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MISIONEROS EN CAMINO: CATEQUESIS: III Domingo de Pascua (Lc 24,35-48) - Ciclo B: Jesus se aprece a los discípulos de Emaús
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viernes, 20 de abril de 2012

CATEQUESIS: III Domingo de Pascua (Lc 24,35-48) - Ciclo B: Jesus se aprece a los discípulos de Emaús


Publicado por Catequistas.org

1. Lecturas de la palabra de Dios

-El tiempo pascual se desarrolla en clave de alegría por la resurrección del Señor crucificado. Los apóstoles los enviados de Jesús deben ser los primeros que se cercioren de ese hecho magnífico, pues el Maestro les tenía preparados para ir con su anuncio por toda la tierra.

Primera lectura. Hechos 3 13-15 y 17-19

El discurso de Pedro a los judíos es una pieza maestro de entusiasmo evangélico. Ha pasado el tiempo del miedo y la valentía del mensajero apostólico se muestra resplandeciente
“Hermanos. El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús, a quien vosotros entregasteis y de quien renegasteis ante Pilato, cuando éste estaba resuelto a ponerle en libertad.
Vosotros renegasteis del Santo y del Justo, y pedisteis que se os hiciera gracia de un asesino, y matasteis al Jefe que lleva a la Vida. Pero Dios le resucitó de entre los muertos, y nosotros somos testigos de ello.
"Ya sé yo, hermanos, que obrasteis por ignorancia, lo mismo que vuestros jefes. Pero Dios dio cumplimiento de este modo a lo que había anunciado por boca de todos los profetas: que su Cristo padecería.
Arrepentíos, pues, y convertíos, para que vuestros pecados sean borrados.
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Segunda lectura. 1 Juan 2. 1-5
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Las cartas de Juan, o atribuidas a Juan, el discípulo amado de Jesús, se centran también en mensajes de esperanza, ya que Jesús vive y acompaña a sus seguidores por toda la tierra.
“Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo.
El es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.
En esto sabemos que le conocemos: en que guardamos sus mandamientos.
Quien dice: "Yo le conozco" y no guarda sus mandamientos es un mentiroso y la verdad no está en él.
Pero quien guarda su Palabra, ciertamente en él el amor de Dios ha llegado a su plenitud. En esto conocemos que estamos en él.”
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Tercera lectura. Lucas 24. 35-48
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Jesús se prodigo en los días posteriores a su muerte con sus discípulo, que pronto comprendieron que el tiempo de sus predicación había terminado. Y que una vez que él había resucitado a ellos le correspondía ir por toda la tierra para anunciar la gloria del Resucitado
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“Ellos, por su parte, [los de Emaús] contaron lo que había pasado en el camino y cómo le habían conocido en la fracción del pan.
Estaban hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les dijo: "La paz con vosotros."
Sobresaltados y asustados, creían ver un espíritu.
Pero él les dijo: "¿Por qué os turbáis, y por qué se suscitan dudas en vuestro corazón?
Mirad mis manos y mis pies; soy yo mismo. Palpadme y ved que un espíritu no tiene carne y huesos como véis que yo tengo."
Y, diciendo esto, los mostró las manos y los pies.
Como ellos no acabasen de creerlo a causa de la alegría y estuviesen asombrados, les dijo: "¿Tenéis aquí algo de comer?"
Ellos le ofrecieron parte de un pez asado. Lo tomó y comió delante de ellos.
Después les dijo: "Estas son aquellas palabras mías que os hablé cuando todavía estaba con vosotros: "Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos acerca de mí."
Y, entonces, abrió sus inteligencias para que comprendieran las Escrituras, y les dijo: "Así está escrito que el Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos al tercer día y se predicara en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las naciones, empezando desde Jerusalén. Vosotros sois testigos de estas cosas.”

