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MISIONEROS EN CAMINO: XXIV Domingo del T.O. (Mt Mt 18,21-35) - Ciclo A: Liturgia, Reflexiones, Exégesis y Oración
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viernes, 9 de septiembre de 2011

XXIV Domingo del T.O. (Mt Mt 18,21-35) - Ciclo A: Liturgia, Reflexiones, Exégesis y Oración


Publicado por DABAR

El perdón. El perdón es un proceso de sanación. No es fácil perdonar porque hay una herida, más o menos sangrante, que ocupa tiempo, pensamientos y sentimientos, que deja secuelas, a veces físicas, económicas o sociales y siempre afectivas. Detrás de esos hechos dolorosos se esconde un culpable, concreto o colectivo, alguien que con mayor o menor consciencia plantó en nosotros la semilla del mal. A veces el causante tiene un rostro concreto, un amigo, un conocido, un jefe, un familiar,… alguien traiciona nuestra intimidad, nuestra confianza, nos machaca sin compasión, pone por encima de nuestra relación sus intereses, impone sus deseos o caprichos aun sabiendo que con ello nos daña, decepciona nuestras expectativas de ser bien querido, nos muestra un lado oculto que no esperábamos que existiera, se impone su egoísmo, insolidaridad, su quedar bien con alguien a nuestra costa,…otras veces el causante del sufrimiento y la desesperanza, se esconde en la estructura, es el funcionamiento normal de un mundo que no tiene en cuenta a las personas y su situación, la cultura de ese pensamiento único que nos rodea, tan pobre en general, que nos dicta: las cosas son así, nada se puede hacer, haberlo pensado antes, así lo quiere el mercado, la ley dice esto,…

Pienso ahora en aquellos sobre los que pesa una condena de desahucio por impago de su hipoteca, gente que compró un hogar donde refugiarse y construir su vida, pero por múltiples motivos no puede afrontar el pago de la hipoteca. Voy a contar un caso real, una vivienda costó 300.000 euros, su propietaria tiene una deuda hipotecaria con el banco por 240.00, llega un momento que no puede pagar y le embargan dicha vivienda, que compra el banco por 78.000, cantidad que no elimina toda la deuda, ella sigue debiendo 162.000, además de no tener casa el banco le embarga 700 euros al mes de su nómina, y ella con 600 euros tiene que pagar un alquiler, alimentarse, mantener un hijo y aceptar todo en el trabajo porque por nada del mundo puede perder el empleo… Y considerarse afortunada por tener trabajo, hay gente aún peor. Estas son heridas cuyo culpable parece invisible, se evapora tras la estructura, lo establecido, lo conocido, lo legal,… no interesa que tenga rostro.

Además de la propia desesperanza, de la falta de fe en el futuro y en una sociedad así montada, duele también el juicio de otros, son muchos los que piensan que ello se lo buscaron, que para quisieron comprarse un piso, que cómo se les ocurrió aspirar a tanto…

No justifico sus decisiones, pero no podemos poner el juicio por encima de la compasión por su momento actual y junto a la compasión tiene que nacer la denuncia: la ley se aprueba por personas, políticos, que pervierten su oficio y dejan de pensar en las personas, en el bien común, e imponen un precio muy alto, ciudadanos echados de sus casas y endeudados, recurriendo a la caridad para satisfacer necesidades, que algunos que podrían hasta pagar con su sueldo sino estuviera embargado, que trabajan para pagar una deuda por un bien que ya no tienen…

Y sí, también para ellos Jesús dice setenta veces siete tienes que perdonar. Pero es si cabe todavía más difícil perdonar, y tras ese proceso de sanación volver a creer en una sociedad cuyo orden establecido les ha maltratado tanto. ¿cómo recuperarán la esperanza, la confianza en los otros?, ¿cómo no caer en la desolación quiénes no ven salidas? Sólo será posible si somos capaces de tejer redes colectivas que impidan la caída, que protejan, que escuchen, que apoyen, que den dinero sin hurgar en la herida, sin juzgar una decisión quizás mal tomada, pero basada en los valores socialmente imperantes, la decisión de endeudarse no es sólo responsabilidad personal sino social, es el sistema quien nos ha vendido que era posible, que era bueno tener, tener más, tener lo mejor,… para luego empujarte al vacío, ¿seremos capaces de evitar la caída que permita en el corazón de los afectados el perdón?

