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domingo, 31 de marzo de 2013

¡Feliz Pascua de Resurrección de nuestro Salvador Jesús!!

Queridos Amigos y Hermanos que siguen El Camino Misionero, en este día tan especial, quiero estar junto a cada uno de Ustedes, deseando que el Dios de la Vida, haya resucitado en vuestros corazones y los empuje a salir presurosos a llevar la luz de Cristo a este mundo tan necesitado de Amor en el que vivimos.
Les agradezco por la Compañía a lo largo de todos estos años y sigo a vuestro servicio.
Los quiere y los acompaña en Comunión.

Hernán Gerez Prado

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Francisco: ¡Cristo ha resucitado!

TEXTO COMPLETO DEL MENSAJE DE PAZ DEL PAPA FRANCISCO ESTA MAÑANA

Queridos hermanos y hermanas de Roma y de todo el mundo: ¡Feliz Pascua!
Es una gran alegría, al comienzo de mi ministerio, poderos dar este anuncio: ¡Cristo ha resucitado! Quisiera que llegara a todas las casas, a todas las familias, especialmente allí donde hay más sufrimiento, en los hospitales, en las cárceles...
Quisiera que llegara sobre todo al corazón de cada uno, porque es allí donde Dios quiere sembrar esta Buena Nueva: Jesús ha resucitado, está la esperanza para ti, ya no estás bajo el dominio del pecado, del mal. Ha vencido el amor, ha triunfado la misericordia. Siempre vence la misericordia de Dios.
También nosotros, como las mujeres discípulas de Jesús que fueron al sepulcro y lo encontraron vacío, podemos preguntarnos qué sentido tiene este evento (cf. Lc 24,4). ¿Qué significa que Jesús ha resucitado? Significa que el amor de Dios es más fuerte que el mal y la muerte misma, significa que el amor de Dios puede transformar nuestras vidas y hacer florecer esas zonas de desierto que hay en nuestro corazón.
Esto puede hacerlo el amor de Dios. Este mismo amor por el que el Hijo de Dios se ha hecho hombre, y ha ido hasta el fondo por la senda de la humildad y de la entrega de sí, hasta descender a los infiernos, al abismo de la separación de Dios, este mismo amor misericordioso ha inundado de luz el cuerpo muerto de Jesús, y lo ha transfigurado, lo ha hecho pasar a la vida eterna. Jesús no ha vuelto a su vida anterior, a la vida terrenal, sino que ha entrado en la vida gloriosa de Dios y ha entrado en ella con nuestra humanidad, nos ha abierto a un futuro de esperanza.
He aquí lo que es la Pascua: el éxodo, el paso del hombre de la esclavitud del pecado, del mal, a la libertad del amor y la bondad. Porque Dios es vida, sólo vida, y su gloria somos nosotros, es el hombre vivo (cf. san Ireneo, Adv. haereses, 4,20,5-7).
Queridos hermanos y hermanas, Cristo murió y resucitó una vez para siempre y por todos, pero el poder de la resurrección, este paso de la esclavitud del mal a la libertad del bien, debe ponerse en práctica en todos los tiempos, en los momentos concretos de nuestra vida, en nuestra vida cotidiana. Cuántos desiertos debe atravesar el ser humano también hoy. Sobre todo el desierto que está dentro de él, cuando falta el amor de Dios y del prójimo, cuando no se es consciente de ser custodio de todo lo que el Creador nos ha dado y nos da. Pero la misericordia de Dios puede hacer florecer hasta la tierra más árida, puede hacer revivir incluso a los huesos secos (cf. Ez 37,1-14).
He aquí, pues, la invitación que hago a todos: Acojamos la gracia de la Resurrección de Cristo. Dejémonos renovar por la misericordia de Dios, dejemos que la fuerza de su amor transforme también nuestras vidas; y hagámonos instrumentos de esta misericordia, cauces a través de los cuales Dios pueda regar la tierra, custodiar toda la creación y hacer florecer la justicia y la paz.
Así, pues, pidamos a Jesús resucitado, que transforma la muerte en vida, que cambie el odio en amor, la venganza en perdón, la guerra en paz. Sí, Cristo es nuestra paz, e imploremos por medio de él la paz para el mundo entero.
Paz para Oriente Medio, en particular entre israelíes y palestinos, que tienen dificultades para encontrar el camino de la concordia, para que reanuden las negociaciones con determinación y disponibilidad, con el fin de poner fin a un conflicto que dura ya demasiado tiempo. Paz para Iraq, y que cese definitivamente toda violencia, y, sobre todo, para la amada Siria, para su población afectada por el conflicto y los tantos refugiados que están esperando ayuda y consuelo. ¡Cuánta sangre derramada! Y ¿cuánto dolor se ha de causar todavía, antes de que se consiga encontrar una solución política a la crisis?
Paz para África, escenario aún de conflictos sangrientos. Para Malí, para que vuelva a encontrar unidad y estabilidad; y para Nigeria, donde lamentablemente no cesan los atentados, que amenazan gravemente la vida de tantos inocentes, y donde muchas personas, incluso niños, están siendo rehenes de grupos terroristas. Paz para el Este la República Democrática del Congo y la República Centroafricana, donde muchos se ven obligados a abandonar sus hogares y viven todavía con miedo.
Paz en Asia, sobre todo en la península coreana, para que superen las divergencias y madure un renovado espíritu de reconciliación.
Paz a todo el mundo, aún tan dividido por la codicia de quienes buscan fáciles ganancias, herido por el egoísmo que amenaza la vida humana y la familia, desgarrado por la violencia ligada al tráfico de drogas y la explotación inicua de los recursos naturales. Paz a esta Tierra nuestra. Que Jesús Resucitado traiga consuelo a quienes son víctimas de calamidades naturales y nos haga custodios responsables de la creación.
Queridos hermanos y hermanas, a todos los que me escuchan en Roma y en todo el mundo, les dirijo la invitación del Salmo: «Dad gracias al Señor porque es bueno, / porque es eterna su misericordia. / Diga la casa de Israel: / "Eterna es su misericordia"» (Sal 117,1-2).

Publicado por El Evangelio en Casa

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sábado, 30 de marzo de 2013

Pascua y Misión: de la pasión de Cristo a la resurrección del hombre

Domingo de Pascua
Año C – 31-3-2013 / Por EUNTES

Hechos 10,34.37-43 / Salmo 117 / Colosenses 3,1-4
Juan 20,1–9

Reflexiones

Un pasaje pascual del Evangelio de Juan nos introduce en la Fiesta de hoy. La llegada de unos peregrinos griegos a Jerusalén, en días cercanos a la última Pascua de Jesús, tiene el efecto de una explosión luminosa sobre el misterio que se avecina. Esos peregrinos llevan una pregunta en su corazón y en sus labios: “Queremos ver a Jesús” (Jn 12,21). Eran personas de lengua y cultura helénica, convertidos o simpatizantes con el judaísmo. Su deseo tiene una honda significación misionera. Su pregunta va mucho más allá de la curiosidad por conocer la estrella de turno. Ellos vienen de lejos, pertenecen a otro pueblo, están cansados por el viaje, llevan en su corazón motivaciones espirituales... Quieren ver a Jesús: no para un saludo fugaz, sino para conocer su identidad, captar su mensaje de vida. La narración de Juan contiene otros detalles vocacionales y misioneros: para llegar hasta Jesús, se necesitan a menudo guías, acompañantes. Esos peregrinos buscan intermediarios de su cultura, Felipe y Andrés, los únicos apóstoles con nombres griegos.



Esos peregrinos griegos asumen un significado emblemático: junto con otras personas de origen no judío (el centurión de Cafarnaún, la mujer Cananea y otros), son las primicias de los pueblos lejanos, también ellos llamados a aprender los caminos del Señor. La aspiración a cambiar de vida, conocer al verdadero Dios, encontrar a Cristo, está en el corazón de cada persona. Es un deseo que atraviesa los siglos, se cruza con personas, pueblos, culturas; a veces es explícito, muchas otras es mudo, intuitivo, indescifrable, a menudo confuso, fragmentario, contradictorio; pero es siempre un gemido que nace de lo profundo de la vida. Son los SOS del espíritu, breves y elocuentes como un sms… Más que las palabras, a menudo gritan los gestos, las situaciones, los sufrimientos, las tragedias, los silencios...


