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MISIONEROS EN CAMINO: XXI Domingo del T.O. (Mt 16, 13- 20) - Ciclo A: Liturgia, Reflexiones, Exégesis y Oración
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sábado, 20 de agosto de 2011

XXI Domingo del T.O. (Mt 16, 13- 20) - Ciclo A: Liturgia, Reflexiones, Exégesis y Oración


Publicado por DABAR

Siempre me ha impresionado la respuesta de Pedro, ¡con que seguridad y confianza responde a Jesús: “Tu eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”!
Pero no solo es abrumadora la certeza de Pedro, más aún la respuesta de Jesús:”Dichoso tu, Simón, hijo de Jonás, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi padre que está en el cielo”.
Ante todo ello me pregunto, ¿qué tipo de respuesta es la mía?, ¿quién me lo ha revelado?

Como profesora de religión, parece un poco frustrante este pasaje, pues cuestiona la enseñanza “de carne y hueso”. Si el conocimiento de Jesús, reconocerle como “Señor” y dejarle que mi vida sea su “Señorío” depende de la revelación de Dios, de su eco en mi corazón, de mi experiencia con él, que regala cuando quiere y como quiere…¿qué puedo hacer yo?, ¿Qué puede hacer la Iglesia?

Como ya os he contado con anterioridad, en clases de bachillerato nuestro temario es “Jesús de Nazaret”, nada más y nada menos. Sienten cierta curiosidad (a la vez que cierto escepticismo) sobre lo que la Iglesia dice acerca de quién es Jesús. Muestran interés sobre la figura del “Jesús Histórico”, pero cuando llegamos al “Cristo de la fe” sus caras reflejan el escepticismo que a la mayoría corresponde por edad y momento de proceso madurativo.
¡Que difícil hacerles VIVIR a Jesús! Sin experiencia personal, todo lo aprendido durante años (algunos llevan 15 años en el colegio dando religión, catequesis de comunión y de confirmación, celebraciones, oraciones, campañas…), se les hace pequeño, no les vale porque todavía no les ha bajado al corazón, todavía no es experiencia personal y vital de fe.

Pero no solo les pasa a los chavales, que por trayectoria humana no tienen todavía suficientes experiencias donde reconocer al Dios de Jesús en sus vidas. Muchos de los que se llaman cristianos, tampoco han hecho el proceso de bajar su ideología cristiana al corazón. Viven de lo que les ha enseñado “la carne”, que son unas normas éticas y morales excelentes para la vida, pero desconocen el “Señorío” de Jesús, para ellos Jesús es un modelo de vida a seguir, el ejemplo de hombre que deberíamos ser, pero…no es su “Señor”.

Dios trabaja constantemente en nuestra vida y nuestro corazón, pero necesitamos herramientas y voluntad (muy importante) para poder reconocerlo en nuestra propia historia.

Yo a los chavales les suelo proponer ejercicios donde ponemos en paralelo las experiencias de vida de Jesús, con las suyas. Por ejemplo: “Jesús comienza su vida pública”. Antes de entrar en el mensaje, en el Reino, les expongo la búsqueda de Jesús, su incertidumbre ante su misión, lo que le lleva al desierto, su encuentro con Juan Bautista, la teofanía y su decisión de asumir la misión que Dios le encomienda.
Una vez visto esto (la carne), les interrogo, les cuestiono sobre su vida y les hago reflexionar, y escribir, sobre algún “desierto” propio, quién fue su Juan Bautista, si en todo ello percibieron una fuerza nueva que les invitó a iniciar o tomar un camino nuevo, una decisión importante.
Siempre apelo a su corazón, a que en sus pocas experiencias (a veces no tan pocas por suerte o desgracia), reconozcan “la fuerza” que les impulsó, o la que habitaba en las personas que les ayudaron.
Como saben que lo voy a recoger como trabajo de clase, les digo que, con libertad, cuenten de su intimidad lo que quieran o hasta donde quieran. Si no quieren decirme explícitamente su experiencia, les digo que, por lo menos, la identifiquen y me pongan el proceso sin detalles.
Es asombroso como, la mayoría, prefiere contar su experiencia con detenimiento, como la están reviviendo en ese momento. Es para ellos un descubrimiento, en ocasiones una liberación, y, a veces, un encuentro.