Jesús nos dice que pese a que somos inmensamente perdonados por Dios, esa experiencia no parece capacitarnos por si sola para perdonar, pienso que las personas somos seres necesitados de mediaciones, es tarea de la comunidad apoyarnos y capacitarnos para ese perdón sin límites que nos pide Jesús, e invertir el proceso de la espiral de toda violencia, física, social, psicológica, estructural… Es tarea nuestra.

ELENA GASCÓN
elena@dabar.net




DIOS HABLA

ECLESIASTICO 27, 33 28, 9
Furor y cólera son odiosos; el pecador los posee. Del vengativo se vengará el Señor y llevará estrecha cuenta de sus culpas. Perdona la ofensa a tu prójimo, y se te perdonarán los pecados cuando lo pidas. ¿Cómo puede un hombre guardar rencor a otro y pedir la salud al Señor? No tiene compasión de su semejante, ¿y pide perdón de sus pecados? Si él, que es carne, conserva la ira, ¿quién expiará por sus pecados? Piensa en tu fin, y cesa en tu enojo; en la muerte y corrupción, y guarda los mandamientos. Recuerda los mandamientos, y no te enojes con tu prójimo; la alianza del Señor, y perdona el error.

ROMANOS 14, 7 9
Hermanos: Ninguno de nosotros vive para sí mismo y ninguno muere para sí mismo. Si vivimos, vivimos para el Señor; si morimos, morimos para el Señor; en la vida y en la muerte somos del Señor. Para esto murió y resucitó Cristo: para ser Señor de vivos y muertos.

MATEO 18, 21 35
En aquel tiempo, se adelantó y preguntó Pedro a Jesús: «Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?» Jesús le contesta: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Y a propósito de esto, el reino de los cielos se parece a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus empleados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. El empleado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: “Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré todo”. El señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero, al salir, el empleado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba, diciendo: “Págame lo que me debes”. El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba diciendo: “Ten paciencia conmigo, y te lo pagaré”. Pero, él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: “¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?” Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo, si cada cual no perdona de corazón a su hermano».



EXEGESIS

PRIMERA LECTURA

A lo largo de varios domingos el discurso expositivo se centrará en la conducta cristiana. Una serie de actitudes, hábitos, valores propios de quien intenta día a día ‘conformarse’ con Cristo. Para ello no hay mejor camino que cobijar en nosotros los ‘sentimientos de Cristo’ (Fil 2,5). La imitación de Cristo, de Dios ha sido la tarea siempre pendiente del creyente cristiano: “Se imitadores de Dios como hijos queridos, y vivid en el amor como Cristo nos amó y se entregó por nosotros” (Ef 5,1).

Por ello ya en el A.T. aparece constantemente el proceder de Dios mismo con su Pueblo como referencia de la conducta del mismo pueblo. Ese proceder de Dios, manifestado en la historia es la razón más aleccionadora para enseñar, para transmitir el mismo proceder a cada generación. El salmo 78 arranca con esa invitación a tener la historia como referencia de nuestra conducta y razón para atender a los mandamientos del Señor: son el camino para lograr esa conducta “que se lo contaran a sus hijos para que pusieran en Dios su esperanza, no olvidaran las hazañas de Dios y cumplieran sus mandatos” (v 7).

