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MISIONEROS EN CAMINO: Domingo de Ramos (Lc 22, 14-23, 56) - Ciclo C: Liturgia, Reflexiones, Exégesis y Oración
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miércoles, 24 de marzo de 2010

Domingo de Ramos (Lc 22, 14-23, 56) - Ciclo C: Liturgia, Reflexiones, Exégesis y Oración


Publicado por DABAR
NOTAS PARA EL DOMINGO DE RAMOS

- No hay que olvidar que lo central de este domingo es la propia celebración eucarística, y no los elementos novedosos de este día.
- Pero eso no quita para que tengamos presente que la Procesión con los ramos que hoy se realiza es la principal procesión de la liturgia cristiana; otras procesiones de estos días son muy emotivas y muy espectaculares, pero son "otra cosa".
- La bendición de los ramos debe hacerse en un lugar distinto al de la celebración eucarística, y la procesión debe resaltarse todo lo posible, incluso por encima de la misma bendición. Unos buenos y apropiados cantos ayudarán en la marcha y valoración de la procesión.
- También hoy leemos el relato de la Pasión, para lo que valen las indicaciones hechas al respecto en el Viernes Santo.

DIOS HABLA
Lectura de la procesión: Lucas 19, 28-40
Primera lectura: Isaías 50,4-7
Segunda lectura: Filipenses 2,6-11
Evangelio: Lucas 22,14-23,56

EXÉGESIS

PRIMERA LECTURA
Siguiendo el principio hermenéutico cristiano de que Jesús es la clave de interpretación de toda la Biblia, el texto de Hebreos 5,6-9 puede servirnos para leer esta primera lectura de toda la Semana Santa. Es como el pregón, el anuncio e invitación a vivir estos días el misterio escondido en la persona de Jesús de Nazaret, el Hijo: “Como dice también en otro lugar: Tú eres sacerdote para siempre, a la manera de Melquisedec. Él, en los días de su vida mortal, presentó con gran clamor y lágrimas oraciones y súplicas al que podía salvarle de la muerte, y fue escuchado en atención a su obediencia; aunque era hijo, en el sufrimiento aprendió a obedecer; así alcanzó la perfección y se convirtió para todos aquellos que le obedecen en principio de salvación eterna”.
Ahora bien, en el texto de Isaías ¿Quién es el Siervo de Yavé del que se habla? Siempre se ha discutido y sigue siéndolo, si es el mismo profeta el que habla o es el Pueblo de Dios sometido a tantas humillaciones. Nos inclinamos a pensar que es el profeta, dado que está destinado ‘a decir al abatido (el Pueblo ¿quién si no?) una palabra de aliento’. Pero él es alentado para conocer la misión a la que se le destinado. Para ello lo hemos visto convertido en ‘discípulo, iniciado’ que ha de ‘aprender sufriendo a obedecer’.
Aquello de la letra con sangre entra’ (que llevado a su extremo es una aberración) no puede ocultarnos que el aprendizaje de la vida es duro. Que rechazada la dureza entra uno en el rebaño de los ignorantes. Pero que, aceptado con valentía, te convierte en persona madura, fuerte, para soportarlo todo.
Un dicho judío recuerda que ‘todos los principios son duros’. Así se nos presenta aquí la iniciación al conocimiento de los arcanos de Dios: el gran secreto de los caminos de la redención de Pueblo que no son otros que el sufrimiento y el menosprecio, puesto que es Él quien ha de librarme del pecado. Y ‘no quedaré defraudado’, que tantas veces se repite. He aquí que vengo para hacer tu voluntad’ es la actitud del creyente, que no confía en el hombre, no se fía de sí mismo Y así pasa por todo sin perder la confianza en el Padre. Será la clave de la redención.
Para esta comprensión de lo incomprensible es preciso, sin embargo, haber tomado Dios la iniciativa de ‘espabilarme el oído… de abrirme el oído’. Y preciso es que el creyente se haya convertido en ‘discípulo, en iniciado’ que absorbe las palabras del Maestro, puesto que para él se convierte en un ‘Padre’ (2R 2,12) que le transmite la nueva vida de la sabiduría de Dios.

