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lunes, 1 de septiembre de 2008

Argentina: El ascenso de la pobreza y un incierto futuro

Alocución televisiva de monseñor Héctor Aguer,
arzobispo de La Plata en el programa “Claves para un mundo mejor”
(Sábado 30 de agosto de 2008)

Estuve repasando los resultados y los índices que proporciona el Barómetro de la Deuda Social, elaborado por la Universidad Católica Argentina, y noto con preocupación cómo aquella tendencia a la disminución de la pobreza que se ha verificado desde el 2003 hasta el segundo semestre del 2006 se ha detenido.

Mejor dicho: ahora, después de un breve estancamiento, ha comenzado a ascender otra vez la línea de pobreza. Los datos muestran que casi un 30% de la población argentina se encuentra en esa condición.

Lo mismo habría que decir del índice de indigencia, que hoy día llega al 12%. Estos datos empiezan a configurarse a fines de 2006.

En el mismo plano, observo con mayor preocupación todavía la situación de la infancia. En este trabajo se dan datos muy precisos y esta econometría parece indiscutible, porque es científica; aquí no hay posibilidad de dudar como sucede con otros índices que se publican.

A propósito de la situación de la infancia -y enfoco ahora la consideración en el tema educativo- aparece una cifra escalofriante. Si uno toma el 10% de la población, en el nivel más bajo en las condiciones económico-sociales, el 75,8% de los chicos no termina el polimodal, o el secundario. El 22% no termina lo que se llamaba EGB3 (primero y segundo año del secundario) y el 16,5% no termina el nivel primario. En el mismo orden el 55% no asiste al nivel inicial.

Se muestra también en estos índices cómo en el otro extremo de nivel económico y social, en el más alto de la población, las cifras son bajísimas: prácticamente todo el mundo cumple con la escolaridad y obtiene sus resultados.

Pues bien: ¿qué indica todo esto? Indica que el futuro argentino se ve muy comprometido. Hay sectores amplísimos de nuestra niñez y de nuestra adolescencia que viven en condiciones de desarrollo humano insuficiente o postrados en el subdesarrollo. No tenemos que pensar sólo en las condiciones materiales de vida. En el estudio que voy comentando, se registran los índices sobre la vivienda, sobre la canasta familiar, etc. Pero debemos pensar sobre todo, en lo que significa la educación como posibilidad de plasmación de la persona. Basta también mirar la crónica diaria, o prestar atención a lo que ocurre sobre todo en las zonas periféricas de las grandes ciudades, para comprobar la decadencia cultural y moral de buena parte de nuestra población.

Para que no se piense que nos fijamos exclusivamente en cuestiones sociales o que nuestra observación en un mero juicio sociológico, desde el punto de vista pastoral a mi me preocupa también el comprobar que es ese sector de menores posibilidades económico-sociales y que sufre carencias educativas, aquel que quizá recibe menos servicios pastorales de la Iglesia.

Pienso en la situación espiritual de estos chicos que no terminan su escolaridad, si ellos habrán podido iniciar un proceso catequístico en nuestras parroquias y capillas. También sigo pensando que la mayoría de ellos están bautizados en la Iglesia Católica y, sin embargo: ¿podemos hacer un seguimiento de esos niños bautizados? ¿podemos ayudar a sus familias para que los eduquen en la fe? ¿Con qué se encuentran en la escuela, si concurren a ella?.

Me pregunto: aquellos que llegan a nuestras parroquias de los barrios para prepararse a la primera comunión: ¿tratamos de hacer algo efectivo para que se inserten en la comunidad cristiana y sigan creciendo en la fe?.

Por otra parte, es sabido que nuestras parroquias, a veces con escasos recursos, procuran siempre ofrecer una formación integral. También desde la caridad de la Iglesia se ayuda a cubrir estos baches de humanidad que afectan a tantos hermanos nuestros.

Recuerdo estos datos no para autoflagelarnos, sino para que tengamos una conciencia mas viva acerca de las carencias actuales y para que pensemos con urgencia qué debemos hacer, qué podemos ir haciendo ya para mejorar nuestro servicio. Las cifras evocadas no son simplemente números sino realidades penosas que señalan con un futuro incierto para nuestra patria, en lo social, en lo cultural y en lo religioso.

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WebJCP | Abril 2007