Os parecerá una estupidez pero me he quedado pillada con esta última frase del Evangelio de este domingo 20 del tiempo ordinario.
Es un texto conocido y a veces, como en tantas cosas de la vida, el peor enemigo de la vivificación es esa autosuficiencia estúpida del “ya se”, del “¡ah! Si, ya”. En estas circunstancias nos resbala todo, nada nos llega y nos creemos que lo tenemos. Esto también pasa con la Palabra de Dios, bueno, a mi me pasa y es un pecado que tengo este leer sin dejarme influenciar, sin conmoverme, sin abrirme. ¡Menos mal que el Señor está acostumbrado a la gente de dura cerviz y persiste en el intento!
Un poco algo de esto me pasó al empezar a leer este espectacular Evangelio pero al final del mismo me saltó al corazón esa última frase: Después de cantar el salmo, salieron para el monte de los Olivos.
Jesús recapitula toda la tradición de hacer alianza del pueblo de Israel y la supera como dice el autor de la Carta a los Hebreos: No usa sangre de machos cabríos ni de becerros, sino la suya propia.
En esa superación no se obvia la muerte sino que se asume, después de la entrega mística de la eucaristía no se puede evitar el salir para el monte de los Olivos y llegar hasta el monte Calvario.
Muchas veces me pasa que de la mesa de la Eucaristía no se sigue una movilización que me haga salir para ningún sitio, lo más para volver a casa, a la insignificancia y a la cotidianidad gris e indiscriminada que no señala nada. Ésta es otra cerrazón conocida.
En una reunión de la Acción Católica estaba defendiendo una propuesta que yo consideraba importante y que llevaba mucho trabajo detrás y la gente la echó para atrás con argumentos que me parecían a mi malos porque no consideraban suficientemente a los destinatarios de la acción evangelizadora ni subrayaban bien ese carácter evangelizador necesario. Bueno esto es dicho finamente, lo que ocurrió también es que me cabreé como una mona y ya me subí en una moto de furia y de descalificación de todo, tan rabiosa me puse que al final de la reunión, muy tarde ya, recogiendo los papeles y las carpetas se me saltaron las lágrimas.
Se me acercó un consiliario muy mayor, Jesús Martín, me cogió así de la barbilla para ver mi cara y mirándome me dijo con una suave sonrisa: “Sin sangre del Calvario no hay redención”. Me dejó muda y pacífica, me tiró de la moto de rabia y me di cuenta, con una de esas expansiones de la conciencia que te dejan con la boca y el corazón abiertos de la hondura de esas palabras y de la verdad verdadera que encierran.
Leyendo el Evangelio me surgen a veces esas chispas pequeñas que iluminan mucho, o también por mediación de tantas personas que a lo largo de mi vida han sido evangelio.
Las cosas más importantes de la vida hay que estar constantemente volviendo a aprenderlas por lo menos esa sensación tengo yo, a veces esto me irrita mucho pero luego pienso que está bien que sea así, para que no pueda regodearme en la autosatisfacción del “esto ya lo se” que va haciéndonos estériles, creo que esto forma parte del plan salvador, que responde a la estructura encarnatoria de la gracia que no solo renueva la faz de la tierra sino nuestro propio corazón y rostro. Nada está seguro por mi parte, soy capaz de desoír y de olvidar mucho, de nuevo ¡Bendito sea Dios que insiste y es fiel! En esta ocasión de nuevo tomo conciencia de ese itinerario cristiano básico que va del cenáculo al monte de los Olivos y al Calvario.
PROVERBIOS 9,1 6
La Sabiduría se ha construido su casa plantando siete columnas, ha preparado el banquete, mezclado el vino y puesto la mesa; ha despachado a sus criados para que lo anuncien en los puntos que dominan la ciudad: «Los inexpertos que vengan aquí, quiero hablar a los faltos de juicio: “Venid a comer de mi pan y a beber el vino que he mezclado; dejad la inexperiencia y viviréis, seguid el camino de la prudencia”».
EFESIOS 5, 15 20
Hermanos: Fijaos bien como andáis; no seáis insensatos, sino sensatos, aprovechando la ocasión, porque vienen días malos. Por eso, no estéis aturdidos, daos cuenta de lo que el Señor quiere. No os emborrachéis con vino, que lleva al libertinaje; sino dejaos llenar del Espíritu. Recitad, alternando, salmos, himnos y cánticos inspirados; cantad y tocad con toda el alma para el Señor. Dad siempre gracias a Dios Padre por todo, en nombre de nuestro Señor Jesucristo.
JUAN 6, 51 58
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo». Disputaban los judíos entre sí: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?» Entonces Jesús les dijo: «Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre».
