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MISIONEROS EN CAMINO: Solemnidad del Corpus Cristi (Lucas 9,11b-17): Liturgia, Reflexiones, Exégesis y Oración
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jueves, 3 de junio de 2010

Solemnidad del Corpus Cristi (Lucas 9,11b-17): Liturgia, Reflexiones, Exégesis y Oración


Publicado por DABAR
DADLES VOSOTROS DE COMER

En la relectura del texto de Lucas que narra la multiplicación de los panes y los peces me ha saltado al centro del ruedo de la conciencia esta contundente frase de Jesús: Dadles vosotros de comer. Esta devolución de pelota es todo un golazo. Me imagino la cara que pondrían los discípulos. Estos eran conscientes de la situación, sabían de la necesidad de la gente y habían pensado una posible salida. Me imagino que esto mismo que ellos proponen lo harían hecho más de una vez. Pero Jesús les sale sorpresivamente por una propuesta inédita e insólita: Dadles vosotros de comer.

Los discípulos ya habían analizado las condiciones objetivas en las que estaban y Jesús les pide un milagro. Les pide que se involucren a fondo, que participen con lo que tienen, que donen lo que son. Desde luego este es el milagro al que cotidianamente estamos llamados los cristianos.

No se si a todo el mundo le pasará pero a mí si, esto de ante una dificultad o una situación el hacer un análisis de las cosas y concluir que no se puede hacer nada y no hacerlo. Estas cosas me pasan con relativa frecuencia y hoy me llama en la conciencia como un aldabonazo este dadle vosotros de comer. Esto de ver que no se puede nada supone mucha madurez humana, supone aceptar la impotencia, la limitación, asumir la frustración de no poder resolver algo o de quedarnos sin algo o sin ayudar a alguien pero también a veces nos desculpabiliza en exceso o mejor nos desinvolucra y nos quedamos tranquilos y esto creo que no siempre es bueno.

Creo que una actitud más cristiana y por lo tanto más humana es intentar, al menos soñar, hacer lo inédito o lo insólito viable.

Varias claves me parece a mí que hay en el texto de Lucas para esos milagros cotidianos a los que estamos llamados, para hacer lo inédito viable: compartir, comunidad, comunión, en un marco de tarea apostólica y sanadora. Una comunidad de discípulos que está a la escucha de la Palabra que la lleva a la vida concreta y allí hay sanación. Una comunidad que se articula y en la que se comparte lo que se tiene y lo que se es, que vive aspirando y haciendo comunión es sin duda capaz de saciar el hambre de pan y otras muchas hambres.

Creo que no puedo permitirme el lujo de decir ante algo no puedo hacer nada, lo que tengo es que elevar la mirada y alejarme del materialismo y de la inmanencia e inmediatez y hacer operativa en lo concreto la verdad de fe de la Pascua.

En mi trabo en Proyecto Hombre, ante algunos pacientes ves como la rendija por la que hacer algo se va cerrando y vas viendo día a día más difícil el ayudar, pero, permanecer en la escucha empática, continuar acompañando el proceso confiando en el otro aunque pierda la esperanza de que sea yo quien le ayude, y en última instancia, rezar por él, es como me digo que siempre puedo hacer algo por esa persona sea como sea, esté donde esté y haga lo que haga. No podemos olvidad que el núcleo del milagro de la multiplicación de los panes y los peces es alzó la mirada al cielo.

LOURDES AZORÍN




DIOS HABLA

GÉNESIS 14,18 20
En aquellos días, Melquisedec, rey de Salén, sacerdote del Dios altísimo, sacó pan y vino y bendijo a Abrán, diciendo: «Bendito sea Abrán por el Dios altísimo, creador de cielo y tierra; bendito sea el Dios altísimo, que te ha entregado tus enemigos». Y Abrán le dio un décimo de cada cosa.

1ª CORINTIOS 11,23 26
Hermanos: Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido: Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó un pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía». Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: «Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía». Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.

LUCAS 9,11 b 17
En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar al gentío del reino de Dios y curó a los que lo necesitaban.
Caía la tarde, y los Doce se le acercaron a decirle: «Despide a la gente; que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en descampado». Él les contestó: «Dadles vosotros de comer». Ellos replicaron: «No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar de comer para todo este gentío». Porque eran unos cinco mil hombres. Jesús dijo a sus discípulos: «Decidles que se echen en grupos de unos cincuenta». Lo hicieron así, y todos se echaron. Él, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran a la gente. Comieron todos y se saciaron, y cogieron las sobras: doce cestos.




