CONTEXTO
Estamos en el capítulo 13 de Marcos, dedicado por entero al discurso escatológico. Este capítulo hace de puente entre la vida de Jesús y la Pasión. Los tres sinópticos relatan un discurso parecido, lo cual hace suponer que algo tiene que ver con el Jesús histórico. Pero las diferencias entre ellos son tan grandes, que presupone también una elaboración de la primera comunidad. Es imposible saber hasta qué punto Jesús hizo suyas esas ideas. En el evangelio se habla del Reino de Dios como futuro y como presente a la vez…
EXPLICACIÓN
El lenguaje apocalíptico y escatológico corresponde a otra manera de ver la realidad material, y por lo tanto, a otra manera de ver al hombre y a Dios. Tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento, el pueblo de Dios está volcado sobre el porvenir. Esta actitud le distingue de los pueblos circundantes cerrados en el continuo devenir de los ciclos naturales. Israel se encuentra siempre en tensión hacia la salvación que ha de venir.
Desde Abrahán, a quien Dios le dice: "sal de tu tierra", pasando por el éxodo hacia la tierra prometida. Israel vivió siempre con la esperanza de algo mejor, que Dios le iba a dar. Es curioso que, cuado se cumplía la promesa, surgía otra expectativa y otra promesa.
Pronto se tomó conciencia de que tenía que haber una salvación definitiva. Los profetas fueron los encargados de mantener viva esta esperanza o expectativa de salvación total.
En principio, el día de esa salvación debía ser un día de alegría, de felicidad, de luz; pero a causa de las infidelidades del pueblo, los profetas empiezan a anunciarlo como día de sufrimiento, de tinieblas para la mayoría de los hombres que no hacen caso a Dios. Será el día de Yahvé (intervención de Dios para juzgar) en que castigará a los infieles y salvará al resto. Se trataba de ver el futuro como criterio de valoración juiciosa del presente.
La apocalíptica es una actitud vital y un género literario. La palabreja en griego significa desvelar, ver con claridad. Pretende escudriñar el futuro partiendo de la palabra de Dios. Nace en los ambientes sapienciales y desciende del profetismo.
Parte de una visión pesimista del mundo, que no tiene arreglo; por eso, tiene que ser destruido y sustituido por otro de nueva creación. Invita, no a cambiar el mundo, sino a huir de él. El mundo futuro no tendrá ninguna relación con el presente.
El objetivo es alentar a la gente en tiempo de crisis para que aguante el chaparrón hasta que llegue el día de Yahvé. Ese día, Dios juzgará y pondrá las cosas en su sitio. El resto que se conserve fiel, reinará con Él. Todo lo demás será aniquilado para hacer un cielo nuevo y una tierra nueva.
Una variante de esta concepción, es el milenarismo, que defiende un reinado terreno de Dios durante un período de tiempo limitado (mil años) en el que todo será dicha; eso sí, sólo para los elegidos.
Escatología, procede de la palabra griega "esjatón", que significa “lo último”. Su origen es también la palabra de Dios, y su objetivo, descubrir lo que va a suceder al final de los tiempos, pero no por curiosidad, sino por un intento de acrecentar la confianza. El futuro está en manos de Dios, pero ese futuro llegará como progresión del presente, que también está en manos de Dios, y es positivo a pesar de todo lo negativo que podamos encontrar en nuestra historia.
Este mundo no será consumido sino consumado. Dios reserva una plenitud de sentido para la creación a pesar de todas nuestras infidelidades. Dios salvará un día definitivamente, pero esa salvación ya ha comenzado aquí y ahora
La referencia a los tiempos finales de los evangelios, no es apocalíptica, sino más bien escatológica, aunque nos despiste bastante el hecho de que el Nuevo Testamento usa el lenguaje apocalíptico, porque es muy sugerente y llama la atención.
Uno de los logros de la apocalíptica fue enriquecer el lenguaje religioso con multitud de símbolos e imágenes. Los evangelistas, no pudieron librarse de esta mentalidad apocalíptica, muy desarrollada en aquella época.
