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lunes, 31 de marzo de 2008

Dinámicas Misioneras

Jesucristo, Misionero del Padre

1.- Jesús se presenta con su mensaje al Pueblo

El sueño de Dios para toda la humanidad es una vida de amor, justicia, paz,. libertad, igualdad y fraternidad. Esto es lo que la Biblia dice cuando habla del Reino de Dios. Pero la realidad histórica es de opresión, lucha, dolor. El sufrimiento de los pobres es cada vez más insoportable.

Dios, Padre misericordioso, escucha el clamor de su pueblo (cf. Ex 3,7s) y hace suyos sus anhelos de liberación y salvación; por eso, “... llegada la plenitud de los tiempos, Dios envió a su Hijo, nacido de Mujer” (Gál 4,4), para hacer posible su Reino en medio de la historia humana.

Luego de su consagración en el río Jordán como Salvador enviado por Dios, cuando el Espíritu Santo se posa sobre él y la voz del Padre lo declara Hijo, Rey y Salvador, Jesús pasa por la prueba que lo califica para su misión de inaugurar el Reino de Dios.

Para cumplir esta misión Jesús rechaza toda pretensión de poder político, de riqueza, gloria y fama (cf. Lc 4,5-8). El reinado de Dios no se va a implantar ni por la violencia, ni por las riquezas, ni por el poder.

Jesús presenta su programa de predicación del Reino en la sinagoga de Nazaret ( Lc 4,l8-19).




2.- Objetivos misioneros de Jesús

La forma concreta en que Jesús llevó a cabo su misión la podemos descubrir en las distintas páginas del Evangelio. La lectura atenta de Mc 1, 16-45 nos muestra la finalidad que Jesús perseguía al anunciar la Buena Nueva el pueblo:

Crear una comunidad para el Reino (Mc 1, 16-20): Jesús comienza el proceso de constituir una comunidad de seguidores y éstos comienzan su proceso vocacional. Galilea es el lugar privilegiado donde los discípulos pueden tener la experiencia de Jesús: comienzan a vivir en la inseguridad familiar y económica; les espera un trabajo desconocido y asumen un proyecto de vida donde tienen prioridad las necesidades de los demás. Son corresponsables de la causa del Reino.

Hacer nacer una conciencia crítica (Mc 1, 21-22): Lo que Jesús enseña es nuevo y lo hace con autoridad. “Todo lo contrario de los maestros de la Ley”. La enseñanza de Jesús impresiona a los discípulos; descubren nuevos valores que cuestionan la religión que viven.

Combatir el poder del mal (Mc 1, 23-28): Jesús no tiene autorización legal para enseñar, pero sí tiene una práctica con autoridad a favor de los sufrimientos. Su acción es eficaz y poderosa frente al mal que atenta contra la vida humana.

Restaurar la vida para el servicio (Mc 1, 29-34): El que sana a la suegra de Pedro y a los enfermos con dolencias de toda clase es el Servidor de Yahvé, el que se hace siervo de todos para liberar a la humanidad de toda clase de servidumbres. Los que se han liberado de sus servidumbres pueden convertirse en servidores de los demás.

Permanecer unido al Padre por la oración (Mc 1, 35): La oración es el lugar en que Jesús discierne y decide su acción, de acuerdo al proyecto de Dios y es la instancia de análisis de su práctica.

La oración de Jesús no es una oración ritual ni marginada de la vida. Como él no hace nada por cuenta propia, necesita lugares solos o desiertos para entrar en comunión con la voluntad del Padre que le envió.

Ampliar y profundizar la conciencia de la misión (Mc 1, 36-39): A través del diálogo con los Doce, Jesús sabe que todos lo buscan, es decir, la propuesta que él hace ha encontrado acogida en el pueblo, la gente lo sigue. No obstante, el éxito misionero no lo adormece. Invita a Pedro y sus compañeros a ir más allá; la misión debe continuar. En otros pueblitos lo esperan y lo necesitan. El desafío misionero es recorrer Galilea predicando y echando demonios.

