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sábado, 17 de marzo de 2012

Palabra para la Misión: ‘Amor-misericordia’: es el único juicio de Dios sobre el mundo


IV Domingo de Cuaresma
Año B - 18.3.2012 / Por EUNTES

2Crónicas 36,14-16.19-23 / Salmo 136 / Efesios 2,4-10
Juan 3,14-21

Reflexiones

“Tanto amó Dios al mundo…” Esta es la clave de lectura que la palabra de Dios nos ofrece en este domingo, para entrar con provecho en el misterio de la Pascua, ya cercana. Amor-misericordia: es la consigna, el único proyecto de nuestro Dios. Muerte y vida, juicio y salvación, condenación y fe, tinieblas y luz, mal y verdad... son algunas expresiones del dualismo característico de Juan, que aparece también en el Evangelio de hoy. La historia humana de todos los tiempos está llena de estos contrastes, tensiones y victorias parciales: a veces del bien, otras del mal, según las fuerzas y acontecimientos que se entrecruzan y chocan. Lo que mayormente angustia el corazón humano es saber quién va a ser el más fuerte, quién prevalecerá al final, cuál será la palabra definitiva. El optimismo o la depresión, la esperanza o la desesperación dependen de la respuesta a este dilema. “Sobre el pecado y sobre el mal del mundo resplandece siempre la luz del amor de Dios” (F. Mauriac).


El evangelista Juan –en la conversación de Jesús con Nicodemo- nos ofrece la respuesta de esperanza: el amor de Dios prevalece sobre el mal del mundo. El juicio de Dios sobre el mundo es la salvación, ofrecida como don; la palabra definitiva de Dios no es la muerte, sino la vida. “Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en Él, sino que tengan vida eterna” (v. 3,16). La condenación, si se diera el caso, es una opción personal de algunos: es la suerte de quien, personalmente, prefiera las tinieblas a la luz y deteste la luz (v. 19-20). El proyecto de Dios es cabalmente y siempre para la vida.


“Todas las religiones se han propuesto alejarse del mundo, han subrayado la infinita distancia entre Creador y criatura, han constatado la pesadez de la vida al punto de proponer un camino de alejamiento de la realidad. Nuestro Dios, al contrario, se liga al mundo, lo ama. Tanto. Ese ‘tanto’ revela un aspecto de Dios que demasiadas veces olvidamos: el exceso del amor de Dios por nosotros. Jesús, a continuación, nos recuerda que Dios no quiere juzgar al mundo, sino salvarlo. ¡Si lo creyéramos! Dejemos de creer en un Dios pronto a subrayar, como un antipático director de escuela, nuestras incongruencias; y, en cambio, abrámonos a ese ‘tanto amó al mundo’ que da un vuelco a las perspectivas”. (Pablo Curtaz)



La relectura de la historia del Pueblo de Israel, según el libro de las Crónicas (I lectura), se presenta en términos de pecado-castigo-salvación. El pecado era general: jefes, sacerdotes, pueblo... todos “multiplicaron sus infidelidades” (v. 14). Sin embargo, el Señor “tenía compasión de su pueblo” y les envió desde el principio avisos por medio de sus mensajeros (v. 15). Tras derrotas, deportación y esclavitud, por fin se abre para el pueblo el camino del retorno a la patria. La liberación proclamada por Ciro, rey de Persia, se considera como la intervención final de Dios, quien da así cumplimiento a su promesa de salvación (v. 22).


Para San Pablo (II lectura), en el origen del proyecto divino sobre el mundo, hay un “Dios, rico en misericordia”, que ama con “gran amor” (v. 4), que ofrece su gracia sobreabundante y “su bondad para con nosotros en Cristo Jesús” (v. 7). En Él tenemos la salvación mediante la fe; “y es... un don de Dios” (v. 8). Este don no está reservado solo para algunos, sino que Dios lo ofrece a todos, aunque por caminos y tiempos diferentes. El signo de esta salvación universal es el Hijo del hombre elevado sobre la tierra en el desierto de este mundo. Él es el juicio de amor divino sobre el mundo: ¡un juicio de misericordia! (*) Esa “misericordia de generación en generación” que también María ha cantado con gozo y pasión tras el acontecimiento de la Anunciación del Señor.


Para no cerrar los ojos a la luz, es suficiente y necesario mirar hacia Él: Él es el Hijo, el primero de muchos hijos y hermanos, elevado a la vista de todos, “para que todo el que cree en Él tenga vida eterna” (Jn 3,15). La salvación es para todo el que cree, para el que eleva la mirada hacia Él, para aquellos que “mirarán al que atravesaron” (Jn 19,37). Tener fija la mirada de amor sobre Él es fuente de salvación y de misión, como San Daniel Comboni, en 1871, lo señalaba a los misioneros de su Instituto para África: “El pensamiento perpetuamente dirigido al gran fin de su vocación apostólica debe engendrar en los alumnos del Instituto el espíritu de sacrificio. Fomentarán en sí esta disposición esencialísima teniendo siempre los ojos fijos en Jesucristo, amándolo tiernamente y procurando entender cada vez mejor qué significa un Dios muerto en la cruz por la salvación de las almas. Si con viva fe contemplan y gustan un misterio de tanto amor, serán felices de ofrecerse a perderlo todo y a morir por Él y con Él” (Escritos, 2720-2722). La contemplación de Cristo, elevado sobre la Cruz y viviente en la Eucaristía, es un estímulo eficaz a la santidad de vida y al compromiso misionero, para llevar el mensaje de Jesús a todos los pueblos.



Palabra del Papa

(*) “Creer en el Hijo crucificado significa «ver al Padre», significa creer que el amor está presente en el mundo y que este amor es más fuerte que toda clase de mal, en que el hombre, la humanidad, el mundo están metidos. Creer en ese amor significa creer en la misericordia. En efecto, es esta la dimensión indispensable del amor, es como su segundo nombre”.

Juan Pablo II
Encíclica Dives in Misericordia (1980), n.7


Siguiendo los pasos de los Misioneros

- 18/3: S. Cirilo (+386), obispo de Jerusalén, conocido por sus catequesis; fue a menudo perseguido por los arrianos.

- 19/3: S. José, hombre “justo” (Mt 1,19), esposo de la B. V. María, padre putativo de Jesús, Patrono de la Iglesia universal.

- 20/3: B. Francisco Palau y Quer (1811-1872), sacerdote español de los carmelitas descalzos; fue víctima de varias persecuciones, fundador, dedicado a las misiones populares.

- 21/3: Jornada Internacional (ONU) para la eliminación de la Discriminación Racial.

- 22/3: Jornada Mundial del Agua, instituida por la ONU (1993).

- 23/3: S. Toribio Alfonso de Mogrovejo (1538-1606), nacido en España; era todavía un seglar cuando fue nombrado arzobispo de Lima (Perú); fue asiduo defensor de los indios. Es patrono del Episcopado latinoamericano.

- 24/3: Memoria del asesinato de Mons. Oscar Arnulfo Romero (+1980), arzobispo de San Salvador (El Salvador). – Jornada de oración y de ayuno por los misioneros mártires.

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WebJCP | Abril 2007