“¡Queremos ver a Jesús!” Él responde a la petición de los peregrinos griegos, anunciando que ha llegado su hora, la hora de ser levantado de la tierra para atraer a todos a sí (Jn 12,32), a fin de que los pueblos alcancen la vida en plenitud. La hora del grano de trigo, que muere para dar mucho fruto (Jn 12,24). Aquí hay un dato autobiográfico: el grano que muere para dar vida es el mismo Jesús. Él está hablando de sí y muestra el único camino que lleva a la vida: pasar por la muerte y la resurrección. Tan solo el que cumple este itinerario podrá luego anunciar a Cristo muerto y resucitado. El evangelista Juan indica quiénes podrán señalar a Jesús: son los apóstoles, que, tras haber encontrado personalmente al Resucitado, anuncian con gozo pascual: “¡Hemos visto al Señor!” (Jn 20,24). Para el evangelista Juan todo el arco de la Misión se encierra entre estas dos expresiones: “¡Queremos ver a Jesús!” y “¡Hemos visto al Señor!” El recorrido es completo en todas sus fases: comienzo, encuentro, diálogo, crecimiento, madurez, gozo, irradiación…


¿Quiénes darán cumplimiento a tantas esperanzas? Dar la respuesta corresponde a hombres y mujeres, que somos los cristianos, testigos del Resucitado. No será suficiente una respuesta teórica o la repetición de una fórmula; la respuesta misionera debe arrancar del conocimiento amoroso, de la conversión y adhesión a Cristo. Los cristianos, los misioneros deben poder afirmar, como los apóstoles después de la resurrección: “¡Hemos visto al Señor!” (Jn 20,24). “El apóstol es un enviado, pero antes es un experto de Jesús” (Benedicto XVI). También él debe ser grano de trigo que muere para dar vida. Solo así puede anunciar el Evangelio con credibilidad y eficacia. (*)


De la experiencia de vida nueva en Cristo nace el compromiso misionero del anuncio y del compartir. Puesto que Cristo ha resucitado, existe una manera nueva de relacionarse: con Dios, entre los seres humanos, con el cosmos, con las fuerzas del bien y del mal… Una vida mejor es posible, gracias al compromiso de los que creen en Cristo resucitado y hacen causa común con el hombre.


Creer en la resurrección de Cristo trae consigo comprometerse por la resurrección del hombre. Pasión de Cristo - Pasión del hombre: es un binomio inseparable. Lo mismo debe valer para la resurrección... Cristo, hombre de dolores, continúa hoy su pasión en los dolores del hombre. De cada persona. Por su pasión y resurrección, Cristo se converte en el primogénito de la nueva familia humana que nace de la Pascua: es la familia de los resucitados, llamados a vivir como resucitados. Hoy, para laicos, religiosas y sacerdotes, hacer Misión es colaborar con el Espíritu del Resucitado, para que la resurrección de Cristo sea resurrección del hombre. De esta manera, la contemplación de la pasión de Cristo no se dirige solo al pasado, sino que se convierte en compromiso por el presente y el futuro: ¡una contemplación que lleva necesariamente a un renovado compromiso misionero!


Palabra del Papa

(*) «Sigamos a Jesús. Nosotros acompañamos, seguimos a Jesús, pero sobre todo sabemos que Él nos acompaña y nos carga sobre sus hombros: en esto reside nuestra alegría, la esperanza que hemos de llevar en este mundo nuestro. Y, por favor, no os dejéis robar la esperanza, no dejéis robar la esperanza. Esa que nos da Jesús... Los jóvenes deben decir al mundo: Es bueno seguir a Jesús; es bueno ir con Jesús; es bueno el mensaje de Jesús; es bueno salir de uno mismo, a las periferias del mundo y de la existencia, para llevar a Jesús».

Papa Francisco
Homilía en el Domingo de Ramos, 24-3-2013

Siguiendo los pasos de los Misioneros

- 31/3: Pascua en la Resurrección de Jesucristo, Salvador de todos los pueblos. ¡Aleluya!
- 31/3/1767: Expulsión de los Jesuitas de España, de Portugal y de sus colonias en América Latina. Seis años más tarde (1773), tuvo lugar la supresión de la Compañía de Jesús, benemérita de la evangelización en el mundo entero.
- 1/4: B. Luis Pavoni (1784-1848), sacerdote de Brescia, pionero en el campo social, fundador, entregado a la educación humana, cristiana y profesional de los niños.
- 2/4: S. Francisco de Paula (1416-1507), ermitaño de vida austera, fundador de los Mínimos.
- 2/4: BB. Diego Luis de San Vitores (1627-1672), sacerdote jesuita español, y Pedro Calungsod (1654-1672), nacido en Filipinas, catequista seglar; ambos fueron matados por odio a la fe cristiana y arrojados al mar en la isla de Guam (Marianas, Oceanía).
- 2/4: B. María Laura Alvarado (1875-1967), nació y vivió en Venezuela, fundadora, entregada a la asistencia a los huérfanos, ancianos y pobres.
- 2/4: Aniversario de la muerte (2005) del beato Papa Juan Pablo II.
- 4/4: S. Isidoro (ca. 570-636), obispo de Sevilla y doctor de la Iglesia, experto en las ciencias y en la organización; se le considera el último Padre de la Iglesia latina.
- 4/4: S. Benedicto Massarari, llamado el ‘Negro’, descendiente de esclavos africanos (Sicilia, 1526-1589), franciscano, el primer africano negro canonizado. Es co-patrono de Palermo.
- 4/4: Recuerdo de Martin Luther King (USA, 1929-1968): líder de los derechos civiles, de la integración racial y de la “no-violencia-activa”, Premio Nobel de la Paz (1964), asesinado en Memphis.
- 5/4: S. Vicente Ferrer (1350-1419), sacerdote dominico español, uno de los mayores predicadores y misioneros itinerantes en la Europa occidental.

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Comentario seglar al Evangelio del Domingo de Pascua (31/03/2013)

Publicado por Ciudad Redonda

COMENTARIOS DE SEGLARES (Jn 20, 1-9)

DESDE LOS SIGNOS DE LA "NUEVA CREACIÓN" EN LA VIDA COTIDIANA
(mujer, casada, ya jubilada, pertenece a comunidad cristiana y movimiento seglar)

El evangelio del domingo de resurrección, primer domingo de Pascua, nos invita a reflexionar sobre esas situaciones que a pesar de ser anunciadas y esperadas en nuestras vida, nos sorprenden, nos ilusionan, precisamente por no estar dentro de nuestra rutina.
Cuando vivimos en la indiferencia y en el absurdo de nuestra vida diaria, son esos hechos, que como la resurrección del Señor nos hacen salvar las distancias y recuperar la alegría que nos produce el sepulcro vacío.
Vivimos esa alegría desde ese punto crucial de nuestra vida de creyentes.
¡Feliz Pascua de Resurrección!



DESDE LAS EXPERIENCIA CONYUGAL
(mujer, casada, una hija, pertenece a grupo de matrimonios y movimiento cristiano)

¡¡¡¡¡¡¡Aleluya, aleluya, el Señor ha Resucitado!!!!!!.....
Este domingo el Evangelio nos transmite con una gran seguridad la gran noticia, la razón de ser de todo cristiano, la confirmación de que el Señor Resucitó.
Muchas veces en la vida, en mi matrimonio, cuando lo que nos rodea está oscuro, vamos, que no se entiende lo que nos esta pasado, como le sucede a María Magdalena en el Evangelio, algo te impulsa a salir, a caminar y entonces lo que ves te sorprende, como la piedra movida del sepulcro, y dices ¡Dios mío!, entonces corres, te entra miedo, estas confundida, a mi me pasa; y cuando te abres a tu marido y lo compartes con él, de alguna manera Dios se hace presente y corriendo ahora juntos, como Pedro y el discípulo vamos al encuentro del Padre. Y esto es lo que nos hace Ver y Creer, porque en la fe está el secreto del amor del Hijo, la fuerza del Espíritu Santo y el poder del Padre.
Queridos hermanos en la fe, aunque no veamos, aunque no sintamos , la experiencia en mi matrimonio me dice, Cree y Resucitará .... tu vida, tu matrimonio, tu fe, tú.
¡¡¡¡¡¡Alegrémonos y celebrémoslo, porque el Señor ha Resucitado!!!!.
Feliz Pascua

PARA REZAR
(mujer, soltera, trabaja, pertenece a comunidad cristiana y a movimiento seglar)

Te damos Gracias, Señor y Dios nuestro,
porque Tú eres Amor Eterno y el Dios de la Vida,
que vences a la muerte, egoísmo, vanidad, violencia…
y que llenas de Vida y Esperanza nuestros corazones.
¡Tú estás Vivo, Señor!...¡Has Resucitado!... ¡Das Vida!
Estas Vivo y quieres vivir en el interior de cada corazón,
en medio de nuestra vida cotidiana y acontecimientos diarios.
Ayúdanos Tú, Señor y Dios nuestro, a Encontrarte Vivo
en medio de cada uno de nuestros hermanos que trabajan
por construir cada día un mundo mejor y más justo,
y que reparten Tu Misericordia a cada persona,
llevando tu Amor por todas partes y a todo el mundo.
Ayudanos Tú, Señor y Dios nuestro, a Reconocerte Vivo
en cada persona que necesite nuestra ayuda y solidaridad,
y que necesite sentir tu Amor y Ternura a través nuestra.
Te damos Gracias, Señor y Dios nuestro, porque Tú Vives
en medio de nuestras vidas, en medio de nuestro mundo,
en nuestra sociedad y en los acontecimientos diarios,
y tu Presencia entre nosotros nos llena de Alegría y Esperanza.
Ayúdanos, Señor y Dios nuestro, a comunicar esta alegría a todos,
y a anunciar tu Buena Noticia por todos los rincones de la Tierra.
Haznos ser incansables portadores y comunicadores del Evangelio
para transmitir a cada persona la alegría de la Noticia de tu Pascua.
Gracias porque en este “Año de la Fe” que estamos celebrando
nos brindas la oportunidad de revivir y de experimentar de nuevo
la noticia más importante de nuestra Fe: ¡Que Tú Vives con nosotros!
¡Tú, Señor, has Resucitado!…¡Tú, Señor, estás Vivo!...¡Eres Vida!...
¡Tú, Señor y Dios nuestro, Vives para Siempre en medio de nosotros!
Amén