Al leer este texto de Proverbios 9 no se puede por menos que evocar el salmo 23: “El Señor es mi pastor…me conduce hacia fuentes tranquilas… nada temo porque… tu cayado me da confianza… Me pones delante una mesa… me unges… mi copa rebosa… y habitaré en la casa del Señor por días sin término”.”. Hay temas recurrentes y su evocación nos lleva de la mano al mismo evangelio de hoy. Tras la imagen del pastor que me guía por camino seguro, aunque ‘sea por cañadas oscuras’, tú vas conmigo.
La segunda parte del salmo (hace un quiebro que muchas veces ha llevado a algunos comentaristas a dividir el salmo) nos introduce en un clima semejante al de Proverbios del texto de hoy.
La gran casa de columnas o la casa de Yahvé; el vino mezclado por una parte y la copa rebosante por otra; los inexpertos y los faltos de juicio a los que se invita y por otra parte los perdidos sin sendas ni luz que han llegado a la mesa; la invitación final a ‘seguir el camino de la prudencia’, mientras el salmista se siente ‘acompañado de la bondad y el amor’.
De la mano nos lleva este texto al evangelio donde todas las imágenes quedan superadas porque el pan y el vino y el camino y el pastor y la vida se resumen en Jesús.
Y de la mano nos lleva también a este mundo nuestro social y eclesial tan necesitados de golpe de cayado que guía en la noche, de la protección que brinda una casa segura (con siete columnas), de alimento generoso y camino inteligente.
Y no estaría de más leer lo que dice a continuación Proverbios (9,13-18) sobre la enemiga de la Sabiduría, la Necedad: agua robada y pan a escondidas, el abismo por casa; chismosa e ignorante. Y sin embargo qué bien embauca al hombre. Jer 2,13 “Doble iniquidad ha cometido mi pueblo: me han abandonado a mí, la fuente de agua viva para excavarse aljibes, aljibes agrietados, que no retienen agua”.
Siempre en el contexto de la exhortación moral de la última parte de la carta, hallamos nuevas frases de aliento a una conducta propia de los cristianos.
Es un párrafo en que mezclan temas muy diversos que aparecen velozmente. Así se apela al sentido común y la necesidad de aprovechar la ocasión. Evidentemente esta segunda exhortación tiene que ver con la expectativa de la parusía inminente que, si bien ya no es algo tan principal en los tiempos en que se escribe Efesios, ha dejado su huella.
Una alusión a la voluntad de Dios (v. 17) completa este comienzo.
Hay luego un consejo/mandato sobre el abuso del vino y sus consecuencias en el comportamiento sexual. Algo claro y de experiencia todavía actual.
Se pasa posteriormente a exhortaciones referentes a la liturgia y al culto con las obvias menciones de oración comunitaria cantada o recitada. Se menciona también la acción de gracias, una forma muy extendida de oración, pero que aquí puede contener una alusión a la Eucaristía al estar unida de modo específico al “nombre del Señor Jesús”.
Texto. La última afirmación del vs. 51 va a concentrar la atención del texto: El pan que yo os daré es mi carne para la vida del mundo.
El término carne designa aquí al ser humano, considerado bajo el aspecto de ser material, sensible y perceptible y, en consecuencia, perecedero y corruptible. En los vs.51 y 52 se emplea sólo carne; en el resto de versículos se emplea en combinación-distinción con sangre. Son dos modalidades para expresar en definitiva lo mismo: Jesús en cuanto ser humano. De ahí que carne o carne-sangre puedan ser sustituidas por el pronombre personal en el v.57 (el que me come).
Hay, sin embargo, una diferencia de matiz en el empleo de carne sólo o en combinación-distinción con sangre. Carne, sin más, designa al ser humano en estado o situación normales; carne-sangre designan al ser humano en estado o situación violentados. La diferencia es significativa e importante, y retoma lo que el lector del cuarto evangelio sabe desde Jn 1,29.36: Jesús es el cordero de pascua. La pregunta de los judíos (¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?) tiene como finalidad introducir la reflexión sobre Jesús-alimento en cuanto cordero sacrificado. No es una pregunta sobre el hecho de comer a Jesús, sino sobre la modalidad de comida ofrecida.
De esta manera, la dificultad formulada en los precedentes vs. 41-50 de cómo un ser humano puede ser fuente de vida adquiere en los vs.51-58 dimensiones mayores si cabe: Jesús es fuente universal de vida en cuanto carne (es decir, ser humano perecedero y corruptible) y, además, en cuanto carne violentada, sacrificada.
En el fondo de la invitación a comer a Jesús (¡qué realismo de lenguaje!) empieza a vislumbrarse la presencia de la muerte violenta también en el discípulo. ¿Muerte? Resulta inevitable emplear este término, pero la realidad profunda nos dice que hay que hablar más bien de vida. De ahí que el texto siga insistiendo en la resurrección y en la vida.