Son esos momentos los que me dan paz, pues llego a la conclusión de que Dios quiere “mi carne” para propiciar experiencias de encuentro, de vida, de fe, donde Jesús aparezca claramente para ellos y así pueda ser un día, “El Señor” de sus vidas.
Para ello es también muy importante proporcionar momentos cuidados y oportunos de silencio, interioridad y encuentro; donde el ambiente, la música, la imagen, la reflexión y la Palabra, sean vehículos que nos lleven al corazón, allí donde podemos escuchar al Dios que nos habla.

Pedro, hombre sencillo y sin demasiada preparación supo encontrar y vivir a su “Señor” desde su experiencia de vida con Jesús.

Creo honradamente que este es el papel de los cristianos y de la Iglesia: propiciar experiencias a la luz de la Palabra y la interiorización, que hagan gritar, como a Pedro, desde el corazón:”Tu eres el Señor, el Hijo del Dios vivo”

CONCHA MORATA
concha@dabar.net







DIOS HABLA

ISAIAS 22, 19 23
Así dice el Señor a Sobná, mayordomo de palacio: «Te echaré de tu puesto, te destituiré de tu cargo. Aquel día, llamaré a mi siervo, a Eliacín, hijo de Alcías: le vestiré tu túnica, le ceñiré tu banda, le daré tus poderes; será padre para los habitantes de Jerusalén, para el pueblo de Judá. Colgaré de su hombro la llave del palacio de David: lo que él abra nadie lo cerrará, lo que él cierre nadie lo abrirá. Lo hincaré como un clavo en sitio firme, dará un trono glorioso a la casa paterna».

ROMANOS 11, 33 36
¡Qué abismo de generosidad, de sabiduría y de conocimiento, el de Dios! ¡Qué insondables sus decisiones y qué irrastreables sus caminos! ¿Quién conoció la mente del Señor? ¿Quién fue su consejero? ¿Quién le ha dado primero, para que él le devuelva? Él es el origen, guía y meta del universo. A él la gloria por los siglos. Amén.

MATEO 16, 13 20
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesaréa de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?» Ellos contestaron: «Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas». Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo». Jesús le respondió: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de los infiernos no la derrotará. Te daré las llaves del Reino de los Cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo». Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías.



EXEGESIS

PRIMERA LECTURA
Bien traída esta lectura a la liturgia de este día no sea más que por contener la frase ‘lo que abra nadie lo cerrará, lo que él cierre, nadie lo abrirá’, como antecedente del texto evangélico sobre ‘las llaves del reino de los cielos’; este texto pertenece a la serie de oráculos sobre las naciones que ocupan los cap.13-23 de Isaías. Prácticamente todos ellos sobre las naciones; solamente el que hoy escuchamos versa sobre una persona concreta: el mayordomo de palacio Sobná, al que el profeta acusa porque se “había labrado un sepulcro y excava en la piedra un mausoleo”. Algo que le parecería lógico a un señor bien situado y que es un extranjero, podemos pensar que egipcio por su obsesión por esa forma de asegurar su supervivencia. Por ello el profeta continúa con ironía: “¿Quién tienes aquí, a quién tienes aquí, que te labras aquí un sepulcro?”

La acusación parece de ‘abuso de poder’. Alguien que utiliza la disponibilidad de medios para labrarse la inmortalidad o la fama. Es un déspota; alguien que no tiene en cuenta a su pueblo. Cuando lo que se requiere de él es que sea ‘un padre’ (v.21).

