Paradigmas de Misión: Agar, la esclava

Por Luis Jiménez
Publicado por Antena Misionera

La historia de Agar puede parecernos un antagonismo.
¿Cómo puede una esclava ser para nosotros hoy un paradigma de la misión?

Conozcamos su historia

Leyendo Génesis 21, 9-21, nos encontramos con una historia bíblica insólita. Te recomiendo que busques una Biblia y leas la historia. Es breve, una de esas pequeñas joyas que encierra la Biblia.

Agar había sido sacada de Egipto cuando era una niña y vendida como esclava. El caso es que entre muchos criados y criadas, Agar era tenida en gran estima por su ama Sara, la esposa de Abraham. Esto es evidente por el hecho que cuando Sara quería que Abraham tuviera un hijo, cuando ella creía ser estéril, se la dio a su marido, para que naciera de Agar el hijo que Dios le había prometido. Es imposible conceder mayor honor a una esclava.

Las buenas intenciones se tuercen

Pero esto constituyó un pecado delante de Dios, para los tres, pero lo menos para Agar. Era un pecado y como tal permaneció. En el caso de Abraham y Sara a esta violación de los preceptos de Dios se añadía el pecado de la incredulidad. El intento de asegurar el Hijo de la promesa a través de Agar era el resultado de una falta de fe en la omnipotencia de Dios y la certeza de sus promesas. Agar, siendo una esclava era, naturalmente, la menos responsable por tener menos libertad. Y es que a veces, sin quererlo, nos convertimos en instrumento de Dios para realizar sus planes.

Continuando la historia, vemos cómo Agar "miraba con desprecio a su señora", ya antes de nacer su hijo Ismael, y se escapa de su dueña. Luego, cuando Sara dio a luz a un hijo, aparecen los celos entre las dos, celos que luego se trasladan de las madres a los hijos. Ismael se burla de Isaac. Aparece la discordia entre Abraham y Sara. Sólo después de la intervención de Dios ,Abraham despide a Agar y ésta se va al desierto con el hijo.

Aquí se repite algo cotidiano también en nuestra historia: los celos son parte de nuestra vida humana. Hay que luchar contra ellos, o al menos saber encauzarlos para que nuestras relaciones humanas sean sanas. No tengas celos, cuando creas que alguien lo hace mejor que tú, alégrate de su éxito y así convertirás los celos en una actitud de reconocimiento de los valores del otro.

Los errores son fecundos

Del episodio de Agar, hay consecuencias visibles aún hoy. De Ismael proceden los árabes, de los cuales salió Mahoma. Todos ellos, muchos millones, creen en un sólo Dios, y en la revelación profética de Dios. Recordemos que los mahometanos reconocen a Jesús como profeta, aunque no como Mesías, permanecen en parte del Antiguo Testamento.

La fuerza del Islam que todavía es potente en tres continentes, está en su origen unida al nombre de Agar. ¿No debería ser esto un elemento más para impulsar el diálogo interreligioso? Posiblemente tengamos que ir a la historia para darnos cuenta de que hay cosas que nos unen y que partiendo de ella podemos crear encuentros de diálogo y fraternidad.

El extraño actuar de Dios

En la historia de Agar hay un misterio que no ha sido bien comprendido todavía. Es indudable que esta muchacha egipcia había llegado a un conocimiento del verdadero Dios en la tienda de Abraham. Por la gracia de Dios había aparecido la fe en su corazón. Dos veces tuvo el privilegio de ser testigo de la aparición del Señor. En el desierto de Berseba le dijo claramente que haría de su hijo una gran nación. (Gen 16,10-12 y 21,13).

¿No es insólito que Dios se valga de una esclava para desparramar su gracia?

Agar aparece en las Escrituras como un eslabón en la cadena de la providencia de Dios y el nombre de Agar está entrelazado con las raíces de la historia de la Iglesia (santa y pecadora) y de la misión.

La historia de Agar es la historia de muchos cristianos, es nuestra propia historia. Unos buscan a Dios sin saberlo, otros lo encuentran como Agar en las situaciones más insólitas e insospechadas. Y es también la historia de tantos que han seguido siendo creyentes a pesar de las debilidades de los que querían transmitirle la fe.

Dios se vuelca en los débiles

El misionero a través de sus debilidades, sin quererlo, puede transparentar, como Agra, la fuerza de Dios. Y así es también la misión. Y es que Dios se vuelca en los débiles, los esclavos y oprimidos, y en su predilección por ellos encuentra siempre caminos para manifestar su bondad y su grandeza, para liberar y salvar, para hacer grandes a los que los hombres nos empeñamos en hacer pequeños. Recordemos que: “Cristo, a pesar de su condición divina no hizo alarde de su categoría de Dios, al contrario, se rebajó de su rango, y a si, actuando como un hombre cualquiera ( Fil, 2).

Hoy existen relaciones en que otros seres humanos pueden ser tratados como objetos, se les saca su provecho y luego se les abandona. Es bueno clarificar que este tipo de relaciones niega la fe, impide la responsabilidad del que utiliza los servicios del otro. La fe aquí es claro que es una fe muerta y la relación humana es también muerta.

Cambiar esclavitud por amor


Hoy nos hemos liberado de la esclavitud, al menos de manera formal, pero pensemos que, incluso en los tiempos en que existía esta triste relación entre humanos. Dios inspiraba con su gracia una fe que convertía esta maldición en una bendición. Las cadenas de la esclavitud podían ser cadenas de amor.

La realidad nos dice que hoy siguen existiendo formas de esclavitud más o menos solapadas. Agar es paradigma de la misión para ir transformando cualquier tipo de esclavitud hacia una relación de amor fraterno.