Son los hechos los que nos revelan el corazón de Dios desde el principio: la fidelidad, el perdón, la ternura, la cercanía, la generosidad, la paciencia con el débil y el pecador. De la misma forma Israel desarrolla toda una reflexión moral, que le lleva a implicar la conducta del creyente como parte esencial de su respuesta a la interpelación de Dios. No bastan ritos y sacrificios: “Dios quiere el sacrificio de un corazón contrito; un corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo desprecias” (Sal 51,18).

Se dijo que los profetas habían sido los ‘introductores de la moral’, de la conducta personal como respuesta a Dios, superando la función de un culto vacío y tranquilizador de la conciencia: “Misericordia quiero y no sacrificios”, “¿No sabéis cuál es el ayuno que me agrada? Abrir las prisiones injustas, soltar las coyundas del yugo, dejar libres a los oprimidos, romper todos los yugos” (Is 58,6).

Pero lo constatable es que son los libros sapienciales los que desarrollan toda una moral como respuesta dialogal con Dios hasta llegar a la minuciosidad de la vida ordinaria: “Recuerda los mandatos y no te enojes con tu prójimo; la alianza del Señor y perdona el error”, leemos en la lectura de hoy.

¡Cuánto más cuando se trata de analizar y forjar los más profundos sentimientos humanos que luego han de condicionar toda nuestra conducta personal, social y religiosa. Tal es el caso de esta lectura al hablar del perdón. Se comprende fácilmente: es clara, contundente y de una lógica aplastante. Bastaría añadirle como conclusión la respuesta que el profeta Natán da a David cuando éste constata la injusticia del proceder del rico que se ha apoderado de la única corderilla del pobre: “Ese hombre eres tú” (IISam 12,7). O la de Jesús: “Anda y haz tú lo mismo”.

TOMÁS RAMÍREZ
tomas@dabar.net



SEGUNDA LECTURA

En el contexto de la exhortación práctica de Pablo en esta sección final de Romanos aparecen las motivaciones más profundas que son el fundamento de toda esa exhortación.

Estas líneas son una reformulación de lo dicho anteriormente en la carta - y presente en toda la teología paulina - de que el cristiano está unido absolutamente con Cristo y que, por tanto, su vida real será un reflejo de esa unión. La absoluta pertenencia al Señor es una de las formas más caras a Pablo para expresar esa unión. El sentido de la vida del hombre en Cristo es precisamente el mismo Cristo para quien se vive y se muere.

Ahora bien, tal pertenencia es lo mismo que el señorío de Cristo sobre nosotros. Señorío tal como el mismo Jesús pretendía tener y que las primeras comunidades formulan con su repetido uso del título "Señor" aplicado a Cristo: no es un señorío por imposición, avasallamiento, temor... ni siquiera por admiración, sino por amor al "Hijo de Dios que me amó y entregó (a la muerte) por mí" (Gal 2,20). Lo cual también es patente en los evangelios.

El v. 9 concreta ese señorío de Cristo en su muerte y resurrección. Es una de las menciones más claras del significado soteriológico de la resurrección, pues Pablo no se limita a decir que Cristo es Señor por haber muerto en favor de los hombres, sino también que ello proviene de su resurrección. Se podría entender esa afirmación en el sentido de que Cristo resucitado ejerce su dominio sobre los seres humanos "imponiendo" su condición gloriosa al creyente. Pero esa forma de ver las cosas no está de acuerdo con otros textos paulinos en que la resurrección del Señor es adelanto del destino de los creyentes (cfr. 1 Cor 15, 12-28) y otros de la misma carta a los Romanos en que se destaca la unión del ser humano con Cristo muerto y resucitado acontecida por la fe y el bautismo (cfr. Rm 6,3-11) y la presencia vivificadora del Espíritu (cfr. Rm 8,11).

Quien está vivo de esa forma, evidentemente, se conduce en coherencia con esa condición fundamental y no escandaliza al hermano ni hace nada contrario al amor al otro.