Comentario. Quedar perplejos ante el texto, ante lo que dice y cómo lo dice, es probablemente la actitud inicial espontánea ante él. Ni el fondo ni la forma son aquí convencionales. No lo es el fondo, porque choca con la razón; no lo es la forma, porque el lenguaje realista y crudo raya con la antropofagia. Todo es aquí provocativo y escandaloso.
Pero, superada la inicial perplejidad, descubrimos en este texto a un Jesús que vivió la historia, que quedó marcado por ella, pero que no fue vencido por ella. Es un Jesús con cicatrices, señal inequívoca de su paso por esta tierra nuestra; pero lleno de la vida cuyo hontanar está en el Padre. El alimento que se nos ofrece no es un ser etéreo e irreal, sino el hijo del hombre; no es alguien incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno probado en todo igual que nosotros, excluido el pecado (Heb 4,15), por eso es un alimento que satisface realmente.
Para comprender el pasaje de hoy, hay que tener en cuenta que las palabras pronunciadas por Jesús, más allá de que sean ubicadas en la sinagoga de Cafarnaún, proceden en realidad de la última cena.
¿Por qué decimos esto? Porque observando el texto, fácilmente caeremos en la cuenta de que en el discurso sobre el pan de vida (cf. Jn 6, 22-50), el protagonista es el Padre. Padre que da el verdadero pan y espera la respuesta de la fe por parte del hombre. En cambio, en las palabras que hoy se nos proponen (cf. Jn 6, 51-59), el protagonista es Jesús. Un Jesús que se da él mismo como comida y bebida, esperando simplemente que lo comamos y bebamos. Es decir, unas palabras que suponen la institución de la eucaristía en la víspera de su entrega.
Un texto con el que el evangelista intenta salir al paso de algunas discusiones propias de las comunidades primitivas en contra de la celebración de la cena del Señor y también de la corriente gnóstica que consideraba la eucaristía como un mero símbolo.
Por lo tanto, un discurso que busca destacar el realismo de la relación con Dios, pero un realismo y una relación que para nada convierten a Dios en alguien de andar por casa. Por eso será importante destacar en qué medida, en qué sentido, Dios busca realmente entrar en relación con nosotros.
En efecto, frente a los planteos que entonces, y lamentablemente aún hoy, nos presentan el misterio de Dios como infinitamente inaccesible, tanto que la única posibilidad de alcanzarlo sería a través de lo ritual o esa especie de disección controladora que subyace en ciertos discursos acerca Dios, Juan y con él toda la espiritualidad de la encarnación, ponen a Dios a nuestro alcance.
Tal cual, la encarnación no es otra cosa que el poner a Dios en disposición de los humanos, tanto que él mismo entra en contacto con nosotros a través de los sentidos, ese ámbito a veces tan desencaminado en nuestra historia espiritual y eclesial. Y esa encarnación, ese sentido de cercanía que Dios quiere en su relacionarse con todos y cada uno, en la eucaristía de Jesús, cobra toda su fuerza. Precisamente la fuerza del respeto a lo concreto y vital, lo sensible y fruitivo; aquello por lo que Jesús se ofrece como acción de gracias amorosa para con el que vivencia como Amor: su Padre.
Vemos entonces que Dios se acerca y se hace disponible, superando así el parcial intento de acceder a él por lo ritual o racional. Pero con esto, no vayamos a pensar ahora que Dios se nos ha hecho una cosa en el pan y vino eucarístico, al punto que, sin más que consumir uno y otro, ya estaríamos en condiciones de contactar con él. El realismo del oír, gustar, comer y beber de Jesús al hablar de la relación con él como enviado de Dios pasa por otro lado, pasa por donde pasó su vida. Por el asumir lo cotidiano, propio y ajeno, como espacio privilegiado de encuentro y relación con el misterio de Dios.
Esto es lo que presenta hoy Jesús, la carne viva que es Dios mismo, una carne viva que busca al hombre para ayudarlo a vivir de la mejor forma, en carne viva… para hoy y para siempre.
¡Oh Dios!, que has preparado bienes inefables para los que te aman; infunde el amor de tu nombre en nuestros corazones, para que, amándote en todo y sobre todas Las cosas, consigamos alcanzar tus promesas, que superan todo deseo.
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Nuestro agradecimiento, Padre, queremos presentarlo hoy con nuestras todavía pocas y pobres obras de fraternidad. Sa¬bemos que nuestras obras de amor y fraternidad son nuestra mejor alabanza.
Por eso ahora, como adelanto y signo de nuestro compro¬miso, elevamos, unidos a todos los santos, este himno en tu honor: Santo, Santo, Santo...
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Acepta, Señor, nuestros dones, en los que se realiza un admirable intercambio, para que, al ofrecerte lo que tu nos diste, merezcamos recibirte a ti mismo.
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Señor, después de haber recibido a Cristo en estos sacramen¬tos, imploramos de tu misericordia que, transformados en la tierra a su imagen, merezcamos participar de su gloria en el cielo.