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2. Comentario

El sentido de los seguidores de Jesús después de su muerte, que los judíos mataron al Señor por envidia y por ignorancia. Pero que Jesús resucitó por el poder de su Padre tantas veces citado en sus predicaciones. Lo diría bien claro San Pedro,:“Matasteis al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos”. Pedro inauguró la misión de la Iglesia, proclamando valientemente la necesidad de la conversión para responder al designio divino de salvarnos en Cristo Jesús, muerto y resucitado por nosotros.
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Comentaba San Juan Crisóstomo en una de sus hermosas homilias: «San Pedro les dice que la muerte de Cristo era consecuencia de la voluntad y decreto divinos. ¡Ved este incomprensible y profundo designio de Dios! No es uno, son todos los profetas a coro quienes habían anunciado este misterio. Pero, aunque los judíos habían sido, sin saberlo, la causa de la muerte de Jesús, esta muerte había sido determinada por la Sabiduría y la Voluntad de Dios, sirviéndose de la malicia de los judíos para el cumplimiento de sus designios. El Apóstol nos lo dice: “aunque los profetas hayan predicho esta muerte y vosotros la hayáis hecho por ignorancia, no penséis estar enteramente excusados”. Pedro les dice en tono suave: “Arrepentíos y convertíos”. ¿Con qué objeto? “Para que sean borrados vuestros pecados. No sólo vuestro asesinato en el cual interviene la ignorancia, sino todas las manchas de vuestra alma”» (Homilía sobre los Hechos 9).
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El Señor había sido la víctima de propiciación por nuestros pecados y por los del mundo entero. Por eso todos debemos sentirnos dichosos de ese paso, de esa pascua, tan tremenda : de la presencia al calvario… y de la muerte de nuevo a la presencia gloriosa.
Si realmente el Misterio Pascual ha prendido en nuestra vida, lo evidenciará nuestra renuncia real al pecado y nuestra fidelidad amorosa a la Voluntad divina. Los textos más expresivos y valioso de la mediación e intercesión de Cristo ante el Padre como Supremo Pontífice de nuestra fe lo encontramos en los escritos de los evangelistas, ya que ellos fueron testigos vivos del acontecimiento grandioso de ka Resurrección
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San Lucas de una forma bella y expresiva recogió (24,35-48) el mensaje e la resurrección: “Así estaba escrito: El Mesías padecerá y resucitará de entre los muertos al tercer día”. Pero también dejó Cristo que el Señor lo había claramente: “Al tercer resucitará”
La realidad de Cristo crucificado compromete a toda la Iglesia en la misión de proclamar la necesidad de la conversión de lo hombres ante el anuncio de su Evangelio. Pensar en el misterio del dolor de Jesús es una necesidad espiritual para que los hombres puedan alcanzar su salvación. Pero es necesario saber también que resucitó y que no fue vencido por el dolo y la muerte
San Ignacio de Antioquía lo decía en los primeros tiempos del cristianismo: «Pues yo sé y creo que después de su resurrección Él existe en la carne. Y cuando vino a los que estaban alrededor de Pedro, les dijo: “Tomad y tocadme y ved que no soy un fantasma incorpóreo” (Lc 24,39). Y seguidamente lo tocaron y creyeron, fundiéndose con su cuerpo y con su espíritu. Por ello despreciaron la muerte y estuvieron por encima de la muerte. Después de la resurrección comió y bebió con ellos como carnal, aunque espiritualmente estaba unido al Padre» (Carta a los de Esmirna 3,1-3).
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La resurrección de Jesús no es una vuelta a su vida anterior para volver de nuevo a morir un día de manera ya definitiva. Su resurrección totalmente diferente de la de Lázaro o la del hijo de la viuda de Naim, al que él volvió a la vida. No es una simple reanimación de su cadáver. Es más bien una transformación misteriosa, que permite a su cuerpo vivir una vida superior, una vida que será el modelo de la que llevarán todos los resucitados en los últimos tiempos.
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Jesús no regresa a esta vida, sino que entra en la Vida eterna, la definitiva de Dios. Por eso, los primeros predicadores dicen que Jesús ha sido "exaltado" por Dios (Hechos 2, 33), y los relatos evangélicos presentan a Jesús viviendo ya una vida que no es la nuestra.
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Los cristianos no han entendido nunca la resurrección de Jesús como una supervivencia misteriosa de su alma inmortal. Jesús resucitado no es "un alma inmortal" ni un fantasma. El que resucita es el Jesús total, con su cuerpo y alma, y con ello entra en el misterio de su vida eterna. Es un hombre completo, vivo, concreto, que ha sido liberado de la muerte con todo lo que constituye su personalidad. Para los primeros creyentes, a este Jesús resucitado que ha alcanzado ahora toda la plenitud de la vida no le puede faltar el cuerpo vivo y el alma viva.
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Es conveniente insistir con todo que esa nueva vida es misteriosa y no responde a las leyes físicas de este mundo. Por eso decimos que el cuerpo resucitado es sobrenatural. Se muestra resplandeciente, entra en una cenáculo con las puertas cerradas, se presenta como irreconocible para la Magdalena, para los discípulos de Emaus o par los mismos Apóstoles en el lago de Tiberiades. Ello quiere decir que la situación de Jesús resucitado ya es otra cosa, algo que está más allá del espacio y del tiempo, algo radicalmente espiritual y sobrenatural.
Los primeros cristianos no describen nunca la resurrección de Jesús como una operación prodigiosa en la que el cuerpo y el alma de Jesús han vuelto a unirse para siempre. Su atención se centra en el gesto creador de Dios que ha levantado al muerto Jesús a la vida. La resurrección de Jesús no es un nuevo prodigio, sino una intervención creadora de Dios. La resurrección es algo que le ha sucedido a Jesús y no a los discípulos. Es algo que ha acontecido en el muerto Jesús y no en la mente o en la imaginación de los discípulos.
No es que "ha resucitado" la fe de los discípulos a pesar de haber visto a Jesús muerto en la cruz. El que ha resucitado es Jesús mismo. No es que Jesús permanece ahora vivo en el recuerdo de los suyos. Es que Jesús realmente ha sido liberado de la muerte y ha alcanzado la vida definitiva de Dios.
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A los primeros cristianos no les gustaba decir: "Jesús ha resucitado." Prefieren emplear otra expresión: "Jesús ha sido resucitado por Dios" (Hech. 2, 24; 3, 15...) Para ellos, la resurrección es una actuación del Padre que con su fuerza creadora y poderosa ha levantado al muerto Jesús a la Vida definitiva y plena de Dios. Para decirlo de alguna manera, Dios le espera a Jesús al otro lado de la muerte para liberarlo de la destrucción, vivificarlo con la fuerza creadora, levantarlo de entre los muertos e introducirlo en la vida indestructible de Dios.
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Este paso de Jesús de la muerte a la Vida definitiva es un acontecimiento que desborda esta vida en que nosotros nos movemos. Por eso, no lo podemos constatar y observar como hacemos con tantos otros acontecimientos que suceden entre nosotros. Pero es un hecho real, que ha sucedido. Más aún: para los creyentes es el hecho más real, importante y decisivo que ha sucedido para la historia de la humanidad.