Reintegrar a los marginados a la comunidad y a la convivencia social (Mc 1, 40-45): El leproso, en la sociedad de Jesús, estaba condenado a vivir marginado, fuera de las poblaciones, porque su enfermedad era contagiosa y una amenaza para la vida del pueblo; se le prohibía tener relación con los demás. Con la sanación del leproso, Jesús logra que el leproso salga de su marginación; se mancha las manos tocando a alguien legalmente impuro para reintegrarlo sano y salvo a la comunidad. La Buena Nueva, expresada en palabras y signos proféticos, exige un cambio socio-religioso: en adelante, no habrá más personas marginadas.


3.- Los lugares misioneros de Jesús

Dos son los “lugares misioneros” de Jesús: la calle y el desierto.


3.1.- “La calle”:

Es el lugar del hermano pobre, del prójimo despojado, de la oveja perdida, del pecador y de la prostituta...

Es el lugar del camino, del encuentro, del conflicto, del sufrimiento y de la pobreza, de la solidaridad y la comunidad, de la palabra y de los “milagros”, de la lucha y del amor eficaz por la construcción del Reino, de la pasión y de la cruz...

Toda la vida de Jesús fue un camino hacia Jerusalén y hacia la cruz (Lc 19,28).

Por el camino encuentra y llama a sus discípulos y los hace caminantes (Mt. 4,18).

Por el camino anuncia la buena noticia del Reino y cura a la gente de todas sus enfermedades y dolencias (Mt 4, 23).

Por el camino se encuentra con el hombre despojado (Lc 10,30), con Zaqueo (Lc 19,1), con la samaritana (Jn 4,4). Por el camino entra en conflicto con los sacerdotes (cf Mt 23, 1-36), los escribas (Lc 11, 37-52), los fariseos (Lc 11, 15-18).

Por el camino entra en conflicto con los “judíos” (Jn 10,31-33; Mc 3, 6).


3.1.1.- Jesús convive con los marginados y los acoge

Jesús convive, la mayor parte de su tiempo con los marginados del sistema social, religioso. Por eso es conocido como: “amigo de publicanos y pecadores” (Mt 11,19).

Acoge a los excluidos:

• Inmorales (prostitutas y pecadores) (Mt 21, 32-32; Lc 7, 37-50; 19, 1ss; Mc 2, 14).

• Herejes (Samaritanos y paganos) (Lc 10, 33; 17, 16; 7, 2-10; Mt 15, 22).

• Impuros (leprosos y poseídos) (Mt 8, 2-3; 11, 5; Lc 17, 12; 11, 14-20).

• Marginados (Mujeres, enfermos, niños, viudas) (Lc 8, 1-3; 23, 49-55; Mt 8, 17; Mc 3, 1-5; Lc 14, 1-6; Mt 18, 1-4; Lc 9, 47-48).

• Colaboracionistas (publicanos y soldados) (Lc 3, 14; 7, 2-10; 18, 9-14; Mt 8, 5-13).

• Débiles (los pobres sin poder) (Mt 5, 3; Lc 6, 20; 13, 10-17; Mc 1, 16-20).

Habla a todos y no excluye a nadie, pero habla a partir de los pobres y marginados. La opción evangelizadora de Jesús es muy clara. No es posible ser amigo de Jesús mientras se continúe apoyando un sistema que margina a tanta gente en nombre de Dios.


3.1.2.- Jesús niega y combate las divisiones creadas por los hombres

Jesús critica las divisiones al interior del pueblo:

• Entre el prójimo y no-prójimo (Lc 10,29-37). “Buen Samaritano”

• Entre santo y pecador (Mc 2,15-17)

• Entre puro e impuro (Mc 7,1-23)

• Entre pagano y judío. (Lc 7, 6; Mt 15,21-28)

Es signo de contradicción en medio del pueblo, Lc 2,34, porque: defiende la vida humana y el Proyecto de Dios: justicia, fraternidad, amor, honestidad. Esta actitud liberadora relativiza y sacude los pilares del sistema religioso: templo, sábado, obras santas, pureza legal.


3.1.3.- Jesús desenmascara la falsedad de los grandes

Jesús no tiene miedo de denunciar, criticar y condenar.

