Moniciones de entrada
(A)
Queridos amigos, celebramos hoy la fiesta de la Trinidad, la fiesta de la vida íntima de Dios.
Sin lugar a dudas a muchos les resultará una gran pretensión decir que nos vamos a acercar a la intimidad de Dios. El mismo San Agustín afirmaba que cuando uno cree conocer a Dios, en realidad está lejos de Él; y al contrario, cuando uno siente una gran oscuridad, eso mismo es señal de cercanía a Dios. Porque Dios es cegador, es desbordante; y si nos cabe en la cabeza, es señal de que nos hemos fabricado un dios tan pequeñito como nuestra propia cabeza.
El pueblo judío, ya fue consciente de este peligro y por eso avisó con claridad y con seriedad: “no te harás imágenes de Dios”. Pero podemos mantener fieles este mandato y atisbar el gran misterio de amor que es Dios. Conscientes de nuestra limitación y de la grandeza de Dios, hagamos de esta celebración que vamos a comenzar, un himno de acción de gracias y de alabanza a Dios nuestro Señor.
(B)
En este domingo de la Trinidad celebramos de manera explícita y en un domingo aparte lo que celebramos todos los domingos del año y constituye el misterio nuclear de nuestra fe cristiana. Necesitamos hacer un esfuerzo de atención para concentrar en pocas palabras toda la fe y toda la historia de la salvación.
Dios es amor. Dios es uno en tres personas. El Padre es amor y origen de toda vida. El Hijo es amor y devuelve al Padre la humanidad liberada. El Espíritu Santo es amor y habita en nuestras almas para santificarnos. Por tanto, este misterio nos recuerda que somos hijos de Dios, hermanos de Jesús y templos del Espíritu Santo.
(C)
Celebramos hoy la fiesta de la Santísima Trinidad.
Y precisamente –invocando al Padre, al Hijo y al Espíritu- comenzamos siempre nuestras celebraciones.
Todos los domingos, nuestra celebración de la Eucaristía es de algún modo, un recuerdo de la Santísima Trinidad, porque todos los domingos:
Celebramos el amor y la misericordia de Dios, nuestro Padre.
Recordamos la vida nueva que se nos ha dado por medio de Jesucristo, nuestro hermano.
Y nos sentimos fortalecidos por la gracia del Espíritu, que ha sido derramado en nuestros corazones.
(D)
Todos los domingos, la celebración de la Eucaristía es contemplación del amor de Dios a todos, sin excepciones ni exclusiones.
Hoy, en esta fiesta de la Santísima Trinidad, alabamos a Dios, nuestro Padre, por su amor; agradecemos la vida nueva que nos ha dado en Jesucristo, sintiéndonos guiados por la fuerza del Espíritu que ha derramado en nosotros.
Siempre que nos esforcemos, mucho o poco, por construir una sociedad en la que las personas vayamos aprendiendo a convivir, a compartir y a dialogar, estaremos celebrando a ese Dios que en lo más íntimo de su ser, es apertura, diálogo, entrega mutua, amor a otro.
Saludo del Sacerdote:
La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo estén con todos vosotros.
Pedimos perdón:
(A)
La inmensidad del amor de Dios nos hace caer en la cuenta de la pequeñez de nuestro amor. De ello le pedimos ahora perdón en unos momentos de silencio.
Tú que eres compasivo y misericordioso. SEÑOR, TEN PIEDAD...
Tú que eres rico en clemencia y lealtad. CRISTO, TEN PIEDAD...
Tú, que perdonas nuestras culpas y pecados.SEÑOR, TEN PIEDAD...
(B)
Al querer experimentar hoy el mismo amor de Dios, descubrimos nuestra distancia y pecado. Por eso, iniciemos nuestra celebración pidiéndole perdón por ello.
Dios y Padre nuestro, porque no siempre te reconocemos y confesamos como nuestro Padre, principio y meta de nuestro peregrinar por la vida. SEÑOR, TEN PIEDAD...
Hijo del Padre y Hermano nuestro, que eres el camino que nos conduce al Padre, porque no siempre caminamos de acuerdo con tus palabras y ejemplos. CRISTO, TEN PIEDAD...
Espíritu del Padre y del Hijo, que guías nuestros pasos, porque no siempre somos dóciles a tus inspiraciones. SEÑOR, TEN PIEDAD...
(C)
En un momento de silencio, nos ponemos en la presencia de Dios y le pedimos su misericordia y su perdón, en actitud de oración.
* A Ti, que con tu vida y palabra nos diste a conocer al Padre, te decimos: ¡Señor, ten piedad!
* A Ti, que con tu Encarnación y Pasión, nos has mostrado tu inmenso amor, te rogamos: ¡Cristo, ten piedad!
* A Ti, que para animar y fortalecer nuestra vida y la de tu Iglesia, nos comunicas tu Espíritu, te pedimos: ¡Señor, ten piedad!
Escuchamos la Palabra
Monición a la Lectura
Nuestras imágenes de Dios son siempre limitadas, pero la Escritura es reveladora. El libro de los Proverbios canta a la Sabiduría de Dios y llega a personificarla. Sería su hija primera y predilecta, su “aprendiz y su encanto”, su compañía y su amor.
¡Qué bien entendemos nosotros estas expresiones!
Monición al Evangelio
Jesús se despide de sus discípulos. Es consciente de que el curso no ha terminado, que quedan muchos temas por explicar. Pero sabe que el Espíritu Santo es el mejor pedagogo y Él completará el programa brillantemente.
Pero el Espíritu no hablará de sí, es humilde, hablará de Cristo, y glorificará a Cristo
Homilías
(A)
Si por un imposible, la Iglesia dijera un día que Dios no es Trinidad, ¿cambiaría en algo la existencia de muchos creyentes? Probablemente, no.
Por eso queda uno sorprendido ante la confesión del P. Varillon: “Pienso que si Dios no fuera Trinidad, yo sería probablemente ateo... En cualquier caso, si Dios no es Trinidad, yo no comprendo absolutamente nada”.
La inmensa mayoría de los cristianos no sabemos que al adorar a Dios como Trinidad, estamos confesando que Dios, en su intimidad más profunda, es sólo amor, acogida, ternura.
Es quizás la conversión que más necesitamos: el paso progresivo de un Dios considerado como Poder a un Dios adorado gozosamente como Amor.
Dios no es un ser “omnipotente y sempiterno” cualquiera. Un ser poderoso puede ser un déspota, un tirano destructor, un dictador arbitrario. Una amenaza para nuestra pequeña y débil libertad.
¿Podríamos confiar en un Dios del que sólo supiéramos que es Omnipotente? Es muy difícil abandonarse a alguien infinitamente poderoso. Es mejor desconfiar, ser cautos, salvaguardar nuestra independencia.