TOMÁS RAMÍREZ
tomas@dabar.net


SEGUNDA LECTURA
Razones de espacio nos limitan a los primeros versículos, los más difíciles.
La traducción “oficial” es muy buena por lo comprensible, pero conviene echar una ojeada a los términos originales, en este caso más que en otros.
Por el estilo, el ritmo, la posible división en algo parecido a versos y el mismo vocabulario, del todo infrecuente en la correspondencia paulina, es prácticamente seguro que este pasaje es un himno anterior a la carta. Pablo lo inserta en un contexto exhortativo pero lo que estos versos dicen desborda con mucho ese contexto. (Algunos defienden que Pablo añadió al himno original el “y muerte de cruz”, pero eso no cambia mucho el sentido general).
Este origen es importante porque muestra que en los años cuarenta o comienzos de los cincuenta del siglo I (Filipenses puede situarse hacia mediados o finales de la década de los cincuenta) ya había una Cristología tan elaborada como la que aquí aparece.
Sujeto protagonista del himno es Cristo, no exactamente “el Hijo”. Lo cual es importante porque muestra que las afirmaciones no se refieren a un ser divino en sí, sino en cuanto tal se ha encarnado.
Hay dos estrofas, una “descendente” vv. 4-8 y otra “ascendente”, vv. 9-11.
El punto de partida es que Cristo existe en una morfê (“forma” en sentido filosófico, no apariencia, sino “modo de ser”, “condición”. Dado que, a continuación se habla de la realidad humana del sujeto, hay que suponer la “preexistencia”, aunque Pablo no use esa palabra y, quizás, ni la conozca. La palabra forma puede evocar también la imagen de Dios presente en el primer hombre, lo que sería una velada contraposición entre el primero y el Último Adán.
Harpagmon es difícil de traducir. Significa un botín al que uno se aferra. Hay que dar a la versión ”hizo alarde” un sentido más hondo que la mera ostentación.
“Se despojó de su rango” traduce el “se vació”, metáfora que significa que durante su vida terrestre, el Hijo hecho hombre no vive como lo que realmente es, sino como uno de tantos. No es un variamente “ontológico” sino funcional; “pasando por uno de tantos” y “actuando como un hombre cualquiera” vierten las .complicadas expresiones originales “hecho en una semejanza de hombre” y “encontrado en (su) figura (sjêmati) como hombre “(v.7). Esta semejanza no es parecido, sino la forma de origen semítico para decir, el aspecto sensible y externo de algo. Cristo, pues, asume la condición humana hasta sus aspectos más negativos como son la muerte y la cruz.

FEDERICO PASTOR
federico@dabar.net


PASIÓN SEGÚN SAN LUCAS

1. Cuando llegó la hora (22,14)

Con esta referencia cronológica comienza el relato litúrgico de la Pasión de Lucas. La siguiente referencia cronológica nos lleva a 22,66: Cuando se hizo de día. Ambas referencias enmarcan la primera parte del relato de la Pasión.
La hora a la que se hace referencia es la de la cena de Pascua, a partir de las 6 de la tarde, cuando daba comienzo el nuevo día. Las doce primeras horas del día, de 6 de la tarde a 6 de la mañana, conformaban la parte nocturna del día, dividida por los romanos en cuatro turnos de vela (6-9; 9-12; 12-3; 3-6). El tercero de ellos, de 12 a 3, recibía el nombre de canto del gallo. Toda la primera parte del relato tiene lugar en la franja horaria nocturna.