EXEGESIS

Estos pocos versículos del Génesis son una pequeña isla de tranquilidad y buenas sensaciones, en medio de la violencia que se respira entorno. Las luchas entre Abrahán y los reyes del valle que arrasan por donde pasan y esclavizan a sus moradores, entre ellos a los parientes de Abrahán. Éste se ve involucrado en la liberación de su familia, entre ellos Lot. A su retorno de la liberación y la recuperación de sus haciendas es cuando le sale al encuentro el rey-sacerdote Melquisedeq que presentando una ofrenda de pan y de vino, bendice al Dios Altísimo.
Tanto los personajes como los títulos de Dios, como la ofrenda, tienen una cierta singularidad dentro de los relatos genesíacos. Aparece (y desaparece) Melquisedeq; ofrece vino y pan, ‘ofrenda de alianza’ y bendice al Dios Altísimo, nombre cananeo que enseguida el texto sagrado asocia a su culto, que Abrahán asume para sí, como uno de los nombres de su Dios (v.22). Concluye diciendo que Melquisedeq dio a Abrahan el diezmo de todo (del pan y del vino?).
La mayor parte de los autores sin embargo entienden que es Abrahán quien entrega al sacerdote el diezmo de todo lo que acaba de conquistar a sus enemigos. En los versículos siguientes Abrahán se niega a aceptar nada del botín.
En todo caso resulta una escena pacífica, llena de apertura y acción de gracias. Y de paz. El pan será en el culto israelita la ofrenda permanente ante el altar del Señor, como recuerdo perpetuo de la Alianza de Adonai con su Pueblo. Abrahán por ello aparece en esta escena sellando una alianza perpetua con el rey de Salém.
Toda esta serie de evocaciones nos da claves para comprender porqué este personaje enigmático, del que sólo sabemos lo que el texto de hoy dice, y su gesto de paz con Abrahán vuelve a aparecer en la Biblia como significativo para otros momentos. El Salmo 110 lo toma para ensalzar el carácter de David, rey y sacerdote de Jerusalén (la Salén de nuestro texto (cfr Sal 76,3), anotando el hecho de que lo es de una manera singular, según el orden de Melquisedeq. No es un sacerdote por familia, por officio, sino elegido por el Señor.
Y esta tradición será llevada hasta alturas insospechadas por la Carta a los Hebreos (cc. 5-7). Referido a cristo.
La ofrenda de alianza que ha ofrecido también repercutirá en el futuro. El pan de la alianza, sustituto del cordero inmolado, y el vino van a ser precisamente los signos elegidos por Jesús para significar toda su entrega pacifica al Padre por nosotros, que nos encontramos en guerra con Dios por el pecado. Este sacerdote según el rito de Melquisedeq (es decir, nuevo, de origen desconocido) queda constituido sumo y definitivo sacerdote y víctima y altar de una nueva alianza, como la que había soñado Jeremías (31,31).
Una lectura más condicionada por el evangelio que hoy le sigue en la liturgia, la multiplicación de los panes y de los peces, puede hacerse desde el punto de la abundancia, del reposo, de la fraternidad. Ese clima que rezuma este pequeño texto en medio de las batallas en tiempo de Abrahán resulta un oasis en el desierto donde se encontraban. Y también la escena de Jesús tiene esas resonancias de descanso, tiempo pausado de diálogo y alegría de un atardecer que invita a no marcharse de este banquete.

TOMÁS RAMÍREZ
tomas@dabar.net



SEGUNDA LECTURA
Es el mismo texto de la misa vespertina del Jueves Santo y, como es obvio, narra la institución de la Eucaristía en la Última Cena, la primera narración desde el punto de vista cronológica de todo el Nuevo Testamento, pues está en una carta de mediados de los años 50, muy anterior a los Sinópticos que también presentan esa institución.
Pertenece indiscutiblemente al material tradicional prepaulino como muestra el paralelismo con las otras tres narraciones conservada en esos evangelios sinópticos con algunas variantes. Me remito, pues a las consideraciones sobre la Eucaristía hechas en otros contextos.
Uno de los puntos específicamente paulinos aparece en el v. 26. Básicamente se trata de la conexión entre Eucaristía y Muerte de Cristo, así como de su actualización en la celebración. Para comprenderla no es necesario apelar a la concepción del sacrifico. Tal concepción es algo que más bien complica que explica el tema, porque no tenemos cultura sacrificial ni entendemos vitalmente lo que es un sacrificio, a pesar de que estemos hablando continuamente del "Santo Sacrificio de la Misa". Es una forma de hablar que realmente no dice nada a la mayoría o sugiere ideas equivocadas, como expiación pagana, reparación y cosas parecidas.
Anunciar la muerte de Cristo es sentirse vinculado con todo lo que le llevó a él a la muerte y con él mismo muerto y resucitado. No sólo en el recuerdo sino en la realidad interior y exterior, individual y comunitario. Y, como aparece en el contexto paulino, una de las consecuencias más claras de la Eucaristía y su memorial de la muerte y Resurrección es que no haya entre quienes la celebran oprimidos y opresores, que la relaciones sean de justicia y fraternidad. Y allí donde no se den, no se da auténtica celebración de la Muerte y Resurrección de Jesús.