LA MISA DE HOY
MONICIÓN DE ENTRADA
Hermanos: Hoy Jesús nos dice que es el pan vivo que ha bajado del cielo… que sí comemos de él viviremos para siempre. ¿Qué significa esto para nosotros tanto en lo personal como en lo comunitario? La eucaristía de hoy es toda ella una invitación a responder a esta pregunta. Dispongámonos entonces a escuchar y celebrar.
ACTO PENITENCIAL
Conscientes de que no siempre vivimos según lo que significa recibir a Jesús en su cuerpo y sangre, pidamos perdón por nuestras ofensas al Señor y a los hermanos.
-Tú, hombre como nosotros: Señor, ten piedad.
-Tú, pan vivo bajado del cielo: Cristo, ten piedad.
-Tú, vida y salvación nuestra: Señor, ten piedad.
MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA
La sabiduría divina se alcanza por medio de la experien¬cia del amor fraterno y de una vida vivida con prudencia.
SALMO RESPONSORIAL (Sal 33)
Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren.
Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Todos sus santos, temed al Señor, porque nada les falta a los que le temen; los ricos empobrecen y pasan hambre, los que buscan al Señor no carecen de nada.
Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Venid, hijos, escuchadme: os instruiré en el temor del Señor; ¿hay alguien que ame la vida y desee días de prosperidad?
Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Guarda tu lengua del mal, tus labios de la falsedad; apártate del mal, obra el bien, busca la paz y corre tras ella.
Gustad y ved qué bueno es el Señor.
MONICIÓN A LA SEGUNDA LECTURA
El cristiano es el hombre siempre alerta, siempre atento a hacerlo todo conforme a la voluntad de Dios, voluntad que busca, sobre todo, el amor entre los hermanos.
MONICIÓN A LA LECTURA EVANGÉLICA
El cuerpo humano se alimenta de pan y vino; también la fraternidad necesita alimentarse día a día para no morir de "desnutrición"; la caridad exige siempre un esfuerzo por salir del propio egoísmo; por eso siempre está necesitada de una ayuda que la vivifique; esa ayuda no es otra sino el cuerpo y la sangre de Cristo, que se nos entrega como ali¬mento, solidarizándose en todo con los hombres, sus her¬manos.
ORACIÓN DE LOS FIELES
Oremos a Dios nuestro Padre, por nosotros y por los hombres y mujeres del mundo entero. Respondemos diciendo: Escúchanos, Padre.
-Por todas las comunidades cristianas, para que sean fiel reflejo de los desafíos propios de la comunión con el cuerpo y sangre del Hijo de Dios. Oremos.
-Por nuestros gobernantes y por todos los responsables de la construcción del bien común desde la libertad y la verdad. Oremos.
-Por los trabajadores en activo y en paro, por los que están de vacaciones, por nuestros ancianos y enfermos, para que la vida entregada por Jesús, les llegue a través del testimonio de comunidades y personas fieles a su proyecto y persona. Oremos.
-Por los que nos hemos reunido en este domingo para alimentarnos de la vida que Jesús nos da para la vida. Oremos.
Oración: Escucha Padre, nuestras plegarias. Te las presentamos por Jesucristo, tu Hijo, que es el alimento que nos da vida para siempre, y vive y reina contigo por los siglos de los siglos.
Entrada. Dios nos convoca (CB-68, del disco ’16 Cantos para la misa’); Con nosotros está el Señor (Del disco ’15 Nuevos cantos para la Misa); En medio de nosotros (2 CLN-A 6); Juntos cantando la alegría (1 CLN-410).
Salmo. Gustad y ved que bueno es el Señor (1 CLN-518).
Aleluya. Aleluya Amén (de Deiss) o el de Palazón (2 CLN-E 13).
Ofertorio. Te presentamos el vino y el pan (1 CLN-H 3); Obreros y campesinos (de la Misa Nicaragüense)
Santo. (1 CLN-I 10), o (el Santo del disco ‘15 Canciones religiosas y litúrgicas para el siglo XXI’)
Comunión. Acerquémonos todos al altar (2 CLN –O 24); Yo soy el pan de vida (2 CLN-O 38); El Señor nos invita a su mesa (del disco ‘Dios es amor’).
Final: Alabemos al Señor (1 CLN-613); Alaba al Señor, alma mía (CB-4B).
Director: José Ángel Fuertes Sancho •Paricio Frontiñán, s/n• Tlf 976458529 Fax 976439635 • 50004 ZARAGOZA
Tlf. del Evangelio: 976.44.45.46 - Página web: www.dabar.net - Correo-e: dabar@dabar.net
Es un texto conocido y a veces, como en tantas cosas de la vida, el peor enemigo de la vivificación es esa autosuficiencia estúpida del “ya se”, del “¡ah! Si, ya”. En estas circunstancias nos resbala todo, nada nos llega y nos creemos que lo tenemos. Esto también pasa con la Palabra de Dios, bueno, a mi me pasa y es un pecado que tengo este leer sin dejarme influenciar, sin conmoverme, sin abrirme. ¡Menos mal que el Señor está acostumbrado a la gente de dura cerviz y persiste en el intento!