Pero Dios es Trinidad. Dinamismo de amor. Y su omnipotencia es la omnipotencia de quien sólo es amor, ternura insondable e infinita. Es el amor de Dios el que es omnipotente.
Dios no lo puede todo. Dios no puede sino lo que puede el amor infinito. Y siempre que lo olvidamos y nos salimos de la esfera del amor, nos fabricamos un Dios falso, una especie de Júpiter extraño que no existe.
Cuando no hemos descubierto todavía que Dios es sólo Amor, fácilmente nos relacionamos con él desde el interés o el miedo. Un interés que nos mueve a utilizar su omnipotencia para nuestro provecho. O un miedo que nos lleva a buscar toda clase de medios para defendernos de su poder amenazador.
Pero una religión hecha de interés y de miedos está más cerca de la magia que de la verdadera fe cristiana.
Sólo cuando uno intuye desde la fe que Dios es sólo AMOR y descubre fascinado que no puede ser otra cosa sino AMOR presente y palpitante en lo más hondo de nuestra vida, comienza a crecer libre en nuestro corazón la confianza en un Dios Trinidad del que lo único que sabemos en Cristo es que no puede no amarnos.
(B)
Ladislao Boros ha dicho que “la humanidad sufre hoy la más terrible de todas las experiencias: la lejanía de Dios”. Y esto es cierto, pues para muchos de nuestros contemporáneos, Dios es algo lejano y vago, algo que se confunde casi con lo ilusorio e irreal.
De hecho, son bastantes los que casi insensiblemente, van pasando poco a poco, de una fe débil y superficial, a un ateísmo también débil y superficial, sin detenerse con sinceridad ante la realidad de quién es el origen y el destino último de nuestro ser.
¿Cómo dar de nuevo un contenido vivo a ese nombre de “Dios”, cuando uno lo ha ido vaciando de vida, con una fe banal y una existencia mediocre? ¿Cómo aprender de nuevo a vivir con gozo ante Dios? ¿Cómo ponerse de nuevo en camino hacia Él?
Probablemente hemos de redescubrir, antes que nada, que Dios en su realidad más profunda es Trinidad. Es una familia. Es decir, que Dios no es algo frío e impersonal, un ser solitario, sino vida compartida, amor comunitario, amistad gozosa, ternura y vida en plenitud.
Dios no es alguien que nos ciega con su poder divino. Dios es amor que nos acoge, amistad que nos envuelve, ternura que nos busca por todos los caminos de nuestra existencia.
Por eso su presencia en el mundo es humilde y discreta, como lo es siempre la presencia de la ternura y el amor verdaderos.
Sólo quien sabe de amor, sabe de Dios. Sólo quien es capaz de vivir incondicionalmente la amistad, de irradiar amor y bondad en esta sociedad egoísta, de poner un poco de justicia y ternura en la construcción de este mundo, puede encontrar a Dios.
Es el amor vivido incondicionalmente el que purifica nuestras falsas imágenes de Dios y nos coloca en la verdad y la humildad necesarias para acercarnos al Dios Trinitario.
Nuestra sociedad no necesita “defensores triunfalistas” que nos hagan la propaganda de Dios, sino testigos humildes que con su vida nos hagan percibir el amor y la amistad de Dios por los hombres.
La gran novedad que nos revela la Palabra de Dios es: que Dios es Amor. Y esto no se nos ha revelado para que nosotros lo contemplemos boquiabiertos o para que hagamos especulaciones estériles o razonamientos filosóficos... Cristo nos ha revelado la intimidad de Dios para que construyamos nuestra vida de creyentes teniendo en cuenta ese patrón.
Cuando lleguemos a creer en un Dios que es amor, es decir: diálogo, entrega, comunión, felicidad compartida; entonces, comenzaremos a sentir la necesidad de parecernos a Él, de imitarle, de darnos y entregarnos a lo divino y a nuestros hermanos los hombres.
La Trinidad es paradigma de lo que han de ser nuestras comunidades. La causa profunda de desunión entre los hombres y la más lamentable incomprensión entre los cristianos, es haber olvidado el ejemplo de convivencia amorosa entre las Personas de la Trinidad. Y la causa de la lesión de la dignidad humana, de la esclavitud y la opresión es no haber comprendido que somos libres en el Espíritu e hijos de Dios.
Necesitamos ahondar en esta verdad de Dios. Dios es amor. Y esta noticia la tenemos que comunicar al mundo, no con palabras, sino a través de una ilustración práctica: nuestro amor fraterno.
Viendo cómo nos amamos, los hombres han de entender qué es el amor de Dios y qué efecto produce en nosotros. Los hombres han de ser instruidos acerca de Dios observando nuestro comportamiento.
Los grandes problemas que preocupan, hoy, a los hombres, sólo se conseguirá solucionarlos cambiando los corazones.
La respuesta a tanta división, conflicto y guerra es una vida fraterna; la respuesta a las desigualdades es compartir. La respuesta al odio y al rencor es el perdón. Sí, actuar a favor del hombre, es actuar a favor de Dios, revelando su rostro más auténtico.
Que el Dios Trinidad nos conceda la gracia de ser espejos que reflejemos su amor y su misericordia.
(C)
Los gestos simbólicos pueden ayudarnos a vivir la existencia con más hondura, pero, repetidos de manera distraída, pueden convertirse en algo mecánico y rutinario, vacío de todo significado vital.
Así sucede con frecuencia con esa cruz que los cristianos hemos aprendido desde niños a trazar sobre nosotros mismos y que resume toda nuestra fe sobre el misterio de Dios y sobre el espíritu que ha de animar nuestra vida entera.
Esa cruz es la “señal del cristiano” que ilumina nuestro caminar diario. Ella nos recuerda a un Dios cercano, entregado a nosotros. Esa cruz nos da esperanza. Nos enseña el camino. Nos asegura la victoria final en Cristo resucitado.
Pero ese gesto tiene un significado más hondo. Al hacer la cruz con nuestra mano, desde la frente hasta el pecho y desde el hombro izquierdo hasta el derecho, consagramos nuestra frente, boca y pecho, expresando así el deseo de acoger el misterio de Dios Trinidad en nosotros y la trayectoria que queremos dar a nuestra vida.
Esto es lo que queremos: que los pensamientos que elabora nuestra mente, las palabras que pronuncia nuestra boca, los sentimientos y deseos que nacen en nuestro pecho, sean los de un hombre o mujer que viva “en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.
El gesto nos anima así a superar la dispersión de nuestra vida unificando todas nuestras actividades para vivir desde una confianza total en el Padre, siguiendo fielmente al Hijo encarnado en Jesús, dejándonos impulsar por la acción del Espíritu en nosotros.
Al mismo tiempo, este gesto realizado conscientemente en medio de una sociedad que va vaciando la vida de su grandeza y misterio, nos invita a vivir adorando el misterio trinitario de Dios, origen, fundamento y meta última de toda la creación, y dándole gracias por el don misterioso de la vida.
