Estamos acercándonos al final del año litúrgico. Las tres lecturas tienen un claro sabor escatológico. Nos hablan del final del mundo. Nos ofrecen las claves para afrontar con lucidez los momentos de crisis y de transición.
La primera lectura es un fragmento muy conocido del libro de Daniel, un libro cuya lectura semicontinua propone la liturgia precisamente en la semana 33 del tiempo ordinario que hoy empezamos, pero no este año: sólo los años impares. El libro de Daniel escrito con toda probabilidad durante el levantamiento macabeo (167 164 a. C.) es un caso único en el Antiguo testamento. Aunque se lo encuadra dentro de los profetas, no es un libro profético en sentido estricto. Tampoco encaja entre los históricos y los sapienciales. Con él irrumpe en el Antiguo Testamento un género nuevo: el apocalíptico. Como indica su etimología griega, el término "apocalíptico" hace referencia a una revelación. Teniendo en cuenta que se trata de un género dificil de entender en nuestro tiempo, aunque se haya vuelto a poner de moda en este cambio de milenio, conviene detenerse algo en él. La apocalíptica judía nace de la experiencia de un fuerte contraste entre los preceptos de la ley y la realidad. La vida de cada día contradecía radicalmente cualquier conexión entre justicia, vida y cumplimiento de la ley: los justos sufrían inocentemente y los injustos gozaba y medraban. El orden divino del mundo aparecía alterado. La sabiduría, sin embargo, muestra que no es así. Ahora bien, esta sabiduría vino a Israel e Israel no la acogió. Por ello, se estableció entre los seres celestes. El apocalíptico es aquel privilegiado, que, en estado de éxtasis, realiza un viaje por el universo y contempla con sus propios ojos (se le "revela") la armonía astronómica y los lugares de tortura reservados a los ángeles caídos, las moradas de los muertos y el paraíso de los justos; contempla el curso de la historia desde el diluvio hasta el final y logra descubrir que, en definitiva, triunfa la justicia. De este modo adquiere una visión de la totalidad y la clave para superar las aparentes contradicciones de la vida cotidiana. La justicia de Dios tiene su tiempo y razón. Lo que el apocalíptico sabe escapa a la experiencia normal, e incluso la contradice, pero al final se revelará la verdad. La nueva apocalíptica de finales del siglo I (IV Esdras) reconocerá que sólo una creación totalmente nueva puede traer la justicia a este mundo impotente para producirla. Esto acaecerá tras la muerte de todos, incluso del Mesías. Sólo a través de una resurrección se llegará a un mundo nuevo, en el que se pondrá de manifiesto que la ley, a pesar de los pesares, es fuente de vida y que quien la cumple pertenece al grupo de los elegidos.
Para expresar la revelación, el género apocalíptico ofrece mensajes misteriosos, cuajados de elementos simbólicos (viajes, números, colores, animales). Tomar al pie de la letra estas descripciones como con frecuencia hacen los grupos fundamentalistas significa no saber distinguir entre el mensaje y los canales a través de los cuales se expresa. Este género, que cuenta ya con algunos antecedentes en los oráculos proféticos sobre el "día del Señor" (cf Is 24 27; 34 35; Zac 13 14), alcanzó una gran difusión tanto en el nuevo testamento como en la literatura apócrifa judía y cristiana del siglo primero.
El libro de Daniel escrito en las tres lenguas bíblicas (hebrero, arameo y griego) presenta un mensaje de esperanza para tiempos de crisis y de dominación. Para ello ofrece una elaborada teología de la historia y la primera afirmación explícita de la resurrección de los muertos. El libro se puede dividir en tres partes: la primera se refiere a la historia de Daniel; la segunda comprende sus visiones sobre los últimos tiempos; la tercera contiene diversos relatos griegos.
El fragmento que leemos hoy pertenece a la segunda parte. Es un texto clásico. En él aparece Miguel, jefe del ejército celestial. Se habla del fin como de un tiempo difícil. No olvidemos que en el género apocalíptico, la liberación final siempre viene precedida de una gran conmoción histórica y cósmica. Se habla también, en lenguaje simbólico, de la resurrección ("despertarán") y del doble destino: la vida perpetua para unos y la ignominia perpetua para otros. Aun siendo importantes estos elementos, el mensaje central del texto es el anuncio de la salvación: "entonces se salvará tu pueblo: todos los inscritos en el libro".
El evangelio nos ofrece un fragmento del llamado "discurso escatológico" contenido en el capítulo 13 del evangelio de Marcos, que se divide claramente en tres partes: 5 23 (la señal de la tribulación); 24~27 (la venida del hijo del hombre) y 28 37 (tiempo cercano, pero incierto). Se trata de una larga llamada de Jesús a sus discípulos para que, en los momentos difíciles por los que han de pasar, sean fieles y estén siempre vigilantes. Al tratarse de un texto apocalíptico, el lenguaje como el de Daniel- resulta extraño, pero tenemos claves suficientes para no interpretarlo en un sentido puramente literal.
El fragmento de hoy, que pertenece a la segunda parte del discurso, se entiende mejor cuando se advierte que pretende responder a dos preguntas que todo discípulo se hace: ¿En qué consiste propiamente el final, el día del Señor? ¿Cuándo tendrá lugar? Aunque en orden inverso estas son las preguntas que aparecen explícitamente formuladas también en Me 13,4.
A la primera pregunta sobre el contenido del final Jesús responde con imágenes procedentes de la tradición profética (cf Is 13, 10; 34,4) y apocalíptica (cf Dn 7,13 14). El mensaje central es muy preciso. Lo que va a suceder al final es sencillamente el triunfo definitivo del hijo del hombre y de todos aquéllos que le han permanecido fieles. Se trata, pues, de un mensaje de vida y de esperanza.
A la segunda pregunta por el cuándo Jesús responde con una parábola, la de la higuera. Lo central es que sucederá (habrá un final), no cabe hacer previsiones ni cálculos, se requiere una vigilancia constante.
Así que el mensaje de Jesús es claro en una cosa, pero completamente oscuro en otra. Nos anuncia sin ambigüedades el fin de todo, pero no nos precisa el cuándo. Por otra parte, las palabras de Jesús fueron rehechas por sus discípulos en un momento político y religioso crítico, producido por la destrucción del templo de Jerusalén en el año 70. Este hecho supuso, en cierta medida, el "fin" del mundo judío. No resultaba difícil pasar del fin de "un" mundo al final "del" mundo.
