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MISIONEROS EN CAMINO: XXIX Domingo del T.O. (Mt 22, 15-21) - Ciclo A: Cuidado con las monedas falsas
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domingo, 16 de octubre de 2011

XXIX Domingo del T.O. (Mt 22, 15-21) - Ciclo A: Cuidado con las monedas falsas


Publicado por Antena Misionera Blog

Somos especialistas en poner la zancadilla al otro. En poner trampas en el camino. ¡Cuánto nos cuesta hacer preguntas sinceras y honestas? En mi tierra se dice que el gallego siempre responde a una pregunta con otra pregunta. ¿Sería Jesús gallego? Porque también él, cuando le hacen preguntas capciosas responde con otra pregunta. Sólo que su pregunta trasciende a la pregunta que le hacen y los sitúa en un plano superior. Jesús no se enreda con el problema del pago del tributo o el impuesto al César. Y pasa a poner las cosas en su verdadero lugar.

Al dinero en las manos del César, y al hombre en las manos de Dios.
Lo que da verdadero valor al dinero, llámese monedas o billetes, es la imagen que lleva impresa y las firmas que avalan su autenticidad. Como la moneda lleva la imagen del César le pertenece. “Dad al César lo que es del César”.

Pero hay otra moneda circulante por la vida más importante que el denario del César. Es la moneda llamada hombre. Y el hombre lleva también impresa una imagen que es la que le da el verdadero valor. Y lleva una firma que le autentica como válido y auténtico. El hombre lleva la imagen de Dios. “Hagamos al hombre a imagen y semejanza nuestra”.
El circulante monetario tiene su respaldo en el Banco Central. El hombre tiene su respaldo nada menos que en el amor y la gratuidad de Dios. Dinero y hombre son realidades distintas. El dinero se ha creado para el servicio del hombre. Pero el hombre no ha sido creado para servir al dinero.

El denario no tiene conciencia de su propio valor. Vale lo que los hombres queremos que valga. Unas veces lo revaluamos y otras lo devaluamos. Está a merced de la Bolsa de Valores y de la economía del país.
Por el contrario, el hombre está llamado a tomar conciencia de su propia valía. El hombre está llamado a tomar conciencia de no ser cualquier cosa, sabiendo que él lleva impresa en su propio ser nada menos que la imagen de Dios que es la que le da su verdadero valor. El valor del hombre no depende de los vaivenes de la Bolsa, ni del Ministerio de economía. El hombre tiene siempre el mismo valor. Es la moneda más segura

Y sin embargo hay hombres que aún no han descubierto su verdadero valor, su verdadera dignidad. Hombres que se creen menos que el dinero. O que prefieren el dinero a su dignidad. Prefieren llevar la imagen del César que la imagen de Dios.

Y por eso, así como hoy corren por ahí monedas y billetes falsificados, ¿no andarán también por nuestras calles hombres falsificados? Hombres que parecen hombres, pero que en realidad han falsificado la imagen de Dios cambiándola por cualquier otra imagen.
Cuando queremos que alguien recupere la conciencia de sí mismo, la conciencia de lo que vale, solemos recordarle lo que hace, los triunfos que consigue, los éxitos que le acompañan. ¿Pero alguien le recuerda que su verdadero valor y dignidad se lo da el ser imagen de Dios, llevar impresa la imagen de Dios en su vida?

Se nos valora por cosas accidentales y secundarias. Y no se nos valora por lo que es esencial a nuestro ser.

Pero tampoco faltan falsificadores de los hombres. Falsificadores que nos proponen modelos falsos de humanidad. Falsificadores de hombres que nos convierten en máquinas de producción, en máquinas de placer, en máquinas de tener, en máquinas robot.

Falsificadores del hombre que dan más valor a las monedas o billetes del Banco Central de Reserva que a su verdadera condición humana. Hombres que se compran y se venden. Hombres que marginamos y excluimos. Hombres a los que podemos eliminar si nos estorban para nuestros intereses personales. Hombres que viven en condiciones infrahumanas. Hemos suscrito la Carta de los Derechos Humanos, pero seguimos tratándonos como billetes falsos, como monedas falsas, porque le hemos borrado la imagen de Dios impresa en cada rostro y en cada corazón.

Las preguntas abundan:

¿Cómo te valoras a ti mismo?
¿Cómo valoras a los demás?
¿Cómo te sientes valorado por los otros?
¿No te sientes billete o moneda falsificada?

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WebJCP | Abril 2007