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MISIONEROS EN CAMINO: Homilías y Reflexiones para el XXXIII Domingo del T.O. - Ciclo A (Mt 25, 14-30 )
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domingo, 13 de noviembre de 2011

Homilías y Reflexiones para el XXXIII Domingo del T.O. - Ciclo A (Mt 25, 14-30 )


Publicado por Iglesia que Camina

TODOS CON UN MISMO COMPROMISO

El compromiso es de todos y no solo de unos cuantos porque a todos nos ha confiado Jesús la suerte del Evangelio y del Reino. Él se ha ido, pero su causa sigue. Nos la ha dejado para que la continuemos. Y decimos continuemos y no simplemente que la guardemos en el almacén para que la encuentre igual cunado regrese.

Es posible que la conciencia de responsabilidad del anuncio del Evangelio y la instauración del Reino no sea todavía demasiado clara en la mayoría de nosotros. Algo así como si a nosotros nos fuese suficiente leer el Evangelio y ser miembros de su Iglesia. Luego ahí nos quedamos.

Jesús no fundó la Iglesia simplemente para ser un corralito donde todos nos sintamos bien y seguros. La Iglesia no tiene por finalidad la Iglesia misma, sino que ella tiene una finalidad y una misión: ser la encargada del Evangelio y de la causa de Jesús. Esto es importante porque muchos se imaginan que “ya están en la Iglesia” y basta.

Por otra parte, si bien la responsabilidad es de todos, lo es de manera distinta. Cada uno tiene su propio carisma y su propio ministerio. La parábola es clara: "A uno le dio cinco talentos, a otro le dio dos y a otro uno." Además añade algo bien realista: “A cada uno según su capacidad.”

No todos tenemos las mismas capacidades. No todos tenemos las mismas posibilidades. Ni todos tenemos los mismos medios. Lo importante es que cada uno, según sus dones, los pongamos en acción y al servicio del Evangelio. San Pablo, cuando habla de los diferentes carismas, nos dice claramente que todos ellos son “para común utilidad”.

El que recibió cinco talentos ganó otros cinco. El que sólo recibió dos, ganó otros dos. Sólo el inútil que recibió uno sintió miedo y pensó que su misión era “hacer hoyos en la tierra” y guardar su talento para devolverlo enterito sin que nadie se lo robe. Jesús no quiere que le devolvamos los dones que nos ha dado, ni la Iglesia que Él nos dejó, sino que los hagamos fructificar y que le ofrezcamos una iglesia “rejuvenecida”, “renovada”. Será la misma Iglesia, pero actualizada al servicio de los hombres de hoy.

La pregunta, por tanto, es clara: ¿Qué hacemos nosotros con los dones que nos ha dado? ¿Los hacemos fructificar? ¿Se los vamos a devolver limpitos, pero sin negociarlos?


LA IGLESIA NO ES UN MUSEO

Jesús no fundó su Iglesia como un museo de recuerdos de su vida.

Jesús fundó una Iglesia activa y productiva: “Os haré pescadores de hombres.” Jesús no invitó a sus discípulos, simplemente, para que lo pasasen bien en su compañía, sino para que aprendiesen una nueva profesión. De pescadores en el Lago, a pescadores de hombres ahora en el mar de la humanidad.

La Iglesia tiene muchos museos de obras de arte. auténticas bellezas de arte. Pero ella es algo que más que arte, es algo más que museo, donde se cobra por entrar. La Iglesia es un compromiso. A lo más me atrevería a decir que es una exposición de “talentos de construcción del Reino de Dios”.

Caballero en uno de sus comentarios dice: “Y Jesús no fundó el cristianismo como una religión de museo y de conservadurismo, sino de revolución total que hemos ce hacer efectiva sus discípulos mientras esperamos su llegada. Sólo así podremos oír algún día de sus labios: 'Porque has sido fiel en lo poco, pasa al banquete de tu Señor.'”

La Iglesia no es rica por sus museos, sino por los bautizados capaces de arriesgarse y comprometer sus vidas por el Evangelio.

La Iglesia no es rica por almacenar obras de los grandes genios del arte, sino por las grandes obras de amor, de caridad, de compromiso, por un mundo nuevo, un mundo más humano, más justo, donde los hombres puedan vivir con dignidad y con alegría.

Valoramos los cuadros de los museos, pero mucho más debiéramos valorar esos cuadros vivos, salidos de la mano de Dios, que son las personas. ¡Qué bueno que sería si cuidásemos con tanta delicadeza estos cuadros caminantes por la calle como cuidamos los cuadros de nuestros grandes museos!



FALSAS HUMILDADES

Hay humildades que lo único que hacen es impedir que seas el que Dios quiere que seas.