Más allá de las interpretaciones de estos textos, siempre difíciles, hay un mensaje que es fundamento de nuestra esperanza; habrá un final. Y este final supondrá la instauración definitiva del Reino de Dios. El bien y el mal no son, pues, equipotentes. La última palabra de la historia es el triunfo del hijo del Hombre. En la medida en que este Reino ha comenzado ya, quienes nos incorporamos a su dinamismo no tenemos que ver el final desde el miedo. El fin será la culminación del proyecto de Dios sobre cada uno de nosotros y sobre la historia.
DANIEL 12,1 3
Por aquel tiempo se levantará Miguel, el arcángel que se ocupa de tu pueblo: serán tiempos difíciles, como no los ha habido desde que hubo naciones hasta ahora. Entonces se salvará tu pueblo: todos los inscritos en el libro. Muchos de los que duermen en el polvo despertarán: unos para vida eterna, otros para ignominia perpetua. Los sabios brillarán como el fulgor del firmamento, y los que enseñaron a muchos la justicia, como las estrellas, por toda la eternidad.
HEBREOS 10, 11 14.18
Cualquier otro sacerdote ejerce su ministerio, diariamente, ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, porque de ningún modo pueden borrar los pecados. Pero Cristo ofreció por los pecados, para siempre jamás, un solo sacrificio; está sentado a la derecha de Dios y espera el tiempo que falta hasta que sus ene¬migos sean puestos como estrado de sus pies. Con una sola ofrenda ha perfeccio¬nado para siempre a los que van siendo consagrados. Donde hay perdón, no hay ofrenda por los pecados.
MARCOS 13,24 32
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «En aquellos días, después de esa gran angustia, el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán. Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad; enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, de horizonte a horizonte. Aprended de esta parábola de la higuera: Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros suceder esto, sabed que él está cerca, a la puerta. Os aseguro que no pasará esta generación antes que todo se cumpla. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán, aunque el día y la hora nadie lo sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sólo el Padre».
EXEGESIS
PRIMERA LECTURA
Marco histórico. "...Serán tiempos difíciles como no los ha habido desde que hubo naciones hasta ahora" ( 12, 1 ).
En una primera lectura, el autor parece referirse a su tiempo, la época de los monarcas Antíoco III y IV de dura opresión contra los judíos. El sumo sacerdote Onías es vilmente asesinado y en el templo de Jerusalén se comete un robo sacrílego: las copas de oro y demás utensilios son sustraídos. Antíoco IV llega a proscribir el judaísmo y coloca una estatua de Zeus en el mismísimo santuario (Cfr. 2 Mac 5), Algunos judíos, los apóstatas, colaboran con el monarca, pero otros, como los Macabeos (denominados mártires), se opusieron con todas sus fuerzas (11,21 39). Es la época del nacimiento de algunos de los partidos político religiosos judíos.
En una lectura profunda, Daniel no se conforma con narrar hechos históricos coetáneos (cap. 10 11, 19) sino que, echando mano de recursos tradicionales del AT, describe los últimos momentos precursores de la definitiva instauración del reino de Dios (11,40 12,1 ss): el rey del Sur ( Egipto) atacará y Antíoco morirá ‘entre el mar y la Perla de la Santa Montaña’ (=sitio ignoto de Palestina, cfr. 1 Mac 6 y 2 Mac 9. De hecho, este monarca murió en Persia el año 163 a.C., de misteriosa enfermedad). Las guerras y los intensos sufrimientos, anteriores a la instauración del reino de Dios, son temas clásicos de toda apocalíptica.
Texto. Conclusión lógica del relato iniciado en el cap. 10. En medio de grandes sufrimientos y tribulaciones, el Arcángel Miguel protegerá y librará al pueblo que ha permanecido fiel. Está tan seguro el autor de este aserto que llega incluso a afirmar que los nombres de los liberados están ya 'inscritos en el libro'. En esta época tardía topamos con ángeles guardianes o tutelares de los diversos reinos; Miguel se ocupará de la porción escogida por el Señor, de Israel; de los otros reinos, otros ángeles (origen oscuro y misterioso es el de estos seres; ¿son divinidades menores, desclasadas de los panteones orientales?).
Por dar testimonio de Dios en la persecución, los mártires han perdido su vida. ¿Su final será como el de los malvados? ¿Buenos y malos compartirán la misma suerte en el sheol? Daniel introduce esta novedad en la revelación veterotestamentaria: 'muchos de los que duermen en el polvo despertarán...' (v. 2). Parece aludir a una resurrección individual, no general, ya que Daniel sólo habla de los caídos durante la última persecución.
Y tras la resurrección, el juicio de separación: '... unos para vida eterna, otros para ignominia perpetua' (v. 2). Hay que ser muy cauto con el término 'eterno' ya que no indica un existir sin fin temporal (concepto filosófico griego) sino una nueva forma de vida, libre de persecución y sufrimiento, en este nuevo reino que Dios instaura. Lo que nosotros entendemos por 'vida eterna' no aparece aún en Daniel; los llantos, gritos, cadenas, fuego... que sufrirán los perversos no son bíblicos sino que provienen de la literatura apocalíptica no canónica. En esta nueva etapa de su reinado dentro de una continuidad histórica el bien será premiado y el mal, castigado. La ignominia será el sentimiento del derrotado.
Aplicación. ¿Cómo instaurar este nuevo reino de paz y felicidad, inaugurado por el Señor? En el v3, entre los salvados se nombra a 'un grupo privilegiado' que no son los guerreros (=Macabeos y seguidores) ni siquiera los mártires (Eleazar y otros), sino maestros que predican, con éxito, la conversión... Convertir, en hebreo, indica volver al estado de justicia; la instauración del nuevo reino no es un acto soberano independiente de las actitudes humanas... (cfr. Alonso Schókel, Los Libros Sagrados, Daniel..., pág 106).
Todavía dentro de la sección central (5,11-10,39), pero en la cuarta parte de las cinco que la componen, el autor retoma una vez más el tema de la definitiva eficacia de la acción de Cristo. Es punto que ha aparecido antes en esta misma sección.