PARA VIVIR ESTA SEMANA
(matrimonio, tres hijos, él trabaja, el matrimonio pertenece a comunidad cristiana y a movimiento seglar)

¡¡¡Cristo vive!!!! ...O lo decimos más terrenal, ¡¡¡el dolor y el sufrimiento tienen sentido!!! Después de pasar estos dias en los que nos han impresionado tanto esas imágenes de Jesús crucificado, de María dolorosa, del dolor y la amargura, en los cuales hemos sentido que, precisamente nosotros, hemos contribuido, con nuestro comportamiento, a clavar, a fustigar, a lacerar a nuestro Señor... Nos encontramos con el triunfo del Señor, que nos llega como un bálsamo para nuestro vivir cristiano, para nuestra relación con los otros...Descubrimos cómo nos perdona, nos alarga su mano para decirnos que todo adquiere sentido si lo hacemos todo por Amor. El Señor nos invita a no desesperarnos, a acoger cada momento de abandono, de dolor, de sufrimiento, como Él lo hizo, incluso llegando a quedarse a ciegas, abandonado, no hace falta entender mucho, simplemente, poner el Amor en esas situaciones, teniendo la certeza de que, habiendolo probado Él antes, hasta la muerte física, y la peor, la psíquica, nos ha demostrado que adquiere toda una dimensión sobrenatural que trasciende por encima de nuestras miserias, de nuestras alegrías pasajeras, interrumpidas cada vez más por pequeñas tonterías, que nos hacen tener una vida vacía. Una de dos, u optamos por lo que de verdad resucita, o seguiremos siendo siempre unos infelices mediocres, "niñatos malcriados" que sólo tenemos una sonrisa cuando estamos de fiesta, con la gente de la calle, cuando las cosas nos van de cara, cuando la vida, en su aborágine, nos lanza desde la euforia hasta la depresión más absoluta, en espacios de tiempo impensables...De veras, cuesta pensar la cantidad de veces que hemos sentido a Jesús Resucitado dentro y que aún no hayamos dado un giro a nuestra vida.
¡¡Feliz Pascua a todos!!

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Resucitar hoy

Domingo de Pascua. Ciclo C. 31 de Marzo de 2013
Evangelio: Juan 20, 1-9.
Publicado por Antena Misionera Blog


Cuando hablamos de la resurrección nos solemos referir a los acontecimientos de aquel domingo de hace 21 siglos, después de la crucifixión de Jesús de Nazaret, y de los cuales nació la Iglesia cristiana. También significa la esperanza futura de los creyentes una vez que cruzan la última frontera. De un modo, quizás inconsciente, situamos la resurrección, bien en un pasado, bien en el futuro. ¿Pero tiene algo que decirnos en el Presente?

En primer lugar, debemos recordar que la resurrección de Jesús, es la respuesta de Dios a los verdugos que actuaron en su nombre. Dios se puso del lado del ajusticiado. El crucificado tenía razón. Por lo tanto, la resurrección significa el gran SÍ de Dios a la cultura de la vida frente a la cultura de la muerte. Dios de vida no de muerte.



Existen muchas maneras de “morir”, no solamente la física. En nuestro mundo, se dan muchas negaciones, que anulan el deseo de vivir. Muchas personas saben lo que es ir “muriendo en vida” debido a una grave depresión, a la pérdida de esperanza, al sinsentido del sufrimiento o a todas esas circunstancias que hacen que dudemos si mereció la pena haber venido a este mundo.

Creer en la resurrección de Jesús, es creer que el Mal no es omnipotente. Que no tiene la última palabra. Nos espanta, nos paraliza, parece ser todopoderoso. Pero no lo es.

La resurrección indica que en este mundo se ha producido una insurrección. El fatalismo ha sido derrotado. Y de una manera inesperada, mediante la fragilidad de un hombre crucificado acogido por el poder del Amor de un Dios pródigo.

Creer en la resurrección, es confiar en la vida otra vez. Es no rendirse a lo que nos anula, lo que pretende oscurecer nuestro horizonte. Es descansar en un Dios que nunca descansa para encontrar las salidas a nuestras sin-salidas.

Creer en la resurrección, es creer que la vida es más poderosa que lo que mata. Lo que mata la ilusión, las ganas de vivir, el deseo de compartir.

Como las mujeres ante el sepulcro, estamos ante lo inesperado, que quizás nos espante y nos deja sin voz. Pero luego ya no podemos callar, la vida ha rebrotado, el Viviente se nos ha “aparecido”, su voz nos ha vuelto a levantar, y el silencio se ha convertido en palabra, palabra de vida, palabra de resurrección.

Resucitemos pues ahora, en alguna medida, es decir volvamos a suscitar de nuevo, a re-suscitar en nosotros la esperanza, la confianza, la alegría, la vida eterna, y anunciémoslo a este mundo desesperado, perdido en sus oscuridades. Digámosle que la Luz ha resplandecido, que el Crucificado vive, que hubo un día en que la muerte murió. Que es hoy, cuando podemos descubrir el “poder de su resurrección” como anunciaba el apóstol Pablo. Es hoy, que experimentamos que no quedaremos atrapados en la muerte. Como nuevos Lázaros, volvamos a la vida, porque hemos oído la palabra de Cristo que nos dijo: A ti te digo: ¡Sal de ahí!

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Palabra de Misión: No ver para creer / Domingo de Pascua – Ciclo C – Jn. 20, 1-9


Pistas de exégesis (qué dice el texto)

La escena de la tumba vacía del Evangelio según Juan tiene tres personajes bien presentes y uno ausente. Justamente, el gran ausente es Jesús. Tenemos, por lo tanto, tres personas frente a un misterio, frente a un suceso que deben interpretar. En la interpretación de las cosas juega un papel importante la psicología, las experiencias pasadas, la fe. Todo lo que somos y nuestros contextos determinan que leamos la realidad de tal o cual manera. La Magdalena ve la piedra quitada del sepulcro. Esa es su visión. En el texto griego del Evangelio, se puede entender que la piedra ha desaparecido, que ha sido llevada, a diferencia de los Sinópticos, donde la idea es que la piedra ha sido corrida. Ante este hecho demostrable y la imposibilidad de explicarlo con rápida lógica, María interpreta que se han llevado el cuerpo de Jesús. Su elucidación sería que si la piedra ha sido llevada, es porque ese trabajo se realizó entre varios, y si varios fueron al sepulcro por la noche, es porque constituían un grupo capaz de circular libremente y porque tenían un propósito. Ese propósito podría ser robarse el cuerpo de Jesús.
Mateo, en su relato, ha hecho eco de esta interpretación cuando asegura que los sumos sacerdotes y los ancianos dieron dinero a los soldados que custodiaban el sepulcro para que no contaran nada de lo ocurrido y circularan el rumor de que los mismos discípulos habían robado el cuerpo (cf. Mt 28, 11-15). Seguramente, las comunidades mateanas y joánicas tuvieron que lidiar con este rumor, y eso se ve reflejado aquí.



Tenemos ahora la famosa carrera de competencia. Pedro y el Discípulo van a la par al principio, pero el segundo corre más rápido y llega antes al sepulcro. O sea, el Discípulo Amado le gana la carrera a Pedro, la comunidad a la autoridad. Siempre hay una ventaja de su parte, y así lo hace notar el Evangelio según Juan. El Discípulo Amado se sienta al lado de Jesús y se recuesta en su pecho (cf. Jn 13, 23-26), es conocido del Sumo Sacerdote y puede entrar durante el juicio para estar cerca de Jesús (cf. Jn 18, 15-16), gana la carrera que leemos hoy, reconoce a Jesús resucitado antes que los demás (cf. Jn 21, 7), y es de quien Jesús dice a Pedro: “Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿qué te importa? Tú, sígueme” (Jn 21, 22).