APLICACIÓN
Con demasiada frecuencia se ha hecho un mal uso de esta temática. Parece que es una tentación constante el acudir al juicio final, para urgir a la gente a que se porte como Dios manda. En todas las épocas han proliferado los milenarismos de todo tipo; incluso en nuestro tiempo se predican calamidades como castigo de Dios porque los seres humanos no somos como debíamos ser.
La experiencia de la muerte nos obliga a unir tiempo y eternidad, contingencia y absoluto, lo divino y lo terreno, cielo y tierra.
Hoy debemos interpretar la realidad, a la luz de los nuevos conocimientos sobre el mundo, sobre el hombre y sobre Dios. Al final del relato de la creación, Dios “vio todo lo que había hecho, y era muy bueno”. Es ridículo pensar que la creación le salió mal a Dios y que ahora tiene que arreglarla de alguna manera. Mayor ridículo es creer que el hombre puede malograr la creación de Dios.
Tal vez lo que tendríamos que hacer, sería dejarnos de especulaciones sobre cómo será el más allá y tomar la responsabilidad que nos toca en la marcha del más acá.
Intentar relacionar a Dios con el hombre sin haber resuelto la relación del tiempo con la eternidad es una pretensión inútil. Armonizar esos dos niveles de existencia es el paso previo para poder entrar en el tema que nos ocupa.
La escatología surge de una idea de un Dios que es dueño absoluto del universo y de la historia que dirige desde fuera. El hombre puede malograr la creación, pero no puede volver a enderezarla. Solo puede esperar con paciencia a que Dios se digne actuar y salvarle.
Al desmoronarse esa idea del dios intervencionista, se nos plantea un dilema insuperable.
• Por una parte sabemos que Dios no tiene pasado ni futuro; que no está en el tiempo ni en el espacio sino en la eternidad. Que Él es un eterno presente.
• Por otro lado el hombre no puede entender nada que no esté en el tiempo y el espacio.
• Meter a Dios en el tiempo para poderlo entender es un disparate mayúsculo. Eso es lo que hizo la escatología bíblica.
• Pero por otra parte, sacar al hombre del tiempo y el espacio, es descoyuntarlo como criatura.
En tiempo de Jesús se creía que esa intervención definitiva, iba a ser inminente. En este ambiente se desarrolla la predicación de Juan Bautista y de Jesús. También en la primera comunidad cristiana se vivió esta espera de la llegada inmediata de la parusía. Solamente en los últimos escritos del Nuevo Testamento es ya patente un cambio de actitud.
Al no llegar el fin, se empieza a vivir la tensión entre la espera del fin y la necesidad de preocuparse de la vida presente. Se sigue esperando el fin, pero la comunidad se prepara para la permanencia. Recordar que la palabra “venir” referida al Hijo del hombre, significa “manifestarse”.
Tal vez hoy estemos en mejores condiciones para entender las imágenes de la escatología, que ninguna otra época. Hasta hace muy poco tiempo, la historia era exclusivamente cosa del pasado. En nuestros días parece que hemos descubierto la importancia que tiene esa historia no sólo para nuestro presente, sino para nuestro futuro.
El hombre se considera fruto de un pasado; sigue su curso en el presente y se encamina hacia el futuro.
La escatología está hoy implícita en la manera de entender la existencia humana, pero se trata de “lo último” dentro de la marcha del mundo, no más allá de él. El hombre de hoy tiene conciencia de que su ser, es pasado, presente y futuro.
Otra idea nos puede ayudar para entender hoy el más allá. Dios no tiene que actuar para ser justo ni inmediatamente después de un acto, ni en un hipotético último día. Dios no hace justicia, Él es justicia. Toda acción, sea buena, sea mala, lleva en sí misma el premio o el castigo, no se necesita ninguna acción posterior de Dios. Ante Dios todo es justo en cada momento. No tiene sentido amenazar con la ira de Dios. El triunfo del mal es siempre aparente.