Nuevamente es preciso señalar el peligro – dada la peculiar forma de lenguaje de este escrito – de desvirtuar las afirmaciones, reduciéndolas a algo meramente cultual. Una vez conjurado ese peligro, destaca la realidad de la acción de Cristo. No se trata solamente de que el Señor haya muerto de una vez por todas, sino del efecto de tal acción. Por un lago aparece una alusión (v. 12) a la exaltación de Cristo, a su condición gloriosa y a la repercusión que tiene sobre sus hermanos, los seres humanos con los que previamente había establecido un vínculo de solidaridad.
Hay un matiz escatológico, presente en otras partes del escrito, lo cual nos da razón de porqué las cosas son como son en la actualidad. Los “enemigos”, los internos y no los externos, han sido vencidos, pero todavía “colean” en nosotros y en toda la realidad.
Por otra parte es curioso como el autor matiza sus propias conclusiones. Ya no son necesarios ningunos otros sacrificios, Y esto no se puede olvidar, El perdón ya está dado de una vez por todas, aun cuando haya la tensión escatológica que acaba de mencionarse.
En el fondo es un planteamiento para preguntarse si nos tomamos suficientemente en serio la obra del Señor Jesús.
Texto. De una enseñanza centrada en actitudes y pautas de comportamiento en el Reino de Dios ya presente aquí y ahora se pasa hoy a una enseñanza que mira hacia el futuro, designado éste con un vago en aquellos días, fórmula corriente en los profetas para señalar un futuro indefinido. Un futuro que viene, a su vez, después de una gran tribulación.
En ese futuro indefinido el sol se hará tinieblas... Un gran cataclismo cósmico. El lenguaje en que está formulado este cataclismo es un préstamo literario del Antiguo Testamento y, más en concreto, del repertorio apocalíptico de profetas como Isaías, Ezequiel y Joel. En ese futuro indefinido acontece el fin de este mundo.
Entonces verán venir al Hijo del Hombre. El fin del mundo da paso a un desenlace salvador humano en clave divina. El lenguaje en que está formulado este desenlace es, de nuevo, un préstamo literario del Antiguo Testamento, en este caso, de Daniel. La figura humana baja entre nubes ostentando el poder recibido del Altísimo para reunificar a los miembros dispersos del Reino de Dios.
Fin del mundo y desenlace salvador centran el tema de la enseñanza de Jesús en el texto de hoy. Expuesto el tema, Jesús continúa: Aprended lo que enseña la higuera. Este lenguaje no es ya el de la exposición de un tema, sino el de la exhortación. Jesús está exhortando a Pedro, Santiago, Juan y Andrés (cfr.13,3) y está exhortando al lector-discípulo de todos los tiempos: Lo que os digo a vosotros, lo digo a todos (13,37).
Jesús exhorta a aprender la enseñanza de la higuera: la llegada de la primavera. Este es el punto de mira de la exhortación, lo que Jesús quiere inculcar con ella. Lo hace forzando la perspectiva, hasta disminuir al máximo las proporciones espacio-temporales de la misma: No pasará esta generación antes de que todo se cumpla. Lo hace con certeza absoluta: El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán. Pero lo hace advirtiendo de la imposibilidad de poner fecha concreta a la llegada de la primavera: El día y la hora nadie lo sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sólo el Padre. El Hijo es el Mesías en su condición humana y en su misión histórica delimitada.
Comentario. La enseñanza de Jesús en este domingo es clara: el mundo tiene un fin, pero este fin no supone el final humano.
El tema es claro, por más que el lenguaje concreto en que se nos transmite pueda resultarnos extraño y chocante. Pero lo que en definitiva vale y pervive es el tema. Sería arriesgado y petulante desembarazarse de esta enseñanza.
Resulta significativa la conjunción de fin de mundo y primavera. Conjunción paradójica, por cuanto primavera es todo lo contrario de final. Primavera es eclosión de vida.
El discípulo de Jesús entiende la conjunción. Quien pierda su vida por mí y por la buena noticia, la salvará (8,35). Llega por fin la eclosión definitiva de un Reino de Dios que ya tiene existencia aquí y ahora.
“ Sabed que él está cerca”. (Evangelio)
Al final del año litúrgico las lecturas de hoy nos sugieren actitudes muy oportunas no sólo para salir airosos del examen final, sino para vivir con profundidad la fe cada día.
Vigilancia y disponibilidad son la manera más correcta de vivir en cristiano. La fe nos abre los ojos para percibir la cercanía de Jesús entre nosotros, tanto desde su dimensión gloriosa que por la fe, los signos y la oración podemos detectar, como por su identificación con todos los que sufren.
Estos dos retos estimulan nuestra alegría, ya que el juicio a nosotros no nos debe infundir temor, porque “ en el amor no cabe el temor, antes bien, el amor desaloja en temor” . 1 Jn 4, 14. Cuando amamos a los hermanos más necesitados, nos convencemos de que amamos a Dios y confiamos escuchar aquellas palabras de Jesús: “venid, benditos de mi Padre, porque tuve hambre y me disteis de comer...”
El otro reto puede parecer más difícil, el de contactar con la presencia salvadora y cercana de Jesús Resucitado. Nos ayuden estas palabras suyas según san Juan: “ El que escucha mi palabra y cree en el que me envió tiene vida eterna y no es sometido a juicio”. Jn 13, 18.
“Serán tiempos difíciles”. ( 1ª lectura ).
San Pablo conoció tiempos muy difíciles y venció toda clase de dificultades apoyándose en la fuerza del Señor con la que superaba su debilidad. Este apóstol tan probado, se despide en su primera carta con estas palabras .”Estad siempre alegres”. 1 Tes 5, 16.
La alegría sanea las relaciones, abre las puertas de los corazones, suaviza tensiones, crea un clima humano en las reuniones y empresas, nos acerca a los niños y a los mayores, acumula energía para los tiempos difíciles. “ Por la mañana sácianos de tu misericordia, y toda nuestra vida será alegría y júbilo “. Sal 89, 14. “ Porque tus acciones, Señor, son mi alegría y mi júbilo las obras de tus manos “. Sal 91, 5. “ El fruto del Espíritu es amor, alegría, paz “. Gál 5,22.
