El hijo de María, el nazareno, está por nacer. Al igual que ayer, muchos lo esperan y lo proclaman, pero nadie le da una posada en donde refugiarse. No hay lugar para Jesús al lado de grandes árboles cargados de regalos, ni de mesas desbordantes de comidas, ni en salones con música fuerte o cualquier evento social llamado navideño, ni en coloridos y estruendosos fuegos artificiales...
Sin embargo el niño nacerá igual y tendrá lugar en la mesa de los pobres que no reciben ningún tipo de asistencia, en las casas de mucha gente sola que a nadie le importa, en los hospitales junto a los enfermos y sus cuidadores, en algún lugar de la ciudad donde habita una persona sin techo para vivir y en muchísimos corazones rotos de gente abandonada y excluida por esta sociedad de consumo.
El milagro se producirá una vez más, del mismo modo que hace 2000 años... ¿Estaremos presenciando ese nacimiento? O nuestros corazones aturdidos y desorientados se dejarán llevar por la cortina de humo que nos venden en esta fecha?
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