Esta mejor comprensión de la manera de actuar (no actuar) de Dios en la historia, hace superfluas las imágenes espectaculares sobre el "exjatón", pero obliga a una reflexión sobre la importancia que el ser humano tiene a la hora de planificar su futuro.
Hoy sabemos que el tiempo y el espacio son productos mentales, extraídos de la experiencia de un mundo terreno. ¿Qué sentido puede tener el hablar de tiempo y espacio más allá de lo material? Hablar de un “lugar” (cielo o infierno) más allá de este mundo, solo puede tener un sentido simbólico. Hablar de un “día del juicio”, donde no puede darse tiempo ni espacio, es un contrasentido. No hay inconveniente en seguir empleando ese lenguaje, pero sin olvidar que se trata de un lenguaje simbólico y no de realidades objetivas.
Otro apunte importante sería que solo a partir del Nuevo Testamento toma un verdadero valor el individuo personal. Antes el verdadero valor residía en el pueblo como unidad. En los últimos siglos se potenció el valor de la persona, pero en las últimas décadas esta tomando fuerza la idea de una realidad transpersonal que puede abrir un horizonte conceptual para ver de otra manera el más allá.
No veo qué sentido puede tener, seguir hablando de ‘persona humana’ después de la muerte. Los constitutivos de la persona son elementos mensurables, pero sin nada que medir o pesar, ¿cómo podemos concebir lo individual y personal?
Estamos en el capítulo 13 de Marcos, dedicado por entero al discurso escatológico. Este capítulo hace de puente entre la vida de Jesús y la Pasión. Los tres sinópticos relatan un discurso parecido, lo cual hace suponer que algo tiene que ver con el Jesús histórico. Pero las diferencias entre ellos son tan grandes, que presupone también una elaboración de la primera comunidad. Es imposible saber hasta qué punto Jesús hizo suyas esas ideas. En el evangelio se habla del Reino de Dios como futuro y como presente a la vez…
EXPLICACIÓN
El lenguaje apocalíptico y escatológico corresponde a otra manera de ver la realidad material, y por lo tanto, a otra manera de ver al hombre y a Dios. Tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento, el pueblo de Dios está volcado sobre el porvenir. Esta actitud le distingue de los pueblos circundantes cerrados en el continuo devenir de los ciclos naturales. Israel se encuentra siempre en tensión hacia la salvación que ha de venir.
Desde Abrahán, a quien Dios le dice: "sal de tu tierra", pasando por el éxodo hacia la tierra prometida. Israel vivió siempre con la esperanza de algo mejor, que Dios le iba a dar. Es curioso que, cuado se cumplía la promesa, surgía otra expectativa y otra promesa.
Pronto se tomó conciencia de que tenía que haber una salvación definitiva. Los profetas fueron los encargados de mantener viva esta esperanza o expectativa de salvación total.
En principio, el día de esa salvación debía ser un día de alegría, de felicidad, de luz; pero a causa de las infidelidades del pueblo, los profetas empiezan a anunciarlo como día de sufrimiento, de tinieblas para la mayoría de los hombres que no hacen caso a Dios. Será el día de Yahvé (intervención de Dios para juzgar) en que castigará a los infieles y salvará al resto. Se trataba de ver el futuro como criterio de valoración juiciosa del presente.
La apocalíptica es una actitud vital y un género literario. La palabreja en griego significa desvelar, ver con claridad. Pretende escudriñar el futuro partiendo de la palabra de Dios. Nace en los ambientes sapienciales y desciende del profetismo.
Parte de una visión pesimista del mundo, que no tiene arreglo; por eso, tiene que ser destruido y sustituido por otro de nueva creación. Invita, no a cambiar el mundo, sino a huir de él. El mundo futuro no tendrá ninguna relación con el presente.
El objetivo es alentar a la gente en tiempo de crisis para que aguante el chaparrón hasta que llegue el día de Yahvé. Ese día, Dios juzgará y pondrá las cosas en su sitio. El resto que se conserve fiel, reinará con Él. Todo lo demás será aniquilado para hacer un cielo nuevo y una tierra nueva.