Al cerrar este año litúrgico sea la alabanza a Dios y la gratitud un sentimiento preferente en nuestra eucaristía. En otras circunstancias podremos evaluar el pasado inmediato y planificar el futuro. En esta celebración nos sobran los motivos para unirnos con todos los ángeles y santos para cantar el amor que Dios nos tiene y que hemos experimentado tan profundamente.
Reconocemos, Señor, con honda gratitud la abundancia de tus dones a lo largo de este año litúrgico. Tu providencia nos acompaña siempre, aunque a veces no sepamos reconocerte. Que los favores recibidos nos confirmen en la fe y nos llenen de alegría.
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Ponemos sobre este altar como ofrenda los logros que gracias a Ti, Señor, hemos conseguido. Nos quedan aun muchos planes y deseos por lograr, pero confiamos en tu ayuda y queremos comprometer en ello nuestra voluntad. Afiánzanos con tu gracia y refuerza con ella nuestra debilidad.
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Te damos gracias, Señor, reconociendo los dones que de ti hemos recibido, sobre todo la vida y la fe. Por ellos hemos conocido a Jesús y le hemos reconocido como nuestro Salvador. Él pasó haciendo el bien y curando a todos los que estaban heridos por el mal. Él sigue presente entre nosotros desde su Resurrección gloriosa y Él sigue siendo nuestro Buen Pastor, que nos alimenta con el pan bajado del cielo que es Él mismo. Con este alimento recuperamos las fuerzas para seguir con ilusión nuestro compromiso con la causa de Reino de Dios.
Por todo ello de damos gracias y te alabamos con todos los ángeles y santos del cielo.
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Gracias, Señor, por esta eucaristía en la que nos alimentas con tu palabra y con tu presencia salvadora. Ayúdanos para que con esta fuerza espiritual que hemos recibido, podamos construir entre todos un mundo más feliz y más fraterno.
MONICIÓN DE ENTRADA
Nos acercamos al final del año litúrgico y la liturgia de hoy nos sugiere sentimientos de acción de gracias, de confianza y de alegría. Seamos conscientes de los grandes beneficios que hemos recibido de Dios este año y démosle gracias con todos nuestros hermanos. Sintámonos una comunidad de hermanos convocados por el Señor. Preparémonos para participar.
SALUDO
Que la paz de Dios, nuestro Padre, esté con todos vosotros.
ACTO PENITENCIAL
Todos hemos recibido este año abundantes gracias de Dios, hemos visto sus exigencias, pero no siempre hemos correspondido como debíamos. Pidámosle perdón.
- Señor, conoces nuestras flaquezas porque nos hiciste de barro. Señor, ten piedad.
- Señor, tu perdonaste a Pedro sus negaciones. Cristo, ten piedad.
- Señor, tu viniste a salvar a los pecadores como nosotros. Señor, ten piedad.
Dios todopoderoso , tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos dé vida eterna.
MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA
La primera lectura con palabras de un profeta nos habla del final de la historia, cuando Dios se levante como juez entre buenos y malos. Será el día de la justicia final, cuando el bien vencerá definitivamente el mal. Hacia esta meta vamos luchando con esperanza y avanzando entre derrotas y victorias.
SALMO RESPONSORIAL (Sal 15)
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa, mi suerte está en tu mano. Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré.
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena. Porque no me entregarás a la muerte, ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha.
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
MONICIÓN A LA SEGUNDA LECTURA
Continuamos escuchando palabras de la carta a los Hebreos. Hoy nos presenta a Jesucristo como el sacerdote definitivo que intercede ante Dios y obtiene la salvación y el perdón para todos los hombres.
MONICIÓN A LA LECTURA EVANGÉLICA
El evangelio de hoy emplea un lenguaje apocalíptico para describir el final de la historia. Con detalles cósmicos da un sentido teatral a este final.
La consecuencia que el evangelista deduce es la vigilancia necesaria porque el día y la hora nadie lo sabe.
ORACIÓN DE LOS FIELES
Presentemos al Padre las necesidades de todos sus hijos, nuestros hermanos, dispuestos a colaborar nosotros en todas las causas del Reino de Dios. Responderemos: Ayúdanos, Señor.
- Señor, muchos de tus hijos pasan problemas y necesidades de toda clase y a veces nosotros nos sentimos impotentes. Oremos.
- Señor, los gobernantes podrían ser más eficaces en el servicio de los pueblos. Oremos.
- Señor, los niños tienen derecho a crecer felices, pero son muchos los que no lo consiguen. Oremos.
- Señor, las guerras y el terrorismo están destruyendo la paz. Oremos.
- Señor, los cristianos en general estamos lejos de seguir el ejemplo de Jesús. Oremos.
- Señor, estamos más apegados a la rutina y a una piedad externa que a profundizar en la experiencia y el conocimiento de Dios. Oremos.
- Señor, tenemos seres queridos junto a Ti en el cielo. Danos más fe en la vida eterna. Oremos.
Oración: Concede, Padre, a todos tus hijos la abundancia de tu misericordia, para que experimentemos tu bondad y aumente nuestra esperanza. Por Jesucristo, nuestro Señor.
CANTOS PARA LA CELEBRACION
Entrada: Hoy me siento peregrino del disco “Siguiendo las pisadas de Cristo”; Dios nos convoca del disco “16 Cantos para la Misa”; Con nosotros está el Señor del disco “15 Nuevos cantos para la Misa”.
Salmo: Protégeme de Palazón o el estribillo del Libro del Salmista.
Aleluya: Aclamemos al Señor “aleluya” del disco “15 Nuevos cantos para la Misa”.
Ofertorio: Bendito seas, Señor (2CLN-H 6); Con amor te presento, Señor del disco “Viviremos con él” (CB-45)
Santo: 1CLN-I 4.
Doxología: 1CLN-K 1.
Comunión: Oh, Señor, yo no soy digno (popular) Beberemos la copa de Cristo (1CLN-O 10); Una espiga dorada.
Final: Gracias por cada nuevo día del disco “Voy buscando”.