Un poco algo de esto me pasó al empezar a leer este espectacular Evangelio pero al final del mismo me saltó al corazón esa última frase: Después de cantar el salmo, salieron para el monte de los Olivos.
Jesús recapitula toda la tradición de hacer alianza del pueblo de Israel y la supera como dice el autor de la Carta a los Hebreos: No usa sangre de machos cabríos ni de becerros, sino la suya propia.
En esa superación no se obvia la muerte sino que se asume, después de la entrega mística de la eucaristía no se puede evitar el salir para el monte de los Olivos y llegar hasta el monte Calvario.
Muchas veces me pasa que de la mesa de la Eucaristía no se sigue una movilización que me haga salir para ningún sitio, lo más para volver a casa, a la insignificancia y a la cotidianidad gris e indiscriminada que no señala nada. Ésta es otra cerrazón conocida.
En una reunión de la Acción Católica estaba defendiendo una propuesta que yo consideraba importante y que llevaba mucho trabajo detrás y la gente la echó para atrás con argumentos que me parecían a mi malos porque no consideraban suficientemente a los destinatarios de la acción evangelizadora ni subrayaban bien ese carácter evangelizador necesario. Bueno esto es dicho finamente, lo que ocurrió también es que me cabreé como una mona y ya me subí en una moto de furia y de descalificación de todo, tan rabiosa me puse que al final de la reunión, muy tarde ya, recogiendo los papeles y las carpetas se me saltaron las lágrimas.
Se me acercó un consiliario muy mayor, Jesús Martín, me cogió así de la barbilla para ver mi cara y mirándome me dijo con una suave sonrisa: “Sin sangre del Calvario no hay redención”. Me dejó muda y pacífica, me tiró de la moto de rabia y me di cuenta, con una de esas expansiones de la conciencia que te dejan con la boca y el corazón abiertos de la hondura de esas palabras y de la verdad verdadera que encierran.
Leyendo el Evangelio me surgen a veces esas chispas pequeñas que iluminan mucho, o también por mediación de tantas personas que a lo largo de mi vida han sido evangelio.
Las cosas más importantes de la vida hay que estar constantemente volviendo a aprenderlas por lo menos esa sensación tengo yo, a veces esto me irrita mucho pero luego pienso que está bien que sea así, para que no pueda regodearme en la autosatisfacción del “esto ya lo se” que va haciéndonos estériles, creo que esto forma parte del plan salvador, que responde a la estructura encarnatoria de la gracia que no solo renueva la faz de la tierra sino nuestro propio corazón y rostro. Nada está seguro por mi parte, soy capaz de desoír y de olvidar mucho, de nuevo ¡Bendito sea Dios que insiste y es fiel! En esta ocasión de nuevo tomo conciencia de ese itinerario cristiano básico que va del cenáculo al monte de los Olivos y al Calvario.
LOURDES AZORÍN
lourdes@dabar.net
lourdes@dabar.net
DIOS HABLA
PROVERBIOS 9,1 6
La Sabiduría se ha construido su casa plantando siete columnas, ha preparado el banquete, mezclado el vino y puesto la mesa; ha despachado a sus criados para que lo anuncien en los puntos que dominan la ciudad: «Los inexpertos que vengan aquí, quiero hablar a los faltos de juicio: “Venid a comer de mi pan y a beber el vino que he mezclado; dejad la inexperiencia y viviréis, seguid el camino de la prudencia”».
EFESIOS 5, 15 20
Hermanos: Fijaos bien como andáis; no seáis insensatos, sino sensatos, aprovechando la ocasión, porque vienen días malos. Por eso, no estéis aturdidos, daos cuenta de lo que el Señor quiere. No os emborrachéis con vino, que lleva al libertinaje; sino dejaos llenar del Espíritu. Recitad, alternando, salmos, himnos y cánticos inspirados; cantad y tocad con toda el alma para el Señor. Dad siempre gracias a Dios Padre por todo, en nombre de nuestro Señor Jesucristo.
JUAN 6, 51 58
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo». Disputaban los judíos entre sí: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?» Entonces Jesús les dijo: «Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre».
EXEGESIS
PRIMERA LECTURA
PRIMERA LECTURA
Al leer este texto de Proverbios 9 no se puede por menos que evocar el salmo 23: “El Señor es mi pastor…me conduce hacia fuentes tranquilas… nada temo porque… tu cayado me da confianza… Me pones delante una mesa… me unges… mi copa rebosa… y habitaré en la casa del Señor por días sin término”.”. Hay temas recurrentes y su evocación nos lleva de la mano al mismo evangelio de hoy. Tras la imagen del pastor que me guía por camino seguro, aunque ‘sea por cañadas oscuras’, tú vas conmigo.