El creyente vive envuelto por ese símbolo tan expresivo. Lo hacemos al comenzar la eucaristía y al recibir la bendición final, al iniciar y terminar una oración, al bendecir la mesa, al empezar el día y al acostarnos. Si lo hiciéramos de manera consciente, podría ser un mensaje de alegría y salvación en medio de nuestra vida.
En esta fiesta de la Trinidad hemos de recordar que el misterio de la Trinidad no es un asunto para la reflexión exclusiva de los teólogos o la experiencia de los místicos. También un humilde creyente, alejado incluso de la práctica religiosa, puede elevar su corazón hasta Dios y santiguarse despacio en el nombre de la Trinidad, agradeciendo arrepentido su perdón y alabando gozoso su amor insondable.
(D)
Para una homilía con niños…
Un misionero español del Ecuador, estando de vacaciones en España dijo:
“Aquí Dios no tiene mucho que hacer. Allá (en Ecuador), sí, porque le ocupamos para todo, es el centro de nuestra vida. Allá le necesitamos para todo, le encomendamos todo, le confiamos todo”.
Sin embargo, en otras latitudes la percepción es muy diferente. El teólogo Buber, hablando de nuestra sociedad desarrollada, afirma que ésta “sufre un eclipse de Dios”. Es decir, que a Dios no se le ve o no le vemos porque le ocultan o se interponen otros valores, otros intereses. Un dato sorprendente: mucha gente, tanto muchachos como adultos, hombres como mujeres, jamás se atreverían a rezar en público, a citar el nombre de Dios en una plegaria, sin embargo no tienen el menor reparo, ni sienten la menor vergüenza para lanzar públicamente y en tono alto unas categóricas blasfemias contra Dios.
He traído a colación esto porque hoy celebramos el domingo de la Santísima Trinidad, hoy es la fiesta de Dios-Padre, de Dios-Hijo y de Dios-Espíritu Santo. A nosotros nos interesa el Dios de Jesús: un Dios cercano, no amenazante. Si bien conviene advertir que “un Dios conocido deja de ser Dios”, ya que si cabe en nuestra cabeza, necesariamente le hemos empequeñecido.
Para hablar de Dios no está más capacitado quien posee títulos académicos o posee un lenguaje elevado. Jesús manifestó en una ocasión: ”te doy gracias porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla”.
Al hilo de lo eso vamos a dejar la homilía de hoy en manos de unos niños de una escuela de primaria del sur de Italia, a quienes el maestro les animó a escribir una carta a Jesús. En sus líneas han sabido verter detalles extraordinarios. Ellos desde la ingenuidad y desde la inocencia descubren aspectos que muy probablemente se les escapan a los teólogos y a mucha gente mayor. Ahí van algunos ejemplos de como reaccionan Marco, Patricia, Bruno, Laura y otros. En primer lugar no ocultan que tienen dudas y por eso preguntan:
“¿Los pecados los marcas en rojo como la maestra?”.
Otro añade: ”Seguro que para ti es dificilísimo querer a todos en todo el mundo. En mi familia solo somos cuatro y no lo consigo”.
No les falta decisión, pues son capaces de hacer observaciones a Dios, de sugerirles algunas correcciones:
“Cuando tu Padre creó el universo, ¿no era mejor que en vez del domingo hubiera descansado los días de cole?”.
Otra pequeña cuestión: “¿La jirafa la querías hacer así o fue un accidente?”.
En ocasiones plantean cuestiones profundas. “Me gusta mucho el Padrenuestro. ¿Se te ocurrió en seguida o lo tuviste que hacer varias veces?. Yo siempre que escribo algo lo tengo que repetir”.
Uno de los alumnos roza lo cómico, aunque para él a lo mejor se trata de algo serio:
”Gracias por el hermanito, pero yo había pedido un perro”.
Lo que sigue es muy distinto:
”Ya no me he vuelto a sentir sola desde que he descubierto que existes”.
Uno de la clase no puede callar y manifiesta la bondad de Dios:
”No creo que puede haber un Dios mejor que tú. En fin, quisiera que lo supieras, pero no creas que te lo digo porque eres Dios, ¿eh?”.
No sé lo que os ha parecido las ocurrencias de estos pequeños alumnos de una escuela. Son pinceladas certeras. En este punto llevaba razón Jesús cuando dijo: “dejad que los niños se acerquen a mí”. Notaría sin duda que algunos puntos le entendían mucho mejor que los adultos.
La profesora pregunta: ¿Cómo sabemos que Dios existe? Cada uno fue dando su propia respuesta. Pero la profesora seguía insistiendo como si no estuviese satisfecha con las respuestas. Queriendo echarles un mano añadió: Y cómo saber que Dios existe si ninguno lo hemos visto? Todos se quedaron callados. Para los niños es evidente que lo que no se ve o se toca no existe. Hasta que un pequeño que era tímido, levantó la mano y tímidamente y respondió: Señorita. Dios es como el azúcar. Mi madre me dijo que DIOS ES COMO EL AZÚCAR en mi leche que ella prepara todas las mañanas. Yo no veo el azúcar que está dentro de la taza en medio de la leche, pero si ella me lo saca, queda sin sabor.
¿A alguien de nosotros se le ocurriría definir a Dios como una cucharada o un terrón de azúcar? De seguro que nosotros daríamos una definición de Dios mucho más técnica y científica. Pero bastante más inútil. La prueba el mismo título de la fiesta de hoy: “Santísima Trinidad”. Y con eso ya nos quedamos tan tranquilos. Con decir que son “tres pero que son uno”, que ni usted ni yo sabemos como es esa matemática que uno sea tres y que tres sean uno, de seguro nos quedaríamos satisfechos. Ninguno entenderíamos nada pero nos quedaríamos tranquilos.
Estoy seguro que la mamá de ese niño no entendía demasiada teología, pero sí tenía algo que es fundamental cuando se trata de hablar de Dios. Hablaba no del Dios que se nos explica con ideas, sino del Dios que ella experimentaba en su corazón. No sé si los teólogos estarán muy de acuerdo con un “Dios terrón de azúcar”, lo que sí sé es que aquella madre vivía la verdad de Dios en el corazón humano.
Porque, al fin y al cabo, Dios no es una idea. Dios es una realidad para nuestra vida. Y una realidad que da sentido y da sabor a nuestra vida.
Oración de los fieles
(A)
Unidos a la oración de la Iglesia, en comunión con Cristo y con el Espíritu, te presentamos, Padre, nuestras necesidades y esperanzas.
Todos. Envía, Señor, tu Espíritu de amor.
Mira, Padre, el mundo dividido por los intereses, el odio, la guerra y el terror, haz de nosotros instrumentos de paz. OREMOS...