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3. Modelo de Catequesis

1. Experiencia

Hacer un estudio de las personas con las que vivimos sobre las muertes simbólicas o “metafóricas, que se tienen en la vida y en la existencia terrena… Ver como las viven o las valoran: la muerte de una enfermedad que rompe los planes, de una ruptura matrimonial, de una pérdida del trabajo o empleo, de una pérdida de un amigo querido, de un accidente, de un cataclismo natural. Hacer una lista de esas muertes


1. Reflexión


Con la lista de rupturas, dolores, sorpresas o “muertes” , se puede comparar lo contrario: un triunfo profesional, un enamoramiento que termina en boda, un premio que se recibe, un ascenso en la carrera profesional, una victoria en algo que se pensaba que iba a ser una derrota.

Comparar la alegría humana y la tristeza. Hacer la relación de un disgusto o fracaso cando se espera un triunfo. Ver cómo sabe un triunfo cuando se daba algo ya por perdido.


2. Acción


Llevar luego toda la fuerza reflexiva a entender el animo de los apóstoles con el tremendo choque que supone la muerte, respecto a sus expectativas anteriores. Y ver lo que supone para ellos la resurrección de Jesús, cuando el mismo Señor se aparece para decirles que ha resucitado.

Cada uno puede buscar en el Nuevo Testamento lo que debió ser para uno de los doce… ver lo que se dice de él… como conoció a Jesús… lo que probablemente esperaba de el… Y luego lo que supuso para el que cada uno ha elegido la muerte de Jesús y luego la resurrección


3. Participación


Después de ellos se puede hacer la síntesis y sacar una serie de frases aludidas al grupo… que es, y era, la Iglesia. Analizar el valor colectivo de los doce Apóstoles y ver lo que pensaban como grupo antes de la muerte, en la muerte y después de la resurrección de Jesús


4. Interiorización


Exponer cada uno los sentimientos, las palabras y las actitudes que hubieran tenido si hubieran sido del grupo de los doce… que habrían pensado el lunes santos.. y luego que hubiera uno dicho y hecho en la Cena del Jueves, y luego en las horas de la pasión. Exponerlo ante los demás compañeros


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4. Ejercicios para la catequesis

- De Pequeños

Hacer una dramatización de una aparición de Jesús a unos niños en diversas situaciones por grupos: uno en casa, otro en la clase, otros en la calle, otos en el tren… Decir las cosas que ellos piensan que Jesús dirías.

El catequista o profesor aprovecha para hacer un resumen de lo que Jesús dijo en la vida y que ahora les recuerda, para que lo cumplan


Para medianos


Hacer una lista de las Apariciones de Jesús que trata el Evangelio y hacer un cronograma de lo que pudieron ser los cuarenta días que pasaros desde la Resurrección hasta la Ascensión. Se puede tomar por cada miembro del grupo o de la clase una aparición y situarla en un cronograma. Cada uno puede señalar una aparición a otros personajes evangélicos y ponerlas en el cronograma como posibles.


Para mayores


Analizar una aparición de Jesús, respondiendo en grupo, con cierta profundidad a las preguntas siguientes: Quien, a quién, dónde, cuándo, por qué, para qué, con quién,

Se pueden someter a este interrogatorio de adverbios a los alumnos en referencia a alguna de las Apariciones narradas e los textos evangélicos. Y se puede discutir algunas de las respuestas. El educador puede ir profundizando o completando lo que dicen los que responden

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Complementos para la reflexión


Vocabulario interesante.

Aparición, Amor, Mandato misional, Misión,
Mensaje, Testigos, Carisma, Kerigma,
Parusía, Escatología.


Libros

El misterio de Jesús. Fernando Ováriz y otros. Navarra. Eunsa. 2004
Anastasis. Resucito y resucitaremos. Santos Sabugal. Madrid Ed. Católica. 1993
Jesucristo imagen del hombre nuevo. Ricardo María Carles. Madrid. Comercial Editora de publicaciones. 2008
Jesús, todo un hombre, todo un Dios. Jesús Alvarez. Madrid. Edibesa. 2004
Jesucristo. Antonio González. Madrid. Ed. CCS. 2007.

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WebJCP | Abril 2007