Por Javier Leoz
Bienvenidos hermanos a esta celebración con la que festejamos Nacimiento de Jesucristo. ¿Hay algo más grande en una familia que el recibir a un nuevo miembro dentro de ella? Nosotros somos familia y, por ello mismo, nuestros sentimientos afloran: ha nacido nuestro Hermano Mayor y, ello, es un motivo de indescriptible alegría. Como los pastores, delante de Jesús, dejamos la ofrenda de nuestra oración, de nuestra pobreza y de nuestra fe.
1.- Un gran regalo, envuelto en pobreza, se nos da en este día. ¿Seremos capaces de intuir lo que esconde la apariencia de un Niño? Detrás de todo este Misterio nos aguarda una gran sorpresa: el poder ser hijos de Dios. Hoy, entre pajas, se nos manifiesta el amor de Dios. Qué bueno sería que, al salir de esta celebración navideña, al volver de nuevo a la vida desde este pesebre de amor y de humildad, dijéramos: ¡Soy hijo de Dios! ¡Somos hijos de Dios! ¡No nos ha podido ocurrir algo mejor!
2.- Al acercar nuestros ojos hasta el portal vemos que, la Palabra, por fin se ha hecho carne. Vemos con nuestros propios sentidos a Jesús, lo palpamos con nuestras manos, lo sentimos en lo más hondo de nuestro corazón. El misterio de la Navidad es precisamente ese: la Palabra de Dios ha venido a nuestro encuentro en Jesús. ¡Oh Enmanuel! ¡Bienvenido seas! Nuestros ojos necesitaban un poco de esperanza y de luz. Gracias, Señor, por haber aterrizado literalmente en nuestras vidas. ¡Gracias, Señor, por no haberte quedado por siempre y para siempre entre las nubes! Hoy, Señor, compartes las hieles de nuestra humanidad. ¿Seremos capaces nosotros de compartir y de pregonar tu divinidad? ¡Feliz Navidad, Señor!
3.- Hoy es Navidad. Cantamos lo que sentimos y vemos: Jesús ha nacido. Y, creemos, porque hemos visto. ¿Qué vemos? El Amor de Dios humillado, de rodillas ante la humanidad. Es el grito que, en este día, sale de las entrañas más puras de nuestra Iglesia: ¡HA NACIDO!
--Que el Señor cambie nuestra historia. El mundo, envuelto en oscuridad y preocupaciones, necesita de un Niño que le levante el ánimo, que le rebaje el orgullo y la tentación de ser como “dios” olvidándose de Dios.
--Que el Señor cambie nuestros corazones. Los hombres, decepcionados y de vuelta de tantas falsas promesas, nos dejamos guiar por la belleza de la Santa Navidad. Una Navidad con el color de la bondad de Dios y sembrándose en el interior de aquellos que saben recibirla de frente y no de espaldas.
4.- Oh, Señor. Gracias por haber entrado por la puerta pequeña. Tu Nacimiento es una gran lección para nuestra suficiencia: ¡Estamos tan acostumbrados a salir y entrar por puertas grandes! Bienvenido seas a nuestra tierra. Que nos traigas aquello que más necesitamos y que no siempre pedimos: la salvación.
Que nada en este día empañe el sentido más profundo de lo que hoy celebramos. Que nuestras casas no nos impidan ver la humilde gruta de Belén. Que nuestras fragilidades no sean obstáculo para contemplar la belleza del pesebre. Que los ruidos no se impongan al lenguaje musical y celestial de los ángeles. Que otros dioses (consumo, viajes, alardes comerciales….) no consigan doblegarnos y alejarnos de Aquel que es Dios Verdadero en un portal: JESÚS.
Hoy ¿no lo sentís? ¡Ha venido! ¡Ha nacido! Sólo necesitamos el silencio, el asombro, el corazón abierto y mirar hacia el portal.
¡Feliz Navidad!
5.- ¡TE HICISTE CARNE! ¡TE VEMOS, SEÑOR!
¿Dónde verte, Dios de las nubes y de los cielos?
¿Dónde descubrir tu rostro, Dios invisible y Santo?
¡Vamos! ¡Vayamos!¡Nos aguarda el Misterio de los siglos!
Allá, al fondo, en una gruta traspasada por el frío
contemplaremos y encontraremos al Dios con nosotros:
¡JESÚS! ¡JESÚS ES EL ROSTRO DE DIOS!
Ahora, al verte pequeño y en un pesebre,
descubrimos los quilates de tu amor
Sabemos que, nos faltarán muchas cosas en la vida,
pero que, a partir de ahora, nunca nos faltarás Tú.
¡TE HAS HECHO CARNE….Y NOS DUELE, SEÑOR!
¿Por qué tanto empeño y tanta locura?
¿Acaso no sabes lo que te aguarda en este mundo?
¿Has olvidado que, los niños, no son bien recibidos?
¿No te has enterado, oh Dios,
que confundimos amor con placer,
felicidad con tener o tregua con paz?
¡TE HAS HECHO CARNE….Y NOS DUELE, SEÑOR!
Nos duele que un Dios tan divino, sea humano
Que desciendas tanto y tan radicalmente
¿No era suficiente hablar desde el espacio celeste?
¿No estarás arriesgando demasiado en esa cuna
que es preludio y camino de otra, también de madera,
levantada en un alto en forma de cruz?