Mira, Padre, las Iglesias separadas por la incomprensión y el orgullo, haz de nosotros trabajadores de la unidad. OREMOS...
Mira, Padre, a las familias en crisis por falta de sacrificio y amor, haz de nosotros portadores de reconciliación. OREMOS...
Mira, Padre, a tantos hijos tuyos que sufren por la pobreza, por la soledad, por la enfermedad, por todo tipo de rechazo y exclusión, haz de nosotros testigos de tu misericordia liberadora. OREMOS...
Mira, Padre, a las comunidades religiosas que se consagran enteramente a tu escucha y servicio, haz que su luz brille en el mundo, y que sepamos alegrarnos con su luz y crezcan las vocaciones contemplativas. OREMOS...
Mira, Padre, y ayúdanos a conocer y vivir tu misterio trinitario. OREMOS...
Te lo pedimos, Padre, movidos por el Espíritu, en comunión con tu Hijo Jesucristo, que vive y reina...
(B)
Al Dios Trinidad que no duda en entregarnos a su propio Hijo, y la fuerza de su Espíritu, le decimos:
Todos: ¡Dios del Amor, escúchanos!
Por la Iglesia, para que vivamos unidos, trabajando por el bien de todos, siendo signo de servicio y disponibilidad en medio de nuestro mundo. OREMOS...
Por nuestro mundo, roto por las guerras y discordias, para que Dios Padre nos conceda el don de la paz y de la concordia. OREMOS...
Por quienes más sufren y están apartados de la sociedad, para que encuentren motivos y personas en quienes seguir confiando. OREMOS...
Por todos nosotros, para que en todo momento seamos constructores de amor y de paz. OREMOS...
Escúchanos, Señor, y concédenos aquello que más nos ayude a vivir en tu presencia. Por JNS...
(C)
Al Dios uno y trino, misterio de amor, tan cercano siempre al hombre y a sus necesidades, pedimos:
Todos: ¡Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo!.
Los asesinatos y las violencias crecen cada día, cada año. Crece el clima de indefensión y la falta de aprecio por la vida humana. De ti, Señor, hemos aprendido a amar esta vida. haz que crezca nuestro compromiso con la vida. OREMOS
Muchos pueblos se encuentran al borde de la quiebra y de la fractura social.. Son países a los que hacemos presentes en nuestra celebración. Y con ellos su dolor, su rabia, su impotencia y su anhelo de superar la crisis creciente en la que viven. Nos unimos a los pueblos hundidos por la Deuda externa. Que se condone la deuda de los pobres. OREMOS...
Muchas familias se desgastan sin saber cómo educar a sus hijos y se sienten impotentes para darles una respuesta a sus demandas. Queremos poner a todas estas familias y a las que están rotas delante de Ti. Que la Comunidad Cristiana ayude a las familias a convivir, a comprenderse, a valorarse y a respetarse. OREMOS...
Los pobres esperan nuestra solidaridad y nuestros gestos de amor, esperan un mundo en el que habite la justicia. Queremos empeñarnos en conseguir una sociedad más justa, donde sean eliminadas las grandes y obscenas injusticias que crean pobres vergonzantes. Que no nos conformemos con dar limosna. OREMOS...
Que la Eucaristía que celebramos sea reflejo del Dios Trinitario en el que creemos, que nos congregue y nos una muchos más a cuantos hemos puesto nuestra confianza en el Señor Jesús. OREMOS...
Escucha, Padre, nuestra plegaria y derrama y manifiesta tu amor en el mundo. Por JNS...
Presentación de ofrendas
Presentación de la concha bautismal
Señor, yo te traigo este signo bautismal, con el fin de presentarte nuestra consagración a Ti, Trinidad. Desde el Bautismo, nuestras vidas han quedado unidas a Ti, como hijos tuyos, hermanos de Jesucristo y templos del Espíritu. Haz que vivamos esta consagración. Danos fortaleza para hacerlo.
Presentación de una cadena
Por mi parte, Señor, te ofrezco esta cadena, con la que quiero expresar mi compromiso de luchar porque la comunidad de la que soy miembro, sea un reflejo de la vida trinitaria. Que seamos capaces de vivir el respeto de las diferencias en la riqueza del amor.
Presentación de un mapamundi
Mira, Señor, yo te traigo este mapamundi, y todos sabemos que es el reflejo de un mundo dividido, en el que la riqueza y la pobreza marcan fronteras de unos países que viven en la abundancia y otros muchos, la mayoría, que viven en la extrema pobreza. Con este mapa te quiero ofrecer nuestros deseos y nuestro empeño de luchar por superar esas diferencias y esas fronteras.
Prefacio...
Te damos gracias y te bendecimos,
Dios Santo y Fuerte,
porque diriges con sabiduría los destinos del mundo
y cuidas con amor de cada uno de los hombres.
Tú nos invitas a escuchar tu Palabra,
que nos reúne en un solo cuerpo,
y a mantenernos siempre firmes
en el seguimiento de tu Hijo.
Porque sólo Él es el camino
que nos conduce hacia Ti, Dios invisible,
la verdad que nos hace libres,
la vida que nos colma de alegría.
Por eso, Padre,
porque tu Amor es grande con nosotros,
te damos gracias,
por medio de Jesús, tu Hijo amado,
y unimos nuestras voces a las de los ángeles,
para cantar y proclamar tu gloria,
diciendo:
Santo, Santo, Santo...
Padrenuestro
Dios es una familia y nosotros somos sus hijos. Lo más importante dentro de nuestras familias es compartir todo. Vamos a dirigirnos en esta oración a nuestro Padre Dios para pedirle pan para todos sus hijos: Padre nuestro....
Nos damos la paz
Lo más grande de una familia es que todos estén unidos y vivan en paz. Pero, en ocasiones, surgen enfados, peleas y discusiones. Antes de sentarnos a la Mesa, vamos a hacer las paces, con este gesto de amistad.
Comunión
La mayor felicidad para unos padres es ver toda la familia sentada a la misma mesa. Los días de trabajo y estudios es difícil, porque no coinciden los horarios. Pero hoy es fiesta y estamos reunidos en torno a la mesa familiar.
Dichosos los invitados a la Mesa del Señor...
Bendición
Derrama, Señor, tu bendición sobre nosotros
y sobre la redondez de la tierra:
que no nos falten jamás la esperanza, la paz
los gestos de perdón y de fraternidad...
Todos: Derrama, Señor, tu bendición
Derrama, Señor, tu bendición sobre la Iglesia,
para que sea luz que ilumine, no luz cegadora;
luz que oriente, no luz que se imponga;
luz que haga señas, no luz escondida...
Envía, Señor, tu bendición sobre los jóvenes,
para que emprendan caminos nuevos:
caminos de enlace y unión;
caminos de retos y riesgos;
caminos no trillados ni vulgares.
Caminos por descubrir y diseñar...
La bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre vosotros. R/. Amén.