La segunda parte del salmo (hace un quiebro que muchas veces ha llevado a algunos comentaristas a dividir el salmo) nos introduce en un clima semejante al de Proverbios del texto de hoy.
La gran casa de columnas o la casa de Yahvé; el vino mezclado por una parte y la copa rebosante por otra; los inexpertos y los faltos de juicio a los que se invita y por otra parte los perdidos sin sendas ni luz que han llegado a la mesa; la invitación final a ‘seguir el camino de la prudencia’, mientras el salmista se siente ‘acompañado de la bondad y el amor’.
De la mano nos lleva este texto al evangelio donde todas las imágenes quedan superadas porque el pan y el vino y el camino y el pastor y la vida se resumen en Jesús.
Y de la mano nos lleva también a este mundo nuestro social y eclesial tan necesitados de golpe de cayado que guía en la noche, de la protección que brinda una casa segura (con siete columnas), de alimento generoso y camino inteligente.
Y no estaría de más leer lo que dice a continuación Proverbios (9,13-18) sobre la enemiga de la Sabiduría, la Necedad: agua robada y pan a escondidas, el abismo por casa; chismosa e ignorante. Y sin embargo qué bien embauca al hombre. Jer 2,13 “Doble iniquidad ha cometido mi pueblo: me han abandonado a mí, la fuente de agua viva para excavarse aljibes, aljibes agrietados, que no retienen agua”.
TOMÁS RAMÍREZ
tomas@dabar.net
tomas@dabar.net
SEGUNDA LECTURA
Siempre en el contexto de la exhortación moral de la última parte de la carta, hallamos nuevas frases de aliento a una conducta propia de los cristianos.
Es un párrafo en que mezclan temas muy diversos que aparecen velozmente. Así se apela al sentido común y la necesidad de aprovechar la ocasión. Evidentemente esta segunda exhortación tiene que ver con la expectativa de la parusía inminente que, si bien ya no es algo tan principal en los tiempos en que se escribe Efesios, ha dejado su huella.
Una alusión a la voluntad de Dios (v. 17) completa este comienzo.
Hay luego un consejo/mandato sobre el abuso del vino y sus consecuencias en el comportamiento sexual. Algo claro y de experiencia todavía actual.
Se pasa posteriormente a exhortaciones referentes a la liturgia y al culto con las obvias menciones de oración comunitaria cantada o recitada. Se menciona también la acción de gracias, una forma muy extendida de oración, pero que aquí puede contener una alusión a la Eucaristía al estar unida de modo específico al “nombre del Señor Jesús”.
FEDERICO PASTOR
federico@dabar.net
federico@dabar.net
EVANGELIO
Texto. La última afirmación del vs. 51 va a concentrar la atención del texto: El pan que yo os daré es mi carne para la vida del mundo.
El término carne designa aquí al ser humano, considerado bajo el aspecto de ser material, sensible y perceptible y, en consecuencia, perecedero y corruptible. En los vs.51 y 52 se emplea sólo carne; en el resto de versículos se emplea en combinación-distinción con sangre. Son dos modalidades para expresar en definitiva lo mismo: Jesús en cuanto ser humano. De ahí que carne o carne-sangre puedan ser sustituidas por el pronombre personal en el v.57 (el que me come).
Hay, sin embargo, una diferencia de matiz en el empleo de carne sólo o en combinación-distinción con sangre. Carne, sin más, designa al ser humano en estado o situación normales; carne-sangre designan al ser humano en estado o situación violentados. La diferencia es significativa e importante, y retoma lo que el lector del cuarto evangelio sabe desde Jn 1,29.36: Jesús es el cordero de pascua. La pregunta de los judíos (¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?) tiene como finalidad introducir la reflexión sobre Jesús-alimento en cuanto cordero sacrificado. No es una pregunta sobre el hecho de comer a Jesús, sino sobre la modalidad de comida ofrecida.
De esta manera, la dificultad formulada en los precedentes vs. 41-50 de cómo un ser humano puede ser fuente de vida adquiere en los vs.51-58 dimensiones mayores si cabe: Jesús es fuente universal de vida en cuanto carne (es decir, ser humano perecedero y corruptible) y, además, en cuanto carne violentada, sacrificada.
En el fondo de la invitación a comer a Jesús (¡qué realismo de lenguaje!) empieza a vislumbrarse la presencia de la muerte violenta también en el discípulo. ¿Muerte? Resulta inevitable emplear este término, pero la realidad profunda nos dice que hay que hablar más bien de vida. De ahí que el texto siga insistiendo en la resurrección y en la vida.
Comentario. Quedar perplejos ante el texto, ante lo que dice y cómo lo dice, es probablemente la actitud inicial espontánea ante él. Ni el fondo ni la forma son aquí convencionales. No lo es el fondo, porque choca con la razón; no lo es la forma, porque el lenguaje realista y crudo raya con la antropofagia. Todo es aquí provocativo y escandaloso.