Una variante de esta concepción, es el milenarismo, que defiende un reinado terreno de Dios durante un período de tiempo limitado (mil años) en el que todo será dicha; eso sí, sólo para los elegidos.
Escatología, procede de la palabra griega "esjatón", que significa “lo último”. Su origen es también la palabra de Dios, y su objetivo, descubrir lo que va a suceder al final de los tiempos, pero no por curiosidad, sino por un intento de acrecentar la confianza. El futuro está en manos de Dios, pero ese futuro llegará como progresión del presente, que también está en manos de Dios, y es positivo a pesar de todo lo negativo que podamos encontrar en nuestra historia.
Este mundo no será consumido sino consumado. Dios reserva una plenitud de sentido para la creación a pesar de todas nuestras infidelidades. Dios salvará un día definitivamente, pero esa salvación ya ha comenzado aquí y ahora
La referencia a los tiempos finales de los evangelios, no es apocalíptica, sino más bien escatológica, aunque nos despiste bastante el hecho de que el Nuevo Testamento usa el lenguaje apocalíptico, porque es muy sugerente y llama la atención.
Uno de los logros de la apocalíptica fue enriquecer el lenguaje religioso con multitud de símbolos e imágenes. Los evangelistas, no pudieron librarse de esta mentalidad apocalíptica, muy desarrollada en aquella época.
APLICACIÓN
Con demasiada frecuencia se ha hecho un mal uso de esta temática. Parece que es una tentación constante el acudir al juicio final, para urgir a la gente a que se porte como Dios manda. En todas las épocas han proliferado los milenarismos de todo tipo; incluso en nuestro tiempo se predican calamidades como castigo de Dios porque los seres humanos no somos como debíamos ser.
La experiencia de la muerte nos obliga a unir tiempo y eternidad, contingencia y absoluto, lo divino y lo terreno, cielo y tierra.
Hoy debemos interpretar la realidad, a la luz de los nuevos conocimientos sobre el mundo, sobre el hombre y sobre Dios. Al final del relato de la creación, Dios “vio todo lo que había hecho, y era muy bueno”. Es ridículo pensar que la creación le salió mal a Dios y que ahora tiene que arreglarla de alguna manera. Mayor ridículo es creer que el hombre puede malograr la creación de Dios.
Tal vez lo que tendríamos que hacer, sería dejarnos de especulaciones sobre cómo será el más allá y tomar la responsabilidad que nos toca en la marcha del más acá.
Intentar relacionar a Dios con el hombre sin haber resuelto la relación del tiempo con la eternidad es una pretensión inútil. Armonizar esos dos niveles de existencia es el paso previo para poder entrar en el tema que nos ocupa.
La escatología surge de una idea de un Dios que es dueño absoluto del universo y de la historia que dirige desde fuera. El hombre puede malograr la creación, pero no puede volver a enderezarla. Solo puede esperar con paciencia a que Dios se digne actuar y salvarle.
Al desmoronarse esa idea del dios intervencionista, se nos plantea un dilema insuperable.
• Por una parte sabemos que Dios no tiene pasado ni futuro; que no está en el tiempo ni en el espacio sino en la eternidad. Que Él es un eterno presente.
• Por otro lado el hombre no puede entender nada que no esté en el tiempo y el espacio.
• Meter a Dios en el tiempo para poderlo entender es un disparate mayúsculo. Eso es lo que hizo la escatología bíblica.
• Pero por otra parte, sacar al hombre del tiempo y el espacio, es descoyuntarlo como criatura.
En tiempo de Jesús se creía que esa intervención definitiva, iba a ser inminente. En este ambiente se desarrolla la predicación de Juan Bautista y de Jesús. También en la primera comunidad cristiana se vivió esta espera de la llegada inmediata de la parusía. Solamente en los últimos escritos del Nuevo Testamento es ya patente un cambio de actitud.