Director: José Ángel Fuertes Sancho •Paricio Frontiñán, s/n• Tlf 976458529 Fax 976439635 • 50004 ZARAGOZA
Tlf. del Evangelio: 976.44.45.46 - Página web: www.dabar.net - Correo-e: dabar@dabar.net
La primera lectura es un fragmento muy conocido del libro de Daniel, un libro cuya lectura semicontinua propone la liturgia precisamente en la semana 33 del tiempo ordinario que hoy empezamos, pero no este año: sólo los años impares. El libro de Daniel escrito con toda probabilidad durante el levantamiento macabeo (167 164 a. C.) es un caso único en el Antiguo testamento. Aunque se lo encuadra dentro de los profetas, no es un libro profético en sentido estricto. Tampoco encaja entre los históricos y los sapienciales. Con él irrumpe en el Antiguo Testamento un género nuevo: el apocalíptico. Como indica su etimología griega, el término "apocalíptico" hace referencia a una revelación. Teniendo en cuenta que se trata de un género dificil de entender en nuestro tiempo, aunque se haya vuelto a poner de moda en este cambio de milenio, conviene detenerse algo en él. La apocalíptica judía nace de la experiencia de un fuerte contraste entre los preceptos de la ley y la realidad. La vida de cada día contradecía radicalmente cualquier conexión entre justicia, vida y cumplimiento de la ley: los justos sufrían inocentemente y los injustos gozaba y medraban. El orden divino del mundo aparecía alterado. La sabiduría, sin embargo, muestra que no es así. Ahora bien, esta sabiduría vino a Israel e Israel no la acogió. Por ello, se estableció entre los seres celestes. El apocalíptico es aquel privilegiado, que, en estado de éxtasis, realiza un viaje por el universo y contempla con sus propios ojos (se le "revela") la armonía astronómica y los lugares de tortura reservados a los ángeles caídos, las moradas de los muertos y el paraíso de los justos; contempla el curso de la historia desde el diluvio hasta el final y logra descubrir que, en definitiva, triunfa la justicia. De este modo adquiere una visión de la totalidad y la clave para superar las aparentes contradicciones de la vida cotidiana. La justicia de Dios tiene su tiempo y razón. Lo que el apocalíptico sabe escapa a la experiencia normal, e incluso la contradice, pero al final se revelará la verdad. La nueva apocalíptica de finales del siglo I (IV Esdras) reconocerá que sólo una creación totalmente nueva puede traer la justicia a este mundo impotente para producirla. Esto acaecerá tras la muerte de todos, incluso del Mesías. Sólo a través de una resurrección se llegará a un mundo nuevo, en el que se pondrá de manifiesto que la ley, a pesar de los pesares, es fuente de vida y que quien la cumple pertenece al grupo de los elegidos.
Para expresar la revelación, el género apocalíptico ofrece mensajes misteriosos, cuajados de elementos simbólicos (viajes, números, colores, animales). Tomar al pie de la letra estas descripciones como con frecuencia hacen los grupos fundamentalistas significa no saber distinguir entre el mensaje y los canales a través de los cuales se expresa. Este género, que cuenta ya con algunos antecedentes en los oráculos proféticos sobre el "día del Señor" (cf Is 24 27; 34 35; Zac 13 14), alcanzó una gran difusión tanto en el nuevo testamento como en la literatura apócrifa judía y cristiana del siglo primero.
El libro de Daniel escrito en las tres lenguas bíblicas (hebrero, arameo y griego) presenta un mensaje de esperanza para tiempos de crisis y de dominación. Para ello ofrece una elaborada teología de la historia y la primera afirmación explícita de la resurrección de los muertos. El libro se puede dividir en tres partes: la primera se refiere a la historia de Daniel; la segunda comprende sus visiones sobre los últimos tiempos; la tercera contiene diversos relatos griegos.
El fragmento que leemos hoy pertenece a la segunda parte. Es un texto clásico. En él aparece Miguel, jefe del ejército celestial. Se habla del fin como de un tiempo difícil. No olvidemos que en el género apocalíptico, la liberación final siempre viene precedida de una gran conmoción histórica y cósmica. Se habla también, en lenguaje simbólico, de la resurrección ("despertarán") y del doble destino: la vida perpetua para unos y la ignominia perpetua para otros. Aun siendo importantes estos elementos, el mensaje central del texto es el anuncio de la salvación: "entonces se salvará tu pueblo: todos los inscritos en el libro".
El evangelio nos ofrece un fragmento del llamado "discurso escatológico" contenido en el capítulo 13 del evangelio de Marcos, que se divide claramente en tres partes: 5 23 (la señal de la tribulación); 24~27 (la venida del hijo del hombre) y 28 37 (tiempo cercano, pero incierto). Se trata de una larga llamada de Jesús a sus discípulos para que, en los momentos difíciles por los que han de pasar, sean fieles y estén siempre vigilantes. Al tratarse de un texto apocalíptico, el lenguaje como el de Daniel- resulta extraño, pero tenemos claves suficientes para no interpretarlo en un sentido puramente literal.
El fragmento de hoy, que pertenece a la segunda parte del discurso, se entiende mejor cuando se advierte que pretende responder a dos preguntas que todo discípulo se hace: ¿En qué consiste propiamente el final, el día del Señor? ¿Cuándo tendrá lugar? Aunque en orden inverso estas son las preguntas que aparecen explícitamente formuladas también en Me 13,4.
A la primera pregunta sobre el contenido del final Jesús responde con imágenes procedentes de la tradición profética (cf Is 13, 10; 34,4) y apocalíptica (cf Dn 7,13 14). El mensaje central es muy preciso. Lo que va a suceder al final es sencillamente el triunfo definitivo del hijo del hombre y de todos aquéllos que le han permanecido fieles. Se trata, pues, de un mensaje de vida y de esperanza.
A la segunda pregunta por el cuándo Jesús responde con una parábola, la de la higuera. Lo central es que sucederá (habrá un final), no cabe hacer previsiones ni cálculos, se requiere una vigilancia constante.
Así que el mensaje de Jesús es claro en una cosa, pero completamente oscuro en otra. Nos anuncia sin ambigüedades el fin de todo, pero no nos precisa el cuándo. Por otra parte, las palabras de Jesús fueron rehechas por sus discípulos en un momento político y religioso crítico, producido por la destrucción del templo de Jerusalén en el año 70. Este hecho supuso, en cierta medida, el "fin" del mundo judío. No resultaba difícil pasar del fin de "un" mundo al final "del" mundo.