FEDERICO PASTOR
federico@dabar.net


EVANGELIO

1. Aclaraciones al texto
V.14 Eran unos cinco mil hombres. El término empleado en griego no deja lugar a dudas de que se trataba de varones, en consonancia con los usos y costumbres de la época. Concentraciones mayoritariamente masculinas siguen siendo hoy habituales en Oriente Medio.

2. Texto
Jesús hablaba del Reino de Dios y curaba a los enfermos (v.11). Es esto lo que ha recomendado hacer a los doce en Lc.9,2 y recomendará a los setenta y dos en Lc.10,9.
En este contexto cobran especial relevancia todos los detalles que Lucas reseña minuciosamente. Lo avanzado de la hora convierte en razonable la petición de los doce a Jesús: Despide a la gente para que puedan encontrar alojamiento y comida.
La contrapropuesta de Jesús (dadles vosotros de comer) descoloca a los doce: ¡No tenemos más que cinco panes y dos peces! Hasta el punto de antojárseles imposible de forma inmediata.
Va a ser el propio Jesús quien realice su contrapropuesta, que deberá llevarse a efecto con la colaboración activa de los doce y del resto de discípulos, a los que Jesús les pide expresamente esa colaboración. Este dato no es en modo alguno casual en un evangelio que, como el de Lucas, hace de la ejemplaridad uno de sus centros de interés.
La realización es un milagro con todas las letras. Todo intento por negarlo resulta poco serio. Comieron todos y se saciaron.

3. Comprensión actualizante
En el marco de la proclamación del Reino de Dios el texto diseña nítidamente la imagen de un Jesús preocupado activamente por la salud y el sustento de la gente que estaba a su alrededor. Es un diseño ejemplar, por cuanto incorpora al mismo a los doce y, por extensión, a todos los discípulos.
El bienestar integral de las personas es un imperativo del Reino de Dios. La realización ineludible de este imperativo corre a cargo de los discípulos de Jesús, que sólo podrán sentirse realmente tales en la medida en que colaboren al bienestar integral de los que están a su alrededor.
El compromiso de Jesús en favor de la salud y del sustento de la gente adquiere dimensión milagrosa. Ni siquiera esta dimensión queda excluida allí donde hay discípulos auténticos de Jesús, aunque, de existir muchos así, tal vez fuera innecesario el milagro, pues habría para todos e, incluso, sobraría.

ALBERTO BENITO
alberto@dabar.net



NOTAS PARA LA HOMILIA

En la última cena de Jesús con sus seguidores más cercanos, se acumulaban en su interior los sentimientos propios de quien se sitúa ante su muerte inminente. Más que nunca sentía la distancia hasta de sus más cercanos al mismo tiempo que su amistad entrañable con ellos; necesitaba aprovechar las pocas horas que le quedaban a su lado de relativa serenidad, puesto que sus enemigos ya se habían declarado con toda la violencia y la fuerza propias del máximo poder cuando se siente amenazado.

Jesús necesitaba resumir e insistir en lo fundamental del mensaje que había dado sentido a su vida. Tenía que hablarles del Padre y del amor. No quería dejarles, necesitaba compañía, tenía miedo. Cada palabra, cada mirada, cada gesto suscitaba recuerdos, presagios, interrogantes, cariño. El clima era de sagrado misterio, el que siente un creyente ante la muerte, superable sólo con esfuerzo por confiar en Dios.

“Esto es mi cuerpo”, esto soy yo en persona, un hombre frágil hecho pedazos, como este pan que estoy rompiendo. “Fracción del pan”, signo judío primero y apostólico después, de una vida rota por el amor perseguido a muerte. Incomprensiblemente por los mismos de su pueblo al que fue enviado en primer lugar. El misterio del amor más grande y del rechazo más cruel.