Pero, superada la inicial perplejidad, descubrimos en este texto a un Jesús que vivió la historia, que quedó marcado por ella, pero que no fue vencido por ella. Es un Jesús con cicatrices, señal inequívoca de su paso por esta tierra nuestra; pero lleno de la vida cuyo hontanar está en el Padre. El alimento que se nos ofrece no es un ser etéreo e irreal, sino el hijo del hombre; no es alguien incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno probado en todo igual que nosotros, excluido el pecado (Heb 4,15), por eso es un alimento que satisface realmente.
ALBERTO BENITO
alberto@dabar.net
alberto@dabar.net
NOTAS PARA LA HOMILIA
Dios se pone a nuestro alcance.
Dios se pone a nuestro alcance.
Para comprender el pasaje de hoy, hay que tener en cuenta que las palabras pronunciadas por Jesús, más allá de que sean ubicadas en la sinagoga de Cafarnaún, proceden en realidad de la última cena.
¿Por qué decimos esto? Porque observando el texto, fácilmente caeremos en la cuenta de que en el discurso sobre el pan de vida (cf. Jn 6, 22-50), el protagonista es el Padre. Padre que da el verdadero pan y espera la respuesta de la fe por parte del hombre. En cambio, en las palabras que hoy se nos proponen (cf. Jn 6, 51-59), el protagonista es Jesús. Un Jesús que se da él mismo como comida y bebida, esperando simplemente que lo comamos y bebamos. Es decir, unas palabras que suponen la institución de la eucaristía en la víspera de su entrega.
Un texto con el que el evangelista intenta salir al paso de algunas discusiones propias de las comunidades primitivas en contra de la celebración de la cena del Señor y también de la corriente gnóstica que consideraba la eucaristía como un mero símbolo.
Por lo tanto, un discurso que busca destacar el realismo de la relación con Dios, pero un realismo y una relación que para nada convierten a Dios en alguien de andar por casa. Por eso será importante destacar en qué medida, en qué sentido, Dios busca realmente entrar en relación con nosotros.
En efecto, frente a los planteos que entonces, y lamentablemente aún hoy, nos presentan el misterio de Dios como infinitamente inaccesible, tanto que la única posibilidad de alcanzarlo sería a través de lo ritual o esa especie de disección controladora que subyace en ciertos discursos acerca Dios, Juan y con él toda la espiritualidad de la encarnación, ponen a Dios a nuestro alcance.
Tal cual, la encarnación no es otra cosa que el poner a Dios en disposición de los humanos, tanto que él mismo entra en contacto con nosotros a través de los sentidos, ese ámbito a veces tan desencaminado en nuestra historia espiritual y eclesial. Y esa encarnación, ese sentido de cercanía que Dios quiere en su relacionarse con todos y cada uno, en la eucaristía de Jesús, cobra toda su fuerza. Precisamente la fuerza del respeto a lo concreto y vital, lo sensible y fruitivo; aquello por lo que Jesús se ofrece como acción de gracias amorosa para con el que vivencia como Amor: su Padre.
Vemos entonces que Dios se acerca y se hace disponible, superando así el parcial intento de acceder a él por lo ritual o racional. Pero con esto, no vayamos a pensar ahora que Dios se nos ha hecho una cosa en el pan y vino eucarístico, al punto que, sin más que consumir uno y otro, ya estaríamos en condiciones de contactar con él. El realismo del oír, gustar, comer y beber de Jesús al hablar de la relación con él como enviado de Dios pasa por otro lado, pasa por donde pasó su vida. Por el asumir lo cotidiano, propio y ajeno, como espacio privilegiado de encuentro y relación con el misterio de Dios.
Esto es lo que presenta hoy Jesús, la carne viva que es Dios mismo, una carne viva que busca al hombre para ayudarlo a vivir de la mejor forma, en carne viva… para hoy y para siempre.
SERGIO LÓPEZ
sergio@dabar.net
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PARA LA ORACION
¡Oh Dios!, que has preparado bienes inefables para los que te aman; infunde el amor de tu nombre en nuestros corazones, para que, amándote en todo y sobre todas Las cosas, consigamos alcanzar tus promesas, que superan todo deseo.
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Nuestro agradecimiento, Padre, queremos presentarlo hoy con nuestras todavía pocas y pobres obras de fraternidad. Sa¬bemos que nuestras obras de amor y fraternidad son nuestra mejor alabanza.
Por eso ahora, como adelanto y signo de nuestro compro¬miso, elevamos, unidos a todos los santos, este himno en tu honor: Santo, Santo, Santo...
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Acepta, Señor, nuestros dones, en los que se realiza un admirable intercambio, para que, al ofrecerte lo que tu nos diste, merezcamos recibirte a ti mismo.