Más allá de las interpretaciones de estos textos, siempre difíciles, hay un mensaje que es fundamento de nuestra esperanza; habrá un final. Y este final supondrá la instauración definitiva del Reino de Dios. El bien y el mal no son, pues, equipotentes. La última palabra de la historia es el triunfo del hijo del Hombre. En la medida en que este Reino ha comenzado ya, quienes nos incorporamos a su dinamismo no tenemos que ver el final desde el miedo. El fin será la culminación del proyecto de Dios sobre cada uno de nosotros y sobre la historia.
EQUIPO DABAR
DIOS HABLA
DANIEL 12,1 3
Por aquel tiempo se levantará Miguel, el arcángel que se ocupa de tu pueblo: serán tiempos difíciles, como no los ha habido desde que hubo naciones hasta ahora. Entonces se salvará tu pueblo: todos los inscritos en el libro. Muchos de los que duermen en el polvo despertarán: unos para vida eterna, otros para ignominia perpetua. Los sabios brillarán como el fulgor del firmamento, y los que enseñaron a muchos la justicia, como las estrellas, por toda la eternidad.
HEBREOS 10, 11 14.18
Cualquier otro sacerdote ejerce su ministerio, diariamente, ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, porque de ningún modo pueden borrar los pecados. Pero Cristo ofreció por los pecados, para siempre jamás, un solo sacrificio; está sentado a la derecha de Dios y espera el tiempo que falta hasta que sus ene¬migos sean puestos como estrado de sus pies. Con una sola ofrenda ha perfeccio¬nado para siempre a los que van siendo consagrados. Donde hay perdón, no hay ofrenda por los pecados.
MARCOS 13,24 32
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «En aquellos días, después de esa gran angustia, el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán. Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad; enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, de horizonte a horizonte. Aprended de esta parábola de la higuera: Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros suceder esto, sabed que él está cerca, a la puerta. Os aseguro que no pasará esta generación antes que todo se cumpla. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán, aunque el día y la hora nadie lo sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sólo el Padre».
EXEGESIS
PRIMERA LECTURA
Marco histórico. "...Serán tiempos difíciles como no los ha habido desde que hubo naciones hasta ahora" ( 12, 1 ).
En una primera lectura, el autor parece referirse a su tiempo, la época de los monarcas Antíoco III y IV de dura opresión contra los judíos. El sumo sacerdote Onías es vilmente asesinado y en el templo de Jerusalén se comete un robo sacrílego: las copas de oro y demás utensilios son sustraídos. Antíoco IV llega a proscribir el judaísmo y coloca una estatua de Zeus en el mismísimo santuario (Cfr. 2 Mac 5), Algunos judíos, los apóstatas, colaboran con el monarca, pero otros, como los Macabeos (denominados mártires), se opusieron con todas sus fuerzas (11,21 39). Es la época del nacimiento de algunos de los partidos político religiosos judíos.
En una lectura profunda, Daniel no se conforma con narrar hechos históricos coetáneos (cap. 10 11, 19) sino que, echando mano de recursos tradicionales del AT, describe los últimos momentos precursores de la definitiva instauración del reino de Dios (11,40 12,1 ss): el rey del Sur ( Egipto) atacará y Antíoco morirá ‘entre el mar y la Perla de la Santa Montaña’ (=sitio ignoto de Palestina, cfr. 1 Mac 6 y 2 Mac 9. De hecho, este monarca murió en Persia el año 163 a.C., de misteriosa enfermedad). Las guerras y los intensos sufrimientos, anteriores a la instauración del reino de Dios, son temas clásicos de toda apocalíptica.
Texto. Conclusión lógica del relato iniciado en el cap. 10. En medio de grandes sufrimientos y tribulaciones, el Arcángel Miguel protegerá y librará al pueblo que ha permanecido fiel. Está tan seguro el autor de este aserto que llega incluso a afirmar que los nombres de los liberados están ya 'inscritos en el libro'. En esta época tardía topamos con ángeles guardianes o tutelares de los diversos reinos; Miguel se ocupará de la porción escogida por el Señor, de Israel; de los otros reinos, otros ángeles (origen oscuro y misterioso es el de estos seres; ¿son divinidades menores, desclasadas de los panteones orientales?).
Por dar testimonio de Dios en la persecución, los mártires han perdido su vida. ¿Su final será como el de los malvados? ¿Buenos y malos compartirán la misma suerte en el sheol? Daniel introduce esta novedad en la revelación veterotestamentaria: 'muchos de los que duermen en el polvo despertarán...' (v. 2). Parece aludir a una resurrección individual, no general, ya que Daniel sólo habla de los caídos durante la última persecución.
Y tras la resurrección, el juicio de separación: '... unos para vida eterna, otros para ignominia perpetua' (v. 2). Hay que ser muy cauto con el término 'eterno' ya que no indica un existir sin fin temporal (concepto filosófico griego) sino una nueva forma de vida, libre de persecución y sufrimiento, en este nuevo reino que Dios instaura. Lo que nosotros entendemos por 'vida eterna' no aparece aún en Daniel; los llantos, gritos, cadenas, fuego... que sufrirán los perversos no son bíblicos sino que provienen de la literatura apocalíptica no canónica. En esta nueva etapa de su reinado dentro de una continuidad histórica el bien será premiado y el mal, castigado. La ignominia será el sentimiento del derrotado.
Aplicación. ¿Cómo instaurar este nuevo reino de paz y felicidad, inaugurado por el Señor? En el v3, entre los salvados se nombra a 'un grupo privilegiado' que no son los guerreros (=Macabeos y seguidores) ni siquiera los mártires (Eleazar y otros), sino maestros que predican, con éxito, la conversión... Convertir, en hebreo, indica volver al estado de justicia; la instauración del nuevo reino no es un acto soberano independiente de las actitudes humanas... (cfr. Alonso Schókel, Los Libros Sagrados, Daniel..., pág 106).
DABAR
SEGUNDA LECTURA
Todavía dentro de la sección central (5,11-10,39), pero en la cuarta parte de las cinco que la componen, el autor retoma una vez más el tema de la definitiva eficacia de la acción de Cristo. Es punto que ha aparecido antes en esta misma sección.
