La realidad que nos envuelve puede a veces apagar nuestro espíritu porque vamos perdiendo la perspectiva de esta misma realidad y podemos perder la perspectiva de las mismas y la búsqueda adecuada de las soluciones.
La presencia o la intervención de una persona querida o cercana puede ayudarnos a encontrar nuevas formas para llevar adelante la misión que tenemos entre manos.
Según el libro del Éxodo, en el capítulo 18, esto lo que le ocurrió a Moisés con la visita de su suegro. Un hombre venido de lejos se dio cuenta de cómo los problemas que surgían entre los israelitas ocupaban todo el tiempo de Moisés, y le sugiere una solución: que otras personas le ayuden y que se reserve para él sólo los casos más graves. Moisés recuperó así su tiempo para dedicarlo al pueblo y a Dios.
También a nosotros nos puede ocurrir lo mismo. El punto de vista nuevo de alguien que llega de fuera puede hacernos ver la realidad desde otros ángulos. Sólo es preciso estar disponibles y abiertos para recibir las sugerencias de los demás. Y esta actitud a veces no nos es fácil porque estamos demasiado seguros de nosotros mismos.
El tiempo de cuaresma es tiempo de conversión y de vida nueva, que el Señor nos conceda la gracia para reconocer los fragmentos de luz que los demás nos aportan y nos ayude a emprender nuevos caminos para llegar a la verdadera conversión del corazón.
Texto: Hna. Carmen Solé.
Publicado por Mi Vocación
La presencia o la intervención de una persona querida o cercana puede ayudarnos a encontrar nuevas formas para llevar adelante la misión que tenemos entre manos.
Según el libro del Éxodo, en el capítulo 18, esto lo que le ocurrió a Moisés con la visita de su suegro. Un hombre venido de lejos se dio cuenta de cómo los problemas que surgían entre los israelitas ocupaban todo el tiempo de Moisés, y le sugiere una solución: que otras personas le ayuden y que se reserve para él sólo los casos más graves. Moisés recuperó así su tiempo para dedicarlo al pueblo y a Dios.
También a nosotros nos puede ocurrir lo mismo. El punto de vista nuevo de alguien que llega de fuera puede hacernos ver la realidad desde otros ángulos. Sólo es preciso estar disponibles y abiertos para recibir las sugerencias de los demás. Y esta actitud a veces no nos es fácil porque estamos demasiado seguros de nosotros mismos.
El tiempo de cuaresma es tiempo de conversión y de vida nueva, que el Señor nos conceda la gracia para reconocer los fragmentos de luz que los demás nos aportan y nos ayude a emprender nuevos caminos para llegar a la verdadera conversión del corazón.
Texto: Hna. Carmen Solé.
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