1.1. Hora de Jesús

La cena de Pascua se abría con una primera copa, previa a servirse las hierbas amargas en recuerdo de las penurias sufridas en Egipto. Con esa copa abre también Jesús su cena de Pascua, pero para darle proyección de futuro: No beberé desde ahora del fruto de la vid hasta que venga el Reino de Dios. Egipto (el pasado) tiene su razón de ser y su culminación en el Reino de Dios (el futuro).
En otro momento posterior, el padre de familia tomaba uno de los panes ázimos, pronunciaba la acción de gracias, lo partía y lo distribuía. Esta participación fraternal en el mismo pan era la señal de que había comenzado la cena propiamente dicha y se pasaba a comer el cordero pascual. También Jesús tomó un pan ázimo, pero con la novedad absoluta de estas majestuosas palabras: Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Lucas no necesita reflejar el paso a la comida del cordero: comiendo el pan estaban ya comiendo el cordero. Jesús mismo va a ser el cordero de ahora en adelante. Haced esto en memoria mía.
Después de cenar, continúa el relato de Lucas. Acabada la cena, en efecto, el padre de familia tomaba la copa recién llenada, la elevaba un poco e incorporándose pronunciaba la acción de gracias por la comida hecha. Luego todos bebían de ella. También Jesús hizo esto, pero con la misma novedad y majestuosidad que con el pan: Esta copa es la nueva alianza sellada con mi sangre, que se derrama por vosotros. La alianza de Dios con su Pueblo llegaba a su momento culminante.


1.2. Hora de oscuridad

A partir de 22,21 y hasta 22,65 el relato de Lucas nos acerca la cara oscura de la hora, de la que la noche es su símbolo. Esta cara oscura la encontramos en la estancia de la cena (22,21-38), en el monte de los Olivos (22,39-53) y en el patio de la casa del Sumo Sacerdote (22,54-64).

En la estancia de la cena la cara oscura de la hora la ofrecen los discípulos de Jesús, todos sin excepción: entre ellos hay un traidor (22,21-23), entre ellos hay disputas acerca de quién es el más importante (22,24-30), Pedro está muy pagado de sí mismo (22,31-34), advertidos de las nuevas circunstancias malinterpretan el propio lenguaje de la advertencia (22,35-38). La imagen ofrecida por los discípulos es deprimente y desalentadora, en evidente contraste con la imagen de Jesús, en ocasiones severo y contundente, siempre claro, solícito y cercano.

En el monte de los Olivos la cara oscura de la hora la ofrecen de nuevo los discípulos y, sobre todo, los que han venido a arrestar a Jesús, dirigidos por Judas, uno de los doce.
La hora es ciertamente difícil, muy difícil. El ruego de Jesús, apenas llegado al lugar, así lo deja entrever: Orad, para no caer en la tentación. Es lo único que Jesús pide a sus discípulos. Es lo único, a su vez, que hace Jesús: orar, no caer en la tentación de no orar. Con demasiada frecuencia hablamos de tentaciones en minúscula; con demasiada poca frecuencia hablamos de la tentación que está a la base de todas las demás: la tentación de no orar, de prescindir de Dios, de renunciar a El o de servirse de El. Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz. Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya. Éste era Jesús, así oraba Jesús cuando la vida era para él una terrible angustia.
Mientras Jesús firmaba con sudor de sangre su oración, sus discípulos dormían por la pena. Es la cara oscura de la hora. Aquí los discípulos no demuestran insensibilidad. Más aún, el sueño era resultado de una pena prolongada. Pero lo que sí demuestran es falta de oración. Estaban sucumbiendo a la tentación. Y, en un nuevo gesto de actitud solícita y de cercanía, así se lo advierte de nuevo Jesús: Levantaos y orad, para no caer en la tentación.
Con la entrada en escena de los que vienen a arrestar a Jesús, la cara oscura de la hora se torna densa al máximo. Lo que hacen los discípulos y los recién llegados es un sinsentido total. Así se lo va haciendo saber Jesús a cada uno. A Judas: ¿Es con el signo del amor como traicionas? A los discípulos. ¿Tan cortos sois a la hora de interpretar mi lenguaje gráfico sobre la espada en 22,36? A miembros del Sanedrín y a responsables del orden en el Templo: A diario estaba en el Templo con vosotros, y no me echasteis mano. Es la hora del poder de las tinieblas.