No le pertenece el futuro que trata de labrarse en piedra excavada; esa gloria pertenece a la familia de quien “permanece hincado como un clavo en sitio firme”. Quien se busca a sí mismo y busca su gloria “dará vueltas y vueltas como un aro sobre la llanura dilatada, donde morirá con todas sus carrozas de gala” (v.18).

Han desfilado ante nuestros ojos desde el cap.13 todos los pueblos de la tierra. Babilonia, Asiria, Moab, Nubia, Arabia, Egipto… Aterroriza leer semejante desgracia sobre estos pueblos que se dicen enviadas por el Señor a la vista de sus maldades. Pero también sobre Jerusalén se desata su amenaza por vivir de espaldas a la realidad.

Puede causarnos desazón que aparezca este Dios que castiga el pecado, que amenaza y cumple los negros presagios del profeta. Y sin embargo nos está contagiando algo fundamental que hoy obviamos fácilmente entre nosotros: la santa indignación. Ante la angustia , la opresión, la indiferencia de pueblo; ante la degradación de una sociedad ahíta de placer que le impide ‘dolerse de los males del pueblo’ hay que sublevarse gritar, clamar, amenazar. Sólo así se puede esperar conversión, compasión, justicia. “El Señor os invitaba a llanto y luto, a raparos la cabeza y vestir sayal; para vosotros, alegría y fiesta, a matar vacas, a degollar corderos, a comer carne, a beber vino, a comer y beber que mañana moriremos” (vv.12-13)

¿Y nos escandaliza ver que este Dios se irrita y destruye? ¿No nos dice claramente que es lo que debemos hacer nosotros? El ‘buenismo’ nos pierde muchas veces.

TOMÁS RAMÍREZ
tomas@dabar.net



SEGUNDA LECTURA

Este párrafo es el final de la sección 9-11 de Romanos ; sección de difícil interpretación y, comparada con otras de la literatura paulina, no de las más útiles hoy en día para finalidades pastorales. Tratan, en efecto, del tema de Israel, caro y urgente para Pablo, especialmente como caso concreto de acción divina salvadora, pero muchos de los cristianos actuales tenemos, a mi entender, otros asuntos que nos resultan más urgentes y queridos.

Sin embargo, estas líneas finales desbordan el tema concreto mencionado - aunque referidas a Él - para convertirse en una serie de exclamaciones religiosamente universales, aplicables a muchos otros contextos.

El de Pablo es caer en la cuenta del plan de salvación de Dios sobre Israel llevado a cabo por tan admirables, paradójicos y misteriosos modos. Los nuestros serán, desde luego, diferentes, pero susceptibles de desembocar en las mismas o semejantes expresiones.

Realmente se tratan de explosiones de alabanza a Dios, admiración ante lo divino, reconocimiento de Él... en suma, de adoración ; sentimientos religiosos primarios, pero imprescindibles para que la relación con Dios sea auténtica y real y quizás no tan presentes, por poco fomentados, en nuestra vida cristiana ordinaria. Aquí tenemos uno de los ejemplos bíblicos más claros e imitables.

No es tan importante el motivo concreto que nos impulse a la exclamación adorativa con crecido afecto. Lo esencial es llegar a ella y sentirla, Dios mediante.