La ventaja del Discípulo Amado sobre Pedro se hace presente en las interpretaciones del sepulcro vacío. María Magdalena les había transmitido la sospecha de un robo, pero ella sólo había constatado la desaparición de la piedra. Pedro, al ingresar a la tumba, ve los lienzos y el sudario en la posición que deberían tener conteniendo el cadáver de Jesús, pero sin Jesús. Los lienzos y el sudario están armados y vacíos, como aplastados. Esa es la correcta interpretación de las frases en griego que describen el hallazgo de Pedro. Lamentablemente, la mayoría de las traducciones no dejan en claro este punto, y pareciese que el apóstol halló lienzos tirados en el suelo y el sudario doblado y acomodado en otra parte, como si alguien se lo hubiese quitado y plegado para guardarlo. De todas maneras, lo que queremos recalcar es que Pedro interpreta los hechos limitadamente, pues sólo ve la situación. El salto de calidad sucede con la interpretación del Discípulo Amado, que entra después de Pedro, ve y cree. Hasta ese momento, nadie había creído. Se miraba, se buscaban explicaciones, se planteaban hipótesis. El Discípulo cree, pues la Escritura se le acaba de abrir rotundamente, y ahora entiende que el misterio detrás de los misterios es la resurrección.

Pistas hermenéuticas (qué nos dice el texto)
Creer sin epifanías rimbombantes, sin ángeles ostentosos, sin apariciones, es un verdadero salto de calidad en la fe. Para reproducir fielmente la fe del Hijo, hay que creer a pesar de todo, como hizo Él cuando las cosas empezaron a andar mal, cuando sufrió persecución, cuando el Reino que predicaba parecía cada vez más lejano, cuando lo apresaron y lo traicionó uno de los íntimos, cuando lo juzgaron injustamente, cuando lo crucificaron. Fe en la experiencia filial es fe absoluta. Tras la experiencia del amor de Dios, recibir una manifestación extraordinaria y visible no hace la diferencia. La fe no se confirma en un milagro, sino en la misma fe sostenida y profundizada.

Paradójicamente, en un Evangelio donde se hace hincapié en la bienaventuranza de los que creen sin haber visto (cf. Jn 20, 29), los verbos de visión en el capítulo 20 aparecen 13 veces: en 7 oportunidades ver, 3 veces para apercibir y 3 más para mirar. La clave de la fe es ver, pero no lo extraordinario que se sale de las casillas, sino lo ordinario que manifiesta a Dios. Ver el rostro de Jesús en el pobre, ver la fuerza del Espíritu Santo en los emprendimientos de promoción humana, ver al prójimo en el vecino, el compañero de trabajo o de estudios. La resurrección cambia la mirada sobre los acontecimientos. La resurrección abre la mente y los ojos. Antes de la Pascua somos ciegos, y en la rutina creemos que Dios también es rutinario, o en los problemas creemos que Dios se ha ausentado, o en las enfermedades suponemos que Dios nos prueba, o en las muertes tempranas suponemos que Dios castiga. Antes de la Pascua somos ciegos porque queremos verlo todo. Tras la experiencia pascual reconocemos que hay testimonios gigantes de Dios, y que Él está siempre allí, al lado, abrazando, resucitando. Por la Pascua sabemos que Dios no es rutinario (porque interrumpió la historia de la muerte con la vida nueva), que no se ausenta (porque en la cruz no se tomó vacaciones, sino que sufrió el sufrimiento de su Hijo), que no prueba a nadie (porque la resurrección no es un premio para el que superó la carrera de obstáculos, sino la continuación de la vida querida por Él), y que no castiga (porque a Jesús lo crucifican por su manera de vivir, no por las exigencias sanguinarias de su Padre ni por el enojo insaciable de venganza respecto a los pecadores).

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Día de Pascua

Siempre esperando ese día de fiesta, gozo y gracia
que podía transformar nuestra vida
con experiencias extraordinarias.

Siempre viéndolo acercarse por el horizonte
dejando a nuestro alrededor su perfume,
pero sintiéndolo, una y otra vez, alejarse.

Siempre convencido que los grandes acontecimientos
suceden en fechas importantes
que dejan huella en los calendarios y en los corazones...

Siempre.
Hasta que comprendí, hace bien poco,
escuchando silenciosa y abiertamente
a alguien de palabra honesta y breve,
que la Pascua,
la Pascua de tu resurrección, Jesús de Nazaret,
el paso de Dios por nuestra historia,
el florido anhelo de toda persona
y de la misma naturaleza,
sucedió
pasada la fiesta,
pasado el sábado,
el primer día de la semana.

O sea, ¡un día de resaca!,
un día para el olvido,
un día sin historia,
un día del montón,
un día sin aliciente,
un día de cuerpos y espíritus decaídos,
un día de oscuro horizonte,
un día con el crédito gastado,
un día nacido para pocas ilusiones,
gris, triste, pesado,
con dolores en el cuerpo y el espíritu,
hecho simplemente para digerir los excesos
o vomitarlos en los rincones.
¡Peor que un día cualquiera!

En un día así
resucitaste Tú,
y floreció nuestra esperanza.

Ahora comprendo por qué cualquier día,
aún el más insospechado,
puede ser día de paso y Pascua.

Y al recordarlo
siento que florece la Buena Nueva
en mi tierra yerma.

¡Bendito seas Tú, Dios de la vida y de la historia,
que rompes todos nuestros esquemas
y nos llenas de sorpresas y Buenas Nuevas!

¡Bendito seas Tú, Jesús de Nazaret,
que nos mandaste hacer memoria
para celebrar la vida y la entrega!

¡Bendita seas Tú, Ruah divina,
que nos acompañas a lo largo de la vida
y nos animas a compartir y a hacer fiesta!

¡Aleluya, con todo mi ser,
con mi cuerpo y alma,
con mis gestos y palabras,
con mi canto y danza,
con mi vida resucitada!

¡Aleluya!


Florentino ulibarri

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Evangelio Misionero del Día: 31 de Marzo de 2013 - DOMINGO DE PASCUA DE RESURRECCIÓN

EL AMOR HA VENCIDO A LA MUERTE

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 20, 1-9

El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada. Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto».
Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes. Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró. Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro; vio las vendas en el suelo, y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte. Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: El también vio y creyó. Todavía no habían comprendido que, según la Escritura, Él debía resucitar de entre los muertos.

Compartiendo la Palabra

ENCONTRARNOS CON EL RESUCITADO

Según el relato de Juan, María de Magdala es la primera que va al sepulcro, cuando todavía está oscuro, y descubre desconsolada que está vacío. Le falta Jesús. El Maestro que la había comprendido y curado. El Profeta al que había seguido fielmente hasta el final. ¿A quién seguirá ahora? Así se lamenta ante los discípulos: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto".
Estas palabras de María podrían expresar la experiencia que viven hoy no pocos cristianos: ¿Qué hemos hecho de Jesús resucitado? ¿Quién se lo ha llevado? ¿Dónde lo hemos puesto? El Señor en quien creemos, ¿es un Cristo lleno de vida o un Cristo cuyo recuerdo se va apagando poco a poco en los corazones?
Es un error que busquemos "pruebas" para creer con más firmeza. No basta acudir al magisterio de la Iglesia. Es inútil indagar en las exposiciones de los teólogos. Para encontrarnos con el Resucitado es necesario, ante todo, hacer un recorrido interior. Si no lo encontramos dentro de nosotros, no lo encontraremos en ninguna parte.
Juan describe, un poco más tarde, a María corriendo de una parte a otra para buscar alguna información. Y, cuando ve a Jesús, cegada por el dolor y las lágrimas, no logra reconocerlo. Piensa que es el encargado del huerto. Jesús solo le hace una pregunta: "Mujer, ¿por qué lloras? ¿a quién buscas?".
Tal vez hemos de preguntarnos también nosotros algo semejante. ¿Por qué nuestra fe es a veces tan triste? ¿Cuál es la causa última de esa falta de alegría entre nosotros? ¿Qué buscamos los cristianos de hoy? ¿Qué añoramos? ¿Andamos buscando a un Jesús al que necesitamos sentir lleno de vida en nuestras comunidades?
Según el relato, Jesús está hablando con María, pero ella no sabe que es Jesús. Es entonces cuando Jesús la llama por su nombre, con la misma ternura que ponía en su voz cuando caminaban por Galilea: "¡María!". Ella se vuelve rápida: "Rabbuní, Maestro".
María se encuentra con el Resucitado cuando se siente llamada personalmente por él. Es así. Jesús se nos muestra lleno de vida, cuando nos sentimos llamados por nuestro propio nombre, y escuchamos la invitación que nos hace a cada uno. Es entonces cuando nuestra fe crece.
No reavivaremos nuestra fe en Cristo resucitado alimentándola solo desde fuera. No nos encontraremos con él, si no buscamos el contacto vivo con su persona. Probablemente, es el amor a Jesús conocido por los evangelios y buscado personalmente en el fondo de nuestro corazón, el que mejor puede conducirnos al encuentro con el Resucitado.

Abre caminos a la fe en el Resucitado. Pásalo.

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Hormiga y elefante - Domingo de Resurrección, Ciclo C

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Sábado Santo ¿Es la muerte final?

Cuántas preguntas Señor este día.
Todo es oscuridad, silencio y dolor.
Cuánto tiempo estaré sin Ti, Señor?
Te has ido para siempre?
Nunca volveré más a verte?
Tu Madre Señor está ya sin lágrimas que verter.
Y al verla lloro por ella y por mí.
Señor mío nunca más volveré a verte?