En el patio de la casa del Sumo Sacerdote. En el relato de Lucas todo sucede en ese patio y todos, Jesús incluido, pasan la noche en ese patio. Noche apenas iluminada por un fuego encendido en medio de él. Todos en el patio son personas anónimas: ellos, una criada, otro, un nuevo otro, los hombres que lo custodiaban. ¿Espectáculo de sombras chinescas? Podría parecerlo, de no ser porque las figurillas cuya sombra se proyecta son demasiado hirientes para ser sólo sombras.
Todos son personas anónimas, salvo Pedro y el Señor (título de Jesús). No es por casualidad que el evangelista confiere aquí a Jesús el título divino el Señor. En medio del anonimato y de la mediocridad, Jesús es el único con señorío, sin necesidad de palabras, con el solo silencio. En toda la última parte de la noche, el evangelista sólo reseña de Jesús su gesto de mirar a Pedro. Una vez más, un gesto de actitud solícita y de cercanía. Jesús es sin duda el Señor.

2. Cuando se hizo de día (22,66)

Comienza aquí la segunda parte del relato litúrgico de la Pasión de Lucas, con final en 23,56.
La parte solar del día iba de 6 de la mañana a 6 de la tarde. Toda la segunda parte del relato tiene lugar en esta franja horaria.

2.1.Proceso judicial

Se abre ante el Sanedrín (22,66-71).

El Sanedrín era la corte suprema de justicia para todos los judíos, residentes o no en Israel. Ejercía la justicia según las leyes judías. Su competencia se extendía a todas las cuestiones religiosas y a todo lo que se derivaba de la ley judía. Sus decisiones tenían fuerza de ley, que los romanos se cuidaban de aplicar. No tenía, sin embargo, poder para condenar a muerte; esta competencia estaba reservada al procurador romano, a la sazón Pilato.

Pregunta: Dinos si eres el Mesías.
Respuesta: Si os lo digo, no lo vais a creer; y si os pregunto, no vais a responder. Desde ahora, empero, el Hijo del Hombre estará sentado a la derecha de Dios todopoderoso.
Pregunta: Entonces, ¿tú eres el Hijo de Dios?
Respuesta: Vosotros decís que yo soy.

Con o sin suficiente fundamento, precipitadamente o no, el Sanedrín entiende que Jesús estaba equiparándose a Dios. Consiguientemente, Jesús estaba quebrantando la ley de leyes judía: Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es solamente uno (Deut.6,4). El castigo por este delito era la pena capital. Al carecer el Sanedrín de competencia para imponer esa pena, lleva la causa al procurador romano, única instancia competente.

Pilato cierra el proceso (23,1-25).

La acusación reformula el delito de Jesús en términos comprensibles a oídos romanos: incitación a la rebelión contra Roma, oposición a pagar tributos al César, autoproclamarse rey.

Pilato abre la investigación.
Pregunta: ¿Tú eres rey?
Respuesta: Tú lo dices.

Sería importante conocer la inlocución o modo de tomar la palabra por parte de Pilato, para comprender y explicar su pregunta a Jesús. He aquí una propuesta: La pregunta de Pilato, con su carga de extrañeza recayendo en el empleo enfático del pronombre, es lo más similar a la pregunta retórica con respuesta negativa. Ello explica la inmediata conclusión que Pilato extrae: No encuentro ninguna culpa en este hombre (v.4).

Lucas no aporta otros datos de la investigación realizada por Pilato, excepción hecha de la pormenorizada remisión del acusado a Herodes (23,6-12). Lo que Lucas aporta son dos nuevas manifestaciones de Pilato en los vs.14 y 22 repitiendo la conclusión del v.4, conclusión que considera que es la misma a la que ha llegado Herodes Antipas: No he encontrado en este hombre ninguna de las culpas que le imputáis; ni Herodes tampoco, porque nos lo ha remitido. Es evidente que no ha hecho nada que merezca la muerte (vs.14-15).

Pilato dictó sentencia favorable a la petición de la acusación (v.24).