FEDERICO PASTOR
federico@dabar.net

EVANGELIO

1. Aclaraciones al texto
V.13 El Hijo del Hombre. Expresión usada siempre y sólo por Jesús en referencia a sí mismo. Expresión acuñada en el libro de Daniel para señalar a un personaje humano de alcance trascendente y divino, con el que se pondrá fin al dominio de las bestias y se inaugurará el reino final de los santos.
V.16 El Mesías. Hombre extraordinario, investido de una misión teocrática excepcional. Normalmente Jesús prohibía que le llamasen Mesías, debido al sentido acentuadamente político-nacionalista con que se usaba este título. El Hijo del Dios vivo. Reconocimiento de la especial y exclusiva filiación de Jesús. El calificativo vivo, viviente se aplicaba al Dios de Israel en contraposición con los otros dioses, inoperantes, inertes y mudos.
V.17 Simón (nombre propio), hijo de Jonás (patronímico). Revelar. Descubrir, manifestar algo ignorado y secreto. Nadie de carne y hueso: transposición acertada del semitismo carne y sangre del texto griego. Carne y sangre, es decir, el ser humano, el hombre.
V.18 Pedro. Del griego pétros (piedra, roca). En este texto Pedro no es nombre propio, sino nombre apelativo o sobrenombre, en la acepción figurada de base firme para un edificio. El poder del infierno. En la concepción oriental antigua el mundo constaba de tres partes: la superior o cielo, sede del trono divino; la media o tierra firme, asentada sobre las aguas; la inferior o subterránea, sede del maligno. Por etimología, infierno es lo que está debajo, del latín infernus, inferus, inferior. Iglesia: En los LXX (traducción griega del Antiguo Testamento) esta palabra traduce regularmente el término hebreo qahal con el significado de asamblea o reunión de creyentes.
V.19 Te daré. Equivale a una perífrasis volitiva con matiz de presente: voy a darte, es mi voluntad darte. Las llaves. Sentido traslaticio denotando el servicio de la autoridad para atar y desatar (sentido figurado: admitir en la comunión eclesial o privar de ella; retener o perdonar pecados). Reino de los cielos. En este texto responde a la primera de las tres partes anteriormente mencionadas: la superior, donde Dios tiene su sede. Este Reino de los cielos está ya inicialmente presente y es inicialmente eficaz en la Iglesia. Reino de los cielos y en el cielo son expresiones sinónimas.

2. Texto
El texto de Mateo reproduce recuerdos muy arraigados en el círculo de discípulos de Jesús. De no existir tales recuerdos históricos carecería de explicación plausible el paso de Simón, hijo de Jonás, a Pedro.
Una pregunta centra el interés del texto: ¿Quién es Jesús?
Dos círculos de respuesta: el de la gente y el de los discípulos.
La gente tenía a Jesús por una personalidad extraordinaria y misteriosa, pero radical y exclusivamente entroncada en la historia del pueblo elegido.
Los discípulos iban más allá de la historia del pueblo elegido y buscaban las raíces de Jesús directamente en Dios. Un primer atisbo de ello lo veíamos hace dos domingos: eres Hijo de Dios (Mt.14,33). Simón, el hijo de Jonás, formula aquel atisbo en toda su plenitud: eres el Hijo del Dios viviente.
Jesús resalta con énfasis la respuesta de Simón: Bienaventurado eres, Simón. Habla desde una singular conciencia de filiación: Mi Padre te ha revelado lo que acabas de decir de mí.
Y yo te digo a ti. Sigue el énfasis de Jesús. Mi comunidad, mi iglesia descansará en ti, en tu sólida y firme confesión de fe. Nada ni nadie podrá echar por tierra esa comunidad creyente, esa iglesia, porque estará asentada sobre firmeza de roca. Es Jesús quien la hará fuerte, en correspondencia a la firmeza creyente. Pedro tiene la autoridad de Jesús y, por ello mismo, es criterio de sintonía con el Padre del cielo.
El texto finaliza con una orden de silencio de Jesús sobre él mismo como Mesías. Precaución pertinente, habida cuenta lo alejado que estaba lo que Jesús entendía por Mesías y lo que sus contemporáneos entendían por Mesías.

