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sábado, 10 de diciembre de 2011

Palabra para la Misión: El desafío misionero de descubrir y anunciar al Desconocido


III Domingo de Adviento
Año B – 11.12.2011 / Por EUNTES

Isaías 61,1-2.10-11 / Salmo Lc 1,46-54 / 1Tesalonicenses 5,16-24
Juan 1,6-8.19-28

Reflexiones

“El que llega primero al manantial bebe el agua más pura”. Este proverbio de Tanzania tiene el gusto del agua fresca de los montes, despierta el sentido de alegría que es típico de Adviento, siempre y cuando se viva en vigilante espera. En este domingo “gaudete” (alégrense), la invitación litúrgica a la alegría es insistente: en el canto de entrada, la oración colecta, I y II lectura, salmo responsorial… San Pablo explica el motivo del gozo cristiano: “¡el Señor está cerca!” (Fil 4,4-5). Para Pablo (II lectura) la alegría se alimenta en la oración y en la fidelidad al Espíritu (v. 17-19). Muy oportunamente Juan Pablo II incluye, entre las características de la espiritualidad misionera, “la alegría interior, que viene de la fe” (RMi 91). Esta alegría se manifiesta con signos concretos en la esperanza, apertura y confianza en Dios y en los hermanos. El misionero es testigo y portador de esperanza, seguridad y consuelo, sobre todo acercándose a los que sufren y a los más débiles. (*)

El profeta (I lectura) invita al pueblo, liberado de la esclavitud, a alegrarse: hay “la buena noticia” para los que sufren, libertad para los prisioneros, un año de misericordia para todos (v. 1-2)… El pueblo puede desbordar de gozo con el Señor (v. 10), que es capaz de renovar al mundo con nuevos brotes (v. 11). De este himno de alegría se hace eco María, la primera creyente, con su cántico de alabanza por las “obras grandes” que el Poderoso hace por sus siervos (salmo responsorial). En María está la voz de la Iglesia peregrina y misionera entre gozos y tribulaciones. ¡Está la voz de cada uno de nosotros! Está sobre todo la voz de Jesús, quien en la sinagoga de Nazareth hizo suyo el programa del profeta, sintiéndose ungido y enviado para llevarlo a cabo (Lc 4,18-21).

Juan el Bautista (Evangelio) tiene conciencia de ser “enviado” (v. 6) para allanar el camino del Señor (v. 23); se reconoce tan solo como voz de Otro, que es mayor que él. En efecto, Dios es la Palabra; Juan es solo voz de Él, porque no tiene un mensaje propio. Él sabe que la fuerza está en la Palabra, no en el portavoz. Así como la energía está en la semilla, no en el que la esparce. Juan es testigo de este dinamismo de la misión, que le sobrepasa. Él se alegra de esto, contento con disminuir, consciente de ser tan solo “el amigo del novio”, y es justo que Él, el novio, crezca (Jn 3,29.30). Ante esa severa comisión oficial de encuesta que llega de la capital, Juan el Bautista, al igual que en otras circunstancias, da prueba de ser un modelo inspirador para los misioneros, hasta el martirio. (Lo explica bien el teólogo A. Rétif, en su libro Juan el Bautista, misionero de Cristo, Seuil-EMI, 1960).

En el terreno de la misión, la fuerza transformadora viene de Dios, la Palabra es Suya. El misionero está llamado a ser Su voz, a esparcir la semilla en los campos del mundo. De todo ello el apóstol es testigo, pero no es ni la Palabra, ni la semilla, ni el campo. El misionero es solo voz, es enviado a anunciar. Al igual que el Bautista, el misionero “es simplemente una voz que anuncia, un testigo que atrae la atención sobre Alguien que es más importante. El testigo auténtico señala al Señor, pero en seguida se pone de lado. Tiene miedo a robar espacio al Señor… Juan es testigo de un Dios que está aquí, en medio de nosotros. Sin embargo, se trata de una presencia por descubrir; no todos la ven, y por tanto hace falta un profeta que la señale” (Bruno Maggioni).

El desafío misionero para todo cristiano y para la comunidad de los creyentes consiste en descubrir a Cristo que está en medio de nosotros, muy a menudo desconocido (Jn 1,26), y en señalarlo a todos como ya presente en el mundo. Presente no solo en la Palabra revelada y en los Sacramentos, sino en los pobres, en los migrantes, en los que sufren, en los últimos y oprimidos, que son Cristo mismo: “¡a mí me lo hicieron!” (Mt 25,40). Presente también en las aspiraciones del que no es cristiano, en el corazón del que dice no creer en nada, en la vida del que trabaja por la paz... El misionero está consagrado y “enviado para dar la buena noticia” (Is 61,1), con la vida y la palabra, como afirma S. Pablo: “¡Ay de mí si no predicara el Evangelio!” (1Cor 9,16). Si bien el pregonero no es dueño de los corazones que acogen el anuncio. Lo mismo que el Bautista, el cristiano misionero hace un camino de progresiva madurez interior: primero descubre la Palabra, se alimenta de ella, y luego se convierte en testigo y mensajero. Superando miedos y barreras humanas, geográficas, culturales... ¡Por doquier!


Palabra del Papa

(*) “Puesto que la vocación del hombre es única, no dejemos que decaiga en nosotros el impulso vital de la reconciliación de la humanidad con Dios, gracias al misterio de nuestra salvación en Cristo. La redención es la razón de la fiabilidad y firmeza de nuestra esperanza «gracias a la cual podemos afrontar nuestro presente: el presente, aunque sea un presente fatigoso, se puede vivir y aceptar si lleva hacia una meta, si podemos estar seguros de esta meta y si esta meta es tan grande que justifique el esfuerzo del camino”.

Benedicto XVI
Exhortación apostólica Africae Munus, 19 de noviembre de 2011, n. 172


Siguiendo los pasos de los Misioneros

- 12/12: Fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, que se apareció sobre la colina del Tepeyac en México (1531) al indígena San Juan Diego, con un mensaje de esperanza, en los comienzos de la evangelización de América: “No temas. ¿No estoy yo aquí que soy tu madre?”
- 14/12: S. Juan de la Cruz (1542-1591), sacerdote carmelita español, místico y doctor de la Iglesia, reformador de la Orden del Carmelo junto con S. Teresa de Ávila.
- 14/12: S. Nimatullah Youssef Kassab Al-Hardini (1808-1858), sacerdote maronita libanés, hombre ascético, entregado al estudio y a la actividad pastoral.
- 16/12: B. Felipe Siphong Onphitak (1907-1940), padre de familia y catequista, protomártir de Tailandia. Cuando el párroco fue expulsado, le escogieron como guía de su comunidad y más tarde fue matado en Mukdahan. En Tailandia se cruenta también otro mártires (2 religiosas -ver 26/12- 4 laicos…), además del B. Nicolás Bunkerd (12/1).
- 17/12: S. Juan de Matha (1154-1213), sacerdote francés, fundador de la Orden de los Trinitarios para rescatar a los esclavos.

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WebJCP | Abril 2007