Dios no encendió el sol para que, por humildad, deje de alumbrar a la tierra.
Dios no dio sus colores a las flores para que, por humildad, dejen de regalarnos con su belleza.
Dios no nos dio la inteligencia para que, por humildad, vivamos como unos tontos.
Dios no nos dio la libertad para que, por humildad, vivamos esclavos de nosotros mismos y de los demás.
Dios no nos dio la sonrisa para que, por humildad, vivamos con cara de tranca.
Dios no nos dio el corazón para que, por humildad, vivamos sin amar y sin entregarnos a los demás.
Dios no nos dio el cuerpo para que, por humildad, lo carguemos sucio y lleno de harapos.
Dios no nos dio los pies para que, por humildad, andemos todos cojos.
Dios no nos dio el dinero para que, por humildad, no lo gastemos en una vida digna.
Dios no nos dio el don de la fe para que, por humildad, la escondamos y que nadie la vea.
Dios no nos dio la esperanza y la ilusión para que, por humildad, vivamos desilusionados.

Si tú sabes que eres inteligente, ¿por qué decir que tú no sabes nada?

La verdadera humildad consiste en reconocer todo lo bueno que tenemos, agradecérselo a Dios y ponerlo al servicio de los demás.
La humildad y el agradecimiento y el vivir plenamente los dones que tenemos, es el mejor reconocimiento que podemos hacerle a Dios.

Además, no olvidemos que nuestro orgullo es muy sutil. Hay humildades que lo único que buscan es el reconocimiento de los demás. Hay humildades externas que esconden el orgullo interno del corazón. Seamos lo que somos y lo que Dios quiere que seamos. ¿Que nos alaban? Pues tómalo como una alabanza a Dios que te hizo tales regalos.


DESCUBRE...

Descubre que tú eres maravilloso. No te suceda lo que a aquel anciano, que durante la mayor parte de su vida vivió en una isla que los guías de turismo anunciaban como una de las mayores maravillas de la naturaleza en el mundo. De regreso a la ciudad, la gente al escuchar que venía de aquella isla se admiraban. Él, sorprendido, preguntaba porqué aquella extrañeza.
Tiene que ser fantástico, le decían, haber vivido tantos años en una isla que es considerada como una de las maravillas del mundo.
El anciano reflexionó, por unos instantes, y dijo: "Bueno, para serles sincero, si yo hubiera sabido de la fama de la isla, la habría mirado con mayor detenimiento."
¿No sucederá que también tú necesitas mirarte con mayor detenimiento y descubrir que eres maravilloso para admirarte de ti mismo?

Descubre que puedes volar siempre más alto. Juan Gaviota descubrió que era muy aburrido volar como vuelan todas las gaviotas, siempre a ras del mar, siempre pescando un pez para comérselo en las rocas. Descubrió que se puede volar hasta el infinito de los cielos. Pero para volar más alto es preciso romper con la manada, con lo que hacen todos.

Descubre que el fermento es más pequeño que la masa de harina, pero es el que termina por fermentar toda la masa.

Descubre que tus limitaciones también son caminos para que sepas lo que te falta y por lo que debes luchar.

Descubre que hasta tus caídas son caminos y ocasiones para que Dios te levante y manifieste la grandeza de su amor.

Descubre que el 0 también vale. Todo depende donde lo pones. Porque el 0 de tu inutilidad puede hacerte más pobre de lo que eres o hacerte millonario. ¿Sabes cómo? 0000001 ó 1.000000.

Descubre: Lo que eres. Lo que has dejado de ser. Lo que Él quiere que seas. Lo que Él puede hacer en ti
La vida está llena de sorpresas.
Cada día que amanece es un acontecimiento.
Es un día que se parece al anterior.
Sin embargo, es un día nuevo,
aún no estrenado.
Por eso, puede ser un día de sorpresas para ti.
Cada día, Dios puede ser sorpresa para ti
y tú puedes ser sorpresa para Dios.



NO BUSQUES RAZONES

No intentes comprender la cruz de tus sufrimientos. Haz que tu manera de sufrir pueda servir de luz en el camino para los que caminan crucificados a tu lado.

No pidas explicaciones a Dios sobre tus sufrimientos. Es posible que Dios te pida que primero le expliques tú mismo porqué crucificaste a su Hijo y sigues crucificando a sus hijos hoy. ¿Sabrás responderle?

La Cruz no es para comprenderla, sino para llevarla y vivirla. Por eso no la llevamos en la cabeza, sino en los hombros. Cuando tratas de comprender tu amor, el porqué amas, ya has dejado de amar. Es preferible que ames, a que puedas explicar el amor.

No le preguntes a Dios: ¿Por qué? Si para amar necesitas razones ya no amas de verdad. La única razón por la que Dios te ama es que Él es amor. Las demás razones le sobran.

El saber por qué sufres, en nada aliviará tu sufrimiento. Lo único que aliviará tu dolor es demostrar que tú eres más fuerte que todas tus penas porque entonces podrás sobrellevarlas, en vez de cargarlas.

No selecciones las cruces. A veces las más pequeñas son las que más duelen. Además, si las escoges, siempre quedarás insatisfecho pensando que pudiste elegir una más pequeña y la que llevas la verás demasiado grande para tus hombros.
A Dios le sobran razones para amar

Las cruces no se aman, las cruces se llevan. Pero si no puedes amar las cruces, sí puedes amar la causa y el motivo por los cuales vale la pena llevarlas. Jesús no amó nunca el madero que llevó, pero mientras lo llevaba, no dejaba de pensar en ti. Por eso le pesaba menos.

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WebJCP | Abril 2007