3. Comprensión actualizante
Franqueza, espontaneidad, trascendencia del texto de hoy. Ininteligible para sabios y entendidos; diáfano para sencillos.
La comunión de fe con Pedro, garantía de firmeza estática y de dinamismo vital.
Cimentada en Pedro, la Iglesia sigue viendo en Jesús al Hijo de Dios y sigue teniendo el reconocimiento de Dios.
El sucesor de Pedro es la garantía visible de que Jesús es el camino, la verdad y la vida.
Resulta triste y desalentador leer en círculos católicos que uno de los fenómenos que producen un impacto masivo de falta de credibilidad en la Iglesia es “la obsesión en ciertos temas de la teología propia del papa (como la lucha sin cuartel contra el relativismo)”. La humildad sabia y la firmeza creyente de Benedicto XVI merecen, cuanto menos, más respeto.

ALBERTO BENITO
alberto@dabar.net


NOTAS PARA LA HOMILIA

Sé que quizás los exegetas no compartan conmigo el punto de vista que quiero adoptar para la reflexión de hoy; incluso alguno piense que con tanto calor estoy desvariando un poco, o, peor aún, desfigurando quizás el sentido del evangelio. Pero cuando he cogido la Palabra de Dios y me he sentado tranquilamente a rezar, he visto a un Jesús profundamente humano en el que me he visto reflejado. Y por eso, esta es mi reflexión.

¿QUÉ DICE LA GENTE DE MÍ?
Una de las actitudes características de los adolescentes es una cierta inseguridad -muestra de la falta de madurez psicológica- que, si os habéis fijado, se manifiesta en la constante necesidad de saber qué piensan los demás de ellos: así se sentirán encantados de jugar al juego de la verdad, o pasarán horas colgados del teléfono intentando averiguar qué ha dicho un tercero sobre ellos, y descifrando las claves de ese comentario; y viven preocupados hasta el extremo por detalles tan insignificantes como si combina bien el cinturón con el pantalón que llevan o si los cordones de sus zapatillas resultan demasiado largos para lo que marca la moda. Tienen un deseo tremendo de sobresalir, pero mayor aún de formar parte de la norma, de que se les considere ‘uno más’.
En algunos adultos la actitud se mantiene fijada a lo largo de los años. Y a casi todos nosotros nos ocurre que nuestra asertividad notamos que se tambalea cuando nos vienen con el comentario de que alguien ha oído que alguien ha dicho que alguien comentaba que nosotros éramos un poco… Y sí, nos preocupa saber qué piensan los demás de nosotros. Nos preocupa saber si aprueban o no nuestras decisiones. Queremos controlar la impresión que dejamos en los demás, y que no se malinterprete ninguna de nuestras palabras o nuestras acciones, poniendo grandes empeños y esfuerzos en aclarar los malentendidos. Afrontamos quizás incluso con una valentía inusual en nosotros encuentros en los que debemos hacer uso de una fuerte asertividad para pedir explicaciones acerca de qué han querido decir cuando afirmaban lo que decían sobre nosotros.
Quizás si controlamos estas cosas sea porque realmente hemos adquirido una cierta estabilidad emocional y ya no nos importa demasiado que digan o dejen de decir; pero, ahora que no nos oye nadie, ¿de verdad no te molesta ni siquiera un poquito que te critiquen sin razón, que te tachen de falso, engreído u orgulloso? Lamentablemente, nos condiciona mucho el qué-dirán.
A muchas personas les oigo decir que no pueden cambiar su vida porque si empiezan a hacer las cosas mejor, a amar más, a ser más serviciales o a dejar de callarse ante las injusticias, los que están alrededor van a decirle que ¡quién se ha creído que es!. Los más valientes, los que se atreven a dar el paso y dan el paso de conversión auténtica que implica el cambio total y definitivo de vida, al menos esos dicen: “Bueno, al menos los míos me comprenderán y saben que lo hago para bien”.
Algo así me inspira ese Jesús profundamente humano que veo en el Evangelio de hoy: cuando pide a los discípulos esos “informes” sobre la gente no está dejándose llevar por esa necesidad de asertividad que a veces nos invade a nosotros: si algo le caracterizó fue precisamente su saber en todo momento qué debía hacer gracias a estar muy unido al Padre del Cielo, y su capacidad de dar los pasos necesarios en el momento oportuno para cumplir su misión; para Él no valían las críticas, los rumores ni los comentarios, ni se amilanaba ante el momento de decir la verdad bien alta. No, Él no se dejó paralizar por el miedo a las habladurías. Sin embargo, parece que cuando mira a los discípulos, a los que ha hablado en la intimidad y les ha contado todo, a los que les explicaba las cosas aparte por si no las habían entendido, a los que llama para colaborar con Él… en ese momento parece que el tono de voz de Jesús se relaja y ya no pide informes: pide que abran el corazón. Es como si dijera: a vosotros no os puedo engañar: ¿os dais cuenta de por qué hago estas cosas y digo lo que digo? Y parece ser que sí: cuando las cosas se hacen sin doblez, como las hacía Él, hay alguien que reconoce la salvación que está cerca. Cuando se vive pendiente de cumplir con las propias ideas, hay quien descubre que el Prometido ha llegado de verdad. Cuando lo que se intenta cada día es cumplir con la propia misión, por fin se descubre al Salvador hecho hombre.
¿Qué es lo que te preocupa a ti? ¿Lo que piensen o digan a tus espaldas? ¿O más bien te preocupa tener la Luz suficiente para saber qué debes hacer? Si es así, reza mucho y reza bien: Hágase, Señor, tu voluntad.