Hoy, en este día de Navidad,
y aunque nos duela adorarte pobre e infante
cantamos tu llegada y nos felicitamos por nuestra suerte;
Es posible la salvación y la vida futura
Que los hombres seamos más hermanos
Que, la veleta de nuestra existencia, apunte hacia el cielo
Que, Dios, sea la garantía de nuestro mañana
¡TE HAS HECHO CARNE….Y LO AGRADECEMOS, SEÑOR! ¡HAS VENIDO A SALVARNOS!
1.- Un gran regalo, envuelto en pobreza, se nos da en este día. ¿Seremos capaces de intuir lo que esconde la apariencia de un Niño? Detrás de todo este Misterio nos aguarda una gran sorpresa: el poder ser hijos de Dios. Hoy, entre pajas, se nos manifiesta el amor de Dios. Qué bueno sería que, al salir de esta celebración navideña, al volver de nuevo a la vida desde este pesebre de amor y de humildad, dijéramos: ¡Soy hijo de Dios! ¡Somos hijos de Dios! ¡No nos ha podido ocurrir algo mejor!
2.- Al acercar nuestros ojos hasta el portal vemos que, la Palabra, por fin se ha hecho carne. Vemos con nuestros propios sentidos a Jesús, lo palpamos con nuestras manos, lo sentimos en lo más hondo de nuestro corazón. El misterio de la Navidad es precisamente ese: la Palabra de Dios ha venido a nuestro encuentro en Jesús. ¡Oh Enmanuel! ¡Bienvenido seas! Nuestros ojos necesitaban un poco de esperanza y de luz. Gracias, Señor, por haber aterrizado literalmente en nuestras vidas. ¡Gracias, Señor, por no haberte quedado por siempre y para siempre entre las nubes! Hoy, Señor, compartes las hieles de nuestra humanidad. ¿Seremos capaces nosotros de compartir y de pregonar tu divinidad? ¡Feliz Navidad, Señor!
3.- Hoy es Navidad. Cantamos lo que sentimos y vemos: Jesús ha nacido. Y, creemos, porque hemos visto. ¿Qué vemos? El Amor de Dios humillado, de rodillas ante la humanidad. Es el grito que, en este día, sale de las entrañas más puras de nuestra Iglesia: ¡HA NACIDO!
--Que el Señor cambie nuestra historia. El mundo, envuelto en oscuridad y preocupaciones, necesita de un Niño que le levante el ánimo, que le rebaje el orgullo y la tentación de ser como “dios” olvidándose de Dios.
--Que el Señor cambie nuestros corazones. Los hombres, decepcionados y de vuelta de tantas falsas promesas, nos dejamos guiar por la belleza de la Santa Navidad. Una Navidad con el color de la bondad de Dios y sembrándose en el interior de aquellos que saben recibirla de frente y no de espaldas.
4.- Oh, Señor. Gracias por haber entrado por la puerta pequeña. Tu Nacimiento es una gran lección para nuestra suficiencia: ¡Estamos tan acostumbrados a salir y entrar por puertas grandes! Bienvenido seas a nuestra tierra. Que nos traigas aquello que más necesitamos y que no siempre pedimos: la salvación.
Que nada en este día empañe el sentido más profundo de lo que hoy celebramos. Que nuestras casas no nos impidan ver la humilde gruta de Belén. Que nuestras fragilidades no sean obstáculo para contemplar la belleza del pesebre. Que los ruidos no se impongan al lenguaje musical y celestial de los ángeles. Que otros dioses (consumo, viajes, alardes comerciales….) no consigan doblegarnos y alejarnos de Aquel que es Dios Verdadero en un portal: JESÚS.
Hoy ¿no lo sentís? ¡Ha venido! ¡Ha nacido! Sólo necesitamos el silencio, el asombro, el corazón abierto y mirar hacia el portal.
¡Feliz Navidad!
5.- ¡TE HICISTE CARNE! ¡TE VEMOS, SEÑOR!
¿Dónde verte, Dios de las nubes y de los cielos?
¿Dónde descubrir tu rostro, Dios invisible y Santo?
¡Vamos! ¡Vayamos!¡Nos aguarda el Misterio de los siglos!
Allá, al fondo, en una gruta traspasada por el frío
contemplaremos y encontraremos al Dios con nosotros:
¡JESÚS! ¡JESÚS ES EL ROSTRO DE DIOS!
Ahora, al verte pequeño y en un pesebre,
descubrimos los quilates de tu amor
Sabemos que, nos faltarán muchas cosas en la vida,
pero que, a partir de ahora, nunca nos faltarás Tú.
¡TE HAS HECHO CARNE….Y NOS DUELE, SEÑOR!
¿Por qué tanto empeño y tanta locura?
¿Acaso no sabes lo que te aguarda en este mundo?
¿Has olvidado que, los niños, no son bien recibidos?
¿No te has enterado, oh Dios,
que confundimos amor con placer,
felicidad con tener o tregua con paz?
¡TE HAS HECHO CARNE….Y NOS DUELE, SEÑOR!
Nos duele que un Dios tan divino, sea humano
Que desciendas tanto y tan radicalmente
¿No era suficiente hablar desde el espacio celeste?
¿No estarás arriesgando demasiado en esa cuna
que es preludio y camino de otra, también de madera,
levantada en un alto en forma de cruz?
Hoy, en este día de Navidad,
y aunque nos duela adorarte pobre e infante
cantamos tu llegada y nos felicitamos por nuestra suerte;
Es posible la salvación y la vida futura
Que los hombres seamos más hermanos
Que, la veleta de nuestra existencia, apunte hacia el cielo
Que, Dios, sea la garantía de nuestro mañana
¡TE HAS HECHO CARNE….Y LO AGRADECEMOS, SEÑOR! ¡HAS VENIDO A SALVARNOS!
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