Con relación a los representantes del poder religioso :

La hipocresía de los líderes religiosos:

• Sacerdotes (Mc 11, 16 s.)

• Escribas (Mt 23, 5 al 24)

• Fariseos (Lc 11, 39; 11, 42)

Con relación a los representantes del poder económico

El apego a la riqueza y la no conversión de los ricos (Lc 16.31; 18,24-27; I2, 13-21; Mc 10,25; Mt 6,24).

Con relación a los representantes del poder político

Ante el poder político judío, no se impresiona por amenazas; ante el romano, mantiene una actitud de libertad (Mt 23, 11; Lc 13, 32; Jn 19, 11; 18, 23).


3.1.4.- Jesús combate los males que destruyen la vida humana

“Yo vine para que todos tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10,10).

• Dios creó la vida para que fuera bendita (Gn 1,28)

• Pero la vida se vuelve maldita por nuestra culpa (Gn 3,14-19)

• Dios llamó a Abrahám para recuperar la bendición perdida (Gn. 12.3)

Jesús retoma el proyecto del Creador y procura liberar la vida humana de todos los males que la oprimen:

• Contra el hambre: alimenta a los hambrientos (Mc 6, 30-44; 8, 1-10).

• Contra la enfermedad y la tristeza: cura a los enfermos (Mt 4, 24; 8, 16-17) y da poder para sanarlos (Lc 10, 9; Mc 6, 13; 16, 18; Mt 10, 1-8).

• Contra los males de la naturaleza: calma los vientos y las tempestades (Mc 4, 35-40; 8, 23-27).

• Contra los demonios y malos espíritus: los expulsa (Mc 1, 23-27; Lc 4, 13), no les deja hablar (Mc 1, 34) y los enfrenta en la hora de las tinieblas (Lc 22, 53).

• Contra la ignorancia: enseña al pueblo (Mt 9, 35) y lo hace tomar conciencia crítica frente a la realidad y frente a sus líderes (Mc 1, 22).

• Contra el abandono y la soledad: acoge a todo tipo de personas y jamás las margina (Mt 9, 36; 11, 28-30).

• Contra el intelectualismo opresor: denuncia a los fariseos y escribas legalistas que destruyen el objetivo de la tradición (Mt 23, 13-15).

• Contra las leyes que oprimen al hombre e impiden su crecimiento: coloca al hombre como objetivo y fin de todas las leyes (Mt 12, 1-5; Mc 2, 23-28).

• Contra la opresión: acoge al pueblo oprimido (Mt 11, 28-30) y denuncia a los opresores que se hacen pasar por benefactores de la nación (Lc 22,25).

• Contra el miedo: se presenta con el mensaje de ‘no tengan miedo' (Mt 28, 10; Mc 6, 50)


3.1.5.- Jesús propone un nuevo orden

Las actitudes, gestos, palabras revelan:

• Una nueva visión de las cosas

• Un nuevo punto de partida

• Un nuevo orden. Cuyos valores básicos se encarnan en la Comunidad de los discípulos.

¿Cómo?

• Une el amor a Dios con el prójimo (Mt 22, 34-40).

• Igualdad básica de todos frente a Dios (Mt 23.8-10)

• Poder como servicio (Mt 20,24-28; Lc 22,26; Jn 13,14; Mt 23,11)

• Convivencia amiga (Jn 15,15)

• Llegar a ser un solo corazón, “una sola alma” (Hch 4,32)

• Jesús renueva desde dentro las relaciones hombre-mujer (Mt 19,1-9), el matrimonio.

• Un nuevo culto y contenido (Jn 4, 20-24; Lc 22, 14-20).


3.1.6.- Jesús usa una nueva pedagogía que hace crecer al pueblo

El nuevo orden ya está presente en germen, en la forma de enseñar de Jesús:

¿Cómo enseña Jesús?

• Lenguaje simple, en forma de parábolas (Mc 4, 33).

