María dijo: -«Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.
Hoy día en que la Iglesia celebra mi triunfo definitivo, mi vivir ya en Dios para siempre y de un modo pleno, quiero dirigirme a vosotros para deciros algo de lo que significa esta fiesta.
Es una Buena Noticia para toda la comunidad cristiana y de un modo especial para nosotras las mujeres que, a raíz de la definición de este dogma, se habla de mí de una manera unificada (en cuerpo y alma). Esta fiesta celebra que todo mi ser ha sido acogido en el seno de Dios Madre-Padre.
¿Por qué es una buena noticia? Porque durante muchos siglos, en el pasado y hay quien aún están ahí, el cuerpo, especialmente el cuerpo de nosotras las mujeres, ha sido denigrado como algo malo, “peligroso”, “tentador”…algo que había que castigar, someter, dominar.
Hoy gracias a un progresivo abandono del dualismo imperante, se va reconociendo que no tenemos un cuerpo sino que somos un cuerpo. Un cuerpo físico, un cuerpo psíquico, un cuerpo energético, un cuerpo relacional, un cuerpo espiritual…
Por eso me alegra mucho ver, en este día, a toda la Iglesia, celebrando que yo, como símbolo de lo que os espera a todos, soy abrazada en mi totalidad personal, sin que nada sea rechazable, ni recusable.
Es ésta una fiesta humana y divina. En ella celebramos la fidelidad de Dios que nunca abandona lo que ha creado (personas, animales, plantas, tierra, cosmos), todo al final lo recapitulará y abrazará en y por Cristo, su Hijo primogénito, el amado.
Y es también una fiesta nuestra, de los seres humanos, de la creación entera, en ella se nos anuncia, en mi persona, que la última palabra sobre nuestro ser, y sobre toda la creación es Vida Plena, Vida en Dios. Se proclama, en esta fiesta, que el amor es más fuerte que la muerte. Que como dice bellamente el Cantar de los cantares:
"las aguas torrenciales no podrán apagar el amor, ni anegarlo los ríos" (C.C. 8,7a)
Por eso hoy ¡alegraos conmigo! y desde ya vivid como personas unificadas, como cuerpos espirituales porque ésta es nuestra vocación humana y divina: ser transparencia, en el cuerpo que somos, del Dios amor en esta Historia nuestra que tanto ama.
Por Emma Martínez Ocaña
Publicado por Fe Adulta
Publicado por Fe Adulta
Hoy día en que la Iglesia celebra mi triunfo definitivo, mi vivir ya en Dios para siempre y de un modo pleno, quiero dirigirme a vosotros para deciros algo de lo que significa esta fiesta.
Es una Buena Noticia para toda la comunidad cristiana y de un modo especial para nosotras las mujeres que, a raíz de la definición de este dogma, se habla de mí de una manera unificada (en cuerpo y alma). Esta fiesta celebra que todo mi ser ha sido acogido en el seno de Dios Madre-Padre.
¿Por qué es una buena noticia? Porque durante muchos siglos, en el pasado y hay quien aún están ahí, el cuerpo, especialmente el cuerpo de nosotras las mujeres, ha sido denigrado como algo malo, “peligroso”, “tentador”…algo que había que castigar, someter, dominar.
Hoy gracias a un progresivo abandono del dualismo imperante, se va reconociendo que no tenemos un cuerpo sino que somos un cuerpo. Un cuerpo físico, un cuerpo psíquico, un cuerpo energético, un cuerpo relacional, un cuerpo espiritual…
Por eso me alegra mucho ver, en este día, a toda la Iglesia, celebrando que yo, como símbolo de lo que os espera a todos, soy abrazada en mi totalidad personal, sin que nada sea rechazable, ni recusable.
Es ésta una fiesta humana y divina. En ella celebramos la fidelidad de Dios que nunca abandona lo que ha creado (personas, animales, plantas, tierra, cosmos), todo al final lo recapitulará y abrazará en y por Cristo, su Hijo primogénito, el amado.
Y es también una fiesta nuestra, de los seres humanos, de la creación entera, en ella se nos anuncia, en mi persona, que la última palabra sobre nuestro ser, y sobre toda la creación es Vida Plena, Vida en Dios. Se proclama, en esta fiesta, que el amor es más fuerte que la muerte. Que como dice bellamente el Cantar de los cantares:
"las aguas torrenciales no podrán apagar el amor, ni anegarlo los ríos" (C.C. 8,7a)
Por eso hoy ¡alegraos conmigo! y desde ya vivid como personas unificadas, como cuerpos espirituales porque ésta es nuestra vocación humana y divina: ser transparencia, en el cuerpo que somos, del Dios amor en esta Historia nuestra que tanto ama.
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