El veredicto del Sanedrín pudo tener fundamento en la ley judía. ¡Trágico, misterioso, paradójico! El veredicto de Pilato careció de toda lógica legal. ¡Terrible, caprichoso! Todo el conjunto fue una gran injusticia.

2.2.Ejecución, muerte y sepultura

Lucas deja constancia de los tres hechos de manera escueta y rigurosa: Lo crucificaron a él y a los dos malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda (23,33). Y dicho esto expiró (23,46). Bajándolo, lo envolvió en una sábana y lo colocó en un sepulcro excavado en la roca, donde no habían puesto a nadie todavía (23,53). Es la cruda y dura realidad, la cara cruda y dura de la realidad. Sin adornos, sin componendas, sin rodeos. El cáliz que le producía a Jesús una terrible angustia y que Jesús pedía a su Padre que se lo apartara. Cáliz que Jesús puso en manos del Padre y que por eso aceptó beberlo. Y por eso exclama ahora con todas sus fuerzas: Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu. Ya está Jesús en el sepulcro excavado en la roca, vencida la angustia, descansando en paz.

Este es el camino que Jesús ha llevado y sentido muy adentro a lo largo de su vida. Hoy, mañana y pasado mañana tengo que seguir mi camino, porque no es posible que un profeta muera fuera de Jerusalén (Lc.13,33). Sí, Jesús llevó muy adentro a Jerusalén. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los mensajeros que Dios te envía! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos como la gallina reúne a sus pollitos bajo las alas, y tú no has querido! (Lc.13,34). Tanto la llevaba dentro que, al llegar a ella, exclamó entre lágrimas: ¡Si al menos en este día supieras cómo encontrar lo que conduce a la paz! (Lc.19,41-42). Hoy, en plena crudeza y dureza de su camino, a las mujeres que están llorando por él les invita a unir su llanto al suyo propio. Por saberse en manos de Dios, Jesús no estaba preocupado por su suerte; le preocupaba la suerte de Jerusalén, que parecía estar abandonando la mano de Dios.

Jesús ha llegado al final del camino de su vida. El pueblo, mirando; miembros del Sanedrín, de burla con el Mesías; soldados romanos, de burla con el rey de los judíos; uno de los malhechores, a insultos con el Mesías. Espectáculo triste, desalentador y mezquino. Y Jesús, olvidándose una vez más de sí mismo, se dirige a su Padre con estas inauditas palabras: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. ¿Sólo palabras? Fijémonos en el otro malhechor, en el centurión romano, en la gente que se volvía dándose golpes de pecho en señal de arrepentimiento, en los conocidos que se mantenían a distancia, en las mujeres venidas desde Galilea, en José de Arimatea, miembro del Sanedrín: todos ellos estaban experimentando el perdón que Jesús estaba pidiendo al Padre. Gracias a Jesús en la cruz todos eran unas personas nuevas.

ALBERTO BENITO
alberto@dabar.net



NOTAS PARA LA HOMILIA

La oposición a Jesús
Los autores evangélicos presentan la vida de Jesús como una creciente oposición entre él y quienes van a ser los causantes de su muerte. Jesús y sus enemigos representan dos mundos radicalmente distintos, que viven la existencia cotidiana con valores y de maneras radicalmente diferentes. Ya en el pasaje de la curación del hombre con la mano paralizada (v. Mc 3,1-6; Lc 6, 6-11) aparecen sus enemigos espiándole para acusarle y condenarle, y Jesús encolerizado, con el resultado que los fariseos y los herodianos salieran dispuestos a deshacerse de él.
Pero el complot definitivo aparece en la pasión y está narrado por los cuatro evangelistas. Da la impresión que incluso Juan se ha vuelto «sinóptico», a la hora de contar el proceso de la muerte de Jesús. Esta relativa «coincidencia sinóptica» de los cuatro evangelistas indica el carácter histórico del fondo de la narración. Recordemos los rasgos más sobresalientes.