• Ayuda a reflexionar a partir de los hechos y cosas de la vida (Lc 21, I-4; 13,1-5; Mt 6,26)

• Enfrenta a los discípulos con los problemas de la vida del pueblo (Mc 6,37)

• Enseña con “autoridad” sin citar a las autoridades de modo diferente al de los escribas (Mc 1,22).

• Atiende a las personas sin hacer distinciones (Mt 22,16).

• Enseña en cualquier lugar y acoge a todos en su auditorio, incluso mujeres que no podían participar de las instrucciones en las sinagogas (Lc 8,1-3).

• Presenta a los niños como profesores de adultos, (Mt 18,3).

• Él es libre y comunica libertad a los suyos (Jn 8,32-36)

• Da valentía para no cumplir tradiciones caducas (Mt 12,1-8)

• Él vive lo que enseña... (Jn 8, 46).

• Pasa las noches en oración y suscita en los otros el deseo de orar (Lc 11,1; 5,16; 6,11; 9,18.28; 22,41).


3.1.7.- Obediente hasta la muerte, Jesús revela al Padre

• Jesús asume la pobreza como:

- Manifestación de la voluntad del Padre

- revelación de la preferencia de Dios por el pobre.

• Jesús se queda del lado de los pobres ¡hasta la muerte! Esto es lo mismo que quedarse del lado del Padre. “Acá estoy para hacer tu voluntad” (Heb 10,7.9)

• Esto no fue fácil: quedar agarrado del pueblo y del Padre.

• Jesús sufrió y fue tentado para hacerlo entrar por otros caminos (Mt 4,1-11; Mc 8,33)

• Tuvo que aprender lo que es obediencia (Heb 5,8)

• Pero venció con la oración (Heb 5,7; Lc 22.41-46)

• Es difícil sentir en la propia carne la debilidad a la que es condenado el hombre empobrecido.

• Jesús nunca buscó una salida individual, ni privilegios para sí.

• Nació pobre para expresar la voluntad del Padre.

• Escogió quedarse del lado de los pobres para ser obediente al Padre hasta la muerte “... y muerte de cruz” (Fil 2, 8)

• Viviendo y anunciando la Buena Nueva del Reino, Jesús provoca conflicto (Jn 10, 31-33; Mc 3, 6; 14, 1).


3.2.- “El desierto”:

Es el lugar del Padre. Es el lugar de la contemplación, de la oración (cf. Lc 9,18), de la intimidad y de la gratuidad (cf. Lc 6, 12), de la “tentación” y del discernimiento de la voluntad del Padre (cf. Lc 4, 1), de la búsqueda y de la opción por el Reino (cf. Lc 22, 41), de la búsqueda del Padre como el sentido último de todo el camino, de la experiencia del amor gratuito del Padre, de la alegría y del agradecimiento.

La oración es la marca de la vida de Jesús. Aparece orando en todos los momentos importantes de su vida: en el bautismo (Lc 3, 21), en el desierto (Lc 4, 1-13), antes de un milagro, como el de Lázaro (Jn 11, 41-42); en una gran alegría, “Padre yo te agradezco” (Mt 11, 25); en la escuela de los apóstoles (Lc 6, 12-13). Ora por Pedro (Lc 22, 32). Pasa noches enteras en oración (Lc 5, 16; 6, 12). Bendice el Pan (Mc 6, 41), participa de las peregrinaciones populares (Lc 2, 41-42), ora en la transfiguración (Lc 9, 28); suscita el deseo de orar: “enséñanos a orar” (Lc 11, 1). Se dirige al Padre Dios en la última cena (Jn 17, 1-26), en el sufrimiento de la cruz (Lc 23, 34), en la agonía (Mc 14, 32-39), a la hora de morir (Lc 23, 46).


Conclusión:

Estos dos lugares misioneros tienen espacios y tiempos distintos, pero son también dos dimensiones del mismo compromiso de vida. No existe la “calle” (fidelidad al hermano pobre) sin el “desierto” (fidelidad al Padre), ni existe el “desierto” sin la “calle”. Dos actitudes fundamentales complementarias: la lucha para construir el Reino y la contemplación para discernir y celebrar sus caminos, gracias y don del amor del Padre.


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WebJCP | Abril 2007