Nuevamente es preciso señalar el peligro – dada la peculiar forma de lenguaje de este escrito – de desvirtuar las afirmaciones, reduciéndolas a algo meramente cultual. Una vez conjurado ese peligro, destaca la realidad de la acción de Cristo. No se trata solamente de que el Señor haya muerto de una vez por todas, sino del efecto de tal acción. Por un lago aparece una alusión (v. 12) a la exaltación de Cristo, a su condición gloriosa y a la repercusión que tiene sobre sus hermanos, los seres humanos con los que previamente había establecido un vínculo de solidaridad.
Hay un matiz escatológico, presente en otras partes del escrito, lo cual nos da razón de porqué las cosas son como son en la actualidad. Los “enemigos”, los internos y no los externos, han sido vencidos, pero todavía “colean” en nosotros y en toda la realidad.
Por otra parte es curioso como el autor matiza sus propias conclusiones. Ya no son necesarios ningunos otros sacrificios, Y esto no se puede olvidar, El perdón ya está dado de una vez por todas, aun cuando haya la tensión escatológica que acaba de mencionarse.
En el fondo es un planteamiento para preguntarse si nos tomamos suficientemente en serio la obra del Señor Jesús.
FEDERICO PASTOR
federico@dabar.net
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EVANGELIO
Texto. De una enseñanza centrada en actitudes y pautas de comportamiento en el Reino de Dios ya presente aquí y ahora se pasa hoy a una enseñanza que mira hacia el futuro, designado éste con un vago en aquellos días, fórmula corriente en los profetas para señalar un futuro indefinido. Un futuro que viene, a su vez, después de una gran tribulación.
En ese futuro indefinido el sol se hará tinieblas... Un gran cataclismo cósmico. El lenguaje en que está formulado este cataclismo es un préstamo literario del Antiguo Testamento y, más en concreto, del repertorio apocalíptico de profetas como Isaías, Ezequiel y Joel. En ese futuro indefinido acontece el fin de este mundo.
Entonces verán venir al Hijo del Hombre. El fin del mundo da paso a un desenlace salvador humano en clave divina. El lenguaje en que está formulado este desenlace es, de nuevo, un préstamo literario del Antiguo Testamento, en este caso, de Daniel. La figura humana baja entre nubes ostentando el poder recibido del Altísimo para reunificar a los miembros dispersos del Reino de Dios.
Fin del mundo y desenlace salvador centran el tema de la enseñanza de Jesús en el texto de hoy. Expuesto el tema, Jesús continúa: Aprended lo que enseña la higuera. Este lenguaje no es ya el de la exposición de un tema, sino el de la exhortación. Jesús está exhortando a Pedro, Santiago, Juan y Andrés (cfr.13,3) y está exhortando al lector-discípulo de todos los tiempos: Lo que os digo a vosotros, lo digo a todos (13,37).
Jesús exhorta a aprender la enseñanza de la higuera: la llegada de la primavera. Este es el punto de mira de la exhortación, lo que Jesús quiere inculcar con ella. Lo hace forzando la perspectiva, hasta disminuir al máximo las proporciones espacio-temporales de la misma: No pasará esta generación antes de que todo se cumpla. Lo hace con certeza absoluta: El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán. Pero lo hace advirtiendo de la imposibilidad de poner fecha concreta a la llegada de la primavera: El día y la hora nadie lo sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sólo el Padre. El Hijo es el Mesías en su condición humana y en su misión histórica delimitada.
Comentario. La enseñanza de Jesús en este domingo es clara: el mundo tiene un fin, pero este fin no supone el final humano.
El tema es claro, por más que el lenguaje concreto en que se nos transmite pueda resultarnos extraño y chocante. Pero lo que en definitiva vale y pervive es el tema. Sería arriesgado y petulante desembarazarse de esta enseñanza.
Resulta significativa la conjunción de fin de mundo y primavera. Conjunción paradójica, por cuanto primavera es todo lo contrario de final. Primavera es eclosión de vida.
El discípulo de Jesús entiende la conjunción. Quien pierda su vida por mí y por la buena noticia, la salvará (8,35). Llega por fin la eclosión definitiva de un Reino de Dios que ya tiene existencia aquí y ahora.
ALBERTO BENITO
alberto@dabar.net
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NOTAS PARA LA HOMILIA
“ Sabed que él está cerca”. (Evangelio)
Al final del año litúrgico las lecturas de hoy nos sugieren actitudes muy oportunas no sólo para salir airosos del examen final, sino para vivir con profundidad la fe cada día.
Vigilancia y disponibilidad son la manera más correcta de vivir en cristiano. La fe nos abre los ojos para percibir la cercanía de Jesús entre nosotros, tanto desde su dimensión gloriosa que por la fe, los signos y la oración podemos detectar, como por su identificación con todos los que sufren.
Estos dos retos estimulan nuestra alegría, ya que el juicio a nosotros no nos debe infundir temor, porque “ en el amor no cabe el temor, antes bien, el amor desaloja en temor” . 1 Jn 4, 14. Cuando amamos a los hermanos más necesitados, nos convencemos de que amamos a Dios y confiamos escuchar aquellas palabras de Jesús: “venid, benditos de mi Padre, porque tuve hambre y me disteis de comer...”
El otro reto puede parecer más difícil, el de contactar con la presencia salvadora y cercana de Jesús Resucitado. Nos ayuden estas palabras suyas según san Juan: “ El que escucha mi palabra y cree en el que me envió tiene vida eterna y no es sometido a juicio”. Jn 13, 18.
“Serán tiempos difíciles”. ( 1ª lectura ).
San Pablo conoció tiempos muy difíciles y venció toda clase de dificultades apoyándose en la fuerza del Señor con la que superaba su debilidad. Este apóstol tan probado, se despide en su primera carta con estas palabras .”Estad siempre alegres”. 1 Tes 5, 16.
La alegría sanea las relaciones, abre las puertas de los corazones, suaviza tensiones, crea un clima humano en las reuniones y empresas, nos acerca a los niños y a los mayores, acumula energía para los tiempos difíciles. “ Por la mañana sácianos de tu misericordia, y toda nuestra vida será alegría y júbilo “. Sal 89, 14. “ Porque tus acciones, Señor, son mi alegría y mi júbilo las obras de tus manos “. Sal 91, 5. “ El fruto del Espíritu es amor, alegría, paz “. Gál 5,22.