(A)
Queridos amigos, celebramos hoy la fiesta de la Trinidad, la fiesta de la vida íntima de Dios.
Sin lugar a dudas a muchos les resultará una gran pretensión decir que nos vamos a acercar a la intimidad de Dios. El mismo San Agustín afirmaba que cuando uno cree conocer a Dios, en realidad está lejos de Él; y al contrario, cuando uno siente una gran oscuridad, eso mismo es señal de cercanía a Dios. Porque Dios es cegador, es desbordante; y si nos cabe en la cabeza, es señal de que nos hemos fabricado un dios tan pequeñito como nuestra propia cabeza.
El pueblo judío, ya fue consciente de este peligro y por eso avisó con claridad y con seriedad: “no te harás imágenes de Dios”. Pero podemos mantener fieles este mandato y atisbar el gran misterio de amor que es Dios. Conscientes de nuestra limitación y de la grandeza de Dios, hagamos de esta celebración que vamos a comenzar, un himno de acción de gracias y de alabanza a Dios nuestro Señor.
(B)
En este domingo de la Trinidad celebramos de manera explícita y en un domingo aparte lo que celebramos todos los domingos del año y constituye el misterio nuclear de nuestra fe cristiana. Necesitamos hacer un esfuerzo de atención para concentrar en pocas palabras toda la fe y toda la historia de la salvación.
Dios es amor. Dios es uno en tres personas. El Padre es amor y origen de toda vida. El Hijo es amor y devuelve al Padre la humanidad liberada. El Espíritu Santo es amor y habita en nuestras almas para santificarnos. Por tanto, este misterio nos recuerda que somos hijos de Dios, hermanos de Jesús y templos del Espíritu Santo.
(C)
Celebramos hoy la fiesta de la Santísima Trinidad.
Y precisamente –invocando al Padre, al Hijo y al Espíritu- comenzamos siempre nuestras celebraciones.
Todos los domingos, nuestra celebración de la Eucaristía es de algún modo, un recuerdo de la Santísima Trinidad, porque todos los domingos:
Celebramos el amor y la misericordia de Dios, nuestro Padre.
Recordamos la vida nueva que se nos ha dado por medio de Jesucristo, nuestro hermano.
Y nos sentimos fortalecidos por la gracia del Espíritu, que ha sido derramado en nuestros corazones.
(D)
Todos los domingos, la celebración de la Eucaristía es contemplación del amor de Dios a todos, sin excepciones ni exclusiones.
Hoy, en esta fiesta de la Santísima Trinidad, alabamos a Dios, nuestro Padre, por su amor; agradecemos la vida nueva que nos ha dado en Jesucristo, sintiéndonos guiados por la fuerza del Espíritu que ha derramado en nosotros.
Siempre que nos esforcemos, mucho o poco, por construir una sociedad en la que las personas vayamos aprendiendo a convivir, a compartir y a dialogar, estaremos celebrando a ese Dios que en lo más íntimo de su ser, es apertura, diálogo, entrega mutua, amor a otro.
Saludo del Sacerdote:
La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo estén con todos vosotros.
Pedimos perdón:
(A)
La inmensidad del amor de Dios nos hace caer en la cuenta de la pequeñez de nuestro amor. De ello le pedimos ahora perdón en unos momentos de silencio.
Tú que eres compasivo y misericordioso. SEÑOR, TEN PIEDAD...
Tú que eres rico en clemencia y lealtad. CRISTO, TEN PIEDAD...
Tú, que perdonas nuestras culpas y pecados.SEÑOR, TEN PIEDAD...
(B)
Al querer experimentar hoy el mismo amor de Dios, descubrimos nuestra distancia y pecado. Por eso, iniciemos nuestra celebración pidiéndole perdón por ello.
Dios y Padre nuestro, porque no siempre te reconocemos y confesamos como nuestro Padre, principio y meta de nuestro peregrinar por la vida. SEÑOR, TEN PIEDAD...
Hijo del Padre y Hermano nuestro, que eres el camino que nos conduce al Padre, porque no siempre caminamos de acuerdo con tus palabras y ejemplos. CRISTO, TEN PIEDAD...
Espíritu del Padre y del Hijo, que guías nuestros pasos, porque no siempre somos dóciles a tus inspiraciones. SEÑOR, TEN PIEDAD...
(C)
En un momento de silencio, nos ponemos en la presencia de Dios y le pedimos su misericordia y su perdón, en actitud de oración.
* A Ti, que con tu vida y palabra nos diste a conocer al Padre, te decimos: ¡Señor, ten piedad!
* A Ti, que con tu Encarnación y Pasión, nos has mostrado tu inmenso amor, te rogamos: ¡Cristo, ten piedad!
* A Ti, que para animar y fortalecer nuestra vida y la de tu Iglesia, nos comunicas tu Espíritu, te pedimos: ¡Señor, ten piedad!
Escuchamos la Palabra
Monición a la Lectura
Nuestras imágenes de Dios son siempre limitadas, pero la Escritura es reveladora. El libro de los Proverbios canta a la Sabiduría de Dios y llega a personificarla. Sería su hija primera y predilecta, su “aprendiz y su encanto”, su compañía y su amor.
¡Qué bien entendemos nosotros estas expresiones!
Monición al Evangelio
Jesús se despide de sus discípulos. Es consciente de que el curso no ha terminado, que quedan muchos temas por explicar. Pero sabe que el Espíritu Santo es el mejor pedagogo y Él completará el programa brillantemente.
Pero el Espíritu no hablará de sí, es humilde, hablará de Cristo, y glorificará a Cristo
Homilías
(A)
Si por un imposible, la Iglesia dijera un día que Dios no es Trinidad, ¿cambiaría en algo la existencia de muchos creyentes? Probablemente, no.
Por eso queda uno sorprendido ante la confesión del P. Varillon: “Pienso que si Dios no fuera Trinidad, yo sería probablemente ateo... En cualquier caso, si Dios no es Trinidad, yo no comprendo absolutamente nada”.
La inmensa mayoría de los cristianos no sabemos que al adorar a Dios como Trinidad, estamos confesando que Dios, en su intimidad más profunda, es sólo amor, acogida, ternura.
Es quizás la conversión que más necesitamos: el paso progresivo de un Dios considerado como Poder a un Dios adorado gozosamente como Amor.
Dios no es un ser “omnipotente y sempiterno” cualquiera. Un ser poderoso puede ser un déspota, un tirano destructor, un dictador arbitrario. Una amenaza para nuestra pequeña y débil libertad.
¿Podríamos confiar en un Dios del que sólo supiéramos que es Omnipotente? Es muy difícil abandonarse a alguien infinitamente poderoso. Es mejor desconfiar, ser cautos, salvaguardar nuestra independencia.
