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jueves, 4 de septiembre de 2008

XXIII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO - CICLO A: Catequesis

Publicado Catequistas.org


1. La Palabra de Dios

La palabra de Dios se halla escrita en los textos evangélicos y en toda la Sda Escritura. En las lecturas elegidas por la Iglesia para el domingo 23 del tiempo ordinario se presenta un mensaje a favor de la convivencia humana y se reclama actitud de solidaridad, comprensión, perdón generoso y armonía humana

Primera lectura: : Ezequiel 33. 7-9

Es importante cumplir las órdenes de Dios, aunque a veces cueste hacerlo, sobre todo cuando se trata de lograr la conversión de los pecadores.

"A ti, oh hijo de hombre, te he puesto como centinela para la casa de Israel. Oirás, pues, la palabra de mi boca y darás avisos de mi parte a todos los hombres.
Si yo digo al impío: ’Impío, morirás irremisiblemente’, y tú no hablas para advertir al impío de su camino, el impío morirá por su pecado; pero yo te demandaré su sangre de tu mano.
Y si tú adviertes al impío de su camino para que se aparte de él, y él no se aparta de su camino, el será el culpable y morirá por su pecado; pero tú habrás librado tu vida por haber cumplido mi mandato.

Lectura Segunda: Romanos 13. 8-10

Vivir conforme al mensaje de Jesús comienza con el fiel cumplimiento de los mandamientos divinos, los que ya Dios anunció en el Antiguo Testamento y sobre todo los que el mismo Jesús proclamó en su vida terrena

“Hermanos. No debáis a nadie nada, salvo el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo ha cumplido la ley.
Porque los mandamientos, como los que dicen “no cometerás adulterio, no cometerás homicidio, no robarás, no codiciarás y cualquiera otro mandamiento”, se resumen en la siguiente sentencia: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
El que tiene amor no hace mal al prójimo; pues es cierto que el amor es el la cumbre del cumplimiento de la ley.”

Tercera Lectura: Mateo 18. 15-20

Las relaciones entre hermanos deben discurrir en clima de armonía y de paz. Cuando hay tensiones conviene no resolverlas con la violencia, sino con la claridad de posturas y de criterios. Es el consejo evangélico que nos recuerda el texto que ahora descubrimos en los labios de Jesús.

“En aquel tiempo dijo Jesús: Si tu hermano peca contra ti, vete y amonéstale a solas, de modo que todo quede entre tú y él. Si él te escucha, has ganado a tu hermano.
Pero si no escucha, toma aún contigo uno o dos testigos, para que todo asunto conste según la boca de dos o tres testigos.
Y si él no les hace caso a ellos, dilo a la iglesia; y si no hace caso a la iglesia, tenlo ya por gentil y publicano.
De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra habrá de ser atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo.
Os lo repito otra vez y os digo que, si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra y piden cualquier cosa a mi Padre del cielo, les será concedida por mi Padre que está en los cielos.
Y os digo que donde dos o tres están congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos“

2. Comentario

“Lo mismo que el oro se esconde en la tierra, así el sentido divino se oculta en las palabras humanas. Por eso, siempre que se nos proclama la palabra evangélica, debe la mente ponerse alerta y el ánimo prestar atención, para que el entendimiento pueda penetrar el secreto de la ciencia celeste”.

Estas palabras escritas por un santo Padre hace más de mil año se siguen repitiendo en nuestros días cuando queremos encontrar la forma de vivir en conformidad con el Evangelio. Siempre el cristiano debe mirar al Evangelio a la hora de preguntarse sobre el mejor modo de merecer el cielo viviendo cristianamente en la tierra.

El Evangelio esta lleno de bueno consejos. Algunos se repiten insistentemente. Así acontece con todo lo que se refiere al perdón y al amor. El Evangelio es ante todo perdonar y amar. Perdonar y pedir perdón. Amar a Dios y amar a los hijos de Dios.

Dios nos perdona nuestras debilidades si sabemos perdonar a nuestros hermanos. Lo manda el Señor con toda claridad: “Si no perdonaís, no seréis perdonados”. Y la conciencia del hombre sano le dice constantemente: “Perdona, perdona las ofensas para que se te perdones tus pecados; sé misericordioso ante las injurias, olvida los agravios de que has sido objeto, reza la plegaria de Jesús con sinceridad y pronuncia de verdad eso de “Perdónanos nuestra ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”.