Coincidencias
Se reúnen los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo (Mt 26, 3), los escribas (Mc 14, 1 y Lc 22, 2) y los fariseos (Jn 11, 47). Coinciden todos en querer matar a Jesús y los tres sinópticos señalan que no se atreven a hacerlo por miedo al pueblo, con lo cual se sobrepasa el nivel de la confrontación puramente personal. Pero se aprovechan de Judas, que llega a capturarlo con un grupo numeroso, enviado por los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo (Mt 26, 47), de los escribas (Mc 14, 43) y de los fariseos (Jn 18, 3). Juan añade que se trata de la cohorte y de los guardias; al parecer, la cohorte era romana y los guardias lo eran de los sumos sacerdotes. Hay, pues, una captura en que se aúnan los poderes sociales, políticos y religiosos. La acusación, a pesar de las divergencias entre los evangelistas, muestra por qué le persiguen y le combaten estos poderes.

A Jesús lo matan por la vida llevada y por la misión cumplida
Podemos ahora plantearnos el encontrar una respuesta a la pregunta ¿por qué mataron a Jesús? Circunscritos a lo que sucedió al Jesús histórico y, por tanto, dejando (eventualmente) de lado el resto del Nuevo Testamento y las formulaciones ulteriores de la Iglesia, podemos decir que el por qué murió Jesús no se explica con independencia del por qué le mataron; más aún, la prioridad histórica ha de buscarse en el por qué le mataron. A Jesús le mataron por la vida que llevó y por la misión que cumplió. Sobre este por qué de su muerte puede plantearse el para qué de su muerte. Si desde un punto de vista teológico-histórico puede decirse que Jesús murió por nuestros pecados y para la salvación de los hombres, desde un punto de vista histórico-teológico ha de sostenerse que lo mataron por la vida que llevó. No fue casualidad que la vida de Jesús fuera como fue; no fue tampoco casualidad que esa vida le llevara a la muerte que tuvo. La lucha por el Reino de Dios suponía necesariamente una lucha en favor del hombre injustamente oprimido; esta lucha le llevó al enfrentamiento con los responsables de esa opresión. Por eso murió; pero en esa muerte les venció.

Sintetizando
a) Jesús no fue muerto por confusión de sus enemigos. Ni los judíos ni los romanos se confundieron, pues la acción de Jesús, (el anuncio del Reino de Dios, de palabra y de obra) era necesariamente una amenaza contra el orden social establecido, en cuanto estaba estructurado sobre fundamentos y valores opuestos a los del Reino de Dios.
b) Jesús no predica un Reino de Dios abstracto o puramente celestial, de la “otra vida”, sino un Reino concreto, que es la contradicción de este mundo nuestro estructurado por el poder del pecado; un poder que va más allá del corazón del hombre y se convierte en pecado histórico y estructural. En estas condiciones históricas, la contradicción y el conflicto se hacen inevitables y la muerte de Jesús se constituye en necesidad histórica.
c) La comunidad post-pascual, aun tras la experiencia creyente de la resurrección y de la divinidad de Jesús, consideró imprescindible no dejar anulado en el olvido el Jesús histórico sino que le dio máxima importancia para mostrar cómo la experiencia creyente está ligada necesariamente a la continuación de lo que fue la vida de Jesús, muerto y crucificado por lo que representaba como oposición al mundo de su tiempo.
d) Sólo en la continuación esperanzada de esa vida de Jesús, se hace posible una fe verdadera, que testifique la fuerza nueva de la resurrección. Puesto que Jesús ha resucitado como Señor, ha quedado confirmada la validez salvífica de su vida; pero al mismo tiempo, por la relación de su vida con su resurrección ha quedado mostrado cuál es el camino histórico de la fe y de la resurrección.
e) La conmemoración de la muerte de Jesús hasta que vuelva no se realiza adecuadamente reduciéndola a una celebración cultual y mistérica, ni a una vivencia interior de la fe, sino que ha de ser también la celebración creyente de una vida que sigue los pasos de quien fue muerto violentamente por quienes no aceptan los caminos de Dios, tal como han sido revelados en Jesús
f) La separación que en ocasiones hacemos en la vida de la Iglesia y de los cristianos, del por qué muere Jesús y del por qué le matan, no está justificada. Es una disyunción que reduce la fe a una pura evasión o reduce la acción a una pura praxis histórica. La praxis verdadera está en la unión vital de ambos aspectos, aunque esa unión se presente a veces con la misma oscuridad que se hizo presente en la vida del Jesús histórico.
g) No puede olvidarse que si la vida de Jesús hubiera terminado definitivamente en la cruz, nosotros estaríamos en la misma oscuridad que su muerte produjo entre sus discípulos (o, más sencillamente, no estaríamos ahora aquí, escribiendo y leyendo sobre Jesús). Que su vida no terminara en la cruz muestra retroactivamente la plenitud que esa vida encerraba y da la base firme para que la comunidad creyente actualizara las posibilidades reales que esa vida tuvo. Jesús fue y se proclamó el verdadero templo de Dios, el lugar definitivo de la presencia de Dios entre los hombres y del acceso de los hombres a Dios. Por eso murió y por eso nos dio la vida nueva. ¿Sabremos disfrutarla y hacerla fructificar?