Pero Dios es Trinidad. Dinamismo de amor. Y su omnipotencia es la omnipotencia de quien sólo es amor, ternura insondable e infinita. Es el amor de Dios el que es omnipotente.
Dios no lo puede todo. Dios no puede sino lo que puede el amor infinito. Y siempre que lo olvidamos y nos salimos de la esfera del amor, nos fabricamos un Dios falso, una especie de Júpiter extraño que no existe.
Cuando no hemos descubierto todavía que Dios es sólo Amor, fácilmente nos relacionamos con él desde el interés o el miedo. Un interés que nos mueve a utilizar su omnipotencia para nuestro provecho. O un miedo que nos lleva a buscar toda clase de medios para defendernos de su poder amenazador.
Pero una religión hecha de interés y de miedos está más cerca de la magia que de la verdadera fe cristiana.
Sólo cuando uno intuye desde la fe que Dios es sólo AMOR y descubre fascinado que no puede ser otra cosa sino AMOR presente y palpitante en lo más hondo de nuestra vida, comienza a crecer libre en nuestro corazón la confianza en un Dios Trinidad del que lo único que sabemos en Cristo es que no puede no amarnos.
(B)
Ladislao Boros ha dicho que “la humanidad sufre hoy la más terrible de todas las experiencias: la lejanía de Dios”. Y esto es cierto, pues para muchos de nuestros contemporáneos, Dios es algo lejano y vago, algo que se confunde casi con lo ilusorio e irreal.
De hecho, son bastantes los que casi insensiblemente, van pasando poco a poco, de una fe débil y superficial, a un ateísmo también débil y superficial, sin detenerse con sinceridad ante la realidad de quién es el origen y el destino último de nuestro ser.
¿Cómo dar de nuevo un contenido vivo a ese nombre de “Dios”, cuando uno lo ha ido vaciando de vida, con una fe banal y una existencia mediocre? ¿Cómo aprender de nuevo a vivir con gozo ante Dios? ¿Cómo ponerse de nuevo en camino hacia Él?
Probablemente hemos de redescubrir, antes que nada, que Dios en su realidad más profunda es Trinidad. Es una familia. Es decir, que Dios no es algo frío e impersonal, un ser solitario, sino vida compartida, amor comunitario, amistad gozosa, ternura y vida en plenitud.
Dios no es alguien que nos ciega con su poder divino. Dios es amor que nos acoge, amistad que nos envuelve, ternura que nos busca por todos los caminos de nuestra existencia.
Por eso su presencia en el mundo es humilde y discreta, como lo es siempre la presencia de la ternura y el amor verdaderos.
Sólo quien sabe de amor, sabe de Dios. Sólo quien es capaz de vivir incondicionalmente la amistad, de irradiar amor y bondad en esta sociedad egoísta, de poner un poco de justicia y ternura en la construcción de este mundo, puede encontrar a Dios.
Es el amor vivido incondicionalmente el que purifica nuestras falsas imágenes de Dios y nos coloca en la verdad y la humildad necesarias para acercarnos al Dios Trinitario.
Nuestra sociedad no necesita “defensores triunfalistas” que nos hagan la propaganda de Dios, sino testigos humildes que con su vida nos hagan percibir el amor y la amistad de Dios por los hombres.
La gran novedad que nos revela la Palabra de Dios es: que Dios es Amor. Y esto no se nos ha revelado para que nosotros lo contemplemos boquiabiertos o para que hagamos especulaciones estériles o razonamientos filosóficos... Cristo nos ha revelado la intimidad de Dios para que construyamos nuestra vida de creyentes teniendo en cuenta ese patrón.
Cuando lleguemos a creer en un Dios que es amor, es decir: diálogo, entrega, comunión, felicidad compartida; entonces, comenzaremos a sentir la necesidad de parecernos a Él, de imitarle, de darnos y entregarnos a lo divino y a nuestros hermanos los hombres.
La Trinidad es paradigma de lo que han de ser nuestras comunidades. La causa profunda de desunión entre los hombres y la más lamentable incomprensión entre los cristianos, es haber olvidado el ejemplo de convivencia amorosa entre las Personas de la Trinidad. Y la causa de la lesión de la dignidad humana, de la esclavitud y la opresión es no haber comprendido que somos libres en el Espíritu e hijos de Dios.
Necesitamos ahondar en esta verdad de Dios. Dios es amor. Y esta noticia la tenemos que comunicar al mundo, no con palabras, sino a través de una ilustración práctica: nuestro amor fraterno.
Viendo cómo nos amamos, los hombres han de entender qué es el amor de Dios y qué efecto produce en nosotros. Los hombres han de ser instruidos acerca de Dios observando nuestro comportamiento.
Los grandes problemas que preocupan, hoy, a los hombres, sólo se conseguirá solucionarlos cambiando los corazones.
La respuesta a tanta división, conflicto y guerra es una vida fraterna; la respuesta a las desigualdades es compartir. La respuesta al odio y al rencor es el perdón. Sí, actuar a favor del hombre, es actuar a favor de Dios, revelando su rostro más auténtico.
Que el Dios Trinidad nos conceda la gracia de ser espejos que reflejemos su amor y su misericordia.
(C)
Los gestos simbólicos pueden ayudarnos a vivir la existencia con más hondura, pero, repetidos de manera distraída, pueden convertirse en algo mecánico y rutinario, vacío de todo significado vital.
Así sucede con frecuencia con esa cruz que los cristianos hemos aprendido desde niños a trazar sobre nosotros mismos y que resume toda nuestra fe sobre el misterio de Dios y sobre el espíritu que ha de animar nuestra vida entera.
Esa cruz es la “señal del cristiano” que ilumina nuestro caminar diario. Ella nos recuerda a un Dios cercano, entregado a nosotros. Esa cruz nos da esperanza. Nos enseña el camino. Nos asegura la victoria final en Cristo resucitado.
Pero ese gesto tiene un significado más hondo. Al hacer la cruz con nuestra mano, desde la frente hasta el pecho y desde el hombro izquierdo hasta el derecho, consagramos nuestra frente, boca y pecho, expresando así el deseo de acoger el misterio de Dios Trinidad en nosotros y la trayectoria que queremos dar a nuestra vida.
Esto es lo que queremos: que los pensamientos que elabora nuestra mente, las palabras que pronuncia nuestra boca, los sentimientos y deseos que nacen en nuestro pecho, sean los de un hombre o mujer que viva “en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.
El gesto nos anima así a superar la dispersión de nuestra vida unificando todas nuestras actividades para vivir desde una confianza total en el Padre, siguiendo fielmente al Hijo encarnado en Jesús, dejándonos impulsar por la acción del Espíritu en nosotros.
Al mismo tiempo, este gesto realizado conscientemente en medio de una sociedad que va vaciando la vida de su grandeza y misterio, nos invita a vivir adorando el misterio trinitario de Dios, origen, fundamento y meta última de toda la creación, y dándole gracias por el don misterioso de la vida.