El Evangelio en Casa

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viernes, 29 de marzo de 2013

Francisco con los hijos pródigos de Casal del Marmo

El papa lavó los pies a doce jóvenes de diversas nacionalidades y religiones.
¿Estoy dispuesto a ayudar al otro?

En el Penitenciario de Menores de Casal del Marmo, situado en la ciudad de Roma, en la zona norte, el papa Francisco celebró la misa In Coena Domini, con la ceremonia del lavatorio de los pies a doce jóvenes reclusos, dando así inició al Triduo Pascual.

El Triduo Pascual es el tiempo comprendido desde la tarde del Jueves Santo, hasta la madrugada del Domingo de Pascua (o la víspera del sábado), en donde se celebran los tres grandes misterios de la redención: la pasión, la muerte y la resurrección de Jesucristo.


Una larga fila de personas esperaban ya desde algunas horas antes, por las calles en la que ha pasado el santo padre, para saludarlo. Es la tercera visita a dicha cárcel por un papa, la primera fue realizada por Juan Pablo II el 6 de enero de 1980, después Benedicto XVI lo hizo el 18 de marzo de 2007 y ahora fue papa Francisco.

La misa se realizó en la capilla del Padre Misericordioso y concelebraron con Francisco, el cardenal Agostino Vallini, y el capellán de la prisión, padre Gaetano Greco. Animaron la misa los voluntarios de Casal del Marmo y jóvenes de Renovación en el Espíritu. La liturgia es la clásica In Coena Domini, y las lecturas fueron realizadas por jóvenes del penitenciario y por educadores.

Debemos ayudarnos entre nosotros, comenzando por quien está más arriba, fue el tema central del papa Francisco en su breve homilía: “Esto es conmovedor. Jesús que lava los pies a sus discípulos. Pedro no entendía más nada. No aceptaba, pero Jesús se los explicó”.

Y el papa añadió: “Jesús, Dios, hizo esto y Él mismo se los explica a los discípulos: ¿Entienden lo que hago por ustedes? ¿Ustedes me llaman el Maestro y el Señor? Lo dicen bien porque y lo soy. Si yo que soy el Señor les lavé los pies a ustedes, es porque ustedes se deben lavar los pies los unos a los otros”.

Y prosiguió: “Les he dado -de hecho- un ejemplo, para que hagan como hice yo. El Señor que es el más importante lava los pies. Porque entre nosotros quién es el más alto tiene que estar al servicio de los otros. Y este es una símbolo. Lavar los píes significa yo estoy a tu servicio.

“También entre nosotros. Y esto significa -prosiguió el santo padre- que tenemos que ayudarnos unos a los otros. A veces me he enojado con uno o con otro. Dejamos perder”.

“Si alguien te pide un favor hazlo, es lo que Jesús nos enseña y es lo que yo hago, lo hago de corazón como sacerdote y como obispo”.

Y añadió: “Tengo que estar a vuestro servicio, es un deber que me viene del corazón. Es un deber que amo hacer porque el Señor me lo ha enseñado. Y también ustedes -subrayó el papa- ayúdense siempre, uno al otro, porque ayudándonos nos haremos el bien”.

“Ahora haremos -concluyó Francisco- esta ceremonia del lavado de los pies y cada uno de nosotros piense: ¿Estoy dispuesto a servir y a ayudar al otro? Y piense que esta señal es una caricia de Jesús que uno hace, porque Jesús vino justamente a ayudarnos”.

Francisco lavó los pies a doce jóvenes de los cuales dos eran mujeres: una muchacha italiana y otra servia. El capellán, don Greco quiso esta presencia femenina porque en el penitenciario de Casal del Marmo hay mujeres menores, si bien Jesús lavó los pies solamente a apóstoles hombres.

“De los muchachos dos eran musulmanes. Para el lavado Francisco se arrodilló seis veces con ambas rodillas, pues cada vez lo hacia y besaba los pies de ambos jóvenes” indicó el portavoz del Vaticano, padre Federico Lombardi. "Incluso era muy empeñativo desde el punto de vista físico para una persona de 76 años" añadió.

Los casi 50 jóvenes reclusos en dicha cárcel están divididos en tres grupos, dos de hombres y uno de 11 mujeres.

“La liturgia -indicó uno de los organizadores de la misa- fue preparada de manera muy simple, también por voluntad del papa. Los jóvenes cada domingo pueden venir o no a la misa. Hoy vinieron todos, es una eucaristía a la luz de la sencillez, alguno leerá el salmo, otro hará la oración”.

El papa vistió un delantal realizado por los muchachos de una comunidad: Villa San Francisco de la localidad de Belluno, en el norte de Italia, y fueron usados para tejerlo, hilos provenientes de Tierra Santa.

Al concluir la misa, en el gimnasio que está contiguo a la capilla, el papa donó un huevo de pascua y un pan dulce con forma de paloma a cada muchacho y ellos le regalaron a Francisco un reclinatorio y una cruz de madera tallada. Dos objetos muy simbólicos.

Uno de los voluntarios indicó: “Nos impresionó la alegría de estos jóvenes por la venida del papa, aunque hay muchos que no son católicos”.

¿Qué empuja a un joven voluntario a hacer una experiencia de este tipo ayudando a los jóvenes reclusos? “El haber recibido -respondió uno de los voluntarios- mucho de la vida y por ello queremos dar algo de nuestro tiempo, a alguien que aunque se haya equivocado y tenga que pagar, no somos lo jueces, necesita ayuda y soporte”.

“Queremos dar testimonio -indicó otro- de lo que somos, sin grandes pretensiones. El grupo de voluntarios es muy amplio y de todas las edades. Nuestro objetivo es el de estar junto a ellos”.

“Ha sido una experiencia muy fuerte del Santo padre y su cercanía a estos jóvenes a quienes le abrió el corazón al Señor” comentó el cardenal Vallini.

La ministra de Justicia, Severino indicó que le impresionó la palabra del papa 'custodiar' porque allí se hace “con tanto sentimiento y alma. Algunos tienen la familia lejos, otro perdió hace poco su mamá, y aquí pueden encontrar los sentimientos buenos”. Y ellos “esperan que su vida futura sea honesta”. “Vi tanto amor en sus ojos -le dijo la ministra al papa- y de servicio hacia los otros”.

Y el papa dirigiéndose a todos aseveró: “Estoy feliz de estar con ustedes, y no se dejen robar la esperanza, ¡no se dejen robar la esperanza! ¿Entendido?


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MANDATOS INCOMPRENSIBLES

Señor de la vida,
¿por qué nos dejas morir lentamente en tus manos?
¿por qué nos arrancas los brotes de la ilusión?
¿Nos quieres hacer comprender
que no necesitas de nosotros
para que venga tu Reino,
que vale más la adoración que la acción?
A hachazos has ido desmochando
el árbol de nuestra vida,
Señor
¡Cómo vamos a dar fruto
si nos vas tronchando las ramas!
Tú nos mandas lo incoherente y lo absurdo;
nos mandas deformarnos,
hacernos vasijas rotas que no pueden retener tu mensaje,
¿por qué?
Jesucristo,
aceptamos esta muerte
que nos roe la persona.
Sabemos que son tus manos
las que nos magullan amorosamente,
las que nos desfloran el alma.
Estamos abiertos a tus heridas.
Creemos que nuestra última brizna,
injertada en Ti dará una primavera total.
Jesús crucificado,
enséñanos a morir
con la ilusión de un noviazgo incipiente.
No nos deje morir
en pasiva amargura o gesticulante rebeldía.
No nos dejes morir más de la cuenta.
Señor, ¡cómo tememos que sea solo un suicidio nuestra crucifixión!

Por Luis Espinal sj

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Más sencilla

Más sencilla, más sencilla.
sin barroquismo,
sin añadidos ni ornamentos,
que se vean desnudos
los maderos,
desnudos
y decididamente rectos.
Los brazos hacia la Tierra,
el mástil disparándose a los cielos.
Que no haya un solo adorno
que distraiga este gesto,
ese equilibrio humano
de los dos mandamientos.
Más sencilla, más sencilla;
haz una cruz sencilla, carpintero.

(León Felipe)

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A TI GRITAMOS, SEÑOR


Como viajeros perdidos y sin rumbo
en un desierto ardiente y sin agua,
a ti gritamos, Señor.

Como peregrinos con los pies destrozados
que no encuentran albergue,
a ti gritamos, Señor.

Como náufragos varados
en una costa abandonada,
a ti gritamos, Señor.

Como mendigos hambrientos
que extienden la mano para recibir alimento,
a ti gritamos, Señor.

Como ciegos sin lazarillo
que tropiezan con todo lo que hay en el camino,
a ti gritamos, Señor.

Como enfermos crónicos
que ya no saben qué es la salud,
a ti gritamos, Señor.

Como emigrantes sin papeles
en un país que no conocen,
a ti gritamos, Señor.

Como refugiados en campamentos
que pensaban eran lugar seguro,
a ti gritamos, Señor.