FEDERICO PASTOR
federico@dabar.net

EVANGELIO

1. Aclaraciones al texto
V.21 El original se abre con el adverbio entonces, sustituido en la traducción litúrgica por el convencional en aquel tiempo. Se trata de un recurso de Mateo, a la vez ilativo y de realce. Siete veces, en sentido de muchas veces. Setenta veces siete. Más acorde con el texto griego: Setenta y siete veces, en sentido de absolutamente siempre, sin límite.
V.23 y otros: Empleado. El término en el original es siervo, no entendido en el sentido de esclavo sino en el de alto funcionario administrativo.
V.23 Y les propuso esta parábola. Esta introducción no se encuentra en texto original. Éste dice así: Por eso se parece el Reino de los cielos… Es decir, la parábola que va a contar Jesús busca ilustrar por qué sus discípulos tienen que perdonar ilimitadamente.
V.24 Diez mil talentos. Cantidad pedagógicamente ilustrativa de una deuda astronómica, imposible de saldar. Algo así como si hoy habláramos de diez mil millones de euros. El talento era moneda de oro, la máxima unidad de peso/moneda.
V.28 y otros: Compañero. Colega en las funciones administrativas. Cien denarios. Cantidad pedagógicamente ilustrativa de una deuda pequeña, fácil de saldar. Algo así como si hoy habláramos de cien euros. El denario era moneda de plata de 3,85 gr. de peso.
Trasfondo socio-político de la parábola: El Estado se aseguraba los ingresos por medio de administradores, encargados de exigir las prestaciones impuestas por la Ley. Estos quedaban en situación de deudores personales en relación con el soberano y de acreedores en relación con sus administrados.
V.35 Perdón de corazón: no de palabra, no de boquilla, sino sinceramente, realmente. Al igual que el domingo pasado, Jesús habla a sus discípulos en su condición de hermanos, por cuanto que tienen un mismo Padre, a quien, también como el domingo pasado, Jesús llama mi Padre del cielo.

2. Texto
Podemos diferenciar dos partes. La primera abarca los vs.21-22. En ellos Jesús responde de forma clara y contundente a una pregunta de Pedro, la Roca, por los límites del perdón en casos de ofensa personal entre hermanos. Jugando con el número siete, Jesús rechaza un planteamiento de límites: No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta y siete veces, es decir, cuantas veces sea necesario. Jesús anima a un perdón generoso y libre de cálculos.
La segunda parte abarca los vs.23-35: parábola del administrativo deudor. Con ella Jesús busca ilustrar por qué sus discípulos tienen que perdonarse ilimitadamente las ofensas. Pese a que la parábola se encuentra sólo en Mateo y muestra un estilo muy de Mateo, hay un acuerdo mayoritario entre los especialistas en que el origen de la misma está en Jesús.
La parábola se desarrolla en tres escenas y un colofón final. Un rey perdona a un alto administrativo suyo una deuda ingente (vs.24-27). Pero este administrativo es incapaz de perdonar a un colega suyo una deuda insignificante. El perdonado no sabe perdonar (vs.28-30). El rey recrimina y condena al administrativo por no haber aprendido la lección de perdón que él mismo le había dado: ¿No debías también tú tener compasión de tu colega, como yo tuve compasión de ti? (vs.31-34). Colofón-aviso en lenguaje directo y no figurado: Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo, si no os perdonáis de corazón los unos a los otros (v.35).
Dos son los motivos que instan al discípulo a perdonar las ofensas: saberse perdonado por Dios y saber que Dios lo tratará con Misericordia o con rigor de Justicia según que él trate con misericordia o con rigor de justicia al hermano. La parábola busca ser un incentivo para que el discípulo perdone ilimitada y sinceramente.

3. Comprensión actualizante
Experiencia de gracia. Perdonados por Dios ilimitadamente y por pura gracia, estamos llamados a transmitir esta misma experiencia de perdón. El discípulo de Jesús tiene que ser indudablemente alguien diferente.
Toque de atención. En el día del Juicio, Dios nos examinará del perdón. A quien mucho se le dio, mucho se le exigirá.
Cuando nos resulte difícil perdonar, pensemos que antes nos ha perdonado Dios.