El creyente vive envuelto por ese símbolo tan expresivo. Lo hacemos al comenzar la eucaristía y al recibir la bendición final, al iniciar y terminar una oración, al bendecir la mesa, al empezar el día y al acostarnos. Si lo hiciéramos de manera consciente, podría ser un mensaje de alegría y salvación en medio de nuestra vida.
En esta fiesta de la Trinidad hemos de recordar que el misterio de la Trinidad no es un asunto para la reflexión exclusiva de los teólogos o la experiencia de los místicos. También un humilde creyente, alejado incluso de la práctica religiosa, puede elevar su corazón hasta Dios y santiguarse despacio en el nombre de la Trinidad, agradeciendo arrepentido su perdón y alabando gozoso su amor insondable.
(D)
Para una homilía con niños…
Un misionero español del Ecuador, estando de vacaciones en España dijo:
“Aquí Dios no tiene mucho que hacer. Allá (en Ecuador), sí, porque le ocupamos para todo, es el centro de nuestra vida. Allá le necesitamos para todo, le encomendamos todo, le confiamos todo”.
Sin embargo, en otras latitudes la percepción es muy diferente. El teólogo Buber, hablando de nuestra sociedad desarrollada, afirma que ésta “sufre un eclipse de Dios”. Es decir, que a Dios no se le ve o no le vemos porque le ocultan o se interponen otros valores, otros intereses. Un dato sorprendente: mucha gente, tanto muchachos como adultos, hombres como mujeres, jamás se atreverían a rezar en público, a citar el nombre de Dios en una plegaria, sin embargo no tienen el menor reparo, ni sienten la menor vergüenza para lanzar públicamente y en tono alto unas categóricas blasfemias contra Dios.
He traído a colación esto porque hoy celebramos el domingo de la Santísima Trinidad, hoy es la fiesta de Dios-Padre, de Dios-Hijo y de Dios-Espíritu Santo. A nosotros nos interesa el Dios de Jesús: un Dios cercano, no amenazante. Si bien conviene advertir que “un Dios conocido deja de ser Dios”, ya que si cabe en nuestra cabeza, necesariamente le hemos empequeñecido.
Para hablar de Dios no está más capacitado quien posee títulos académicos o posee un lenguaje elevado. Jesús manifestó en una ocasión: ”te doy gracias porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla”.
Al hilo de lo eso vamos a dejar la homilía de hoy en manos de unos niños de una escuela de primaria del sur de Italia, a quienes el maestro les animó a escribir una carta a Jesús. En sus líneas han sabido verter detalles extraordinarios. Ellos desde la ingenuidad y desde la inocencia descubren aspectos que muy probablemente se les escapan a los teólogos y a mucha gente mayor. Ahí van algunos ejemplos de como reaccionan Marco, Patricia, Bruno, Laura y otros. En primer lugar no ocultan que tienen dudas y por eso preguntan:
“¿Los pecados los marcas en rojo como la maestra?”.
Otro añade: ”Seguro que para ti es dificilísimo querer a todos en todo el mundo. En mi familia solo somos cuatro y no lo consigo”.
No les falta decisión, pues son capaces de hacer observaciones a Dios, de sugerirles algunas correcciones:
“Cuando tu Padre creó el universo, ¿no era mejor que en vez del domingo hubiera descansado los días de cole?”.
Otra pequeña cuestión: “¿La jirafa la querías hacer así o fue un accidente?”.
En ocasiones plantean cuestiones profundas. “Me gusta mucho el Padrenuestro. ¿Se te ocurrió en seguida o lo tuviste que hacer varias veces?. Yo siempre que escribo algo lo tengo que repetir”.
Uno de los alumnos roza lo cómico, aunque para él a lo mejor se trata de algo serio:
”Gracias por el hermanito, pero yo había pedido un perro”.
Lo que sigue es muy distinto:
”Ya no me he vuelto a sentir sola desde que he descubierto que existes”.
Uno de la clase no puede callar y manifiesta la bondad de Dios:
”No creo que puede haber un Dios mejor que tú. En fin, quisiera que lo supieras, pero no creas que te lo digo porque eres Dios, ¿eh?”.
No sé lo que os ha parecido las ocurrencias de estos pequeños alumnos de una escuela. Son pinceladas certeras. En este punto llevaba razón Jesús cuando dijo: “dejad que los niños se acerquen a mí”. Notaría sin duda que algunos puntos le entendían mucho mejor que los adultos.
La profesora pregunta: ¿Cómo sabemos que Dios existe? Cada uno fue dando su propia respuesta. Pero la profesora seguía insistiendo como si no estuviese satisfecha con las respuestas. Queriendo echarles un mano añadió: Y cómo saber que Dios existe si ninguno lo hemos visto? Todos se quedaron callados. Para los niños es evidente que lo que no se ve o se toca no existe. Hasta que un pequeño que era tímido, levantó la mano y tímidamente y respondió: Señorita. Dios es como el azúcar. Mi madre me dijo que DIOS ES COMO EL AZÚCAR en mi leche que ella prepara todas las mañanas. Yo no veo el azúcar que está dentro de la taza en medio de la leche, pero si ella me lo saca, queda sin sabor.
¿A alguien de nosotros se le ocurriría definir a Dios como una cucharada o un terrón de azúcar? De seguro que nosotros daríamos una definición de Dios mucho más técnica y científica. Pero bastante más inútil. La prueba el mismo título de la fiesta de hoy: “Santísima Trinidad”. Y con eso ya nos quedamos tan tranquilos. Con decir que son “tres pero que son uno”, que ni usted ni yo sabemos como es esa matemática que uno sea tres y que tres sean uno, de seguro nos quedaríamos satisfechos. Ninguno entenderíamos nada pero nos quedaríamos tranquilos.
Estoy seguro que la mamá de ese niño no entendía demasiada teología, pero sí tenía algo que es fundamental cuando se trata de hablar de Dios. Hablaba no del Dios que se nos explica con ideas, sino del Dios que ella experimentaba en su corazón. No sé si los teólogos estarán muy de acuerdo con un “Dios terrón de azúcar”, lo que sí sé es que aquella madre vivía la verdad de Dios en el corazón humano.
Porque, al fin y al cabo, Dios no es una idea. Dios es una realidad para nuestra vida. Y una realidad que da sentido y da sabor a nuestra vida.
Oración de los fieles
(A)
Unidos a la oración de la Iglesia, en comunión con Cristo y con el Espíritu, te presentamos, Padre, nuestras necesidades y esperanzas.
Todos. Envía, Señor, tu Espíritu de amor.
Mira, Padre, el mundo dividido por los intereses, el odio, la guerra y el terror, haz de nosotros instrumentos de paz. OREMOS...
Mira, Padre, las Iglesias separadas por la incomprensión y el orgullo, haz de nosotros trabajadores de la unidad. OREMOS...