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Señor, después de haber recibido a Cristo en estos sacramen¬tos, imploramos de tu misericordia que, transformados en la tierra a su imagen, merezcamos participar de su gloria en el cielo.
LA MISA DE HOY
MONICIÓN DE ENTRADA
Hermanos: Hoy Jesús nos dice que es el pan vivo que ha bajado del cielo… que sí comemos de él viviremos para siempre. ¿Qué significa esto para nosotros tanto en lo personal como en lo comunitario? La eucaristía de hoy es toda ella una invitación a responder a esta pregunta. Dispongámonos entonces a escuchar y celebrar.
ACTO PENITENCIAL
Conscientes de que no siempre vivimos según lo que significa recibir a Jesús en su cuerpo y sangre, pidamos perdón por nuestras ofensas al Señor y a los hermanos.
-Tú, hombre como nosotros: Señor, ten piedad.
-Tú, pan vivo bajado del cielo: Cristo, ten piedad.
-Tú, vida y salvación nuestra: Señor, ten piedad.
MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA
La sabiduría divina se alcanza por medio de la experien¬cia del amor fraterno y de una vida vivida con prudencia.
SALMO RESPONSORIAL (Sal 33)
Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren.
Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Todos sus santos, temed al Señor, porque nada les falta a los que le temen; los ricos empobrecen y pasan hambre, los que buscan al Señor no carecen de nada.
Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Venid, hijos, escuchadme: os instruiré en el temor del Señor; ¿hay alguien que ame la vida y desee días de prosperidad?
Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Guarda tu lengua del mal, tus labios de la falsedad; apártate del mal, obra el bien, busca la paz y corre tras ella.
Gustad y ved qué bueno es el Señor.
MONICIÓN A LA SEGUNDA LECTURA
El cristiano es el hombre siempre alerta, siempre atento a hacerlo todo conforme a la voluntad de Dios, voluntad que busca, sobre todo, el amor entre los hermanos.
MONICIÓN A LA LECTURA EVANGÉLICA
El cuerpo humano se alimenta de pan y vino; también la fraternidad necesita alimentarse día a día para no morir de "desnutrición"; la caridad exige siempre un esfuerzo por salir del propio egoísmo; por eso siempre está necesitada de una ayuda que la vivifique; esa ayuda no es otra sino el cuerpo y la sangre de Cristo, que se nos entrega como ali¬mento, solidarizándose en todo con los hombres, sus her¬manos.
ORACIÓN DE LOS FIELES
Oremos a Dios nuestro Padre, por nosotros y por los hombres y mujeres del mundo entero. Respondemos diciendo: Escúchanos, Padre.
-Por todas las comunidades cristianas, para que sean fiel reflejo de los desafíos propios de la comunión con el cuerpo y sangre del Hijo de Dios. Oremos.
-Por nuestros gobernantes y por todos los responsables de la construcción del bien común desde la libertad y la verdad. Oremos.
-Por los trabajadores en activo y en paro, por los que están de vacaciones, por nuestros ancianos y enfermos, para que la vida entregada por Jesús, les llegue a través del testimonio de comunidades y personas fieles a su proyecto y persona. Oremos.
-Por los que nos hemos reunido en este domingo para alimentarnos de la vida que Jesús nos da para la vida. Oremos.
Oración: Escucha Padre, nuestras plegarias. Te las presentamos por Jesucristo, tu Hijo, que es el alimento que nos da vida para siempre, y vive y reina contigo por los siglos de los siglos.
CANTOS PARA LA CELEBRACION
Entrada. Dios nos convoca (CB-68, del disco ’16 Cantos para la misa’); Con nosotros está el Señor (Del disco ’15 Nuevos cantos para la Misa); En medio de nosotros (2 CLN-A 6); Juntos cantando la alegría (1 CLN-410).
Salmo. Gustad y ved que bueno es el Señor (1 CLN-518).
Aleluya. Aleluya Amén (de Deiss) o el de Palazón (2 CLN-E 13).
Ofertorio. Te presentamos el vino y el pan (1 CLN-H 3); Obreros y campesinos (de la Misa Nicaragüense)
Santo. (1 CLN-I 10), o (el Santo del disco ‘15 Canciones religiosas y litúrgicas para el siglo XXI’)
Comunión. Acerquémonos todos al altar (2 CLN –O 24); Yo soy el pan de vida (2 CLN-O 38); El Señor nos invita a su mesa (del disco ‘Dios es amor’).
Final: Alabemos al Señor (1 CLN-613); Alaba al Señor, alma mía (CB-4B).
Director: José Ángel Fuertes Sancho •Paricio Frontiñán, s/n• Tlf 976458529 Fax 976439635 • 50004 ZARAGOZA
Tlf. del Evangelio: 976.44.45.46 - Página web: www.dabar.net - Correo-e: dabar@dabar.net
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