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MISIONEROS EN CAMINO: XV Domingo del T.O. (Lucas 10, 25-37) - Ciclo C: SIN MIRAR HACIA OTRO LADO
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jueves, 8 de julio de 2010

XV Domingo del T.O. (Lucas 10, 25-37) - Ciclo C: SIN MIRAR HACIA OTRO LADO



Avanzamos en el camino de nuestra vida cristiana, y cuando miramos a nuestro alrededor, tenemos dos peligros: detenernos en aquello que nos conviene o mirar hacia otro lado. Es fácil creer en un “Dios a nuestra manera” pero, lo más evangélico, es preguntarnos si como cristianos hacemos lo que debemos en nuestra agenda diaria.

1.- Amar al prójimo es la gran pancarta del cristianismo. Cuando amamos como Jesús desea, aunque nos parezca lo contrario, se convierte en el testimonio más eficaz para dar a conocer el rostro del Dios vivo. ¡Dime que haces que, pronto te diré, a quién sirves! Salir de nosotros mismos, sin medida, a tiempo y deshoras, es una muestra de la calidad de nuestra vida cristiana y sobre todo de hacer frente a algo que nos debiera de preocupar: el Evangelio no es para ser conocido ni aprendido (aunque también) es para ser vivido y, desde ahí, transmitido con palabras y con obras. La fe, por ello mismo, siempre será operativa y practica. Dicen que, muchos ciudadanos, están desencantados de las teorías políticas y económicas y que exigen coherencia, austeridad y verdad.

2.- Con la Iglesia, y aunque digan lo contrario algunos, no podemos subirnos al carro de la demagogia: “las riquezas que tiene que las venda” (sería pan para hoy y hambre para mañana y, además, un atentado contra el patrimonio y la cultura que es acerbo conquistad y plasmado por el cristianismo en el transcurso de los años. La Iglesia, hoy y ahora, sigue en guardia y en retaguardia intentando llevar adelanta una ingente obra social, caritativa y asistencia. Cerrar los ojos a esa realidad, obviarla, silenciarla…no nos hace daño a los que lo practicamos, más bien, a aquellos que no ven las consecuencias de una falta de incomprensión y minusvaloración a los que la comunidad eclesial lleva a cabo en tantos lugares del mundo. Eso sí; aún no contando con el aplauso de muchos, y especialmente de muchos aparatos mediáticos, la Iglesia ha de salir al camino para socorrer a tantas personas, hombres y mujeres, que son asaltados por tantos bandidos de nuestro tiempo (el SIDA, la pobreza, la depresión, el abandono, la ancianidad, el aborto, hospitales…)

3.- Hacer el bien, y sin mirar a quién. Buscar realizar el bien, sin mirarse así mismo, e intentando recuperar al necesitado debe de ser la máxima de nuestra vida, el orgullo de nuestra Iglesia. Es verdad que, nunca como hoy, a través de los medios de comunicación social se nos cuelan en nuestros hogares imágenes de pobreza de los cinco continentes del mundo que nos llevan a pensar que “es imposible que podamos hacer nosotros más”. ¡Si podemos! No perder la sensibilidad. No cejar en el empeño de que, nuestras parroquias, como laicos y sacerdotes, trabajemos incesantemente para que nadie nos pueda decir que nos hemos ido por el camino cómodo. Que hemos vuelto la cabeza hacia el otro lado para no comprometernos con situaciones que nos incomodan o que, en la práctica, nos hacen perder tiempo.

Hoy, con el evangelio en el mano, detenernos en el sendero de nuestra vida, ofrecer tiempo del minutero de nuestro reloj, apuntar en la agenda de nuestra ruta momentos de dedicación personal para que alguien sonría, sea más feliz o resurja de sus cenizas…..es la mejor forma de agradar al Señor y de demostrarle que, lejos de ser una teoría, es algo que nos empuja a vivir como hijos de Dios. Siendo como El quiere. Haciendo lo que El desea. Poniendo el corazón allá donde ciertas situaciones, tristes y humillantes, echan en falta una mano amiga.

--Prójimo es aquel que me exige salir de mí mismo para medir si, en verdad, la fe es operativa y práctica o se quedó en simple teoría

--Prójimo es, tal vez, el que menos entra dentro de mis esquemas. Aquel que queda lejos de mis dominios y distante de los caminos por los que yo avanzo

--Prójimo es quien constantemente me pregunta, con aquellas interpelaciones de San Ignacio, “qué he hecho por Cristo, qué hago por Cristo y qué debo hacer por Cristo”

--Prójimo es quien me ayuda a pasar de una fe de conocimiento a una fe practicada y volcada en los demás

--Prójimo es quien me invita a no instalarme en una piedad fría y bajar al sufrimiento del hombre

--Prójimo es aquel que, sin darse cuenta, es acorralado por la sociedad opulenta robándole la riqueza interior

--Prójimo es aquel que es vapuleado por la materialidad de las cosas y, una vez utilizado, es arrinconado en el olvido

--Prójimo es aquel que inconscientemente se deja atacar en su dignidad antes que llevar o posicionarse en contra de las ideologías dominantes

--Prójimo es aquel que ha sido arrastrado por las corrientes de lo inmediato, de lo pragmático y luego ha quedado sin respuestas tirado en el suelo

--Prójimo es aquel que espera un detalle por nuestra parte y no sólo teorías o lecciones magistrales

--Prójimo es aquel que nos corta el camino que habíamos emprendido para hacernos entender que a Dios se le gana con la misericordia y no con la razón

--Prójimo es aquel que necesita de nuestro compromiso y de nuestra palabra, de nuestro consejo y de nuestra presencia. Lo contrario y lo más fácil, a veces, es dar un rodeo a las personas y a los acontecimientos, a los problemas y a las cruces que salen a nuestro encuentro: “ojos que no ven...corazón que no siente”

--Prójimo es aquel que creyendo vivir en la verdad ha sido asaltado por los delincuentes de la mentira y de la farsa.

--Prójimo es aquel que no puede o no sabe sostenerse por sí mismo; el zarandeado por el ladrón poderoso don dinero o el humillado por los usurpadores de conciencias y de las grandes verdades

--Prójimo es aquel que, de la noche a la mañana, ha sido arrojado en el abismo de la incredulidad o de la desesperanza, de la tristeza o del desencanto por la vida

--Prójimo es aquel que ha sido despojado de lo que era resorte y apoyo en su existencia por aquellos que cabalgan en el caballo del poder y del “todo vale” para que la sociedad se quede sin moral ni ética alguna

--Prójimos son, en definitiva, las personas que salen a nuestro paso en mil circunstancias y con mil nombres y apellidos.

Si Jesús, el Buen Samaritano de primera división por excelencia, salió al borde del camino para recogernos a los que estábamos perdidos. Si cargó con nosotros y pagó con la moneda de su propia sangre por nosotros… ¿No debiéramos de interpelarnos si en nuestro cristianismo no nos atrincheramos en la doctrina olvidando su trasfondo?

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WebJCP | Abril 2007