EQUIPO DABAR



LA MISA DE HOY

RITO DE LA BENDICIÓN DE LOS RAMOS

SALUDO
Hermanos: Que Jesucristo, el Señor, el servidor paciente de Dios Padre, que con su cruz gloriosa nos trae la salvación esté con todos vosotros.

ENTRADA
Con esta celebración del Domingo de Ramos iniciamos la Semana Santa: los días en que celebramos la entrega, Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús. Durante la Cuaresma nos hemos ido preparando para que estos acontecimientos no sean sólo algo del pasado, sino momento presente al que nos unimos existencialmente, como comunidad cristiana, desde la fe. En este día en que conmemoramos la entrada de Jesús en Jerusalén percibimos las dos caras principales del Misterio Pascual: la vida, mediante la procesión con los ramos en honor de Cristo, nuestro Rey, y la muerte, a través del relato evangélico de la Pasión.

Participemos en la procesión y la Eucaristía de este día: acompañemos a Jesús en su entrada en Jerusalén; vivamos con Él su Pascua: su muerte y su resurrección. Que nuestro testimonio de fe haga decir: “Bendito el que viene en nombre del Señor”. Encaremos la Semana Santa haciendo nuestro el paso de la muerte a la vida.

LECTURA EVANGELICA
Jesús entra en la ciudad de Jerusalén, montado en un borrico, acompañado de sus discípulos y un grupo de personas. Es aclamado: la gente lo recibe entusiasmada, y da gracias a Dios por Él. Con mansedumbre y con humildad se adentra en la semana clave de su vida. Él siempre ha dicho que no ha venido a dominar, sino a servir.

MONICIÓN A LA PROCESIÓN
Vamos a iniciar la procesión en este Domingo de Ramos. Queremos acompañar a Jesús en su entrada en Jerusalén: vamos a aclamarlo como nuestro Salvador; que junto con nuestros ramos y palmas también esté presente nuestro testimonio de vida cristiana, nuestra preocupación y caridad con los que sufren.

RITO DE LA MISA

ACTO PENITENCIAL
(Para las misas en que no se hacen los ritos precedentes)
“Cristo nos amó y se entregó por nosotros” El amor de Dios es gratuito, no pide nada para sí, sino que se da: participemos de ese amor pidiendo perdón por nuestros pecados.
- Tú, que injuriado y maltratado, no te rebelas, ni te vuelves atrás. Señor, ten piedad.
- Tú, que das una palabra de ánimo y vida, al abatido y desalentado. Cristo, ten piedad.
- Tú, que has sido resucitado, elevado, glorificado, por Dios Padre. Señor, ten piedad.

LECTURA PROFÉTICA
Vamos a escuchar el llamado tercer canto del Siervo. En el Nuevo Testamento se aplicó claramente esta figura a la persona de Jesucristo. El Siervo de Yahveh realiza su misión escuchando, como discípulo, lo que Dios le dice, y luego transmite a los demás esas palabras de aliento. La confianza que tiene el Siervo en Dios es lo que le va a ayudar a realizar su tarea: una misión que conlleva el sufrimiento.