¿Y VOSOTROS, QUÉ DECÍS?
Ya en alguna ocasión he alertado -lo hago a menudo- de un riesgo que en nosotros los cristianos se hace especialmente patente. Los psicólogos lo llaman el fenómeno de la deseabilidad social. Consiste en que, para agradar a la persona que nos es interlocutora, le decimos lo que quiere escuchar o espera escuchar, para agradarle y, de nuevo, ‘caerle bien’ o que piense bien de nosotros.
Cuando voy a la catequesis a preguntar a los chavales me responden siempre, ¡oh, maravilla! con la frase correcta. ¿Quién es Jesús? les digo, y responden “El Hijo de Dios hecho hombre”. Y si insistes: ¿Y eso qué significa?, entonces intentarán desplegar sus pocos recursos teológicos para explicarme eso del nacimiento de una Madre virgen, y de Belén, y de los milagros, y la resurrección, y alguna cosilla más.
Estamos llegando a límites insospechados en esto… cada vez es aún más difícil pillarles diciéndoles: bueno, bueno, pero ¿qué significa Jesús en tu vida?, ya saben qué han de decir: que si es un Amigo, que si es el Señor, que si es el Salvador, que si es mi Dios…
Prueba tú a hacerlo. Pregunta a tu alrededor: recibirás cientos de frases hechas. O mejor aún: pregúntate a ti mismo, date respuestas y mira a ver si realmente hablan de lo que Jesús estaba preguntándoles Jesús a los discípulos. Quizás a alguno de ellos les podría haber respondido: “ya, ya sé que soy hijo de María y de José, ya sé que tengo palabras poderosas y que mis milagros asombran… pero ¿qué pinto yo en tu vida? ¿Me quieres? ¿Te importo? ¿Te resulta valioso lo que me oyes decir? ¿Cambia tu vida? ¿Te ayuda a ser mejor? ¿Te deja indiferente?”
¿Qué pinta Jesús en tu vida? Si le llamas “Señor”, espero que de verdad te haga sentirte su servidor. Si le llamas “Maestro”, ojalá sea cierto que aprendes de Él. Si le llamas “Amigo”, por favor, no traiciones nunca esa bella palabra y ese ideal de la amistad. Si le llamas “Dios”, enhorabuena: has encontrado un tesoro; guárdalo en el centro de tu corazón como lo que es.