Sobre esta tristísima historia amanece la luz triunfante de Pascua con la que todo cobra sentido y forma nueva. De esta luz que por la fe llena de gozo a sus seguidores hasta el día de hoy, emerge la nueva presencia del Señor Jesús, glorificado,. Él es el primero de los difuntos, no cronológicamente sino por la importancia de su vida y su mensaje. Él es el primero en todos los órdenes, del que fluye la vida que riega de nuevo el paraíso donde se quebró el barro de Adán; donde abundó el dolor y la muerte, ahora, gracias a Él, renace la esperanza y la alegría.


Un signo, un puente que conduce a la otra orilla, la de Dios.
La fe es el puente por el que accedemos a la otra orilla, donde reside Él, glorificado, en Dios; su residencia no ocupa lugar pero está con nosotros. Además de la fe ( sin ella no hay signo apostólico), tenemos el signo sacramental, el pan fraccionado y roto como roto estuvo su cuerpo mortal. Es una ayuda a nuestra debilidad para podernos sentir impulsados hasta su gloria, hasta la otra orilla, la de Dios. Sumergidos en el misterio, recibimos la vida que se alimenta de la mesa del reino de Dios, donde todos somos hermanos, peregrinos, sedientos, cansados, hijos.

Dejó su diván y se arrodilló a sus pies, también a los de Judas, para lavárselos. Quiso así dar carácter de testamento al amor del que les estaba hablando. Porque en el que tiene los pies sucios, o el alma manchada, herida o sangrando, quiso que le viéramos a Él. Aquella noche entrañable instituyó el octavo sacramento, el del servicio al necesitado, como culminación del amor y como respuesta al que Él nos sigue dando.

Quedarse en el signo sacramental, saboreando las delicias de esta mesa, sin ir después a lavar pies, cuerpos y almas, es no haber entendido el banquete ni la Presencia. Pues más cerca está Él de tantos pobres que de tantas joyas eucarísticas, reflejo de una piedad que no siempre siguió la humildad de Jesús lavando los pies de los suyos.

Como Elías, necesitamos recuperar el tono vital y las ganas de empujar la historia a pesar de tantos escándalos, ignorancias y miedos que la frenan.

La soledad se enriquece con la nueva presencia del Resucitado. La comunidad se va construyendo en torno a esta mesa. El Espíritu infunde su alegría a los comensales como quien abunda en trigo y en vino.

La sobremesa que cohesiona la familia es la oración contemplativa que permite entrar en el proceso del que “está en mi y yo en él”. ¿Aprenderemos algún día a comulgar?

¿Cuándo la eucaristía dejará de ser un acto de piedad rutinario y será la fiesta de una comunidad de hermanos que celebramos la presencia del que murió y resucitó de entre los muertos? Para que llegue este día necesitamos conocer más a Jesús de Nazaret, el Resucitado y tener el valor de obrar en consecuencia.

LORENZO TOUS
lorenzo@dabar.net



PARA CONSIDERAR Y REFLEXIONAR EN GRUPOS

Él, tomando los cinco panes y los dos peces,
alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos,
los partió y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran a la gente.
(Lc 9, 16)
Preguntas y cuestiones
- Revisar nuestra concepción de la Eucaristía
- Relación entre Eucaristía y justicia