ALBERTO BENITO
alberto@dabar.net


NOTAS PARA LA HOMILIA

¿Cuánto debemos? ¿Cuánto nos deben?
Quienes estaban en aquel momento alrededor de Jesús escuchando la pregunta que Pedro le había formulado y la respuesta que el maestro estaba dándole, no encontraron en aquella parábola posibilidad de dobles interpretaciones… porque el abismo que suponía la gran diferencia económica entre los diez mil talentos de la deuda de uno y los cien denarios de la deuda del otro mostraban bien a las claras que no merece trato de favor quien después es incapaz de tratar de la misma manera al otro.
Los discípulos lo entendieron bien gracias a la parábola de Jesús… pero como tantas otras cosas en la vida una cosa es saberse bien la doctrina, y la otra es ponerla en práctica. Y ahí nos duele.
Nos duele porque somos cortos en nuestra pretendida generosidad ante el perdón. Más allá de lo que significa simbólicamente aquello del ‘setenta veces siete’, pongámonos a revisar mentalmente las veces que somos nosotros capaces de perdonar. Haced el ejercicio de pararos a pensar en alguien que os debe algo, que os ha hecho algún daño, alguna ofensa… buscad en lo más hondo de vuestro corazón aquellos sentimientos que surgen cuando pensáis en ése o ésa. Quizás ya de entrada se os dispare una alarma porque los sentimientos que surgen no son positivos, y queráis camuflarlos con excusas (¡es que lo que me ha hecho esa persona es muy gordo!) o bien negando la realidad (¡no, yo no tengo nada contra esa persona!). Y releed el evangelio a continuación… tenéis que perdonarle varias veces, muchas veces, muchísimas veces… debéis condonar su deuda, aunque os parezca grande… pensad en lo que vosotros le habéis hecho a vuestro Señor, infinitamente más grande… si vosotros no perdonáis, tampoco seréis perdonados.
Somos muy cortos para el perdón. Yo creo que perdonar exige varios ejercicios interiores que en muchas ocasiones no estamos dispuestos a hacer:
- En primer lugar, nos exige aceptar nuestras emociones. No podré jamás llegar a perdonar a alguien si vivo en la constante negación de que me siento herido, de que me han hecho daño, de que siento resquemor y rencor hacia el otro. Negarlo no es la solución. Hay que aceptar nuestras emociones negativas, o si no jamás podremos acabar con ellas.
- En segundo lugar, debemos bajarnos de ese pedestal en que nos hemos subido poniéndonos debajo el título de ‘santos’. No somos santos ni perfectos, y no querer verlo es una de nuestras mayores cegueras. Siempre encontramos justificación para las cosas que hacemos mal, siempre nos brota la comprensión y encontramos un porqué a la hora de explicar nuestros errores y limitaciones. Sin embargo, con el otro somos duros, tajantes, secos, muchas veces incapaces de comprender. Si mirásemos un poco más hacia nosotros mismos y reconociésemos que nuestro corazón está mucho menos limpio de lo que queremos creer y de lo que pretendemos que los demás vean, si fuésemos capaces de aceptar nuestras miserias, la consecuencia inmediata sería la capacidad de entender la miseria del otro, y así, tener un corazón misericordioso
- En tercer lugar, y más allá de la comprensión de la miseria del otro, podríamos empezar a aceptar nuestros sentimientos -a nadie le gusta que le hagan daño, y aceptar ese daño con alegría cae casi más dentro de lo masoquista que de lo cristiano- nos daríamos cuenta que Jesús nos pide que a la deuda respondamos con amnistía, a la ofensa con perdón, a lo que nos hacen malo con algo bueno… no podemos sentimentalizar permanentemente nuestra fe y creer que todo deben ser buenas caras y corazones vacíos: la propuesta de Jesús de instaurar una nueva justicia basada en el perdón a lo que llama es a no dejarse guiar por los sentimientos, sino a responder con la voluntad de hacer lo bueno a pesar de lo malo. Si nos metemos en el círculo vicioso de responder desde la emocionalidad al otro, acabamos sumidos en guerras, odios ancestrales y divisiones irrecuperables…; si alguien rompe el círculo con el perdón, empieza a hacerse realidad entre nosotros el reino de Dios.
La nueva forma de vivir que pide Jesús de Nazaret está basada en una promesa, que en muchas ocasiones anunció… la medida, la generosidad, el perdón que uséis, se usará con vosotros. A vosotros se os da el perdón, haced vosotros lo mismo.
¿Vamos a seguir pensando que el evangelio habla de cosas que nos afectan poco, o vamos de una vez a reconocer que el maestro, que nos conoce tan bien, está poniendo el dedo en la llaga y pidiéndonos que cambiemos ahora mismo en aquello que nos afecta?