Como prisioneros inocentes
arrojados en cárcel húmeda y maloliente,
a ti gritamos, Señor.

Como pobres sin derechos
a los que nadie hace caso,
a ti gritamos, Señor.

Como personas desahuciadas de sus casas
por la prepotencia de unos y la desidia de otros,
a ti gritamos, Señor.

Como ciudadanos siempre olvidados
que no pueden ejercer sus derechos,
a ti gritamos, Señor.

Como personas torturadas
por haber acogido a otra de etnia distinta,
a ti gritamos, Señor.

Como los padres y madres que no pueden hacer nada
cuando les arrebatan sus hijos,
a ti gritamos, Señor.

Como el niño a quien roban su único trozo de pan
mientras sus padres yacen a su lado,
a ti gritamos, Señor.

Como el joven obligado a matar
para que no le maten,
a ti gritamos, Señor.

Como esa persona inocente
convertida en chivo expiatorio de nuestros desmanes,
a ti gritamos, Señor.

Como tú, Señor, que en lo alto de la cruz osaste gritar
"Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?",
a ti gritamos, Señor.


Florentino ulibarri

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Murió… según las Escrituras / Viernes Santo – Ciclo C – Jn. 18, 1–19, 42 / 29.03.2013


Los relatos de la pasión de los cuatro Evangelios tienen dos vertientes de composición. La primera son los sucesos históricos de por sí: el enjuiciamiento y la crucifixión de Jesús; la segunda es el Antiguo Testamento, que para los primerísimos cristianos era la única Escritura Sagrada. Si allí había hablado Dios, entonces allí había que encontrar la explicación a lo sucedido, la clave para entenderlo. Porque lo sucedido no era algo sin más, no era una muerte más en la historia, una injusticia de las tantas que podemos encontrarnos a diario. Había muerto alguien que predicaba y actuaba de acuerdo a lo que parecía ser una verdad última y nunca escuchada sobre Dios.
Este Jesús de Nazaret era un justo, con todas las letras. Sin embargo, había muerto vergonzosamente, abandonado por ese Dios de amor que predicaba. El Reino del que hablaba con tanta vehemencia y que veía cercano, a la vuelta de la esquina, no se había instaurado. Este Jesús de Nazaret que podía ser el Mesías, había fracasado.


El primer problema hermenéutico de esta situación está en que el mismo Antiguo Testamento, donde los cristianos buscaban respuesta, dice, en boca de un salmista, que “nunca vi a un justo abandonado” (Sal 37, 25). ¿Y entonces? ¿Jesús no era justo? ¿Dios no lo sostenía? Este problema hermenéutico pudo franjearse gracias a las experiencias de resurrección. Algunas mujeres y algunos varones tuvieron un encuentro con el Resucitado que les abrió la mente. Ahora podían entender que Dios verdaderamente sostenía al justo Jesús, y que lo había resucitado y reivindicado, y que ahora ya no moría más (cf. Rm 6, 9).
Pero la Escritura decía algo más: “Un colgado es una maldición de Dios” (Dt 21, 23). Este es el segundo problema hermenéutico. Si un colgado es un maldito, un crucificado no puede ser el Mesías, no puede ser la bendición de Dios para su pueblo. Los cristianos conocían la experiencia de la resurrección y eso era suficiente, pero a la hora de anunciar la Buena Noticia, y a la hora de ponerla por escrito, el inconveniente era la interpretación que los interlocutores podían hacer de los hechos. ¿Cómo podía creer un judío conocedor del Deuteronomio que un crucificado era el Elegido? Considerando que las primeras experiencias misioneras se realizan entre judíos, es lógico suponer que la tarea exegética de los primeros cristianos se lanzó a la carrera. Era necesario encontrar en la Escritura una multitud de apoyos al mesianismo de Jesús; los suficientes para contrarrestar o explicar la crucifixión. Por esta razón, los primeros relatos de la pasión que circulaban oralmente se fueron llenando de alusiones veterotestamentarias, hasta que los evangelistas los tomaron para ponerlos por escrito, agregando ellos también nuevas alusiones.
Vamos a remarcar algunas (hay muchas más) de estas referencias que la pasión según Juan ha conservado:

Huerto. El relato de la pasión joánico comienza en un huerto, al otro lado del Cedrón, y culmina también en un huerto, donde hay un sepulcro nuevo en el que pondrán el cadáver de Jesús. El capítulo 20 del Evangelio, obviamente, comenzará en este huerto del sepulcro, y María Magdalena confundirá al Resucitado con el hortelano (cf. Jn 20, 15). El huerto es, en primer lugar, la imagen idílica del jardín del Edén (cf. Gn 2, 8). Durante la pasión, el jardín está al inicio porque está iniciando la re-creación de las cosas. Y está al final porque cuando Jesús resucite y se encuentre con la Magdalena, se reproducirá la escena de la proto-logía, con una pareja en un huerto, como Adán y Eva en el Edén. El día de resurrección es un primer día, y Jesús, nuevo Adán (cf. Rm 5, 12-19), encontrándose con María Magdalena, figura de la Iglesia que nace de la Pascua, pueden poner en movimiento la novedad que se inaugura con la derrota de la muerte.

Yo Soy. En la escena del prendimiento en el huerto, la expresión Yo Soy aparece tres veces, y así es como se identifica Jesús. Claramente, la referencia es el tetragrámaton del nombre divino. Cuando Moisés, en el episodio de la zarza ardiente, pregunta a Dios cuál es su nombre, éste le responde que su nombre es YHWH (cf. Ex 3, 14), que puede traducirse como Yo soy el que Soy. Los israelitas entienden que YHWH es el nombre sagrado de Dios, el que designa su esencia, y por lo tanto, el que lo designa en su totalidad. En la teología joánica, la identificación de Jesús con Dios es fundamental, y sobre todo la identificación con el nombre divino (cf. Jn 4, 26; 8, 24.28.58; 13, 19). Jesús es el que es, es el Dios Viviente, el Dios que está. Por eso los que vienen a apresar a Jesús caen en tierra con sólo escuchar el Yo Soy, a pesar de tratarse de un ejército (una cohorte, según el texto, o sea, la décima parte de una legión; la legión podía tener hasta 5000 soldados). La escena del prendimiento (un ejército contra el justo y la caída en tierra) puede estar inspirada en el Salmo 27: “Cuando me asaltan los malhechores ávidos de mi carne, ellos, adversarios y enemigos, tropiezan y sucumben. Aunque acampe un ejército contra mí, mi corazón no teme; aunque estalle una guerra contra mí, sigo confiando” (Sal 27, 2-3).

Fuera del pretorio. Primeramente, Jesús es interrogado por Anás que luego lo envía a Caifás, y de allí se van al pretorio, donde sucederá el juicio guiado por Pilato. Como estamos, cronológicamente según Juan, en el día de la preparación de la pascua judía, los judíos no entran al pretorio, que es un lugar pagano y, por lo tanto, impuro. Más allá de la impureza propia de la gentilidad, hay dos situaciones que podían significar una impureza legal codificada. Una es la presencia de levadura entre los romanos, que como no observaban la pascua, no tenían por qué eliminarla de sus cocinas, como lo indica Dt 16, 4 (no puede haber levadura por siete días en todo el territorio judío mientras se celebra la pascua). La otra situación es por la práctica romana de enterrar a los muertos debajo de las casas o en el predio de las mismas; según el libro de los Números, quien entra en contacto con un cadáver humano se contamina por siete días (cf. Nm 19, 11), y en ese estado de impureza no puede comer la pascua en el momento debido, sino que tiene que celebrarla un mes después (cf. Nm 9, 6-12). Esta es la razón veterotestamentaria que deja a los acusadores fuera del pretorio, y es también la ironía de unos hombres que intentan mantener la pureza mientras pergeñan un asesinato.

Sufrimiento. La escena de Jn 19, 1-3 es el centro de la estructura literaria de la pasión. En este mega-relato joánico hay cinco escenas (el prendimiento, el juicio judío, el juicio romano, la crucifixión y la sepultura); la escena central (juicio romano frente a Pilato) posee, a su vez, una división en siete cuadros (Jn 18, 28-32; 18, 33-38a; 18, 38b-40; 19, 1-3; 19, 4-8; 19, 9-12; 19, 12-16a), resultando que el cuadro central es la tortura. Jesús es azotado, recibe la corona de espinas, es vestido con un manto púrpura, abofeteado, y burlado por los soldados. Detrás de los sufrimientos del Mesías están las palabras de Isaías sobre el Siervo de Yahvé: “Ofrecí mis espaldas a los que me golpeaban, mis mejillas a los que mesaban mi barba. Mi rostro no hurté a los insultos y salivazos” (Is 50, 6); “¡Y con todo eran nuestras dolencias las que él llevaba y nuestros dolores los que soportaba! Nosotros le tuvimos por azotado, herido de Dios y humillado” (Is 53, 4).