A veces los hombres se ofenden mutuamente, dada la debilidad de su naturaleza y la influencia de las pasiones. Se dejan llevar por la irá, la soberbia, la envidia, los celos, la pereza, etc. Hay que ser conscientes de esta naturaleza débil. Pero hay que ser más fuerte y dejarse llevar por la conciencia y no por los impulsos. Hay que pensar, sentir, compadecer, amar y comprender a lo demás, tolerar mucho, disculpar casi todo, perdonar a todos los demás…

Es el mensaje que no ofrece el Evangelio: “Si tu hermano te ofende, repréndelo; si se arrepiente, perdónalo”. Perdona al que peca, perdona al que se arrepiente, perdona al que contigo vive. Asé merecerás que también a ti te perdonen cuando a tu vez pecares contra los demás.

El perdón se te concede siempre por un don de Dios. Pero también se te concede como premió al esfuerzo que tú haces por perdonar a los demás. Siempre es bueno el perdón, pero no el perdón ingenuo que pretende ignorar el mal que se hace. Sino el perdón generoso que vuelve tolerante al que lo otorga y humilde al que lo recibe

En el Evangelio de este día y, en las palabras recogidas de la carta de San Pablo a los Romanos, se ve cómo el Señor corrige y reprende a sus amigos y discípulos. Les da consejos de cómo tienen que comportarse. Les da a entender que el que ama la corrección ama la sabiduría. Sólo las personas inteligentes admiten las correcciones.
Ojalá escuchemos la voz de Dios cuando alguien nos corrija: la voz de Dios que nos llega por muchos conductos. Se trata de escuchar lo que nos dicen y no querernos justificar rápidamente.

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Para poder perdonar al prójimo se precisan tres cosas: paciencia, humildad y serenidad. La paciencia ayuda a entender que los hombres pocas veces cambian de postura o de opinión en un solo momento. Hace falta dar tiempo para que la reflexión o las consecuencias de los propios actos suavicen las posturas. Por eso resulta importante la capacidad de espera.

La humildad conduce fácilmente a la dulzura, así como la soberbia provoca la irritación y aumenta la tensión entre las personas. Las cosas de Dios hay que verlas con la perspectiva del tiempo y con los ojos de la fe, no con criterios humanos y con los impulsos de la eficacia inmediata. Hay que saber sembrar dulzura en el entorno y emplear suavidad en las formas. No es posible perdonar con impaciencia y con dureza. Para Jesús ninguna persona es un caso perdido. Todos tienen salvación.

Además el perdón requiere también serenidad para juzgar con sensatez y para no dar a las cosas, a las acciones y a las intenciones de los demás el valor que no tienen. Sólo con la paz interior se puede crear clima de paz exterior que haga posible la convivencia agradable incluso con los que no están propensos a vivir con ella.

Esto supone muchas veces estar en la vida con actitud de conversión, es decir estar dispuestos a cambiar si las cosas no van por buen camino o si uno descubre que sus caminos nos son los correctos.

La corrección fraterna, el pedir a los hermanos que mejores su conducta, es un servicio apostólico de primera calidad. Pero res evidente que para corregir hace falta que uno mismo sea suficientemente honesto y modélico en la propia conducta. La corrección de conversión, tiene que apoyarse en el convencimiento de que Cristo vive en medio de la comunidad de sus seguidores.

Para que exista una verdadera conversión, tiene que ser el Espíritu de Cristo el que actúe e inspire realmente a la persona que corrige y a la persona corregida. No bastan motivos, sociales o disciplinarios, para dar sentido cristiano a la corrección de los que amamos. Se precisa una visión mucho más espiritual.

Y, como todos somos pecadores, estemos siempre dispuestos a la conversión y agradecidos al buen Dios cuando, como Padre, nos corrige: Ojalá escuchéis hoy su voz: “No endurezcáis vuestro corazón


3. Modelo de Catequesis

1. Experiencia

Podemos trazar entre todos un conjunto de consignas de cómo deben vivir los cristianos. Los catequizandos, o los alumnos, pueden ir diciendo verbos: rezar, perdonar, ayudar, olvidar… Y el educador puede irlos escribiendo en la pizarra al mismo tiempo aclara o encauza su significado. Luego del conjunto de términos, se divide el grupo en parejas o en equipos de tres y cada equipo elige un verbo y trata de sacar las consecuencias de cómo se debe realizar en la vida ese verbo con obras buenas de perdón y de solidaridad. Se deben preferir los ejemplos prácticos a las simples explicaciones semánticas: hecho posibles, hechos reales conocidos, etc.