PARA CONSIDERAR Y REFLEXIONAR EN GRUPOS

¿No debías tú también tener compasión de tu compañero,
como yo tuve compasión de ti?
(Mt, 18, 33)

Preguntas y cuestiones
Perdonar ‘setenta veces siete…’
Padecer con el que padece,… Es Dios quien primero se compadece ante el deudor, que es consciente de su deuda. ¿somos conscientes de nuestra deuda ante Dios? ¿Nos lleva esta parábola a compadecernos de la deuda que tienen otros con nosotros… y perdonar?



PARA LA ORACION

Dios Padre nuestro, te pedimos que tu Espíritu cambie las actitudes negativas de nuestra vida, de modo que a los cristianos se nos reconozca siempre en el mundo como a aquellos que favorecen la reconciliación, el encuentro y el perdón, y que así se vaya haciendo realidad día a día la fraternidad universal.
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Señor, tu que eres compasivo y misericordioso, mira nuestros trabajos y nuestras penas y perdona todos nuestros pecados; guarda nuestras vidas en tu amor, que sepamos ponernos en tus manos para que nos libremos de todo egoísmo y de todo mal; acoge todos estos deseos y transfórmalos en realidad, pues sabemos que nunca quedaremos defraudados de haber acudido a Ti.
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Con la fuerza de tu amor y de tu perdón, Señor, queremos comprometemos con la tarea de la construcción de tu Reino, porque sabemos que cuando pedimos que "venga a nosotros tu Reino", tenemos que implicar nuestras vidas en esa tarea; que ese Reino no viene automáticamente, sino que necesita del esfuerzo solidario y de la lucha contra el mal.
Queremos ser la comunidad que convence no por la cantidad de actos o por lo espectacular de su llamada; que convence porque, cuantos la formamos, seamos personas que reconozcan sus muchas limitaciones, pero que también descubran la riqueza de crear lazos fraternales, de acogida sin reservas, de estar abierta a todos.
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Una vez más queremos darte gracias, Señor, por todo lo bueno que Tú nos das, y te seguimos pidiendo que nos hagas capaces de darnos cuenta del momento en que vivimos, para apoyar todo lo que hace que llegue tu Reino y así para transformar con tu fuerza todo lo negativo de la vida.



LA MISA DE HOY


MONICIÓN DE ENTRADA
Hermanos: Dios reconcilió el mundo consigo cuando en su Hijo dio la vida por nosotros. Nosotros celebramos en la eucaristía el memorial de su muerte reconciliadora. Para celebrar bien la eucaristía sintámonos cordialmente cercanos y reconciliados con nosotros mismos, con Dios y con los demás.

SALUDO
El amor de Dios nuestro Padre, que nos perdona siempre y nos enseña a perdonar a quienes nos ofenden, esté siempre con todos vosotros.