La ropa y la túnica. Tras crucificar a Jesús, los soldados dividen su vestido en cuatro partes y se sortean la túnica porque no tiene costuras. Juan cita explícitamente, en este caso, la referencia al Antiguo Testamento, tomada del Sal 22, 19. Pero la cita es más comprensible con otros versículos: “Perros sin cuento me rodean, una banda de malvados me acorrala; mis manos y mis pies vacilan, puedo contar mis huesos. Ellos me miran y remiran, reparten entre sí mi ropa y se echan a suertes mi túnica” (Sal 22, 17-19). Simbólicamente, la división en cuatro partes de la ropa es la expansión de Jesús, del Reino de Dios, hacia los cuatro puntos cardinales, y a la par, la túnica que no puede ser repartida es la unidad del nuevo Pueblo de Dios que se cohesiona por el Espíritu.

Cordero de Dios. Desde el principio, el Evangelio según Juan ha dejado en claro que Jesús es el Cordero de Dios (cf. Jn 1, 29.36), y que por su condición de Cordero es capaz de quitar el pecado del mundo. A la hora de la muerte en la cruz, la condición de Cordero se hace más explícita al relacionarla con la pascua y, precisamente, con el cordero pascual. Según el ritual del Éxodo al salir de Egipto, la pascua se celebra familiarmente o entre vecinos, comiendo la carne de un cordero macho de un año, sin defecto (cf. Ex 12, 5). Con la sangre de ese cordero, los israelitas pintaron los umbrales de sus puertas (cf. Ex 12, 7) para que el Exterminador pasara de largo por sus casas e hiriera a los primogénitos egipcios (cf. Ex 12, 13). Jesús, que es el verdadero Cordero de Dios, protegerá también con su sangre. Por eso Juan recuerda que utilizaron una rama de hisopo para alcanzar al Crucificado la esponja embebida en vinagre, al igual que en Ex 12, 22 se utilizó hisopo para rociar la sangre en los umbrales de las puertas. Y por eso a Jesús no se le quiebra ninguna pierna, pues al cordero de la pascua judía no podía quebrársele ningún hueso (cf. Ex 12, 46; Nm 9, 12). También el salmo 34 está en la inspiración: “Muchas son las desgracias del justo, pero de todas le libra Yahvé; cuida de todos sus huesos, ni uno solo se romperá” (Sal 34, 20-21). Finalmente, el horario en que Jesús es sentenciado a muerte, la hora sexta (el mediodía), coincide con el horario en que los sacerdotes comenzaban a sacrificar los corderos en el templo.

Sepultar al Rey. José de Arimatea y Nicodemo son los encargados de la sepultura en el relato joánico. El primero es el que pide la autorización para descender el cuerpo y el segundo lleva una mezcla de áloe y mirra que pesa cien litras. La litra equivale a una libra, aproximadamente, por lo que podemos decir que Nicodemo llevaba unos treinta kilos de perfume para la sepultura. Eso representa una cantidad enorme y desproporcionada para un entierro, aunque no el de un rey. Cuando el rey Asá murió, por ejemplo, “lo pusieron sobre un lecho lleno de bálsamo, de aromas y de ungüentos preparados según el arte de los perfumistas” (2Cron 16, 14). Jesús es sepultado con todos los honores, como los reyes del Antiguo Testamento.

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Evangelio Misionero del Día: 29 de Marzo de 2013 - VIERNES SANTO / ANTE EL CRUCIFICADO (José A. Pagola)

Pasión de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 18, 1-19, 42

¿A quién buscan?

C. Jesús fue con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón. Había en ese lugar un huerto y allí entró con ellos. Judas, el traidor, también conocía el lugar porque Jesús y sus discípulos se reunían allí con frecuencia. Entonces Judas, al frente de un destacamento de soldados y de los guardias designados por los sumos sacerdotes y los fariseos, llegó allí con faroles, antorchas y armas. Jesús, sabiendo todo lo que le iba a suceder, se adelantó y les preguntó:
a «¿A quién buscan?»
C. Le respondieron:
S. «A Jesús, el Nazareno».
C. Él les dijo:
a «Soy Yo».
C. Judas, el que lo entregaba estaba con ellos. Cuando Jesús les dijo: «Soy yo», ellos retrocedieron y cayeron en tierra. Les preguntó nuevamente:
a «¿A quién buscan?»
C. Le dijeron:
S. «A Jesús, el Nazareno».
C. Jesús repitió:
a «Ya les dije que soy Yo. Si es a mí a quien buscan, dejen que estos se vayan».
C. Así debía cumplirse la palabra que Él había dicho: «No he perdido a ninguno de los que me confiaste». Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al servidor del Sumo Sacerdote, cortándole la oreja derecha. El servidor se llamaba Malco. Jesús dijo a Simón Pedro:
a «Envaina tu espada. ¿Acaso no beberé el cáliz que me ha dado el Padre?»


Se apoderaron de Jesús y lo ataron

C. El destacamento de soldados, con el tribuno y los guardias judíos, se apoderaron de Jesús y lo ataron. Lo llevaron primero ante Anás, porque era suegro de Caifás, Sumo Sacerdote aquel año. Caifás era el que había aconsejado a los judíos: «Es preferible que un solo hombre muera por el pueblo».

¿No eres tú también uno de los discípulos de ese hombre?

C. Entre tanto, Simón Pedro, acompañado de otro discípulo, seguía a Jesús. Este discípulo, que era conocido del Sumo Sacerdote, entró con Jesús en el patio del Pontífice, mientras Pedro permanecía afuera, en la puerta. El otro discípulo, el que era conocido del Sumo Sacerdote, salió, habló a la portera e hizo entrar a Pedro. La portera dijo entonces a Pedro:
S. «¿No eres tú también uno de los discípulos de ese hombre?»
C. Él le respondió:
S. «No lo soy».
C. Los servidores y los guardias se calentaban junto al fuego, que habían encendido porque hacía frío. Pedro también estaba con ellos, junto al fuego. El Sumo Sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de su enseñanza. Jesús le respondió:
a «He hablado abiertamente al mundo; siempre enseñé en la sinagoga y en el Templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada en secreto. ¿Por qué me interrogas a mí? Pregunta a los que me han oído qué les enseñé. Ellos saben bien lo que he dicho».
C. Apenas Jesús dijo esto, uno de los guardias allí presentes le dio una bofetada, diciéndole:
S. «¿Así respondes al Sumo Sacerdote?»
C. Jesús le respondió:
a «Si he hablado mal, muestra en qué ha sido; pero si he hablado bien, ¿por qué me pegas?»
C. Entonces Anás lo envió atado ante el Sumo Sacerdote Caifás. Simón Pedro permanecía junto al fuego. Los que estaban con él le dijeron:
S. «¿No eres tú también uno de sus discípulos?»
C. Él lo negó y dijo:
S. «No lo soy».
C. Uno de los servidores del Sumo Sacerdote, pariente de aquél al que Pedro había cortado la oreja, insistió:
S. «¿Acaso no te vi con Él en la huerta?»
C. Pedro volvió a negarlo, y en seguida cantó el gallo.

Mi realeza no es de este mundo.

C. Desde la casa de Caifás llevaron a Jesús al pretorio. Era de madrugada. Pero ellos no entraron en el pretorio, para no contaminarse y poder así participar en la comida de Pascua. Pilato salió adonde estaban ellos y les preguntó:
S. «¿ Qué acusación traen contra este hombre?»
C. Ellos respondieron:
S. «Si no fuera un malhechor, no te lo hubiéramos entregado».
C. Pilato les dijo:
S. «Tómenlo y júzguenlo ustedes mismos, según la ley que tienen».
C. Los judíos le dijeron:
S. «A nosotros no nos está permitido dar muerte a nadie».
C. Así debía cumplirse lo que había dicho Jesús cuando indicó cómo iba a morir. Pilato volvió a entrar en el pretorio, llamó a Jesús y le preguntó:
S. «¿Eres Tú el rey de los judíos?»
C. Jesús le respondió:
a «¿Dices esto por ti mismo u otros te lo han dicho de mí?»
C. Pilato replicó:
S. «¿Acaso yo soy judío? Tus compatriotas y los sumos sacerdotes te han puesto en mis manos. ¿Qué es lo que has hecho?»
C. Jesús respondió:
a «Mi realeza no es de este mundo.
Si mi realeza fuera de este mundo,
los que están a mi servicio habrían combatido
para que Yo no fuera entregado a los judíos.
Pero mi realeza no es de aquí».
C. Pilato le dijo:
S. «¿Entonces Tú eres rey?»
C. Jesús respondió:
a «Tú lo dices:
Yo soy rey.
Para esto he nacido
y he venido al mundo:
para dar testimonio de la verdad.
El que es de la verdad, escucha mi voz».
C. Pilato le preguntó:
S. «¿ Qué es la verdad?»
C. Al decir esto, salió nuevamente a donde estaban los judíos y les dijo:
S. «Yo no encuentro en Él ningún motivo para condenarlo. Y ya que ustedes tienen la costumbre de que ponga en libertad a alguien, en ocasión de la Pascua, ¿quieren que suelte al rey de los judíos?»
C. Ellos comenzaron a gritar, diciendo:
S. «¡A Él no, a Barrabás!»
C. Barrabás era un bandido.