PARA CONSIDERAR Y REFLEXIONAR EN GRUPOS

«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
(Mt 16,15)

Preguntas y cuestiones
Es la pregunta central. Dirigida a cada uno de nosotros, de una forma directa, y esperando respuesta. No es tan importante saber la respuesta correcta que al parecer Pedro se la ‘sabe’. Lo decisivo para nuestra vida y nuestro seguimiento es la que cada uno de nosotros descubramos y compartamos.



PARA LA ORACION

Oh Dios, que unes los corazones de tus fieles en un mismo deseo; inspira a tu pueblo el amor a tus preceptos y la esperanza en tus promesas, para que, en medio de las vicisitudes del mundo, nuestros corazones estén firmes en la verdadera alegría.
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Por el único sacrificio de Cristo, tu Unigénito, te has adquirido, Señor, un pueblo de hijos; concédenos propicio los dones de la unidad y de la paz en tu Iglesia.
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Necesitamos reconocerte, Señor, como el Santo, el origen de todo lo bueno y noble de nuestras vidas y del mundo en que vivimos. Origen del regalo de la vida, del alimento, de la cultura y del amor. Reconocerte como el infatigable Padre trabajador para que a ninguno de tus hijos le falte el cariño, la alegría, la grandeza de la fe.
Una fe que con el paso del tiempo hemos ido viciando y vaciando del sentido liberador y del amor gratuito que la inspira; y que hemos llenado, por el contrario, de fardos pesados que cargamos sobre los que no vienen a Misa, sobre los marginados, sobre los jóvenes... sobre todos aquellos colectivos y personas que no descubren este tesoro de Dios, quizá porque lo guardamos muy bien en nuestros templos y no dejamos que produzca ni siquiera el interés...
Pero hay en el mundo muchos hombres que se encuentran con Jesús de Nazaret y descubren que su vida es plena y auténtica, y que la fe que profesan les ayuda a vivir con ilusión y esperanza. A estos heraldos de buenas noticias, a estos heraldos de tu Amor nos queremos unir hoy y siempre para proclamarte Santo.
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Te pedimos, Señor, que lleves en nosotros a su plenitud la obra salvadora de tu misericordia; condúcenos a perfección tan alta y manténnos en ella de tal forma que en todo sepamos agradarte.


LA MISA DE HOY


MONICIÓN DE ENTRADA
Hermanos: un nuevo domingo nos reunimos en comunidad para hacer la Eucaristía. En ella nuestras vidas se entrecruzan para compartir una misma mesa y reflexionar conjuntamente sobre nuestro caminar.
En este marco vamos a escuchar, una vez más, la Palabra de Dios. Su mensaje busca el tener acogida y exige una respuesta. Hoy es una pregunta fundamental la que nos hace. ¿Quién es y qué significa para nosotros y nuestras vidas Jesús de Nazaret y su mensaje? En su tiempo, cuando Jesús la hizo a sus discípulos, tuvo una respuesta. Ahora se nos hace a nosotros. Dispongámonos, pues, a responder y a ser consecuentes con la respuesta.

SALUDO
Hermanos, que el Señor Jesucristo, origen y meta de la creación y de la historia, esté siempre con todos vosotros.

ACTO PENITENCIAL
-Porque oprimimos y coartamos muchas veces la libertad de los demás. Señor, ten piedad.
-Porque tenemos miedo de presentarnos y actuar como cristianos. Cristo, ten piedad.
-Porque somos individualistas y nos cuesta ser comunidad. Señor, ten piedad.

MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA
La profecía de Isaías apunta a tiempos mesiánicos. El nuevo mayordomo, que sustituye al injusto, será el clavo, la roca firme en la que se sustentará el pueblo. El tendrá el poder de las llaves: abrirá y cerrará. Será firme y seguro.