Al cerrar este año litúrgico sea la alabanza a Dios y la gratitud un sentimiento preferente en nuestra eucaristía. En otras circunstancias podremos evaluar el pasado inmediato y planificar el futuro. En esta celebración nos sobran los motivos para unirnos con todos los ángeles y santos para cantar el amor que Dios nos tiene y que hemos experimentado tan profundamente.
LORENZO TOUS
lorenzo@dabar.net
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PARA LA ORACION
Reconocemos, Señor, con honda gratitud la abundancia de tus dones a lo largo de este año litúrgico. Tu providencia nos acompaña siempre, aunque a veces no sepamos reconocerte. Que los favores recibidos nos confirmen en la fe y nos llenen de alegría.
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Ponemos sobre este altar como ofrenda los logros que gracias a Ti, Señor, hemos conseguido. Nos quedan aun muchos planes y deseos por lograr, pero confiamos en tu ayuda y queremos comprometer en ello nuestra voluntad. Afiánzanos con tu gracia y refuerza con ella nuestra debilidad.
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Te damos gracias, Señor, reconociendo los dones que de ti hemos recibido, sobre todo la vida y la fe. Por ellos hemos conocido a Jesús y le hemos reconocido como nuestro Salvador. Él pasó haciendo el bien y curando a todos los que estaban heridos por el mal. Él sigue presente entre nosotros desde su Resurrección gloriosa y Él sigue siendo nuestro Buen Pastor, que nos alimenta con el pan bajado del cielo que es Él mismo. Con este alimento recuperamos las fuerzas para seguir con ilusión nuestro compromiso con la causa de Reino de Dios.
Por todo ello de damos gracias y te alabamos con todos los ángeles y santos del cielo.
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Gracias, Señor, por esta eucaristía en la que nos alimentas con tu palabra y con tu presencia salvadora. Ayúdanos para que con esta fuerza espiritual que hemos recibido, podamos construir entre todos un mundo más feliz y más fraterno.
LA MISA DE HOY
MONICIÓN DE ENTRADA
Nos acercamos al final del año litúrgico y la liturgia de hoy nos sugiere sentimientos de acción de gracias, de confianza y de alegría. Seamos conscientes de los grandes beneficios que hemos recibido de Dios este año y démosle gracias con todos nuestros hermanos. Sintámonos una comunidad de hermanos convocados por el Señor. Preparémonos para participar.
SALUDO
Que la paz de Dios, nuestro Padre, esté con todos vosotros.
ACTO PENITENCIAL
Todos hemos recibido este año abundantes gracias de Dios, hemos visto sus exigencias, pero no siempre hemos correspondido como debíamos. Pidámosle perdón.
- Señor, conoces nuestras flaquezas porque nos hiciste de barro. Señor, ten piedad.
- Señor, tu perdonaste a Pedro sus negaciones. Cristo, ten piedad.
- Señor, tu viniste a salvar a los pecadores como nosotros. Señor, ten piedad.
Dios todopoderoso , tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos dé vida eterna.
MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA
La primera lectura con palabras de un profeta nos habla del final de la historia, cuando Dios se levante como juez entre buenos y malos. Será el día de la justicia final, cuando el bien vencerá definitivamente el mal. Hacia esta meta vamos luchando con esperanza y avanzando entre derrotas y victorias.
SALMO RESPONSORIAL (Sal 15)
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa, mi suerte está en tu mano. Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré.
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena. Porque no me entregarás a la muerte, ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha.
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
MONICIÓN A LA SEGUNDA LECTURA
Continuamos escuchando palabras de la carta a los Hebreos. Hoy nos presenta a Jesucristo como el sacerdote definitivo que intercede ante Dios y obtiene la salvación y el perdón para todos los hombres.
MONICIÓN A LA LECTURA EVANGÉLICA
El evangelio de hoy emplea un lenguaje apocalíptico para describir el final de la historia. Con detalles cósmicos da un sentido teatral a este final.
La consecuencia que el evangelista deduce es la vigilancia necesaria porque el día y la hora nadie lo sabe.
ORACIÓN DE LOS FIELES
Presentemos al Padre las necesidades de todos sus hijos, nuestros hermanos, dispuestos a colaborar nosotros en todas las causas del Reino de Dios. Responderemos: Ayúdanos, Señor.
- Señor, muchos de tus hijos pasan problemas y necesidades de toda clase y a veces nosotros nos sentimos impotentes. Oremos.
- Señor, los gobernantes podrían ser más eficaces en el servicio de los pueblos. Oremos.
- Señor, los niños tienen derecho a crecer felices, pero son muchos los que no lo consiguen. Oremos.
- Señor, las guerras y el terrorismo están destruyendo la paz. Oremos.
- Señor, los cristianos en general estamos lejos de seguir el ejemplo de Jesús. Oremos.
- Señor, estamos más apegados a la rutina y a una piedad externa que a profundizar en la experiencia y el conocimiento de Dios. Oremos.
- Señor, tenemos seres queridos junto a Ti en el cielo. Danos más fe en la vida eterna. Oremos.
Oración: Concede, Padre, a todos tus hijos la abundancia de tu misericordia, para que experimentemos tu bondad y aumente nuestra esperanza. Por Jesucristo, nuestro Señor.
CANTOS PARA LA CELEBRACION
Entrada: Hoy me siento peregrino del disco “Siguiendo las pisadas de Cristo”; Dios nos convoca del disco “16 Cantos para la Misa”; Con nosotros está el Señor del disco “15 Nuevos cantos para la Misa”.
Salmo: Protégeme de Palazón o el estribillo del Libro del Salmista.
Aleluya: Aclamemos al Señor “aleluya” del disco “15 Nuevos cantos para la Misa”.
Ofertorio: Bendito seas, Señor (2CLN-H 6); Con amor te presento, Señor del disco “Viviremos con él” (CB-45)
Santo: 1CLN-I 4.
Doxología: 1CLN-K 1.
Comunión: Oh, Señor, yo no soy digno (popular) Beberemos la copa de Cristo (1CLN-O 10); Una espiga dorada.
Final: Gracias por cada nuevo día del disco “Voy buscando”.
Director: José Ángel Fuertes Sancho •Paricio Frontiñán, s/n• Tlf 976458529 Fax 976439635 • 50004 ZARAGOZA
Tlf. del Evangelio: 976.44.45.46 - Página web: www.dabar.net - Correo-e: dabar@dabar.net
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