PARA LA ORACION

Con amor y fe nos unimos, Señor, a tus últimas horas con tus primeros seguidores. Recordamos tus sentimientos de amor, de miedo, de soledad y de fidelidad al Padre.
Nos sentimos lejos de tus profundas actitudes al final de tu vida, pero con todo nuestro afecto queremos acercarnos y agradecerte tu vida, tu mensaje, tu fidelidad, tu acogida entrañable de todos, también de cada uno de nosotros.
Los signos sacramentales de tu presencia gloriosa nos unen en la fe, nos acercan a Ti y nos constituyen en tu Iglesia.
Queremos cantar tu alabanza ya que nuestras pobres palabras no bastan.
Sabemos que la manera más correcta de expresarte nuestra gratitud es imitar tu ejemplo lavando también los pies, el cuerpo o el alma a quien lo necesite. Que tu Espíritu despierte en nosotros el amor para cumplir este programa.
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En este pan nos unimos los peregrinos de la fe y con él nos alimentamos los que nos sentimos cansados y decepcionados. Sabemos que para digerirlo y asimilar su energía salvadora, necesitamos la oración contemplativa de tus dones.
Con el pan y el vino nos ofrecemos a nosotros mismos y ampliamos la ofrenda desde los cuatro puntos cardinales del mundo.
Tu Espíritu que aleteaba en los principios de la creación, descienda ahora desde el costado abierto de Jesús en la cruz y riegue con lluvia abundante estas realidades con sus dones y carismas.
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Padre Santo, hoy celebramos el misterio de la presencia de Jesús en la fracción del pan., siguiendo así la tradición recibida de los apóstoles.
Gracias a su amor y a tu poder sigue presente entre nosotros, reuniéndonos como buen pastor a su rebaño.
Convocados por Él formamos la Iglesia, unida en la misma fe y alimentada por el mismo Pan.
Por eso nos sentimos animados a dar testimonio del amor y el servicio que Él nos enseñó.
Nuestros cansancios reciben aquí descanso y nuestras penas, esperanza.
Cuando se acerca el momento de volver a Ti, encontramos aquí nuestro viático que nos da seguridad y paz.
Esta celebración nos une con todos los que pertenecemos a esta Iglesia y con los que ya gozan del merecido descanso eterno.
Con todos ellos, formando tu familia, te alabamos y cantamos agradecidos.
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Padre santo, nos hemos alimentado con el pan bajado del cielo y hemos celebrado con gozo la presencia de Jesús resucitado en medio de nosotros.
Ahora nos sentimos confortados en la fe y animados a dar testimonio de ella.
Queremos mostrar con nuestras obras el gozo y la esperanza que nos da la celebración de este gran misterio.
Queremos seguir gozando de sus frutos en nuestra vida de cada día y confiamos siempre con tu ayuda.




LA MISA DE HOY

MONICIÓN DE ENTRADA
La festividad del Corpus Christi se celebró por vez primera en Lieja en 1247 a instancias de una religiosa, Juliana de Mont-Cornillon. En una visión ocurrida en 1208, el Señor le hizo comprender, según ella, la necesidad de una fiesta anual para honrar el sacramento del altar. Esta revelación recibió, después de algunas reticencias, una acogida favorable por parte del obispo de Lieja. En el año 1264 el papa Urbano IV, impresionado por un milagro eucarístico que tuvo lugar en Bolsena, cerca de Orvieto, donde residía, instituyó esta solemnidad. Hasta el papa Juan XXII (1317) la nueva festividad no fue aceptada universalmente. Ninguno de los tres papas que la promovieron hace alusión a la procesión eucarística; su uso se comenzó a propagar en el siglo XIV y en el XV fue aceptada en Roma. Estamos por tanto ante una tradición relativamente reciente en la historia de la Iglesia.
Hasta aquí la historia de esta festividad. Nosotros hoy nos reunimos para dar gracias al Señor de su presencia gloriosa entre nosotros bajo los signos sacramentales del pan y el vino. En este sacramento nos alimentamos los peregrinos de la fe .
Hoy es un día de acción de gracias a Jesús por haberse quedado con nosotros. Preparémonos para conocer la riqueza de este misterio y para comulgar con hambre y sed .

SALUDO
El amor de Dios, que llena de paz nuestros corazones, esté con todos vosotros.

ACTO PENITENCIAL
Antes de acercarnos a la mesa del Padre, limpiemos nuestro interior y vistámonos por la misericordia de Dios, con el traje de fiesta.
-Señor, tu lavaste los pies de Judas para mostrarnos hasta dónde llega tu amor. El nuestro es más pobre. Señor, ten piedad.
-Señor, tu no retrocediste ante la soledad, el miedo o el dolor. Nosotros nos detenemos ante obstáculos más pequeños. Cristo, ten piedad.
-Señor, no sabemos reconocer tu presencia en los pobres. Señor, ten piedad.
Nuestro Padre que sabe de qué barro estamos hechos, comprende nuestras debilidades y nos estimula a superarlas, siguiendo el ejemplo de Jesús, nuestro Señor.

MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA
En los principios de la Biblia aparece un personaje un poco misterioso, rey, sacerdote y superior a Abraham. Según la carta a los Hebreos presagió de alguna manera la ofrenda eucarística de pan y vino, al mismo tiempo que el sacerdocio de Jesucristo.

SALMO RESPONSORIAL (Sal 109)
Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.
Oráculo del Señor a mi Señor: «Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies».
Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.
Desde Sión extenderá el Señor el poder de tu cetro: somete en la batalla a tus enemigos.
Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora».
Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: «Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec».
Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.