2. Reflexión

El educador puede graduar los verbos empleados y dichos entre todos desde el más importante en clave evangélica hasta el menos práctico, desde el más aceptado y usado con frecuencia hasta el menos familiar y menos comprendido. Al hacer el oren puede ir comentando su importancia y su valor real. Y puede invitar a que los alumnos o catequizandos formulen otras graduaciones que se les ocurren.
Se puede discutir la mejor y se pueden emitir diversas opiniones. Pero cada intervención tiene que ir adornada con algún hecho real o supuesto, que se repite con frecuencia en la vida de cada día: actos de perdón, ayudas, servicios, gestos generosos, etc.

3. Acción

Después se perfila una lista de gestos positivos y negativos: positivos de perdón, de ayuda o de solidaridad; y negativos de rencor, de venganza o de indiferencia, Que sean gestos que encontramos en nuestro ambiente: en la calle, en la familia, en la clase.
Los gestos de perdón pueden ir seguidos de una reflexión laudatoria de apoyo. Los gestos de rencor se pueden combatir con una condena. Habrá que hacerlo con la suficiente delicadeza. Una cosa es una acción rencorosa en el patio del colegio o entre compañeros. y otra cosa más seria son ciertos rencores y odios en las familias que condicionan las relaciones sociales.

4 Colaboración

Se puede invitar a los alumnos o a los catequizandos para que cada uno formule un propósito para los días inmediatos. O se puede denunciar algún gesto de odio, rencor o de ofensa observado entre los miembros del grupo. Se puede invitar a los protagonistas a formular unas palabras o a realizar algunos actos de perdón o de reconciliación.

5. Interiorización

Acaso sea bueno recitar el padrenuestro, parando al llegar a la petición relacionada con nuestra idea central de esta catequesis: “perdona nuestras ofensas”, invitando a alguno de los presentes a que digan en que han faltado y por qué cosa concreta se pide perdón a Dios Padre.


4. Ejercicios para la catequesis.

- De Pequeños

Comparar dibujos de este estilo, completarlos con una explicación que tenga que ver algo con la idea del perdón personal y explicar los dibujos con una breve plegaria o jaculatoria escrita debajo de cada gráfico

- De medianos

Buscar en el Nuevo Testamento ideas p frases de perdón, como dichos o expresiones al estilo de “perdonar setenta veces siete” y con palabra de Jesús como “Perdónales porque no saben lo que hacen”.
Entre todos se pueden encontrar textos que se pueden ir pendiendo en una cartelera o en la pizarra, de modo que se pueda formular una síntesis una vez que se logren suficiente numero de ellas.

- De Mayores y Preadolescentes

Preparar un vocabulario sobre el perdón a base de textos evangélicos y preparar un documento de una o dos hojas explicando por qué la venganza, el odio, el resentimiento no es cristiano. Será interesante empezar por un vocabulario claro. El positivo (perdonar, disculpa, olvidar …) y el negativo (rencor, odio, resentimiento, venganza…)
Será interesante apoyarlo todo en palabras evangélicas, pues con ello se llega fácilmente a diferenciar lo que es cristiano o lo que no lo es.


5 Complementos para la reflexión

Términos del Diccionario de Catequesis: Perdón, corrección fraterna, disculpa, absolución misericordia, remisión, satisfacción, comprensión, misericordia, compasión, bondad, clemencia, generosidad, magnanimidad, indulgencia, nobleza

Puede consultarse directamente en la página web www.lasalle.es/catequesis2
En el formato de la Enciclopedia Wikipedia en: www.lasalle.es/catequesis

Libros interesantes:

Cómo perdonar cuando no sabes como hacerlo. J. Bishop - M. Grunte. Madrid. Ed. Sirio. 2004

Cómo perdonar: perdonar para sanar, sanar para perdonar. Jean Monbourguete. Santander Sal Térrea. 2002

Perdonar es sano: consecuencias del odio y del rencor. Antonio Gutiérrez. Madrid. Ed. Difusión. 2007

Perdonar: esfuerzo del hombre, don de Dios. Godfried Daneels. Edic. San Pablo 2007

Saber perdonar. David Schell. Madrid. San Pablo . 2006

Del resentimiento al perdón : una puerta a la felicidad. Francisco Ugarte. Madrid. Rialp. 2004

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WebJCP | Abril 2007