La piedra de toque de la oración auténtica no es el replegarse en sí mismo, o el gusto intimista que nos lleva a buscar satisfacciones personales, sino la franca y clara disposición de nuestra vida en favor de todos aquellos que nos necesitan, del que sufre, de los más pobres, los más necesitados. Es una apropiación de nosotros mismos para ponernos al servicio de los demás.
Por Carlo Martini sj
Publicado por El Evangelio en Casa
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