MONICIÓN A LA SEGUNDA LECTURA
Las palabras de san Pablo que escucharemos son el escrito más antiguo, redactado entre los años 54-57 en Éfeso, en el que se nos cuenta la última cena de Jesús con sus discípulos, poco antes de morir.
Pablo se confiesa transmisor de una tradición anterior a él y que él ha recibido como un legado de fe.
Por eso son palabras doblemente sagradas, recibidas de los apóstoles, que contienen un hecho fundamental de la vida de Jesús de Nazaret poco antes de morir.

MONICIÓN A LA LECTURA EVANGÉLICA
La multiplicación de panes y peces fue redactada por los evangelistas en medio de una comunidad que celebraba la cena del Señor, la eucaristía como la Pascua de los cristianos. Ciertos detalles de la narración aluden a este parentesco literario.
La liturgia ha encontrado motivos para ver en este hecho un anticipo de la eucaristía que celebramos en la Iglesia como alimento de los peregrinos de la fe.

ORACIÓN DE LOS FIELES
Unámonos en oración fraterna ante los retos a los que nos emplaza la situación actual del mundo y de la Iglesia.
Sabiendo que el amor de Dios no puede suplir nuestra libertad, respondamos: Ayúdanos, Señor.
- Señor estamos tan acostumbrados a celebrar la eucaristía que muchas veces no es una celebración sino un rutinario acto piadoso. Queremos conocer mejor este misterio. Oremos. Ayúdanos, Señor.
-Señor los sacerdotes que presiden la eucaristía son los más expuestos a caer en la rutina. Queremos evitarlo entre todos. Oremos.. Ayúdanos, Señor.
-Señor, en la última cena nos dejaste claro que el servicio a los pobres es esencial para celebrar de verdad el memorial tuyo, no obstante, nuestras eucaristías no suelen desembocar en este servicio. Queremos ser más fieles a tu recuerdo. Oremos. Ayúdanos, Señor.
-Señor, hemos gastado mucho dinero en adornar la mesa del altar, los sagrarios y custodias y otros vasos sagrados, pero con los pobres, somos menos generosos. Queremos ser más coherentes. Oremos. Ayúdanos, Señor
- Señor, la eucaristía es la mesa de la unidad. Queremos desterrar de nosotros la pluralidad cuando enfrente a los que somos hermanos. Oremos. Ayúdanos, Señor.
- Señor, somos peregrinos que acusamos el cansancio y el extravío. Venimos a tu mesa para fortalecer la debilidad y saciar el hambre. Oremos. Ayúdanos, Señor.
- Señor, en esta mesa nos juntamos los peregrinos de la fe con los bienaventurados. Queremos que esta comunión con los santos fortaleza nuestra esperanza. Oremos. Ayúdanos, Señor.
Oración: Señor Jesús, tu presides nuestra comunidad y nos reúnes en tu Iglesia. Los primeros cristianos salían de la eucaristía fortalecidos ante la persecución o el martirio. Nosotros deseamos sacar de tu presencia gloriosa en este sacramento, el alimento que necesitamos para crecer en la fe y alcanzar la madurez cristiana. Ayúdanos a realizar nuestros deseos. Te lo pedimos a Ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.


CANTOS PARA LA CELEBRACION

Entrada: Alrededor de tu mesa; Con nosotros está el Señor (del disco “15 Nuevos cantos para la Misa); Danos un corazón grande para amar (1CLN-718).
Salmo: LdS o el estribillo Lauda Ierusalem.
Aleluya: Aleluya, Amén de Deiss.
Ofertorio: Este pan y vino (1CLN-H-4).
Santo: de Aragüés.
Aclamación al Memorial: (1CLN-J-22).
Paz: Cristo es nuestra paz (del disco “Viviremos con Él”).
Comunión: Ubi caritas; Donde hay caridad y amor (1CLN-O-26); Cantemos al amor de los amores; Una espiga dorada por el sol.
Final: Obras selectas de polifonía religiosa (Este disco puede ser muy útil en la procesión y para ambientar diversos momentos del día).



Director: José Ángel Fuertes Sancho •Paricio Frontiñán, s/n• Tlf 976458529 Fax 976439635 • 50004 ZARAGOZA
Tlf. del Evangelio: 976.44.45.46 - Página web: www.dabar.net - Correo-e: dabar@dabar.net

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WebJCP | Abril 2007