SALMO RESPONSORIAL (Sal. 137)
Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos.
Te doy gracias, Señor, de todo corazón; delante de los ángeles tañeré para ti, me postraré hacia tu santuario, daré gracias a tu nombre.
Señor, tu misericordia es eterna...
Por tu misericordia y tu lealtad, porque tu promesa supera a tu fama; cuando te invoqué, me escuchaste, acreciste el valor de mi alma.
Señor, tu misericordia es eterna...
El Señor es sublime, se fija en el humilde, y de lejos conoce al soberbio. Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos.
Señor, tu misericordia es eterna...

MONICIÓN A LA SEGUNDA LECTURA
El precioso himno de Pablo nos revela la grandeza extraordinaria de Dios. Por eso la fe no puede ser ni el resultado de una investigación científica ni un apasionamiento pasajero. La fe ha de ser la respuesta personal a este Dios que nos interpela e invita a seguir sus caminos.

MONICIÓN A LA LECTURA EVANGÉLICA
Jesús interroga a sus discípulos sobre su persona. Estos, expresando el sentir de la gente, lo colocan en un contexto profético. Pero Jesús es algo más que un profeta. Pedro, en nombre del grupo, con su profesión de fe, atina: Jesús es el hijo de Dios vivo. Y como tal da la autoridad que no se ha de ejercer en el exhibicionismo, sino en el servicio y respeto de la libertad.

ORACIÓN DE LOS FIELES
Consciente de nuestras necesidades pidamos confiadamente a Dios nuestro Padre:
-Por la comunidad de Jesús, para que haga del evangelio la buena noticia de liberación que comprometa su vida. Roguemos al Señor.
-Para que los gobernantes de las naciones sirvan a los intereses del pueblo buscando el bien común y el ejercicio de las libertades individuales y colectivas. Roguemos al Señor.
-Para que en medio del individualismo que nos atenaza aparezcan más y más serios modos de vida comunitaria y compartida. Roguemos al Señor.
-Para que el paro, la injusticia y la explotación que sufren muchos de nuestros hermanos nos lleve a pensar que no estamos en el mejor de los mundos y nos esforcemos por cambiarlo. Roguemos al Señor.
-Por todos nosotros, para que traduzcamos en hechos nuestro compromiso con Jesús de Nazaret y su evangelio. Roguemos al Señor.

DESPEDIDA
Antes de irnos en paz, recordemos que la pregunta sigue esperando nuestra respuesta. El evangelio es no sólo anuncio de que una nueva situación más justa y fraterna ha aparecido, sino también denuncia de todo lo que a ella se opone. Tengámoslo en cuenta, porque responder a la pregunta que Jesús nos hace es empezar a comprometerse con todo lo que ella lleva consigo.


CANTOS PARA LA CELEBRACION
Entrada. ¿Quién dice la gente que soy yo? (disco “15 Cantos sobre Jesucristo 2000”); Cristo, alegría del mundo (2CLN-761); Cristo es el camino (de Erdozáin, disco “Dios es amor”); Cristo nuestro hermano (de Gabaráin, 2CLN-320); Cristo nos da la libertad.
Salmo. LdS; Te doy gracias, Señor, de todo corazón (de Palazón).
Aleluya. 2CLN-E 13 ó E 3.
Ofertorio. Por los niños que empiezan la vida (disco “Cantad al Señor”); Quiero estar, Señor, en tu presencia (disco “Cantos para participar y vivir la Misa”).
Santo. 1CLN-I 1.
Aclamación al memorial. 1CLN-J 22.
Comunión. Una espiga dorada; Tú eres el pan de vida (Yo le resucitaré) (CB-229); Creo en Jesús (1CLN-274); Oh buen Jesús, yo creo firmemente.
Final. Hoy, Señor, te damos gracias.



Director: José Ángel Fuertes Sancho •Paricio Frontiñán, s/n• Tlf 976458529 Fax 976439635 • 50004 ZARAGOZA
Tlf. del Evangelio: 976.44.45.46 - Página web: www.dabar.net - Correo-e: dabar@dabar.net

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WebJCP | Abril 2007