SALMO RESPONSORIAL (Sal 21)
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Al verme, se burlan de mí, hacen visajes, menean la cabeza: «Acudió al Señor, que lo ponga a salvo; que lo libre, si tanto lo quiere».
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Me acorrala una jauría de mastines, me cerca una banda de malhechores; me taladran las manos y los pies, puedo contar mis huesos.
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Se reparten mi ropa, echan a suertes mi túnica. Pero tú, Señor, no te quedes lejos; fuerza mía, ven corriendo a ayudarme.
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Contaré tu fama a mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré. Fieles del Señor, alabadlo; linaje de Jacob, glorificadlo; temedlo, linaje de Israel.
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

LECTURA APOSTÓLICA
Cristo se abaja hasta el límite. Obediente a Dios Padre y solidario con la humanidad su anonadarse le lleva hasta la muerte, una muerte en cruz. El Hijo de Dios se vacía de sí mismo, acepta la condición humana y no hace alarde de su categoría divina. El crucificado es resucitado, exaltado por su Padre Dios.

LECTURA EVANGELICA
San Lucas nos cuenta la Pasión de Jesús. Destaca muchos gestos de misericordia en los distintos personajes que intervienen en los momentos de la Pasión y la Cruz del Señor. Hagamos nuestros los sentimientos de Jesús: confianza, humildad, obediencia, generosidad… Sentir con Él, identificarnos con Él. Iluminar el sufrimiento desde la fe en Él.


ORACION DE LOS FIELES
Jesús, viene en el nombre del Señor a anunciarnos la salvación. Su muerte en cruz es el camino a la resurrección. Le presentamos nuestras peticiones: Escúchanos, Padre.

- Para que la Iglesia lleve el amor y la paz de Dios a todas las gentes. Oremos.
- Para que el futuro de los países en vías de desarrollo sea tarea compartida y querida por todas las naciones de la tierra. Oremos.
- Por todos los desalentados y abatidos para que reciban la palabra de ánimo que necesitan para encontrar un sentido en su vida. Oremos.
- Por las familias que sufren la enfermedad para que la fe en Jesús, ilumine esas situaciones de prueba y debilidad. Oremos.
- Por nuestra comunidad (Parroquial) para que en estos días los que somos discípulos de Jesucristo vivamos los pasos del Señor que camina de la Cruz a la Vida. Oremos.

Oración: Señor Jesús, tu Pasión es misterio de amor que nos sobrepasa. Nos has amado hasta el fin, hasta la muerte. Escucha, nuestros ruegos, y sostennos siempre en nuestra confianza en Ti.



CANTOS PARA LA CELEBRACIÓN
Bendición de Ramos y Procesión:
Lauda Jerusalem (popular). Hosanna al Rey de los Cielos (del disco "Cantos para participar y vivir la Misa"). Hosanna, Hosanna, del disco "Hoy vuelvo de lejos" (es un canto propio y exclusivo de este momento). Alabad al Señor (popular). Hosanna al Hijo de David, de Palazón. Qué alegría cuando me dijeron. Alégrate y goza, Jerusalén, de Palazón.
Salmo: Dios mío, de Cantalapiedra, o LdS.
Aclamación antes del Evangelio: Cristo por nosotros, del disco "tioy vuelvo de lejos", de Erdozáin.
Lectura de la Pasión: Podrían intercalarse algunas breves aclamaciones, por ejemplo: Victoria, Perdona a tu pueblo, Por las calles de Jerusalén, Pedro te negó tres veces, ¿Dónde estabas cuando crucificaron a Jesús?, etc.
Ofertorio: ¿Cómo le cantaré al Señor?, de Cantalapiedra.
Comunión: Beberemos la copa de Cristo; ¿Cómo pagarle al Señor?, de M. Alonso; Cerca de ti, Señor.

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WebJCP | Abril 2007