EL PEREGRINO
Publicado por Antena Misionera
Durante este año 2008 quisiera proponeros 10 figuras de personajes bíblicos que podrían infundir valor y fuerza en nuestro caminar como personas y como cristianos. Sentir la energía que irradian todos ellos. Cada uno recorre su propio camino. Ninguno es perfecto al inicio de su camino. Cada uno aprende de sus intentos y de sus errores. No dejan de tener todos sus partes sombrías. Pero a pesar de todo, todos son un ejemplo a seguir, son modelos dignos de ser imitados. Son arquetipos que tienen la capacidad de hacernos entrar en contacto con el potencial propio que contagian, el potencial de crecimiento que poseen.
Luis Jimenez
La Biblia no nos presenta ningún hombre ni mujer perfectos. En cada uno de los grandes personajes descubrimos debilidades y sombras, conflictos y peligros, luces y sombras, amor y odio. Y es precisamente en esto donde debe acrisolarse nuestro camino, nuestra existencia.
El primer personaje que presento es Abrahán, el peregrino.
Su fe queda reflejada en su disponibilidad para dejar su tierra, su patria y su casa paterna. “el que quiera ser plenamente él mismo, tiene que liberarse de todas las dependencias y ataduras, fundamentalmente de las dependencias respecto al padre y a la madre. No hay realización humana posible sin el padre y sin la madre. Una persona enmadrada –dependiente de sus padres- nunca encontrará su propia identidad. Pero no sólo, también he de renunciar a todo aquello en lo que yo me puedo instalar: el éxito, las riquezas, el buen nombre que he conseguido con mi trabajo. “nuestra vida es un continuo estar en camino”.
Pero hasta el héroe falla con mucha frecuencia. Comete errores. También en Abrahán encontramos una evolución interior. Abrahán es el peregrino que aprende de sus fallos y de sus errores y que, precisamente así, se convierte en modelo de fe y padre de un pueblo que siempre le echa de menos.
Abrahán no dejó solo su patria al comienzo de su llamada. Tuvo que dejar algo continuamente a lo largo de toda su vida. Tuvo que dejar a un lado las imágenes que se había hecho de sí mismo. Abrahán era un “luchador valiente”, pero era a la vez tímido y calculador cuando estaba en juego su propia vida. Tuvo que dejar también las imágenes que se había hecho de su mujer y de la mujer en general.
El hombre sólo puede madurar como hombre cuando renuncia a las imágenes infantiles que se ha forjado sobre la mujer y consigue verla y aceptarla como compañera de igual dignidad. También tuvo que dejar las imágenes que se había hecho de Dios. No es un Dios que exige sacrificios, sino un Dios que quiere nuestro corazón, nuestro amor.
Para que yo pueda llegar a ser yo mismo, también tengo que despedirme de una imagen de Dios que se encierra en un determinado esquema.: un Dios rígido y despiadado; un Dios “perfecto”, para que aparezca en mi horizonte el Dios de la vida.
Abrahán encarna el arquetipo de “peregrino”. Es el modelo del cambio. El peregrino reconoce que ignora la respuesta a los interrogantes más profundos de la vida. Se pone en marcha para encontrar respuesta a sus preguntas.
Este arquetipo de peregrino llega a ser cautivador: dejar como Abrahán lo conocido y rutinario. Este espíritu de peregrinación está renaciendo en nuestros días: el camino de Santiago que tantos hombres y mujeres emprenden a instancias de su anhelo interior.
Tienes que entrar en contacto con el arquetipo de peregrino y decidirte de una vez por todas a dejar atrás lo conocido y lo ya conseguido, De lo contrario te anquilosarás, malgastarás tus energías. Recuerda: para conservar tu vitalidad necesitas el espíritu del peregrino. Sólo así permanecemos interior y exteriormente en camino.
No tenemos a Dios en posesión, he de ir a encuentro de Dios. Al andar, sentiré; al caminar, comprenderé y el recorrido me irá transformando, me irá liberando de tantas preocupaciones. problemas y coacciones que me oprimen. Da igual que se escoja un camino u otro. Lo importante es partir siempre de nuevo, emprender el camino y, al caminar, caer en la cuenta de la meta hacia la que uno se encamina.
Recordemos a nuestro Machado: ”camínate no hay camino, se hace camino al andar”.
Abrahán, el peregrino, el hombre que vivió toda su existencia caminando por el desierto, sin saber a dónde iba, sólo movido por la promesa de Dios es paradigma de la misión y del misionero.
Estamos llamados a ser hombres y mujeres en camino. Dispuestos a adentrarnos en caminos nuevos y desconocidos –interior y exteriormente- sin saber muchas dónde vamos a ir a parar, pero fiándonos de una promesa de Dios: en Reino está en medio de vosotros, id y anunciadlo.
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