Al no llegar el fin, se empieza a vivir la tensión entre la espera del fin y la necesidad de preocuparse de la vida presente. Se sigue esperando el fin, pero la comunidad se prepara para la permanencia. Recordar que la palabra “venir” referida al Hijo del hombre, significa “manifestarse”.
Tal vez hoy estemos en mejores condiciones para entender las imágenes de la escatología, que ninguna otra época. Hasta hace muy poco tiempo, la historia era exclusivamente cosa del pasado. En nuestros días parece que hemos descubierto la importancia que tiene esa historia no sólo para nuestro presente, sino para nuestro futuro.
El hombre se considera fruto de un pasado; sigue su curso en el presente y se encamina hacia el futuro.
La escatología está hoy implícita en la manera de entender la existencia humana, pero se trata de “lo último” dentro de la marcha del mundo, no más allá de él. El hombre de hoy tiene conciencia de que su ser, es pasado, presente y futuro.
Otra idea nos puede ayudar para entender hoy el más allá. Dios no tiene que actuar para ser justo ni inmediatamente después de un acto, ni en un hipotético último día. Dios no hace justicia, Él es justicia. Toda acción, sea buena, sea mala, lleva en sí misma el premio o el castigo, no se necesita ninguna acción posterior de Dios. Ante Dios todo es justo en cada momento. No tiene sentido amenazar con la ira de Dios. El triunfo del mal es siempre aparente.
Esta mejor comprensión de la manera de actuar (no actuar) de Dios en la historia, hace superfluas las imágenes espectaculares sobre el "exjatón", pero obliga a una reflexión sobre la importancia que el ser humano tiene a la hora de planificar su futuro.
Hoy sabemos que el tiempo y el espacio son productos mentales, extraídos de la experiencia de un mundo terreno. ¿Qué sentido puede tener el hablar de tiempo y espacio más allá de lo material? Hablar de un “lugar” (cielo o infierno) más allá de este mundo, solo puede tener un sentido simbólico. Hablar de un “día del juicio”, donde no puede darse tiempo ni espacio, es un contrasentido. No hay inconveniente en seguir empleando ese lenguaje, pero sin olvidar que se trata de un lenguaje simbólico y no de realidades objetivas.
Otro apunte importante sería que solo a partir del Nuevo Testamento toma un verdadero valor el individuo personal. Antes el verdadero valor residía en el pueblo como unidad. En los últimos siglos se potenció el valor de la persona, pero en las últimas décadas esta tomando fuerza la idea de una realidad transpersonal que puede abrir un horizonte conceptual para ver de otra manera el más allá.
No veo qué sentido puede tener, seguir hablando de ‘persona humana’ después de la muerte. Los constitutivos de la persona son elementos mensurables, pero sin nada que medir o pesar, ¿cómo podemos concebir lo individual y personal?
Meditación-contemplación
Jesús nos dice que aprendamos de la higuera.
En los brotes que empiezan a moverse en la primavera,
tenemos que adivinar los futuros higos.
En cualquier fragmento de realidad está ya Dios
……………
La realidad que todos vemos por igual
está diciendo cosas distintas a cada uno.
El ser humano tiene que aprender a ver
mucho más de lo que le entra por los ojos.
………………
Hace cuatro mil años, los orientales descubrieron
que la realidad que vemos, no es más que apariencia.
La verdadera realidad hay que descubrirla
más allá y a pesar de lo que vemos y oímos.
……………….
En los brotes que empiezan a moverse en la primavera,
tenemos que adivinar los futuros higos.
En cualquier fragmento de realidad está ya Dios
……………
La realidad que todos vemos por igual
está diciendo cosas distintas a cada uno.
El ser humano tiene que aprender a ver
mucho más de lo que le entra por los ojos.
………………
Hace cuatro mil años, los orientales descubrieron
que la realidad que vemos, no es más que apariencia.
La verdadera realidad hay que descubrirla
más allá y a pesar de lo que vemos y oímos.
……………….
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