofrecimiento de parte del Emperador al Gladiador y de aquella solicitud que le hace El Gladiador al Emperador, quien lo miraba con admiración y respeto y le estaba ofreciendo seguirlo encumbrando en su Imperio. El Gradiador, héroe de mil batallas y que acababa de vencer a los germanos, manifiesta la única necesidad verdadera que él tenía. “Pídeme lo que quieras” le ha dicho el augusto Monarca, a lo que el heroico guerrero le ha respondido: “Lo único que quiero, lo único que deseo es irme a mi hogar, ir con mi familia. Sueño con estar con los míos”.

¿Es tu deseo ir a tu hogar? ¿Es este espacio tu pasión dominante? ¿Darías cualquier cosa por gozar de la placidez que allí se te ofrece? Ojalá que cuando alguien te pudiera estar ofreciendo el mundo entero para que lo domines pudieras responderle desde la sinceridad que se anida en el corazón: “Lo único que quiero, lo único que desee es irme a mi hogar, ir con mi familia. Sueño con estar con los míos”.

8.- Hay una escena en una película documental sobre Rocky Marciano, aquel boxeador ítalo-estadounidense que como campeón de peso completo nunca perdió una pelea profesional, la cual nos habla de la inercia en la vida que nos impide detenernos.

Rocky Marciano le ganó al inolvidable Joe Louis, y un día al final de la trama visita a Joe Louis quien se encuentra en un hospital público ya cercano a su muerte, sólo y enfermo. Balboa ingresa a aquella habitación y Joe Louis le da el mejor consejo: “Balboa. Retírate a tiempo. No vayas a terminar como yo, solo y abandonado en un hospital. Toda mi vida fue un ganar y ganar, y solamente ganar, hasta que lo perdí todo, perdí mi familia, a mi esposa y a mis hijos. Tienes que retirarte a tiempo.”

Y tú, ¿no estarás perdiendo lo más importante ahora que estás ganando tanto?

9.- Por último: se cuenta en la historia que cuando Gian Lorenzo Bernini, aquel célebre arquitecto y escultor constructor del baldaquino en el altar mayor de la Basílica de san Pedro, concluyó una de sus obras maestras en la Iglesia de Santa María de la Victoria en Roma, titulada El éxtasis de Santa Teresa, pieza en la que se contempla a Santa Teresa de Ávila y al ángel de Dios, mientras que ella se encuentra suspendida sobre una nube de mármol blanco, se acercó uno de sus amigos y le dicen: Gian Lorenzo está es tu obra maestra. A lo que Bernini contesto: “No es esta mi obra maestra, mis hijos son mi mejor creación”.

¿Cómo está tu obra maestra?

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WebJCP | Abril 2007