Mira, Padre, a las familias en crisis por falta de sacrificio y amor, haz de nosotros portadores de reconciliación. OREMOS...
Mira, Padre, a tantos hijos tuyos que sufren por la pobreza, por la soledad, por la enfermedad, por todo tipo de rechazo y exclusión, haz de nosotros testigos de tu misericordia liberadora. OREMOS...
Mira, Padre, a las comunidades religiosas que se consagran enteramente a tu escucha y servicio, haz que su luz brille en el mundo, y que sepamos alegrarnos con su luz y crezcan las vocaciones contemplativas. OREMOS...
Mira, Padre, y ayúdanos a conocer y vivir tu misterio trinitario. OREMOS...
Te lo pedimos, Padre, movidos por el Espíritu, en comunión con tu Hijo Jesucristo, que vive y reina...
(B)
Al Dios Trinidad que no duda en entregarnos a su propio Hijo, y la fuerza de su Espíritu, le decimos:
Todos: ¡Dios del Amor, escúchanos!
Por la Iglesia, para que vivamos unidos, trabajando por el bien de todos, siendo signo de servicio y disponibilidad en medio de nuestro mundo. OREMOS...
Por nuestro mundo, roto por las guerras y discordias, para que Dios Padre nos conceda el don de la paz y de la concordia. OREMOS...
Por quienes más sufren y están apartados de la sociedad, para que encuentren motivos y personas en quienes seguir confiando. OREMOS...
Por todos nosotros, para que en todo momento seamos constructores de amor y de paz. OREMOS...
Escúchanos, Señor, y concédenos aquello que más nos ayude a vivir en tu presencia. Por JNS...
(C)
Al Dios uno y trino, misterio de amor, tan cercano siempre al hombre y a sus necesidades, pedimos:
Todos: ¡Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo!.
Los asesinatos y las violencias crecen cada día, cada año. Crece el clima de indefensión y la falta de aprecio por la vida humana. De ti, Señor, hemos aprendido a amar esta vida. haz que crezca nuestro compromiso con la vida. OREMOS
Muchos pueblos se encuentran al borde de la quiebra y de la fractura social.. Son países a los que hacemos presentes en nuestra celebración. Y con ellos su dolor, su rabia, su impotencia y su anhelo de superar la crisis creciente en la que viven. Nos unimos a los pueblos hundidos por la Deuda externa. Que se condone la deuda de los pobres. OREMOS...
Muchas familias se desgastan sin saber cómo educar a sus hijos y se sienten impotentes para darles una respuesta a sus demandas. Queremos poner a todas estas familias y a las que están rotas delante de Ti. Que la Comunidad Cristiana ayude a las familias a convivir, a comprenderse, a valorarse y a respetarse. OREMOS...
Los pobres esperan nuestra solidaridad y nuestros gestos de amor, esperan un mundo en el que habite la justicia. Queremos empeñarnos en conseguir una sociedad más justa, donde sean eliminadas las grandes y obscenas injusticias que crean pobres vergonzantes. Que no nos conformemos con dar limosna. OREMOS...
Que la Eucaristía que celebramos sea reflejo del Dios Trinitario en el que creemos, que nos congregue y nos una muchos más a cuantos hemos puesto nuestra confianza en el Señor Jesús. OREMOS...
Escucha, Padre, nuestra plegaria y derrama y manifiesta tu amor en el mundo. Por JNS...
Presentación de ofrendas
Presentación de la concha bautismal
Señor, yo te traigo este signo bautismal, con el fin de presentarte nuestra consagración a Ti, Trinidad. Desde el Bautismo, nuestras vidas han quedado unidas a Ti, como hijos tuyos, hermanos de Jesucristo y templos del Espíritu. Haz que vivamos esta consagración. Danos fortaleza para hacerlo.
Presentación de una cadena
Por mi parte, Señor, te ofrezco esta cadena, con la que quiero expresar mi compromiso de luchar porque la comunidad de la que soy miembro, sea un reflejo de la vida trinitaria. Que seamos capaces de vivir el respeto de las diferencias en la riqueza del amor.
Presentación de un mapamundi
Mira, Señor, yo te traigo este mapamundi, y todos sabemos que es el reflejo de un mundo dividido, en el que la riqueza y la pobreza marcan fronteras de unos países que viven en la abundancia y otros muchos, la mayoría, que viven en la extrema pobreza. Con este mapa te quiero ofrecer nuestros deseos y nuestro empeño de luchar por superar esas diferencias y esas fronteras.
Prefacio...
Te damos gracias y te bendecimos,
Dios Santo y Fuerte,
porque diriges con sabiduría los destinos del mundo
y cuidas con amor de cada uno de los hombres.
Tú nos invitas a escuchar tu Palabra,
que nos reúne en un solo cuerpo,
y a mantenernos siempre firmes
en el seguimiento de tu Hijo.
Porque sólo Él es el camino
que nos conduce hacia Ti, Dios invisible,
la verdad que nos hace libres,
la vida que nos colma de alegría.
Por eso, Padre,
porque tu Amor es grande con nosotros,
te damos gracias,
por medio de Jesús, tu Hijo amado,
y unimos nuestras voces a las de los ángeles,
para cantar y proclamar tu gloria,
diciendo:
Santo, Santo, Santo...
Padrenuestro
Dios es una familia y nosotros somos sus hijos. Lo más importante dentro de nuestras familias es compartir todo. Vamos a dirigirnos en esta oración a nuestro Padre Dios para pedirle pan para todos sus hijos: Padre nuestro....
Nos damos la paz
Lo más grande de una familia es que todos estén unidos y vivan en paz. Pero, en ocasiones, surgen enfados, peleas y discusiones. Antes de sentarnos a la Mesa, vamos a hacer las paces, con este gesto de amistad.
Comunión
La mayor felicidad para unos padres es ver toda la familia sentada a la misma mesa. Los días de trabajo y estudios es difícil, porque no coinciden los horarios. Pero hoy es fiesta y estamos reunidos en torno a la mesa familiar.
Dichosos los invitados a la Mesa del Señor...
Bendición
Derrama, Señor, tu bendición sobre nosotros
y sobre la redondez de la tierra:
que no nos falten jamás la esperanza, la paz
los gestos de perdón y de fraternidad...
Todos: Derrama, Señor, tu bendición
Derrama, Señor, tu bendición sobre la Iglesia,
para que sea luz que ilumine, no luz cegadora;
luz que oriente, no luz que se imponga;
luz que haga señas, no luz escondida...
Envía, Señor, tu bendición sobre los jóvenes,
para que emprendan caminos nuevos:
caminos de enlace y unión;
caminos de retos y riesgos;
caminos no trillados ni vulgares.
Caminos por descubrir y diseñar...
La bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre vosotros. R/. Amén.








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