¡Salud, rey de los judíos!

C. Entonces Pilato tomó a Jesús y lo azotó. Los soldados tejieron una corona de espinas y se la pusieron sobre la cabeza. Lo revistieron con un manto púrpura, y acercándose, le decían:
S. «¡Salud, rey de los judíos!»
C. Y lo abofeteaban. Pilato volvió a salir y les dijo:
S. «Miren, lo traigo afuera para que sepan que no encuentro en El ningún motivo de condena».
C. Jesús salió, llevando la corona de espinas y el manto púrpura. Pilato les dijo:
S. «¡Aquí tienen al hombre!»
C. Cuando los sumos sacerdotes y los guardias lo vieron, gritaron:
S. «¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!»
C. Pilato les dijo:
S. «Tómenlo ustedes y crucifíquenlo. Yo no encuentro en Él ningún motivo para condenarlo».
C. Los judíos respondieron:
S. «Nosotros tenemos una Ley, y según esa Ley debe morir porque Él pretende ser Hijo de Dios».
C. Al oír estas palabras, Pilato se alarmó más todavía. Volvió a entrar en el pretorio y preguntó a Jesús:
S. «¿De dónde eres Tú?»
C. Pero Jesús no le respondió nada. Pilato le dijo:
S. «¿No quieres hablarme? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y también para crucificarte?»
C. Jesús le respondió:
a «Tú no tendrías sobre mí ninguna autoridad, si esta ocasión no la hubieras recibido de lo alto. Por eso, el que me ha entregado a ti ha cometido un pecado más grave».

¡Sácalo! ¡Sácalo! ¡Crucifícalo!

C. Desde ese momento, Pilato trataba de ponerlo en libertad. Pero los judíos gritaban:
S. «Si lo sueltas, no eres amigo del César, porque el que se hace rey se opone al César».
C. Al oír esto, Pilato sacó afuera a Jesús y lo hizo sentar sobre un estrado, en el lugar llamado «el Empedrado», en hebreo, «Gábata».
Era el día de la Preparación de la Pascua, alrededor del mediodía. Pilato dijo a los judíos:
S. «Aquí tienen a su rey».
C. Ellos vociferaban:
S. «¡Sácalo! ¡Sácalo! ¡Crucifícalo!»
C. Pilato les dijo:
S. «¿Voy a crucificar a su rey?»
C. Los sumos sacerdotes respondieron:
S. «No tenemos otro rey que el César».
C. Entonces Pilato se lo entregó para que lo crucificaran, y ellos se lo llevaron.

Lo crucificaron, y con Él a otros dos

C. Jesús, cargando sobre sí la cruz, salió de la ciudad para dirigirse al lugar llamado «del Cráneo», en hebreo «Gólgota». Allí lo crucificaron; y con Él a otros dos, uno a cada lado y Jesús en el medio. Pilato redactó una inscripción que decía: «Jesús el Nazareno, rey de los judíos», y la colocó sobre la cruz.
Muchos judíos leyeron esta inscripción, porque el lugar donde Jesús fue crucificado quedaba cerca de la ciudad y la inscripción estaba en hebreo, latín y griego. Los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato:
S. «No escribas: "El rey de los judíos", sino: "Este ha dicho: Yo soy el rey de los judíos"».
C. Pilato respondió:
S. «Lo escrito, escrito está».

Se repartieron mis vestiduras

C. Después que los soldados crucificaron a Jesús, tomaron sus vestiduras y las dividieron en cuatro partes, una para cada uno. Tomaron también la túnica, y como no tenía costura, porque estaba hecha de una sola pieza de arriba abajo, se dijeron entre sí:
S. «No la rompamos. Vamos a sortearla, para ver a quién le toca».
C. Así se cumplió la Escritura que dice:
«Se repartieron mis vestiduras
y sortearon mi túnica».
Esto fue loque hicieron los soldados.

¡Aquí tienes a tu hijo! ¡Aquí tienes a tu madre!

C. Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien Él amaba, Jesús le dijo:
a «Mujer, aquí tienes a tu hijo».
C. Luego dijo al discípulo:
a «Aquí tienes a tu madre».
C. Y desde aquella Hora, el discípulo la recibió como suya.

Todo se ha cumplido

C. Después, sabiendo que ya todo estaba cumplido, y para que la Escritura se cumpliera hasta el final, Jesús dijo:
a «Tengo sed».
C. Había allí un recipiente lleno de vinagre; empaparon en él una esponja, la ataron a una rama de hisopo y se la acercaron a la boca. Después de beber el vinagre, dijo Jesús:
a «Todo se ha cumplido».
C. E inclinando la cabeza, entregó el espíritu.

Aquí todos se arrodillan, y se hace un breve silencio de adoración.

En seguida brotó sangre yagua

C. Era el día de la Preparación de la Pascua. Los judíos pidieron a Pilato que hiciera quebrar las piernas de los crucificados y mandara retirar sus cuerpos, para que no quedaran en la cruz durante el sábado, porque ese sábado era muy solemne. Los soldados fueron y quebraron las piernas a los dos que habían sido crucificados con Jesús. Cuando llegaron a Él, al ver que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le atravesó el costado con la lanza, y en seguida brotó sangre y agua.
El que vio esto lo atestigua: su testimonio es verdadero y él sabe que dice la verdad, para que también ustedes crean. Esto sucedió para que se cumpliera la Escritura que dice:

«No le quebrarán ninguno de sus huesos».
Y otro pasaje de la Escritura, dice:
«Verán al que ellos mismos traspasaron».

Envolvieron con vendas el cuerpo de Jesús,
agregándole la mezcla de perfumes

C. Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús -pero secretamente, por temor a los judíos-- pidió autorización a Pilato para retirar el cuerpo de Jesús. Pilato se la concedió, y él fue a retirarlo.
Fue también Nicodemo, el mismo que anteriormente había ido a verlo de noche, y trajo una mezcla de mirra y áloe, que pesaba unos treinta kilos. Tomaron entonces el cuerpo de Jesús y lo envolvieron con vendas, agregándole la mezcla de perfumes, según la costumbre de sepultar que tienen los judíos.
En el lugar donde lo crucificaron había una huerta y en ella, una tumba nueva, en la que todavía nadie había sido sepultado. Como era para los judíos el día de la Preparación y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.


Compartiendo la Palabra

ANTE EL CRUCIFICADO

Siguiendo una antiquísima tradición romana, el Viernes Santo no se celebra la Eucaristía sino una solemne liturgia que tiene como centro la Pasión y la Muerte del Señor.
Siempre me ha impresionado, dentro de esta celebración, la liturgia sobria y profunda de la adoración de la Cruz, de inspiración probablemente oriental.
En primer lugar, el descubrimiento progresivo del Crucificado y la repetida invitación a la adoración. Luego, la procesión de todos los fieles hacia la Cruz, mientras se canta el admirable himno "Crux fidelis". Por fin, el beso emocionado de cada creyente al Cristo muerto.
No es un momento de tristeza. Para los creyentes es momento de hondo recogimiento donde se entremezclan, de manera difícil de expresar, el agradecimiento, la adoración, el arrepentimiento.
Ese gran teólogo y gran creyente que fue Karl Rahner nos ha desvelado su alma orante en ese precioso libro que lleva por título "Oraciones de vida ".
Tal vez su oración nos pueda ayudar también a nosotros a acercarnos esa tarde del Viernes Santo al Dios crucificado:
"¿En dónde podría yo refugiarme con mi debilidad, con mi dejadez, con mis ambigüedades e inseguridades... sino en Ti, Dios de los pecadores comunes, cotidianos, cobardes, corrientes?".
"Mírame, Señor, mira mi miseria. ¿A quién podría huir sino a Ti?
¿Cómo podría soportarme a mí mismo si no supiera que Tú me soportas, si no tuviera la experiencia de que Tú eres bueno conmigo?".
"Mi pecado no es grandioso, es tan cotidiano, tan común, tan corriente que incluso puede pasar inadvertido... Pero qué hastío suscita mi miseria, mi apatía, la horrible mediocridad de mi buena conciencia.
Sólo Tú puedes soportar tal corazón.
Sólo Tú tienes aún para mí un amor paciente.
Sólo Tú eres más grande que mi pobre corazón".
"Dios santo, Dios justo, Dios que eres la Verdad, la Fidelidad, la Sinceridad, la justicia, la Bondad... ten compasión de mí... Soy un pecador, pero tengo un deseo humilde de tu misericordia gratuita".
"Tú no te cansas en tu paciencia conmigo. Tú vienes en mi ayuda. Tú me das la fuerza de comenzar siempre de nuevo, de esperar contra toda esperanza, de creer en la victoria, en tu victoria en mí en todas las derrotas, que son las mías".
Este año tal vez nuestro beso al Crucificado puede ser un poco más sincero y profundo.

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WebJCP | Abril 2007