Señor, no todas podemos sentarnos a tus pies
y escuchar tus palabras,
absortas en dulces pensamientos.
No todas podemos abrirte nuestro corazón
y hablar serenamente contigo
mientras el tiempo pasa.
No todas podemos escoger la mejor parte,
la que alguna vez soñamos,
y descansar junto a Ti mirándote a los ojos.
No todas podemos retirarnos a orar
cuando sentimos necesidad
o necesitamos consuelo y paz...
Mira, Señor: alguien tiene que aguantar al día
con sus más y sus menos,
con sus molestias, golpes e imprevistos.
Alguien tiene que cargar
con los diarios quehaceres y sacrificarse
para que esto funcione.
¡Ganar para vivir con dignidad
y sostener un hogar con ternura,
es dura tarea en esta sociedad hoy día!
Mira, Señor: las hay que tienen que madrugar
a gusto de quienes prefieren orar,
aunque suene mal, muy mal.
Y quienes tienen que atender lo doméstico
para que otras tengan tiempo de hacer su gusto,
de meditar y estar contigo.
Mira, Señor: también a Ti hubo que atenderte
cuando vivías por acá, de un lugar a otro,
anunciando el evangelio sin sosiego.
¡Y bien a gusto te sentías
cuando encontrabas todo a punto:
casa, mesa, ropa y amigos!
Mira, Señor, no te rías de nuestros líos
caseros: que si Marta., que si María...
¡La bodega va llena de víctimas de la intolerancia!
y escuchar tus palabras,
absortas en dulces pensamientos.
No todas podemos abrirte nuestro corazón
y hablar serenamente contigo
mientras el tiempo pasa.
No todas podemos escoger la mejor parte,
la que alguna vez soñamos,
y descansar junto a Ti mirándote a los ojos.
No todas podemos retirarnos a orar
cuando sentimos necesidad
o necesitamos consuelo y paz...
Mira, Señor: alguien tiene que aguantar al día
con sus más y sus menos,
con sus molestias, golpes e imprevistos.
Alguien tiene que cargar
con los diarios quehaceres y sacrificarse
para que esto funcione.
¡Ganar para vivir con dignidad
y sostener un hogar con ternura,
es dura tarea en esta sociedad hoy día!
Mira, Señor: las hay que tienen que madrugar
a gusto de quienes prefieren orar,
aunque suene mal, muy mal.
Y quienes tienen que atender lo doméstico
para que otras tengan tiempo de hacer su gusto,
de meditar y estar contigo.
Mira, Señor: también a Ti hubo que atenderte
cuando vivías por acá, de un lugar a otro,
anunciando el evangelio sin sosiego.
¡Y bien a gusto te sentías
cuando encontrabas todo a punto:
casa, mesa, ropa y amigos!
Mira, Señor, no te rías de nuestros líos
caseros: que si Marta., que si María...
¡La bodega va llena de víctimas de la intolerancia!
Florentino Ulibarri
0 comentarios:
Publicar un comentario