Este domingo Jesús entra a Jerusalén. El entra, y nos pregunta “¿entras conmigo? Es entrar, pero para ir a la pasión y Cruz. Por supuesto, será para después ir a la resurrección.
En la Semana Santa, en ese camino que va desde la puerta de la ciudad hasta el Gólgota del Viernes Santo y hasta el sepulcro vacío del Domingo de Resurrección, hay un lugar que el Señor se reserva para mí. Hay un momento dentro de la Pasión que es para mí. Y el desafío si decido entrar en la Semana Santa con todo el corazón, es encontrarlo: será por las calles de Jerusalén, quizá sentado en la mesa de la Eucaristía, será en el lavatorio de los pies, será sentado junto a Él en el patio, en soledad, será en el Vía Crucis, o quizá al pie de la Cruz junto a María… no lo sabemos. Dios lo sabe y eso basta.
En la Semana Santa, en ese camino que va desde la puerta de la ciudad hasta el Gólgota del Viernes Santo y hasta el sepulcro vacío del Domingo de Resurrección, hay un lugar que el Señor se reserva para mí. Hay un momento dentro de la Pasión que es para mí. Y el desafío si decido entrar en la Semana Santa con todo el corazón, es encontrarlo: será por las calles de Jerusalén, quizá sentado en la mesa de la Eucaristía, será en el lavatorio de los pies, será sentado junto a Él en el patio, en soledad, será en el Vía Crucis, o quizá al pie de la Cruz junto a María… no lo sabemos. Dios lo sabe y eso basta.
Por P. Angel Rossi
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