ACTO PENITENCIAL
Por todos nuestros pecados, que nos alejan de ti, de nosotros mismos y de los demás. Señor, ten piedad.
Por el poco aprecio que tenemos al sacramento de la reconciliación. Cristo, ten piedad.
Porque no asumimos toda la responsabilidad que tenemos en construir la paz y reconciliar al mundo. Señor, ten piedad.

MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA
Para poder pedir honradamente perdón a Dios es preciso saber perdonar también a los que nos ofenden.

SALMO RESPONSORIAL (Sal. 102)
El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia.
Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios.
El Señor es compasivo y misericordioso…
Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades; él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura.
El Señor es compasivo y misericordioso...
No está siempre acusando, ni guarda rencor perpetuo; no nos trata como merecen nuestros pecados ni nos paga según nuestras culpas.
El Señor es compasivo y misericordioso...
Como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre sus fieles; como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos.
El Señor es compasivo y misericordioso...

MONICIÓN A LA SEGUNDA LECTURA
El cristiano, tanto en vida como en muerte, tiene un único Señor. Desde El se reencuentra con todo lo que le rodea y forja sus posibilidades de vivir.

MONICIÓN A LA LECTURA EVANGÉLICA
El amor de Dios y su capacidad de perdonar es infinita. También en esto debemos imitar a Dios perdonando de corazón siempre.

ORACIÓN DE LOS FIELES
Sintiéndonos cercanos los unos de los otros elevemos nuestra oración generosa al Padre, pidiendo por las necesidades de todos:
Por toda la Iglesia de Dios, para que sea signo de paz y de reconciliación en el mundo. Roguemos al Señor.
Por todos los que organizan la ira y emplean la venganza, para que el Señor toque sus corazones con una llamada a la paz y el amor. Roguemos al Señor.
Por todos los que se cansan de perdonar, para que Dios les conceda un corazón semejante al suyo. Roguemos al Señor.
Para que se fomente el clima de diálogo y de comprensión entre todos los miembros de la sociedad. Roguemos al Señor.
Para que los cristianos valoremos más el sacramento de la reconciliación y sea para nosotros un medio de encuentro con el Señor y con los hermanos. Roguemos al Señor.
Por todos y cada uno de nosotros, para que vivamos en paz con todo el mundo y nos empeñemos en construir la paz. Roguemos al Señor.


DESPEDIDA
Que el abrazo que damos al hermano que está junto a nosotros hoy en la eucaristía sea un signo de la reconciliación eficaz que queremos llevar a todos nuestros hermanos enemistados. Que esta eucaristía nos confirme en la voluntad de paz, de perdón, de reconciliación y de amor hacia los demás. Solo así, perdonando, mereceremos el perdón de Dios.



CANTOS PARA LA CELEBRACION
Entrada. Cristo nos une (disco “15 Cantos para la Cena del Señor” de Erdozáin); A la fiesta del Señor (disco “A la fiesta del Señor” de Elezcano); Dios está aquí (disco “15 Canciones famosas para las celebraciones” de J. Gacías); Queremos construir una ciudad en paz (1CLN-732).
Acto penitencial. 1CLN-B 3; Señor ten piedad (disco “Dios es amor”).
Salmo. Gustad y ved (1CLN-518).
Aleluya. 2CLN-E 4.
Ofertorio. Cristo fue sincero (1CLN-275); Si vivimos, vivimos para Dios (disco “Cristo vive”); Bendito seas, Señor (2CLN-H 5).
Santo. 1CLN-I 4.
Comunión. Cerca está el Señor (disco “Cerca está el Señor”); Un mandamiento nuevo; Danos un corazón grande (1CLN-718).
Final. Hoy vengo a decirte gracias (disco “Gracias por todo, Señor” de Josico).



Director: José Ángel Fuertes Sancho •Paricio Frontiñán, s/n• Tlf 976458529 Fax 976439635 • 50004 ZARAGOZA
Tlf. del Evangelio: 976.44.45.46 - Página web: www.dabar.net - Correo-e: dabar@dabar.net

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WebJCP | Abril 2007