Publicado por En Clave de Africa
Como he contado ya en otro post hace unos días, estoy ahora haciéndome cargo de una emisora comunitaria en el Norte de Uganda. Querría compartir ahora alguna de las experiencias que me han ocurrido en estos días.
Cuando ocurren cambios en alguna organización, siempre llega el momento de hacer limpieza y adaptar la nueva oficina al nuevo periodo. Mi predecesor dejó ya el puesto y una de las cosas que he hecho ha sido comenzar a poner en orden los documentos y lo que he encontrado en su despacho. Me dediqué uno de los días a hacer algo de limpieza y ordenar los documentos que todavía estaban archivados en la misma. Entre los papeles que – no sé si consciente o inconscientemente – mi predecesor dejó en la oficina, me encuentro con un sobre repleto de fotos. En el sobre solo hay una frase “personas asesinadas por el LRA” (el LRA es el Ejército de Resistencia del Señor, una curiosa y sanguinaria milicia de la que ya hemos hablado aquí varias veces). Abrí el sobre siendo consciente que lo que me iba a encontrar no iba a ser un plato agradable de degustar.
Por razones obvias no puedo aquí reproducir ninguna de esas fotos, valga decir que son un desgarrador testimonio de un sufrimiento tan evidente como inconmensurable, el sufrimiento que se ha vivido el Norte de Uganda en las dos últimas décadas. En medio de tanta crueldad y crudeza, en el rostro de algunas víctimas terriblemente masacradas me pareció ver claramente un rictus de paz y serenidad como si, después de haber vivido minutos de profundo terror e inhumanidad, hubieran encontrado finalmente la paz que merecían en alguna zona de la posteridad.
Se les ejecutó de la manera más sangrienta sin culpa alguna, simplemente por el hecho de encontrarse en el momento equivocado en el camino de unos asesinos cuyo destino es tan incomprensible como disparatado. Niños, mujeres, personas desarmadas a las cuales se les negó el derecho de la vida y que me recuerdan a tantos otros inocentes asesinados vilmente por bombas cobardes, por inflamas intolerantes, simplemente por ignorancia... en nuestro desarrollado mundo del siglo XXI estos muertos anónimos siguen siendo legión. Hoy día nos llegan cientos de noticias de todos los rincones, una bomba en Irak (como es ya cotidiano) mata a 40 desgraciados de una vez, un autobús se cae en algún lado y mueren 15 pasajeros... las crónicas de sucesos están llenos de cifras que narcotizan los sentimientos y que nos hacen olvidar que detrás de cada persona hay una historia, una familia, un testimonio que quizás queda por contar. Estas fotos, una por una, me muestran lo único es que es ser humano y lo profundo que puede llegar a ser el dolor por el que pasan los menos afortunados de esta sociedad. Vivimos en un mundo que valora el glamour, el 90-60-90, las formas armónicas... y que a veces vive de espaldas a la realidad del dolor, de la violencia y de la muerte, misterios que acompañan al ser humano aunque a veces nos neguemos a verlos.
Aunque estas líneas no tengan valor alguno, sirvan aquí para hacer un pequeño homenaje íntimo a los protagonistas de ese sobre de los horrores, a todos los inocentes de todas las guerras, los conflictos y la violencia que ha habido y sigue habiendo a nuestro alrededor. Que ellos disfruten ahora la paz que se les negó en tierra y que, siguiendo la tradición africana de honrar a los ancestros, sus espíritus acompañen a los nuestros para no olvidarnos que de qué material estamos hechos y a conservar como oro en paño y defender – para nosotros y para todos - el don de una vida plena y feliz a la que todos tenemos derecho.
Cuando ocurren cambios en alguna organización, siempre llega el momento de hacer limpieza y adaptar la nueva oficina al nuevo periodo. Mi predecesor dejó ya el puesto y una de las cosas que he hecho ha sido comenzar a poner en orden los documentos y lo que he encontrado en su despacho. Me dediqué uno de los días a hacer algo de limpieza y ordenar los documentos que todavía estaban archivados en la misma. Entre los papeles que – no sé si consciente o inconscientemente – mi predecesor dejó en la oficina, me encuentro con un sobre repleto de fotos. En el sobre solo hay una frase “personas asesinadas por el LRA” (el LRA es el Ejército de Resistencia del Señor, una curiosa y sanguinaria milicia de la que ya hemos hablado aquí varias veces). Abrí el sobre siendo consciente que lo que me iba a encontrar no iba a ser un plato agradable de degustar.
Por razones obvias no puedo aquí reproducir ninguna de esas fotos, valga decir que son un desgarrador testimonio de un sufrimiento tan evidente como inconmensurable, el sufrimiento que se ha vivido el Norte de Uganda en las dos últimas décadas. En medio de tanta crueldad y crudeza, en el rostro de algunas víctimas terriblemente masacradas me pareció ver claramente un rictus de paz y serenidad como si, después de haber vivido minutos de profundo terror e inhumanidad, hubieran encontrado finalmente la paz que merecían en alguna zona de la posteridad.
Se les ejecutó de la manera más sangrienta sin culpa alguna, simplemente por el hecho de encontrarse en el momento equivocado en el camino de unos asesinos cuyo destino es tan incomprensible como disparatado. Niños, mujeres, personas desarmadas a las cuales se les negó el derecho de la vida y que me recuerdan a tantos otros inocentes asesinados vilmente por bombas cobardes, por inflamas intolerantes, simplemente por ignorancia... en nuestro desarrollado mundo del siglo XXI estos muertos anónimos siguen siendo legión. Hoy día nos llegan cientos de noticias de todos los rincones, una bomba en Irak (como es ya cotidiano) mata a 40 desgraciados de una vez, un autobús se cae en algún lado y mueren 15 pasajeros... las crónicas de sucesos están llenos de cifras que narcotizan los sentimientos y que nos hacen olvidar que detrás de cada persona hay una historia, una familia, un testimonio que quizás queda por contar. Estas fotos, una por una, me muestran lo único es que es ser humano y lo profundo que puede llegar a ser el dolor por el que pasan los menos afortunados de esta sociedad. Vivimos en un mundo que valora el glamour, el 90-60-90, las formas armónicas... y que a veces vive de espaldas a la realidad del dolor, de la violencia y de la muerte, misterios que acompañan al ser humano aunque a veces nos neguemos a verlos.
Aunque estas líneas no tengan valor alguno, sirvan aquí para hacer un pequeño homenaje íntimo a los protagonistas de ese sobre de los horrores, a todos los inocentes de todas las guerras, los conflictos y la violencia que ha habido y sigue habiendo a nuestro alrededor. Que ellos disfruten ahora la paz que se les negó en tierra y que, siguiendo la tradición africana de honrar a los ancestros, sus espíritus acompañen a los nuestros para no olvidarnos que de qué material estamos hechos y a conservar como oro en paño y defender – para nosotros y para todos - el don de una vida plena y feliz a la que todos tenemos derecho.
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